¿Cuál es la historia de la Iglesia en Esmirna y qué podemos aprender del mensaje de Cristo para esta congregación en Apocalipsis 2?
En su visión del mensaje a las siete congregaciones de la Iglesia de Dios en Asia Menor, Juan escuchó a Cristo decir: “Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último. Escribe en un libro lo que ves, y envíalo a las siete iglesias que están en Asia: a Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea” (Apocalipsis 1:11).
Estas siete ciudades están ordenadas de acuerdo con una antigua ruta de correspondencia que las conectaba. (Si desea información de referencia acerca de los mensajes a las siete iglesias, consulte el artículo “Las siete Iglesias de Apocalipsis”). El enfoque principal de este artículo será la historia de Esmirna durante el primer y segundo siglo, el mensaje de Cristo para la Iglesia en ese lugar y la importancia de dicho mensaje para los cristianos de hoy.
Al igual que Éfeso —ubicada a solo 64 km hacia el sur— Esmirna era una ciudad con muchos visitantes. Dotada de un excelente puerto y al comienzo de un transitado camino hacia el interior, esta ciudad constantemente recibía a una gran cantidad de viajeros. Esmirna fue fundada por Alejandro Magno y llegó a ser un importante centro de comercio que ha sobrevivido hasta hoy con el nombre Izmir, Turquía, actualmente poblada por 2,8 millones de habitantes.
Esmirna en el primer siglo
“Durante la era romana, Esmirna era considerada como la ciudad más importante de Asia Menor, superando a sus rivales Efeso y Pérgamo. Sus calles eran anchas y pavimentadas y su sistema monetario era antiguo (actualmente se pueden encontrar monedas de esta ciudad de todas las épocas). También era reconocida por sus escuelas de ciencia y medicina y sus bellos edificios, entre los cuales se destaca un Homerio, pues Esmirna era una de las tantas ciudades que aseguraban haber visto al poeta nacer.
La Iglesia en Esmirna
Lamentablemente no existe mucha información sobre la congregación de Esmirna del primer siglo; de hecho, las únicas referencias bíblicas a esta Iglesia son Apocalipsis 1:11 y 2:8.
Sin embargo, los historiadores ha encontrado interesantes datos sobre Policarpo —estudiante del apóstol Juan y obispo de Esmirna durante el segundo siglo— y Polícrates, un contemporáneo de Policarpo, pero más joven, que fue obispo en Éfeso.
Dos reconocidos historiadores de los primeros siglos, Ignacio e Ireneo, aseguran que Policarpo fue alumno del apóstol Juan. Y su conexión con la era apostólica resulta evidente en los recuentos de la diferencia que existía entre los cristianos de Roma y de Asia Menor con respecto a la observancia de la Pascua, una de las fiestas santas de Dios.
Presión para abandonar la Pascua
Mientras las iglesias de Roma comenzaban a celebrar el Domingo de resurrección en remplazo de la Pascua, los miembros de la iglesia en Asia Menor —incluyendo a Policarpo— seguían guardando la Pascua en el día establecido por la Biblia, 14 de Nisán, en el primer mes del año (Levítico 23:5). La diferencia entre ambas celebraciones era obvia, ya que el Domingo de resurrección siempre caía en domingo, pero el 14 de Nisán (y por lo tanto la Pascua) podía caer en cualquier día de la semana.
Al parecer, este desacuerdo entre las iglesias de Roma y Asia Menor continuó hasta después de la muerte de Policarpo y el Papa Aniceto. Más tarde, el Papa Víctor de Roma logró homogenizar a las iglesias ordenando que las iglesias de Asia abandonaran la observancia de la Pascua y celebraran el domingo de ramos.
