Una de las cosas más difíciles de ser cristiano es aceptar cuán difícil es ser cristiano. ¿Por qué tantos cristianos fallan y no viven de acuerdo con los estándares de Dios?
“Hipócritas”.
Esto parece ser la opinión prevalente en el mundo cuando se refieren a la religión cristiana —como algo anacrónico, con personas chapadas a la antigua que ponen la vara muy alto para todos y fallan consistentemente en alcanzarla ellas mismas.
La prensa está de acuerdo. En una reciente encuesta llevada a cabo en Escocia por el grupo Barna, encontraron que las cinco frases más utilizadas por los escoceses para describir el cristianismo incluían: “crítico”, “hipócrita” y “fuera de la realidad”.
Y no es solo en Escocia. Estas frases y las piedras que se arrojan contra la fe cristiana ocurren en todas las esquinas del mundo, y no puedo decir que carecen de razón al decir todo esto. Si usted fuera a poner a todos los que se llaman cristianos en la misma categoría, sería difícil no mirar los resultados con desagrado.
Pero con sólo mirar lo que dice la Biblia encontraremos que Jesucristo mismo expresó una gran frustración y preguntó: “¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?” (Lucas 6:46).
¿La lección? No todo el que dice seguir el cristianismo es verdaderamente un cristiano. Tan sólo en Escocia, siete de los 10 que se identifican como cristianos, son “cristianos por legado”, o sea, cristianos que “no creen los elementos básicos de la doctrina cristiana o expresan fe personal en Jesús”.
Esto es una contradicción de términos. La palabra cristiano implica que es un seguidor de Cristo. Un seguidor de Cristo que no sigue a Cristo es una paradoja, no un cristiano. Con embajadores como estos, no debe sorprendernos que el mundo tenga una opinión tan pobre de toda la religión.
Pero, ¿qué sucede con aquellos que están buscando y siguiendo genuinamente a Jesucristo? No son tampoco perfectos. ¿Pero debemos esperar que lo sean? ¿Acaso las fallas personales desacreditan al cristianismo en general?
La definición de cristiano
Podríamos quedarnos semanas enteras en este tema y sólo lograríamos arañar la superficie. Un cristiano es muchas cosas diferentes a la vez, pero muchas de ellas se manifiestan en su actuar. El apóstol Santiago advirtió que “la fe sin obras es muerta” (Santiago 2:20), porque cuando se trata de creer en Dios: “También los demonios creen, y tiemblan” (v. 19). Creer en Dios es una cosa, pero a menos que acompañemos esa creencia con obras, no hay mucho que nos distinga de los espíritus demoniacos que llaman Señor a Satanás. Los demonios creen en Dios, aun lo temen, pero ellos se rehúsan a obedecerlo.
Un verdadero cristiano no se detiene en creer en Dios. Un verdadero cristiano se arrepiente, es bautizado y recibe el Espíritu de Dios (Hechos 2:38). Un verdadero cristiano está atento a la voluntad de Dios, luchando por entender los mandamientos y expectativas de Dios, y luego vive por ellas, sin importar el costo personal o los obstáculos que surjan (1 Juan 5:3; Mateo 7:21).
Un verdadero cristiano es todo eso, pero no solo eso. De hecho, por lo menos uno de los más grandes atributos de un verdadero cristiano no ha sido mencionado por mí. Es un atributo del que yo no creo que muchos hablen tanto como deberían —tal vez porque se sienten avergonzados o apenados de tenerlo. Puedo entenderlo. No es un aspecto positivo de seguir a Dios; pero es vital que nosotros lo entendamos, hablemos al respecto y —aunque no podamos estar exactamente orgullosos de él— aceptarlo.
Un verdadero cristiano todavía está luchando.
Quedarse corto
A nadie le gusta hacerle propaganda a sus imperfecciones, pero aceptar las enseñanzas del Hijo de Dios, exige que primero admitamos nuestra pecaminosidad. Jesús vino predicando el arrepentimiento como el primer paso en su mensaje del evangelio (Marcos 1:15). Jesús también dijo: “Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores” (Marcos 2:17).
Volverse cristiano requiere adoptar los mandamientos de Dios como si fueran nuestros propios estándares, estándares que usted sabe que va a tener que esforzarse para alcanzar.
Volverse cristiano requiere buscar en las páginas de la Palabra de Dios y decir: “esto es correcto”, y luego mirar adentro de su propio corazón y decir: “yo no lo soy”.
