Las palabras irrespetuosas plagan nuestro mundo. ¿Qué dice la Biblia acerca de la forma en que nos comunicamos y el poder de vida o muerte de nuestras palabras? ¿Cómo podemos mejorar nuestra comunicación?
El sabio rey Salomón destacó el inmenso poder de las palabras cuando escribió: “La muerte y la vida están en poder de la lengua” (Proverbios 18:21). Y la veracidad de este versículo sigue siendo evidente en la actualidad.
Lamentablemente, las palabras soeces y hostiles aumentan cada vez más en el mundo. Extensos estudios de Weber Shandwick y KRC han encontrado que “los estadounidenses consideran la descortesía como un daño para el futuro de nuestro país, nuestra posición en el mundo y nuestra democracia” (Civility in America 2019: Solutions for Tomorrow [Civilidad en los Estados Unidos 2019: soluciones para el mañana]).
En su informe del 2019, los investigadores escribieron: “Según el estudio de este año, los estadounidenses continúan preocupados por el estado de la civilidad en nuestra nación. Los resultados muestran que la gran mayoría de los estadounidenses (93 %) identifica la descortesía como un problema, y muchos la clasifican como un problema ‘importante’ (68 %). Esta alarmante estadística no ha cambiado mucho desde el 2010”.
En cuanto a las fuentes de la descortesía, los estadounidenses (independientemente de su afiliación política) consistentemente culpan a las redes sociales y el internet, la Casa Blanca, los políticos en general, los noticieros y los activistas sociales tanto liberales como conservadores.
La pandemia del COVID-19 ha puesto incluso más presión sobre nuestra habilidad para comunicarnos sanamente. Tim Levine, presidente del Departamento de Estudios de la Comunicación de la Universidad de Alabama en Birmingham, explica: “Hay estudios interesantes e importantes acerca de los efectos del aislamiento social en la comunicación.
“Uno de los efectos es que, mientas menos contacto tenemos con otras personas, más sospechamos de ellas. Esto puede hacer que los demás se pongan a la defensiva y así se inicie un espiral vicioso donde el aislamiento conduce a la sospecha, la sospecha a la autoprotección, y la autoprotección refuerza la sospecha, lo cual resulta en un mayor aislamiento, como una profecía auto cumplida” (citado por Yvonne Taunton, “How Has COVID-19 Affected the Way We Communicate?” [Cómo el COVID-19 ha afectado nuestra comunicación]).
Descortesía política
Debido a su impacto en todos los ciudadanos, las relaciones tóxicas entre partidos políticos son particularmente dañinas para las democracias. Lamentablemente, el discurso altamente partidista, acusatorio y lleno de odio ha aumentado sustancialmente.
Un mes antes de las elecciones presidenciales 2020 en los Estados Unidos, se publicó un artículo de opinión escrito por varios autores renombrados en el noticiero Político, bajo el título: “Americans Increasingly Believe Violence Is Justified If the Other Side Wins” [Los estadounidenses están cada vez más de acuerdo en que la violencia está justificada si el otro lado gana].
Por esa misma época, un estudio realizado por la Universidad de Northwestern encontró que “por primera vez desde que se tiene registro, el desdén por el partido opositor es mayor que el afecto por el propio partido”.
Por lo tanto, si queremos comunicarnos con civilidad y respeto, necesitamos tener una actitud de respeto hacia los demás.
El estudio usó el término “sectarismo político” para describir las intensas emociones que puede provocar la comunicación descortés. “El estado actual del sectarismo político produce prejuicio, discriminación y distorsión cognitiva, lo cual debilita la capacidad del gobierno para cumplir sus funciones principales de representar al pueblo y resolver los problemas de la nación”, dijo el autor principal Eli Finkel.
“Además, hace que las personas estén más anuentes a apoyar candidatos que socavan la democracia y a favorecer la violencia para apoyar sus metas políticas” (Northwestern.edu).
Si bien los estudios citados se enfocan en los Estados Unidos, la comunicación descortés no se limita a ese país. Basta dar una ojeada a los procesos de la ONU y los diálogos entre jefes de estado, incluyendo los de Estados Unidos, Rusia, China, Corea del Norte, Irán e Israel, revela (o bien esconde pobremente) las profundas divisiones y la desconfianza que existen entre algunas naciones.
Versículos acerca de la lengua en el Antiguo Testamento
En la Biblia encontramos muchos versículos acerca de la lengua. La Palabra de Dios no ahorra esfuerzos cuando se trata de ofrecer guía para que nos comuniquemos apropiadamente. Considere los siguientes pasajes del Antiguo Testamento:
- Éxodo 20:16: “No hablarás contra tu prójimo falso testimonio”.
- Salmos 34:13: “Guarda tu lengua del mal, y tus labios de hablar engaño”.
- Salmos 37:30: “La boca del justo habla sabiduría, su lengua habla justicia”.