Defensa de la Pascua
Encabezados por Polícrates, los líderes de las congregaciones de Asia decidieron permanecer fieles a las enseñanzas que habían recibido de los apóstoles del primer siglo. En su carta a Víctor explicando la decisión, Polícrates escribe:
“Observamos el día exacto, sin agregar ni quitar. Porque en Asia también ahora duermen muchas luces que se levantarán otra vez en el día de la venida del Señor, cuando vendrá con gloria del cielo y buscará a sus santos. Entre ellos están Felipe, uno de los doce apóstoles, quien ahora duerme en Hierápolis, sus dos hijas vírgenes, y otra hija que vivió en el Espíritu Santo y ahora descansa de Éfeso. También Juan, testigo y maestro, que descansó en el pecho del Señor y, siendo sacerdote, usó la placa sacerdotal, duerme ahora en Éfeso.
“Y Policarpo de Esmirna, que fue obispo y mártir; y Traseas, obispo y mártir de Eumenia, ahora duerme en Esmirna. ¿Y he de mencionar al obispo y mártir Sagaris que ahora duerme en Laodicea, o al bendito Papirio, Melitón el eunuco que vivió en el Espíritu Santo y ahora duerme en Sardis esperando el obispado celestial que le espera al resucitar de los muertos? Todos ellos guardaron el día catorce de la Pascua según el evangelio sin desviarse y siguiendo la ley de la fe.
“Y también yo, Polícrates, el menor de todos, continúo la tradición de mis padres, de entre los cuales a algunos he seguido muy de cerca. Porque siete de ellos fueron obispos, y yo soy el octavo. Y mis padres siempre observaron el día en que la levadura es removida.
“Por lo que yo, hermanos, que he vivido sesenta y cinco años en el Señor, he visitado a los hermanos alrededor del mundo y he leído todas las santas escrituras, no me atemorizo con palabras turbadoras. Porque hombres mayores que yo han dicho ‘Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres”… Podría nombrar a los obispos presentes, a quienes reuní para ustedes, cuyos nombres, si los escribiese, serían demasiados. Ellos, conociendo mi insignificancia, han aprobado esta carta sabiendo que no he adquirido mis canas en vano y que siempre me he conducido en obediencia al Señor Jesucristo” (Eusebio, Church History [Historia de la iglesia], vol. V, c. 24).
El mensaje a la Iglesia en Esmirna
El mensaje de Cristo a la Iglesia en Esmirna se encuentra en Apocalipsis 2:8-11: “escribe al ángel de la iglesia en Esmirna: El primero y el postrero, el que estuvo muerto y vivió, dice esto: Yo conozco tus obras, y tu tribulación, y tu pobreza (pero tú eres rico), y la blasfemia de los que se dicen ser judíos, y no lo son, sino sinagoga de Satanás.
“No temas en nada lo que vas a padecer. He aquí, el diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel, para que seáis probados, y tendréis tribulación por diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. El que venciere, no sufrirá daño de la segunda muerte”.
Significado del mensaje
Este mensaje nos enseña varias cosas importantes. Primero, Dios conocía sus obras —y también conoce las nuestras. De hecho, conoce hasta nuestros pensamientos (Salmos 94:11).
Dios también estaba consciente de sus tribulaciones y pobreza y sabía que se habían mezclado entre ellos judíos falsos —quienes al parecer estaban causando muchos problemas a los verdaderos miembros de la Iglesia en Esmirna.
La Biblia nos dice que tanto los apóstoles como los miembros de la Iglesia del primer siglo tuvieron contacto con muchos judíos. Sin embargo, no sabemos por qué Cristo identifica a estos judíos en particular como farsantes, blasfemos y “sinagoga de Satanás”.
De cualquier forma, la hostilidad hacia la Iglesia en Esmirna parece haber continuado aun durante el siglo siguiente, pues Albert Barnes explica que “En los tiempos del martirio de Policarpo, los judíos de Esmirna estaban entre los enemigos más aguerridos de los cristianos y fueron los que demandaron la muerte de Policarpo con mayor violencia. Según Eusebio (Hist. Ecl. 4:15), estos judíos eran los que más denodadamente exigían la condenación de Policarpo cuando fue apresado y llevado ante el procónsul de Esmirna” (Barnes’ Notes on the New Testament [Comentario del Nuevo Testamento de Barnes], Apocalipsis 2:9).