Convertirse en cristiano requiere saber lo que usted es y no lo que usted quiere ser —conocer que la meta final siempre está por delante, que el arrepentimiento, por el cambio y el crecimiento son procesos que requieren toda una vida de esfuerzo, no tan sólo un fin de semana.
Los cristianos fallan. Los cristianos tienen flaquezas. Los cristianos, de vez en cuando, toman decisiones terribles y cometen errores espantosos, porque los cristianos no son Cristo. Ellos son seres humanos con fallas, pero están tratando de seguir las pisadas de un Dios perfecto, y ninguno puede hacerlo sin tropezar de vez en cuando.
Hipocresía vs. la naturaleza humana
En su forma más literal, la palabra griega para hipocresía, hypokrisis, sencillamente significa actuando. Las producciones teatrales en la época de Cristo dependían de la habilidad para actuar que tuvieran los hipócritas, o actores; mientras el hipócrita fuera mejor, más convincente sería el acto. Cuando Jesús acusó a los líderes religiosos de hipocresía, básicamente los estaba acusando de ser actores —jugar cierto papel, hacer toda una actuación para la audiencia, en tanto que en sus corazones eran alguien totalmente diferente. Su piedad era un papel, no una acción genuina.
Dios sabe que Él ha llamado a su pueblo para que haga cosas difíciles, y Él no espera que lo logre sin cicatrices ni abolladuras a lo largo del proceso.
Dos mil años después, hipocresía es una palabra que nosotros pronunciamos con menos restricción. En lugar de ser una palabra que implica un engaño intencional, hipócrita es una etiqueta que aplicamos a cualquiera que falle visiblemente en vivir de acuerdo con sus propios valores.
Esto no siempre es hipocresía. Algunas veces esto se llama simplemente la naturaleza humana. Todos los seres humanos tienen problemas para vivir de acuerdo con una serie de estándares que no vienen naturalmente —es sólo que algunos lo manejan diferente.
La respuesta ante nuestra propia pecaminosidad
Cuando se da cuenta de que algo se ha roto, usted puede escoger entre dos respuestas. Usted puede concentrarse en tratar de encontrar una solución o se puede convencer de que esa rotura es una mejora y que en realidad trabaja mejor de esa manera. Generalmente, el mundo tiende a tomar este último enfoque —es más fácil y significa que nada tiene que cambiar excepto algunas opiniones de las personas.
Vivimos en un mundo lleno de personas con roturas —afectados por sus propios pecados, por su propio rechazo del camino perfecto de Dios. Cada vez que se empeora, pareciera que el mundo hace una fiesta y dice que esa nueva rotura es una mejora, que así debería haber sido desde el principio. Mientras tanto, Dios está trabajando con personas con roturas que están dispuestas a admitir que tienen problemas —que reconocen que esa rotura es algo que debe ser reparado, y no lo celebran como si fuera algo nuevo y normal.
Y esto es lo que un cristiano parece: un fiel siervo de Dios con una misión de por vida de trabajar con Dios y reparar lo que está roto y es pecaminoso en su propia vida. Una vida cristiana no está exenta de errores o problemas. No es un monumento de reluciente alabastro a la perfección; de hecho, hay momentos en que es solo un poco más que desagradable, un caos de barro en el proceso de ser transformado por el poder del Espíritu de Dios en algo especial.
Un cristiano no se rinde
Dios sabe que Él ha llamado a su pueblo para que haga cosas difíciles, y Él no espera que lo logre sin cicatrices ni abolladuras a lo largo del proceso.
Como el apóstol Pablo fue inspirado a escribir: “…que estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos; llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos… Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día” (2 Corintios 4:8-10, 16).
En esta vida, vamos a ser golpeados. Vamos a fallar y a cometer errores y quedarnos cortos frente a los estándares perfectos de Dios una y otra vez. Pero un cristiano verdadero se rehúsa a dejar que la historia se termine ahí. Un verdadero cristiano sabe que: “…siete veces cae el justo, y vuelve a levantarse” (Proverbios 24:16).
No se trata de cuántas veces caiga uno; se trata de cuántas veces vuelve a levantarse.
No importa cuánto ocurra con el exterior, el verdadero enfoque del cristiano es lo que está pasando adentro: “Para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo” (1 Pedro 1:7).
Y esto, brevemente, es lo que significa ser cristiano. Los seguidores de Cristo no son hechos perfectos el primer día —el primer día es cuando entendemos que alcanzar la perfección es la meta. Cada día después de eso tratamos de alcanzarla.
Si desea más información acerca de “ir a la perfección” (Hebreos 6:1), puede leer nuestro folleto gratuito: ¡Cambie su vida!.