Las personas tienen ideas diferentes acerca del universo. ¿Qué dice la Biblia acerca de la razón de su existencia? Si Dios creó todo con un propósito, ¿cuál es el propósito de la creación?
Desde que el telescopio espacial James Webb fue lanzado el 25 de diciembre del 2021, hemos podido observar el universo con más claridad que nunca. Pero las impresionantes imágenes que hemos visto evocan una variedad de respuestas.
Quienes aceptan la teoría de que el universo llegó a existir por sí mismo sin Dios, están muy emocionados con la posibilidad de que pronto se descubra vida en otros planetas. Si la vida en la Tierra fue un accidente cósmico, seguramente hay vida en otros planetas, razonan.
Pero para quienes creen que Dios creó los cielos y la Tierra, como dice la primera frase de la Biblia (Génesis 1:1), las fotos del espacio inspiran un profundo respeto por la majestad y el poder del Creador. Estas personas están de acuerdo con el Rey David, quien dijo: “Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos” (Salmos 19:1).
También concuerdan con lo que dijo Pablo en Romanos 1:20: “las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas”.
En otras palabras, el Dios invisible se revela en las cosas que podemos ver. Sus huellas están presentes en toda su creación.
¿Carece de significado la creación?
También hay muchas creencias diferentes acerca del propósito del mundo físico.
Quienes rechazan a Dios como Creador y creen que el universo y la vida son productos del azar, concluyen que el universo no tiene un significado especial. Piensan que no existe un propósito más allá de la adaptación al ambiente y la supervivencia del más fuerte.
Como dijo el evolucionista Richard Dawkins: “La selección natural, el proceso automático, ciego e inconsciente que Darwin descubrió, y el cual ahora entendemos como la explicación de la existencia y la aparentemente intencional forma de toda vida, no tiene un propósito en mente” (The Blind Watchmaker: Why the Evidence of Evolution Reveals a Universe Without Design [El relojero ciego: por qué la evidencia de la evolución revela un universo sin diseño], p. 9).
Las ramificaciones de este pensamiento plantean la creencia de que los humanos no somos diferentes de otras formas de vida. Esta perspectiva también conduce a la conclusión de que los valores son subjetivos y que las personas pueden vivir como les plazca, porque ésta es la única vida que existe. La filosofía de “comer, beber y alegrarse, porque mañana moriremos” ha existido desde hace mucho e incluso se menciona en la Biblia (Isaías 22:13; Lucas 12:19; 1 Corintios 15:32).
¿Qué dice la Biblia acerca del propósito de la creación?
Romanos 8:19 explica de forma concisa el propósito del mundo material: “el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios”.
Según este pasaje, el propósito del mundo material es que los seres humanos se conviertan en hijos maduros de Dios. Él creó el universo y el planeta en que vivimos como parte de su plan para traer más miembros a su familia.
Los defensores de la teoría científica de un diseño inteligente han demostrado que la Tierra está diseñada y ubicada perfectamente en el universo para albergar vida. Por ejemplo, nuestro planeta tiene la cantidad de gravedad exacta y se encuentra en los brazos espirales de la Vía Láctea, donde está protegido. Puede leer más acerca de esto en nuestro artículo: “Diseño inteligente: puede la ciencia responder la pregunta: ¿existe Dios?”.
Los indicativos de un diseño inteligente en la creación están en armonía con la explicación bíblica de su propósito. La evidencia apunta al hecho de que nuestro planeta fue creado a la perfección con el fin de sustentar nuestra vida.
A imagen de Dios
En las primeras páginas de la Biblia, donde leemos que el hombre fue hecho a imagen de Dios, encontramos otra explicación acerca del propósito de la creación:
Para alcanzar el destino que Dios desea para cada uno de nosotros, debemos responder a su llamamiento a través de su Hijo Jesucristo.
“Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra” (Génesis 1:26).
Este versículo revela que el hombre, a diferencia de todas las otras formas de vida en nuestro planeta, fue creado a imagen de Dios. Además, recibió dominio (la responsabilidad de gobernar) sobre toda la Tierra. En palabras simples, el ser humano tiene un rango privilegiado en este planeta único.
Reflexionando acerca de la increíble posición y el destino que Dios desea para los seres humanos, el rey David expresó: “Le has hecho poco menor que los ángeles, y lo coronaste de gloria y de honra. Le hiciste señorear sobre las obras de tus manos; todo lo pusiste debajo de sus pies” (Salmos 8:5-6; compare con Hebreos 2:5-8).
