Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia

¡Ser perseguido no parece un honor, pero en la octava Bienaventuranza Jesús les da a los perseguidos una promesa fabulosa!

Las Bienaventuranzas describen características que son la esencia del camino de vida cristiano. Son rasgos que debemos interiorizar hasta lo más profundo de nuestro ser. Hacerlo nos va a cambiar, nos va a hacer diferentes de lo que éramos y del mundo que nos rodea.

Si vivimos de acuerdo con las Bienaventuranzas, entonces no nos vamos a mezclar con la multitud. Si vivimos un estilo de vida de acuerdo a Dios, será imposible no destacarnos de todos aquellos que viven según el mundo.

Y esta diferencia puede traer dificultades. Ser diferente, especialmente de una manera de acuerdo a Dios, puede traer persecución.

Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia

En la bienaventuranza final, Jesús dijo: “Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos” (Mateo 5,10).

Ésta es una promesa de bendición para aquellos que sufren por hacer lo correcto. Jesús advirtió que sus seguidores iban a ser perseguidos, pues “si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán” (Juan 15,20).

Veamos que la bendición en Mateo 5:10 es una promesa para los que son perseguidos por “justicia”, no para los que son perseguidos por sus pecados o por su falta de tacto. Debemos estar seguros de que hablamos la verdad en amor y no de una manera equivocada que nos va a poner en evidencia de una manera negativa a nosotros o a aquellos que comparten nuestras creencias (Efesios 4:15). Dios no se impresiona si somos perseguidos por algo malo que hemos hecho, sino cuando hacemos lo que es correcto (1 Pedro 2:20).

Porque de ellos es el reino de los cielos

La promesa para aquellos que son perseguidos por vivir de acuerdo al camino de vida de Dios es la misma promesa que se le hace a los pobres en espíritu que está al principio de la lista. El reino de los cielos es una de las principales promesas de la Biblia.

¡La profecía revela que Dios está llamando a las personas para que sean reyes y sacerdotes en el reino más grande de todos los tiempos (Apocalipsis 5:10)!¡La profecía revela que Dios está llamando a las personas para que sean reyes y sacerdotes en el reino más grande de todos los tiempos (Apocalipsis 5:10)! No será un reino temporal que se desvanece con el tiempo o que es conquistado por un reino rival. Va a abarcar toda la Tierra y para siempre (Daniel 2:44-45).

Creer en esta promesa hace posible soportar la persecución. “Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan” (Hebreos 11:6). Para más información acerca de este factor esencial de la fe, vea nuestro artículo “Cómo crecer en fe”.

El camino del hombre

Como regla general, nadie quiere ser perseguido. Aquellos que han respondido al llamado de Dios ahora, sin embargo, pueden manejarlo mejor concentrándose en la recompensa y regocijándose cuando son considerados dignos de sufrir persecución por el nombre de Dios (Hechos 5:41; Santiago 1:2-3).

La persona promedio no tiene esa reacción cuando llega la persecución. Para muchos, la persecución debe ser evitada a toda costa. Para algunos, ese costo incluye incluso traicionar a otros que confiaron en ellos (Mateo 24:10).

Una respuesta más común a la persecución es comprometer y abandonar sus propios principios. Esto fue ilustrado por el Rey Saúl, quien desobedeció a Dios para ganar el favor del pueblo (1 Samuel 15:18-23). Cuando comienza la persecución, a la gente le resulta fácil apresurarse a volver a la comodidad del mundo y abandonar el camino de vida de Dios.

Que significa ser perseguido por causa de la justicia

La persecución puede tomar muchas formas. Incluye ser acosado o excluido por sus creencias religiosas. Los cristianos también han padecido un dolor insoportable y un gran sufrimiento personal por la verdad de Dios.

En 2 Corintios, el apóstol Pablo escribió algunas de sus pruebas y sufrimientos, que van desde permanecer en prisión hasta ser golpeado y apedreado (2 Corintios 11:23-28).

Con el paso de los siglos, la persecución no se hizo más fácil. Los cristianos fueron sido expulsados de sus casas, masacrados en las aldeas, incluso lanzados a los leones y quemados en la hoguera.

En el mundo occidental moderno, la persecución adopta generalmente la forma de la pérdida del empleo, el acoso o la intimidación en el trabajo o en la escuela. En algunas áreas del mundo, sin embargo, ser seguidor de Cristo conlleva la pena de muerte, y las profecías bíblicas muestran que tal persecución violenta se extenderá por todo el mundo en los tiempos del fin. Jesucristo profetizó acerca de un tiempo que será peor que cualquier otro, y esto incluye la persecución de su pueblo (Mateo 24:21). Para más información acerca de esta era de terror, lea nuestro artículo “La Gran Tribulación”.

