La Biblia dice que Dios nos creó a su imagen y semejanza. ¿Es esto un indicio de la razón por la que fuimos creados?
La frase “imagen de Dios” se encuentra en el primer capítulo de la Biblia. En Génesis 1:27 leemos que “creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó”.
Pero ¿qué significa esto?
Este versículo parece implicar que la humanidad es diferente al resto de la creación. Aunque no nos dice explícitamente por qué o en qué forma nos diferenciamos.
¿Qué tiene de especial el ser humano? ¿Por qué nos creó Dios?
¿Por qué el ser humano es una creación especial?
Dios creó a la humanidad para que fuera algo muy especial. El hecho de que usted pueda analizar estas palabras y cuestionar su propia existencia es un testimonio de su singularidad. De entre todas las criaturas de Dios en la Tierra, sólo los humanos podemos hacer eso.
A través de la historia, los filósofos han reconocido esta realidad. René Descartes, el filósofo del siglo XVII, intentó refutar todo lo que creía cierto para descubrir lo que consideraba una verdad irrefutable. Su conclusión fue que la única verdad objetiva de la que no podía dudar era su propia existencia. Para él, la capacidad de pensar y auto-contemplarse era prueba de su propia existencia, así que acuñó la expresión: “pienso, luego existo”.
Ésta es una cita sencilla y profunda. Los animales no pueden contemplar su propia existencia; simplemente existen y viven por instinto.
¿Por qué nosotros somos diferentes?
Es irónico que a pesar de nuestros grandes logros tecnológicos aún no podemos responder esta pregunta a cabalidad. Inventamos súper telescopios y los lanzamos al espacio para observar las profundidades del universo. Creamos microscopios electrónicos y súper colisionadores para conocer las profundidades del mundo subatómico. Hemos desentrañado los secretos de la célula y hemos creado supercomputadoras, pero la respuesta a esta pregunta básica —¿por qué nos creó Dios?— sigue siendo un misterio para la mayoría.
¿Podemos encontrar respuestas a preguntas como: ¿Por qué existo? ¿Cuál es el propósito de la vida? ¿Hay un propósito? ¿Fuimos creados o somos un accidente cósmico?
¿Por qué somos capaz de formular estas preguntas en primer lugar?
La biología dice que somos un conglomerado de células compuestas de proteínas y otras moléculas —pero no puede responder al por qué de nuestra existencia. La física explica las interacciones que tenemos con el mundo que nos rodea, pero no puede explicar por qué existe el universo. La astronomía observa las profundidades del cosmos, pero no puede explicar su propósito.
El lugar donde encontramos esa información perdida es la Biblia. Las Escrituras nos revelan que fuimos creados por un propósito y nos dicen cuál es ese propósito.
¿Por qué Dios nos creó a su imagen?
La clave para responder estas preguntas comienza con la frase “a imagen de Dios” (Génesis 1:27).
“A imagen de Dios lo creó” significa que nuestra forma y nuestras características fueron diseñadas con cierta similitud a las de Dios. Él nos creó usando su propia apariencia como modelo. La palabra hebrea traducida como “imagen” es tselem, que describe semejanza, parecer o forma. Así como los hijos son la imagen de sus padres (Génesis 5:3), nosotros somos la imagen de nuestro Padre celestial.
El resto de la Biblia confirma esta verdad. Las Escrituras describen a Dios como un Ser con brazos (Isaías 40:10), manos (Salmos 110:1), dedos (Éxodo 31:18), pies (Éxodo 24:10), espalda (Éxodo 33:23), oídos (Salmos 88:2), cabello (Daniel 7:9), dientes (Génesis 49:12) y cara (Éxodo 33:11).
También tenemos capacidades similares a las de Dios —aunque a un nivel muy limitado. Algunas de éstas son: el autoanálisis, la autoconciencia, la conciencia de nuestra mortalidad (aunque, por supuesto, Dios es inmortal), reflexionar acerca del significado de la vida, la apreciación, la capacidad de diseñar, la imaginación, la innovación, el pensamiento abstracto, el lenguaje y muchas otras habilidades cognitivas avanzadas, así como el potencial de reflexionar en cosas espirituales.
Todas estas cosas nos separan del reino animal y nos hacen semejantes a Dios mismo —otra vez, a un nivel muy limitado.