Sin embargo, la oportunidad de ser eventualmente coronados con honor y gloria y vivir con una existencia semejante a la de Dios, no algo que se produzca de una forma automática en todos los seres humanos. Para alcanzar el destino que Dios desea para cada uno de nosotros, debemos responder a su llamamiento a través de su Hijo Jesucristo.
Como Juan explica: “Mas a todos los que le recibieron [a Jesús], a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Juan 1:12).
También Pedro dijo: “en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4:12).
Llamados, elegidos y fieles
En una visión de Juan, un ángel describió a quienes estarán con Jesús cuando Él regrese como “llamados y elegidos y fieles” (Apocalipsis 17:14).
Estas tres palabras —llamados, elegidos, fieles— describen los pasos o las etapas por las que debemos pasar para cumplir el propósito que Dios tenía en mente cuando nos creó.
Llamados
La palabra griega traducida como “llamados” en este pasaje es kletos, que significa “llamado, invitado, en [el Nuevo Testamento], llamado a privilegios o función” (Diccionario griego BillMounce.com). En el libro de Romanos, Pablo usó esta palabra para describir la invitación de Dios a los creyentes romanos para que fueran santos —apartados como cristianos.
Más adelante, Pablo describe a los amados de Dios como “los que conforme a su propósito son llamados” (Romanos 8:28).
Este llamamiento o invitación de Dios a ser santos es el inicio de un proceso que culmina en nuestra transformación a seres espirituales dentro de la familia divina. La invitación se extiende por medio de la predicación del evangelio del Reino de Dios (Mateo 24:14) y se le está ofreciendo a muchas personas ahora. Como explicó Jesucristo: “muchos son llamados, mas pocos escogidos” (Mateo 20:16; 22:14).
Elegidos
La palabra “elegidos” en Apocalipsis 17:14 proviene del término griego eklektos y significa: “escogido, seleccionado; en el NT, elegido como receptor de un privilegio especial, escogido” (Diccionario griego BillMounce.com). La palabra griega que se traduce como iglesia —ekklesia— está muy relacionada con eklektos y se refiere al conjunto de los elegidos.
La segunda etapa del proceso “llamados y elegidos y fieles” implica una elección tanto por parte de la persona como por parte de Dios. Tras escuchar el llamado de Dios por medio de la predicación del evangelio del Reino, las personas deciden responder a ese llamado o no.
La parábola del sembrador en Mateo 13 describe las diferentes reacciones que las personas pueden tener cuando escuchan el mensaje del evangelio. En la parábola, algunas semillas no germinan. Otras germinan pero no permanecen porque la tierra no es buena. Otras germinan y crecen, pero no dan fruto porque se enredan en espinos. Finalmente, algunas semillas que son sembradas en buena tierra, crecen y producen mucho fruto.
Según la respuesta de cada persona al mensaje del evangelio, Dios elige a quiénes les dará su Espíritu. Hechos 5:32 explica que Dios les da su Espíritu a quienes le obedecen. Una de las instrucciones bíblicas que debemos obedecer para recibir este regalo de Dios es arrepentirnos de nuestros pecados y ser bautizados (Hechos 2:38).
Fieles
El tercer paso del proceso es la madurez espiritual que se desarrolla cuando permanecemos fieles a Dios. Jesús dijo que sus seguidores (quienes responden al evangelio y son elegidos para recibir el Espíritu Santo) enfrentarían dificultades. “Y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre; mas el que persevere hasta el fin, este será salvo” (Mateo 10:22).
Hebreos 11 es un registro de las pruebas y dificultades que muchos hombres y mujeres de Dios soportaron fielmente. Ellos nos dieron ejemplo para que nosotros hagamos lo mismo cuando nos toque enfrentar los obstáculos de la vida cristiana en un mundo malo (Hebreos 12:1; Gálatas 1:4).
Una nueva creación
Pablo comparó este proceso de desarrollo espiritual a convertirnos en una nueva creación: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es” (2 Corintios 5:17; compare con Gálatas 6:15).
Cuando unimos esta escritura con Romanos 8:19, donde dice que el anhelo de la creación es la revelación de los hijos de Dios, podemos concluir algo sorprendente: el mundo físico fue creado por Dios para que fuera el lugar en que los seres humanos se puedan desarrollar espiritualmente.
¡Ése es el propósito de la creación!
Lea más en “Llamados y escogidos”.