Se acerca un tiempo en que la persecución de la Iglesia de Dios será tan severa que será un asunto de vida o muerte —y algunos morirán como mártires por su nombre.

Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan

Jesús continuó la octava Bienaventuranza con más explicaciones: “Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros” (Mateo 5:11-12).

Otros pasajes muestran que esta recompensa está “reservada en los cielos” para ser “manifestada en el tiempo postrero”, “cuando sea manifestado Jesucristo” (1 Pedro 1:4-5, 7). Esto va a ocurrir al regreso de Cristo, puesto que dijo: “He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra” (Apocalipsis 22:12).

Ser vituperado

Vituperar se define como “hablar abusivamente”. Esta persecución comienza con las palabras: la burla, la humillación, el desprecio y los insultos.

A veces ese vituperio puede venir de aquellos que consideramos nuestros compañeros más cercanos. Las críticas más duras y el abuso verbal pueden venir de parte de los de nuestro propio país (Mateo 13:57) o incluso de nuestra propia familia (Juan 7:3-5).

Históricamente, las personas que siguen a Dios han sido víctimas de mentiras. Esto ha sucedido con héroes bíblicos como Daniel (Daniel 6:4-5), Nehemías (Nehemías 6:5-8), e incluso Jesucristo (Mateo 26:60). En el futuro, estas mentiras también se van a utilizar para justificar la persecución y se van a convertir en propaganda que va a añadir más persecución.

Los profetas conocieron la persecución

Jesús hizo una alusión a los profetas que fueron perseguidos con antelación. Estos profetas incluyen hombres como Moisés, Samuel, Elías, Eliseo, Isaías, Jeremías, Ezequiel, Daniel, Malaquías y Juan el Bautista.

Los profetas pasaron por horrendas e intensas persecuciones. Moisés fue ridiculizado por toda una nación e incluso por su propia familia en ocasiones (Números 12:1-2). Samuel fue rechazado por la nación y en un momento dado temió por su vida (1 Samuel 16:2). Elías fue perseguido por la malvada reina Jezabel (1 Reyes 19:2-3). Eliseo fue perseguido por todo un ejército (2 Reyes 6:12-14). Jeremías fue encarcelado en el fondo de un pozo fangoso (Jeremías 38:6). Daniel fue víctima de una conspiración debido a los celos y fue arrojado a los leones (Daniel 6).

Juan el Bautista fue decapitado por llamarle la atención al rey por desobedecer la ley de Dios (Mateo 14:3-11). El mismo Jesucristo pasó por una muerte atroz a causa de nuestros pecados.

A todos estos profetas les espera una recompensa increíble. Para ilustrar cómo sería el Reino de Dios, Jesús mostró una visión de sí mismo con los profetas Moisés y Elías (Mateo 17:1-3). ¡La visión de Jesucristo acerca del Reino mostró a los profetas —resucitados y en cuerpos espirituales— hablando con su Creador!

Se nos promete el mismo destino si soportamos la persecución. Podemos estar en el Reino de Dios, disfrutando de la oportunidad de estar con el Salvador del mundo y de hablar con Él como lo hacemos con nuestros amigos más cercanos.

La experiencia de Jesucristo

Jesucristo supo lo que era ser vituperado, perseguido y calumniado. Toda su vida fue una experiencia de persecución. Debido a su milagroso nacimiento, algunos lo consideraron un hijo vergonzoso e ilegítimo (Juan 8:41). Cuando comenzó su ministerio, su familia y vecinos se burlaron de él. Los líderes religiosos de la época constantemente lo atacaban verbalmente y buscaban prenderle de alguna manera.

En el último día de su vida, Jesús sintió en su totalidad lo que era ser vituperado y perseguido. Uno de sus amigos más cercanos lo traicionó por una bolsa de plata, y luego el resto de sus amigos lo abandonaron en la noche de su arresto (Mateo 26:47-56). Después pasó por una serie de juicios ante el sumo sacerdote, el Sanedrín, Herodes y el gobernador romano Poncio Pilato. Durante estos interrogatorios, fue víctima de varias mentiras calumniosas, así como de abusos físicos y verbales a manos de sus captores.

Jesucristo soportó todas estas cosas. Él se mantuvo firme y se enfocó en la recompensa que le había sido prometida (Hebreos 12:2). En vez de concentrarse en el dolor del momento, Jesucristo mantuvo sus ojos firmemente puestos en su futuro en el Reino de Dios.

Si vamos a estar entre aquellos que son bendecidos por ser vituperados, perseguidos y calumniados, entonces debemos soportar manteniendo nuestros ojos en las maravillosas promesas que Dios nos ha dado a través de las Bienaventuranzas y el resto de la Biblia.

Para más información acerca de las promesas de Dios, véase “Las promesas de Dios: una esperanza cierta”.

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