- Salmos 120:2: “Libra mi alma, oh Eterno, del labio mentiroso, y de la lengua fraudulenta”.
- Proverbios 10:19: “En las muchas palabras no falta pecado; mas el que refrena sus labios es prudente”.
- Proverbios 12:19: “El labio veraz permanecerá para siempre; mas la lengua mentirosa solo por un momento”.
- Proverbios 13:3: “El que guarda su boca guarda su alma; mas el que mucho abre sus labios tendrá calamidad”.
El noveno mandamiento prohíbe mentir. Y otros pasajes de los libros de sabiduría del Antiguo Testamento afirman que una persona justa cuida sus palabras.
Versículos acerca de la lengua en el Nuevo Testamento
Durante su ministerio en la tierra, Jesús explicó la importancia de elegir con cuidado lo que decimos.
Mateo 12:36-37: “os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado”.
Los siguientes son otros pasajes del Nuevo Testamento, donde Santiago y Pedro reflexionan acerca de la afirmación de Cristo.
- Santiago 3:2: “Porque todos ofendemos muchas veces. Si alguno no ofende en palabra, este es varón perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo”.
- Santiago 3:7-10: “Porque toda naturaleza de bestias, y de aves, y de serpientes, y de seres del mar, se doma y ha sido domada por la naturaleza humana; pero ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado, llena de veneno mortal. Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios. De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así”.
- 1 Pedro 3:10: “El que quiere amar la vida y ver días buenos, refrene su lengua de mal, y sus labios no hablen engaño”.
La enseñanza del Nuevo Testamento acerca de tener control de nuestras palabras enfatiza las instrucciones del Antiguo. Jesús explicó que seremos justificados (considerados justos por Dios) y juzgados por nuestras palabras.
Claves para la buena comunicación: el poder de vida de la lengua
Los investigadores tienen varias recomendaciones acerca de cómo mejorar el discurso público. Algunas de ellas son:
- Corroborar en fuentes confiables antes de creer o compartir información.
- Escuchar respetuosamente la perspectiva de otros antes de responder.
- Esforzarse por dar un buen ejemplo en su propia comunicación.
Estas sugerencias son importantes y cuentan con respaldo bíblico (Proverbios 18:17; Santiago 1:19; Mateo 5:16). Pero existe un principio mucho más importante que puede ayudarnos a implementar los consejos mencionados. En Mateo 12:34, Cristo dijo: “Porque de la abundancia del corazón habla la boca”.
Éste es un principio de la buena comunicación que está relacionado con la enseñanza de Jesús acerca de la justificación y el juicio por medio de nuestras palabras.
Cristo estaba diciendo que los seres humanos decimos lo que pensamos. Por lo tanto, si queremos comunicarnos con civilidad y respeto, necesitamos tener una actitud de respeto hacia los demás. Para entrenar nuestras mentes en esta perspectiva, necesitamos seguir el sencillo consejo de Pedro: “Honrad a todos. Amad a los hermanos. Temed a Dios. Honrad al rey” (1 Pedro 2:17).
Cómo aprender a respetar a los demás
La Biblia dice que la manera de adquirir una perspectiva mental que respete a todos es a través del proceso de la conversión (Hechos 3:19). La Palabra de Dios explica que los humanos tenemos una naturaleza inherente llamada “mente carnal”, la cual incita a “enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias” (Romanos 8:7; Gálatas 5:19-21).
Aunque la lista de las “obras de la carne” es más extensa, es fácil ver cómo estas características en particular pueden generar una comunicación sin cortesía.
Si no la controlamos, nuestra tendencia natural es ser egoístas e irrespetuosos con otros. Esta actitud es la causa principal de la comunicación descortés que vemos en la actualidad.
Y, aunque la autodisciplina puede mitigar esta tendencia humana de ser egoístas e irrespetuosos, la verdad es que no somos capaces de dominar nuestra lengua solos. Como escribió Santiago: “ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado, llena de veneno mortal” (Santiago 3:8).
La mejor forma de hacer cambios permanentes en nuestra forma de pensar y, por lo tanto, de hablar, es arrepentirnos de nuestros pecados —incluyendo nuestras palabras irrespetuosas— y ser bautizados para recibir el Espíritu de Dios (Hechos 2:38).
El Espíritu de Dios es la chispa dentro de nosotros que puede transformar toda nuestra vida, incluyendo lo que pensamos y la forma en que nos comunicamos. Pero el Espíritu de Dios no nos controla; aún habrá una batalla entre nuestras dos naturalezas. Con la ayuda de Dios, nuestra naturaleza espiritual puede vencer a la carnal.
Pablo describió este cambio en nuestra mente como un proceso en el cual somos “transformados” y dejamos de ser guiados por nuestra naturaleza humana para ser guiados por la naturaleza de Dios. Por eso escribió: “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento” (Romanos 12:2; compare con 2 Corintios 3:18).
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