Pero sólo tenemos estas capacidades porque Dios puso un elemento espiritual en nuestra mente: el “espíritu del hombre” (Job 32:8; Zacarías 12:1; 1 Corintios 2:11). Es debido a ese espíritu que tenemos facultades semejantes a las de Dios.
Sin embargo, hay otro aspecto importante de haber sido creados a imagen de Dios.
Para descubrir más acerca de este tema, lea “¿Qué significa haber sido creados a ‘imagen de Dios’?”
Nuestro gran potencial: por qué nos creó Dios
El rey David se maravillaba cuando reflexionaba en por qué la mente de Dios está llena de pensamientos acerca de los seres humanos. Cuando observaba los cielos, pensaba en lo pequeños que realmente somos y se preguntaba por qué Dios está interesado en nosotros (Salmos 8:3-4). Estos versículos son incluso más impresionantes en la actualidad, porque ahora tenemos poderosas tecnologías que nos permiten observar la inmensidad del universo y tener una idea más precisa de cuán extenso es.
Dios dice que ha puesto eternidad en nuestros corazones (Eclesiastés 3:11). Es por eso que buscamos un significado y sentimos que hay algo más allá de esta vida.
David reflexionó acerca del hecho de que todo fue puesto bajo el hombre (v. 6). Dios le dio a la humanidad autoridad sobre esta Tierra (Génesis 1:28). Pero, en el libro de Hebreos el autor profundiza en los pensamientos de David, sugiriendo que un potencial incluso mayor nos espera: “pero todavía no vemos que todas las cosas le sean sujetas” (Hebreos 2:8).
Cuando Dios creó al primer hombre, Adán, lo creó solo. Sin embargo, Adán pronto se dio cuenta de que no había más criaturas como él (Génesis 2:7, 19-20). Cuando vio que estaba solo, Dios le creó una esposa, Eva, y los unió. Ése fue el comienzo de la familia humana (vv. 21-24). Jesús más tarde explicó que el matrimonio es una unión establecida por Dios y, por lo tanto, una institución divina (Mateo 19:6). Dios es el autor de la familia humana.
A su vez, la familia humana es una pequeña representación del propósito final de Dios: edificar y expandir su familia.
Cuando Jesús habló con Nicodemo, le reveló que los humanos tienen el potencial de nacer como seres espirituales en el reino de la familia Dios (Juan 3:3). Podemos llegar a ser espirituales —o “[nacidos] del Espíritu” (v. 6)— como Dios es espiritual.
El propósito final de Dios es crear una familia divina de seres como Él (Efesios 3:15). Ésa es la verdadera razón de nuestra existencia: ¡fuimos creados para nacer en la familia de Dios!
Para descubrir más acerca de esta emocionante verdad, lea “¿Por qué nació usted?”.
Cómo alcanzar nuestro potencial
Pero no podemos alcanzar nuestro potencial sin antes comprender que necesitamos a Dios. Cuando Dios creó al hombre, dijo que su creación era “[buena] en gran manera” (Génesis 1:31). Pero el ser humano estaba incompleto. Le faltaba algo importante.
Con el árbol de la vida, Dios les ofreció a Adán y Eva ese elemento que les hacía falta (Génesis 2:9, 16-17). El árbol de la vida representaba el acceso a Dios y a su conocimiento espiritual a través del Espíritu Santo. Lamentablemente, Adán y Eva rechazaron esa oportunidad cuando desobedecieron y comieron del árbol de la ciencia del bien y del mal (Génesis 2:17; 3:6, 17). Entonces fueron sacados del jardín de Edén y perdieron el acceso al árbol de la vida (Génesis 3:23-24).
¿Qué hubiera pasado si hubieran comido de ese árbol también? Hubieran vivido para siempre (v. 22).
Pero si bien la humanidad perdió el acceso al árbol de la vida, Dios dice que ha puesto eternidad en nuestros corazones (Eclesiastés 3:11). Es por eso que buscamos un significado y sentimos que hay algo más allá de esta vida.
Dios les da acceso a su Espíritu a quienes está llamando en esta vida. Ése es el único camino hacia nuestro verdadero propósito.
Mientras el mundo a nuestro alrededor se desmorona, el misterio de nuestra existencia —de por qué fuimos creados— se vuelve más relevante que nunca.
Para comprender más acerca de por qué Dios nos creó, lea “El propósito de la vida”.