El Espíritu Santo es uno de los dones más maravillosos de Dios. ¿Cómo saber con seguridad que usted tiene el Espíritu Santo? ¿Cómo puede ser guiado por él y crecer espiritualmente?
Uno de los dones más grandes de Dios es el Espíritu Santo, y nos proporciona un salvavidas directo con Dios por medio del cual nos da sus otros maravillosos dones. El Espíritu Santo le da a un cristiano poder espiritual y entendimiento y hace posible que se parezca más a Dios y eventualmente herede la vida eterna.
(Este proceso de transformación se explica en detalle en los artículos de nuestra sección “La conversión: ¿qué dice la Biblia acerca de la conversión al cristianismo?”)
Así que es importante saber cómo recibir el Espíritu Santo, cómo estar seguros de que lo tenemos, cómo ser guiados por él y cómo “avivarlo”.
¿Cómo recibimos el Espíritu Santo?
La Biblia dice que recibimos el Espíritu Santo después de arrepentirnos y ser bautizados.
Jesucristo les dijo a sus discípulos que iban a recibir el Espíritu Santo después de su muerte. El día de Pentecostés, se anunció el comienzo de la Iglesia de Dios con poderosos milagros, y Pedro predicó un sermón muy inspirado describiendo cómo podemos recibir el Espíritu Santo:
“Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo” (Hechos 2:38).
¿Cuándo recibimos el Espíritu Santo?
Otras escrituras muestran que el Espíritu Santo es dado al creyente arrepentido después del bautismo cuando un ministro impone sus manos sobre la persona y le pide a Dios que le dé el Espíritu Santo (Hechos 8:14-17).
El arrepentimiento, creer, el bautismo y la imposición de manos son los pasos que Dios nos pide que sigamos hoy antes de dar su Espíritu Santo. Si una persona no ha seguido estos pasos, entonces todavía no tiene el Espíritu Santo.
El arrepentimiento, creer, el bautismo y la imposición de manos son los pasos que Dios nos pide que sigamos hoy antes de dar su Espíritu Santo. Si una persona no ha seguido estos pasos, entonces todavía no tiene el Espíritu Santo.
¿Los incrédulos tienen el Espíritu Santo?
No, la Biblia relaciona el creer en Dios y recibir el Espíritu Santo.
- Jesús dijo: “Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él” (Juan 7:39).
- Jesús también dijo: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo” (Marcos 16:16).
- Pablo escribió a la Iglesia en Éfeso que “En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa” (Efesios 1:13).
Creer en Dios es un prerrequisito para recibir el Espíritu Santo de Dios.
¿Los bebés nacen con el Espíritu Santo?
No, el Espíritu Santo viene después del arrepentimiento y el bautismo, que según la Biblia son decisiones de adultos. (Para más información acerca de este tema vea nuestro artículo “¿Bautismo infantil?”).
Algunos se preguntan acerca del hecho de que Juan el Bautista iba a ser “lleno del Espíritu Santo, aun desde el vientre de su madre” (Lucas 1:15). Pero la Biblia da ejemplos del Espíritu Santo trabajando con las personas antes de su conversión.
Jesús les dijo a sus discípulos antes de su muerte que el Espíritu Santo “mora con vosotros, y estará en vosotros” (Juan 14:17). Ellos recibieron el Espíritu Santo siete semanas después, en el día de Pentecostés.
Incluso Sansón fue apartado desde el vientre, y la Biblia dice: “Y el Espíritu del Eterno comenzó a manifestarse en él” cuando todavía era joven (Jueces 13:25). A juzgar por su estilo de vida egoísta y pecador, no parece que se hubiera convertido sino hasta el final de su vida.
¿Qué dice la Biblia que debemos hacer para evitar apagar el Espíritu?
David, le suplicó a Dios en su ferviente oración de arrepentimiento: “No quites de mi tu Santo espíritu” (Salmo 51:11). Sabía que, si no se arrepentía y buscaba a Dios, corría el peligro de cometer un pecado imperdonable, pues Dios no nos perdona si no nos arrepentimos. Pablo también dio advertencias a los cristianos para que no contristen, descuiden o apaguen el Espíritu Santo (Efesios 4:30; 1 Timoteo 4:14; 1 Tesalonicenses 5:19).
Para evitar estos peligros, un cristiano debe hacer lo contrario. En lugar de afligir el Espíritu, debemos orar diariamente para ser llenos del Espíritu de Dios, para “andar en el Espíritu” (lo que significa seguir el Espíritu Santo), y para sembrar en el Espíritu —para crecer espiritualmente (Efesios 5:18; Gálatas 5:16, 25; Gálatas 6:7-8).
En lugar de apagar el fuego del Espíritu, Pablo nos anima a “que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos. Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio” (2 Timoteo 1:6-7).
¿Está buscando la Iglesia detrás de Vida, Esperanza y Verdad? Vea nuestra página "Quiénes somos".
¿Cuáles son algunas evidencias del Espíritu Santo?
