El apóstol Pablo dijo: “vive Cristo en mi”. ¿Cómo vive Jesucristo en nosotros? ¿Nos controla Jesucristo? ¿Qué podemos hacer para que Cristo viva en nosotros?
Gálatas 2:20 es una escritura poderosa y reconocida. El apóstol Pablo escribió: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí”.
¿Qué implica esta declaración de la Biblia? Se han propuesto varias explicaciones totalmente diferentes.
¿Queda Cristo a cargo?
¿Qué hace Jesucristo cuando le permitimos que viva en nosotros? ¿Empieza a vivir nuestra vida por nosotros? ¿Empieza a tomar decisiones por nosotros?
La Biblia dice claramente que nosotros debemos ser el templo en el que habita Dios (2 Corintios 6:16). Pero, ¿cómo viven Dios y Cristo en nosotros? Es por medio del Espíritu Santo (Romanos 8:9-11). Por lo tanto, el grado en que Dios y Jesucristo moren en nosotros depende del grado en el que sigamos la guía del Espíritu Santo y utilicemos su poder para realmente llegar a ser como Dios el Padre y Jesucristo, en cuanto a su naturaleza, carácter, espíritu, actitudes, enfoque y amor.
Caminar como Él caminó
Lo que nos revelan todas las Escrituras acerca de este tema, es que la vida de Jesucristo estará en nosotros sólo en la misma medida en que busquemos hacer de su forma de vida nuestra forma de vida—caminar como Él caminó y vivir como Él vivió (1 Juan 2:6). La Biblia también llama a esto despojarnos del viejo hombre y revestirnos del nuevo (Efesios 4:22-24).
Mientras más utilicemos el Espíritu Santo para asemejarnos a Cristo, más tendremos de su vida en nosotros y así, más vivirá Él en nosotros. Pero este proceso está bajo nuestro control, no el de Él. Dios quiere que por nuestra propia decisión escojamos vivir como Jesucristo vivió. Esto involucra una búsqueda sincera y humilde de querer convertirnos en Jesucristo de tal forma que su vida se convierta en la nuestra.
Dios desea que nosotros lleguemos a ser “conformes a la imagen de su Hijo” (Romanos 8:29). Para que nosotros podamos heredar la vida en su familia, el Padre busca que nosotros tengamos las características de la vida de su primogénito en nosotros (Colosenses 1:27).
El Padre y Jesucristo tratarán de guiarnos en este camino por medio del Espíritu Santo, revelándonos el conocimiento y el entendimiento y dándonos la fuerza espiritual para cambiar y vivir de una manera correcta. Pero Dios no nos va a obligar a vivir de esta forma. Es nuestra libre elección.
El “querer que”
De nosotros debe nacer el “querer que”. Es necesario que queramos buscar el poder tener la vida de Jesucristo en nosotros para que Él pueda darnos la ayuda que necesitamos para poder alcanzar ese fin. El deseo de cambiar (un corazón 100% comprometido a cambiar) es lo único que podemos aportar. Como leemos en Filipenses 2:13: “porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer por su buena voluntad”. Esto significa que debemos implorarle a Dios que nos de la ayuda que necesitamos para cambiar.
Juan dijo: “En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres” (Juan 1:4). La vida de Jesucristo ilumina el sendero—el camino—que Dios quiere que vivamos. Él nos llama al camino, pero nosotros debemos querer seguirlo. Si lo hacemos, Él nos dará toda la ayuda necesaria para crecer. Pero, nuevamente, sólo si lo buscamos. Él no nos va a obligar a aceptar esa ayuda. Ni Él va a hacer los cambios que necesitamos hacer. Son demasiados los que creen que Jesús va a hacerlo todo por nosotros, y que Él va a llevar nuestra carga. Esto es evidente porque son muchos los que no se esfuerzan en buscar el cambio necesario para poder ser como Jesucristo.
El corazón y el meollo del cristianismo
El corazón y el meollo del cristianismo es el hecho de que debemos buscar diligentemente cambiar para ser parecidos a Jesucristo—que su vida se forme en nosotros. Si las características de la vida de Jesucristo no se forman en nosotros por nuestra propia elección al utilizar el poder del Espíritu Santo para cambiar, no habrá nada en nosotros que merezca conservarse (2 Corintios 13:5).
Esta verdad fundamental de buscar el cambio no es algo que entienden aquellos que piensan que la vida cristiana significa que él toma el control. Jesucristo no quiere “poseernos” de la misma forma en que la Biblia nos dice que los demonios poseen a las personas. La vida cristiana involucra utilizar la fuerza de voluntad y desarrollar el carácter cristiano por medio de las decisiones correctas.
Cristo vive en nosotros sólo en la medida en que utilicemos el Espíritu Santo para tener su vida en nosotros—para vivir como Él vivió.