William Barclay además escribe que, durante el martirio de Policarpo —quemado y apuñalado hasta la muerte el día sábado 23 de febrero del año 155— “los judíos fueron los primeros en llevar leña para el fuego a pesar de estar quebrantando la ley del día de reposo con esta carga” (Daily Study Bible [Estudio bíblico diario], comentarios de Apocalipsis 2:9).
Por otro lado, aunque muchos aplican la reprensión de Apocalipsis 2:9 en forma literal —suponiendo que se refiere a personas descendientes de la tribu de Judá— existe otra posible interpretación. Como escribiera Pablo en su carta a los romanos, “no es judío el que lo es exteriormente, ni es la circuncisión la que se hace exteriormente en la carne; sino que es judío el que lo es en lo interior, y la circuncisión es la del corazón, en espíritu, no en letra; la alabanza del cual no viene de los hombres, sino de Dios” (Romanos 2:28-29, énfasis añadido). En otras palabras, todo cristiano es un judío espiritual sin importar su etnia.
Si los judíos del mensaje a la iglesia en Esmirna —“los que se dicen ser judíos, y no lo son” (Apocalipsis 2:9)— eran judíos en este sentido, el reproche de Cristo encajaría perfectamente con la situación que la iglesia estaba viviendo en ese período de la historia. Como vimos, muchos de quienes se decían cristianos habían comenzado a abandonar las doctrinas fundamentales de la Iglesia de Dios (entre las cuales estaba la observancia de la Pascua); mientas se resguardaban bajo el nombre del “cristianismo”, cada vez se alejaban más del cristianismo establecido por Cristo y los apóstoles en el primer siglo.
Refiriéndose al resto de la Iglesia de Esmirna, Cristo dice “conozco… tu pobreza (pero tú eres rico)”. Esto significa que, aunque los miembros eran pobres físicamente, eran ricos en su relación con Dios. Utilizando una analogía similar, Pablo asegura a los romanos que el Señor “es rico para con todos los que le invocan” (Romanos 10:12; consulte también 2 Corintios 8:9).
Entonces, Cristo estaba animando a los miembros de la Iglesia en Esmirna a permanecer fieles hasta la muerte a pesar de las tribulaciones y pobreza. Y, como la historia lo demuestra, algunos de ellos (incluyendo a Policarpo) se vieron en la necesidad de llegar a ese punto.
El mensaje para nosotros
Cristo concluye su mensaje a la Iglesia en Esmirna diciendo: “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. El que venciere, no sufrirá daño de la segunda muerte” (Apocalipsis 2:1). Tal como lo hace al final del mensaje a Éfeso, nos aconseja prestar oído a todos los mensajes de las iglesias si queremos recibir la vida eterna.
El mensaje a la Iglesia en Esmirna también es un mensaje para nosotros. Nosotros también debemos permanecer fieles a pesar de la tribulación o la pobreza. Para lograrlo, tendremos que resistir a la presión de abandonar “la fe que ha sido una vez dada a los santos” tal como el pueblo de Dios en Esmirna lo hizo durante los primeros siglos (Judas 1:3-4).
Poco a poco, muchas de las enseñanzas de Cristo, los apóstoles y la Iglesia del primer siglo han sido desplazadas en aras del razonamiento humano. Un claro ejemplo es la indiferencia que la mayoría del mundo siente por las fiestas santas bíblicas, convencidos de que pueden remplazar los días que Dios estableció para adorarle con celebraciones inventadas por los seres humanos. En el artículo “Cómo las fiestas santas de Dios nos revelan su plan de salvación” encontrará un revelador estudio al respecto que puede interesarle.
Cuando entienda esta información crucial, deberá comenzar a honrar a Dios celebrando sus fiestas santas, si es que aún no lo hace. Sin duda esto implicará un gran cambio en su vida, pero no se preocupe demasiado por cómo hacerlo. Estamos aquí para responder a sus preguntas y ayudarle a encontrar congregaciones donde podrá adorar a Dios como Él lo desea.
Dios tiene un maravilloso futuro preparado para usted si usted está dispuesto a seguir sus instrucciones. Recuerde las lecciones del mensaje a Esmirna y permanezca fiel a pesar de todo y no permita que nada ni nadie lo desaliente.