¿Cómo sabe usted que tiene el Espíritu Santo? Además de seguir el proceso bíblico descrito en Hechos 2:38, podemos examinar nuestra vida en busca de la evidencia.
La Biblia enumera muchas cosas que el Espíritu Santo nos permite hacer. Pablo escribió que el Espíritu de Dios nos abre el entendimiento espiritual de las cosas que parecen una locura para aquellos que no tienen discernimiento espiritual (1 Corintios 2:10-14).
A través de la oración y el estudio habitual de la Biblia, el Espíritu nos ayuda a crecer en el entendimiento del plan de Dios y nuestro papel en él. Escribe las leyes de Dios en nuestras mentes y en nuestros corazones, ayudándonos a interiorizar el camino de vida de Dios y a pensar como Él piensa (Hebreos 8:10). Nos permite transformar o cambiar nuestras mentes (Romanos 12:2).
Jesús dijo que el Espíritu nos proveerá de ayuda y de guía (Juan 14:16; Juan 14:26; Juan 16:13).
Una de las evidencias más importantes es que “el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado” (Romanos 5:5). El amor de Dios se describe con más detalle en 1 Corintios 13:4-8. Aunque todos nos quedamos cortos, un cristiano debe ver como este fruto crece en su vida.
Pablo enumera otros frutos importantes del Espíritu en Gálatas 5:22-23: “Pero el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benevolencia, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio propio. Contra tales cosas no hay ley”. El “fruto del Espíritu” se refiere a las características que desarrollamos al ejercitar el Espíritu de Dios en nuestra vida.
Pablo también dijo a los miembros de la Iglesia de Corinto, “ Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, [a través del Espíritu Santo morando en vosotros] a menos que estéis reprobados?” (2 Corintios 13:5).
Los cristianos se deben examinar a sí mismos para ver cuánto crece este fruto del Espíritu y deben pedirle con frecuencia a Dios que los provea de su Espíritu misericordioso para ayudarlos a crecer más. Vea más acerca de este tema en los artículos de la sección “El fruto del Espíritu”.
Dios también da diferentes dones espirituales a diferentes personas, pero todos ellos son dados “para provecho” (1 Corintios 12:7; vea los versículos 4-11). Ninguno de estos dones es dado para alardear o para gloria personal.
Hoy en día algunas personas piensan erróneamente que lo que se conoce como “hablar en lenguas” es una prueba de que alguien tiene el Espíritu Santo. Sin embargo, aún en los tiempos del Nuevo Testamento el don de hablar en otras lenguas fue dado sólo a algunos, y Pablo advirtió que estaba siendo mal usado en Corinto (ver 1 Corintios 14 y nuestro artículo “Hablar en lenguas”).
¿Cómo obra el Espíritu Santo?
Hay mucha confusión acerca del Espíritu Santo y lo que hace en la vida de una persona. Algunos creen que Dios se apodera, posee, y controla al creyente por medio del Espíritu Santo, permitiéndole hablar en lenguas o llevar a cabo otros milagros.
El estudio de la Biblia permite que el Espíritu Santo trabaje en nuestra mente mientras interiorizamos la Palabra de Dios y permitimos que nos enseñe.
Aunque el Espíritu Santo entra en nosotros después del bautismo y la imposición de manos, no nos posee ni nos domina en contra de nuestra voluntad. La idea de “ser poseído” por el Espíritu Santo evoca más una posesión demoníaca que la forma en la que Dios trabaja realmente.
En el Antiguo Testamento, el profeta Elías tuvo una crisis de fe. Después de ver como Dios llevaba a cabo un maravilloso milagro, corrió por su vida debido a las amenazas de Jezabel (1 Reyes 19:2-3).
Después de llegar a un lugar apartado (versículo 9), Dios le hizo a Elías cuatro demostraciones de su poder. Hubo un fuerte vendaval que destrozó las rocas de la montaña, un terremoto, y un incendio, aun así la presencia de Dios no estaba en ninguno de estos poderosos fenómenos.
Entonces Dios habló con “un silbo apacible y delicado” (1 Reyes 19:11-13). Dios no siempre, ni tampoco a menudo, trabaja con milagros grandes e impresionantes. A veces el Espíritu de Dios trabaja silenciosamente con nosotros haciendo que razonemos con más claridad y veamos las cosas con una nueva perspectiva.
El Espíritu Santo nos da una mayor capacidad para saber cómo podemos aplicar la sabiduría de Dios en nuestras decisiones diarias.
Un Espíritu de poder
El Espíritu Santo no nos controla directamente, pero sigue siendo un espíritu de gran poder. “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio” (2 Timoteo 1:7). Nos da la fuerza y el conocimiento para hacer los cambios necesarios en nuestro interior.
Sólo con la ayuda del Espíritu podemos transformarnos en seres que crecen continuamente para parecerse más al carácter de Dios. El Espíritu Santo nos ayuda a convertirnos en nuevos hombres y mujeres.
El Espíritu Santo nos guía por el camino, pero no nos lleva. Nos guía tal como guió a Jesucristo (Mateo 4:1). También puede dar dirección a nuestra vida como lo hizo con Cristo (Marcos 1:12). Pero el Espíritu Santo no nos obliga a hacer nada. Somos individuos con libre albedrío; elegimos y tomamos nuestras propias decisiones.
Seguir el ejemplo o dirección del Espíritu Santo es muy importante. La Biblia dice claramente, “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios” (Romanos 8:14). El pueblo de Dios debe seguir el ejemplo del Espíritu Santo. Debemos vivir de acuerdo con el Espíritu —poniendo nuestras mentes en las cosas del Espíritu (Romanos 8:5).
Esto nos lleva a la pregunta clave: ¿cómo nos guía y nos ayuda el Espíritu Santo?
Cómo ser guiados por el Espíritu Santo
El Espíritu Santo trabaja con nosotros de diferentes maneras, todas ellas dependiendo hasta qué punto le permitimos que nos guíe. La Biblia revela varias formas en que el Espíritu Santo trabaja con nuestra mente para ayudarnos.
1. El Espíritu Santo nos abre la mente para entender el camino de Dios.
El apóstol Pablo dijo que el Espíritu Santo nos permite “para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu; para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios” (Efesios 3:16-19).
El Espíritu Santo también nos abre la mente para entender correctamente lo que se encuentra en la Biblia, “porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios” (1 Corintios 2:10).
2. El Espíritu Santo cambia nuestra mente a una mente pura.
El Espíritu Santo nos ayuda a despojarnos del viejo hombre y a “y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad” (Efesios 4:23-24). El Espíritu Santo trabaja para cambiar nuestra mente para que podamos tener la mente de Cristo. Debemos trabajar para transformar nuestra mente en lugar de someterla al mundo que nos rodea (Romanos 12:2).
3. El Espíritu Santo nos enseña.
El Espíritu Santo nos enseña acerca del camino de vida de Dios, trayéndonos a la mente las palabras de Jesucristo (Juan 14:26). Se describe como “espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor del Eterno” (Isaías 11:2).
4. El Espíritu Santo nos reconforta y anima.
Uno de las descripciones principales que Jesús utilizó para referirse al Espíritu Santo fue la palabra Consolador (Juan 14:16; 15:26). Una forma en la que Jesucristo nos consuela a través del Espíritu Santo es dándonos su paz única. “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo” (Juan 14:27).
5. El Espíritu Santo nos mantiene en contacto con Dios.
El Espíritu Santo es la evidencia de que Dios vive en nosotros, y que nosotros vivimos en Dios (1 Juan 3:24). Es a través de Jesucristo que “tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre” (Efesios 2:18). El Espíritu Santo incluso nos ayuda a comunicar cosas que no sabemos cómo decirle a Dios (Romanos 8:26).
Avivar el Espíritu Santo
Debemos hacer más que seguir la guía del Espíritu Santo. Debemos avivar el Espíritu Santo diariamente en nuestra vida (2 Timoteo 1:6).
Hay cuatro maneras primordiales para avivar el Espíritu Santo.
- El estudio de la Biblia permite que el Espíritu Santo trabaje de una forma más grande en nuestra mente mientras vamos interiorizando la Palabra de Dios y permitimos que nos enseñe.
- La meditación o el pensamiento enfocado en la Biblia también aviva el Espíritu Santo en nuestra mente, nos ayuda a enfocarnos de una manera más profunda en las palabras de Dios.
- La oración, o hablar con Dios, aviva el Espíritu Santo en nuestra vida mientras hablamos con Dios y buscamos su voluntad.
- Ocasionalmente, también debemos presentarnos ante Dios en un ayuno religioso, sin agua y sin comida para acercarnos a Dios y avivar el Espíritu Santo.
Para más información, lea los artículos de nuestra sección “Oración, ayuno y meditación: relacionándonos con Dios”.
Entonces, ¿cómo sabe usted que tiene el Espíritu Santo? Dios nos dará el Espíritu Santo después del arrepentimiento, el bautismo y la imposición de manos. Sin embargo, nuestra labor no termina una vez que hayamos recibido el Espíritu Santo. Debemos rendirnos ante el Espíritu Santo. Depende de nosotros si seguimos la guía del Espíritu Santo y lo avivamos diariamente. Si seguimos el ejemplo del Espíritu Santo, vamos a caminar de acuerdo con el camino de vida de Dios (1 Juan 2:6).
El Espíritu Santo nos puede ayudar inmensamente, pero sólo si se lo permitimos. ¿Nos vamos a enfocar en las cosas del Espíritu y vamos a seguir el ejemplo del Espíritu Santo? ¿Vamos a permitir que el Espíritu Santo nos ayude? Para más información, lea nuestro artículo “Cristo en nosotros: ¿cómo vive Él en usted?”