Cuando tenemos nuestro primer encuentro con la verdad de Dios, sus leyes y el estrecho camino por el cual Él quiere que caminemos, nos podemos sentir abrumados. Pero Él nos ofrece una poderosa ayuda para que podamos perseverar hasta el final.
Cuando sentimos el llamamiento de Dios para cambiar nuestra vida, es probable que surja la siguiente pregunta, “¿podré llegar hasta el final del camino que estoy por emprender?”.
Es una buena pregunta y necesita de una respuesta. Empecemos por el punto principal, nuestra fe. Necesitamos creer que Dios existe, qué Él es quien dice ser y que puede llevar a cabo las cosas que promete (Hebreos 11:6).
También debemos creer completamente la promesa que Jesús hizo: “Si puedes creer, al que cree todo le es posible” (Marcos 9:23).
El apóstol Pablo conoció personalmente a Jesús y fue inspirado a escribir:
“Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13).
De pronto Pablo, más que cualquier otro discípulo, era capaz de escribir estas palabras de ánimo debido a las pruebas y tribulaciones que había soportado durante su ministerio.
Las pruebas que Pablo soportó
En la segunda carta de Pablo a los corintios, él hace un listado de varias tribulaciones por las cuales tuvo que pasar, como ser azotado con varas tres veces, una vez apedreado, tres veces había padecido naufragio y una noche y un día como náufrago en alta mar. También menciona peligros de ladrones, peligros de los de su nación, peligros de los gentiles, además de trabajo y fatiga, muchos desvelos, en hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y en desnudez.
Y además de tener que lidiar con estas tribulaciones, tuvo que soportar lo que le sobrevino diariamente y su preocupación por todas las iglesias de Dios (2 Corintios 11:25-28).
Pablo nunca perdió la fe en Dios
Aunque Pablo tuvo que soportar pruebas y tribulaciones muy extremas, él nunca perdió la fe en Dios.
En su carta a la congregación en Roma, el escribió: “¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero. Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 8:35-39).
Pablo sufrió bastante durante su ministerio. Sin embargo, siempre tuvo la certeza de que Cristo lo estaba cuidando y protegiendo. Él sabía lo que el Eterno le había dicho a Ananías: “Ve, porque instrumento escogido me es éste, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel; porque yo le mostraré cuánto le es necesario padecer por mi nombre” (Hechos 9:15-16).
Y, ¿nosotros que? ¿También tendremos que sufrir muchas cosas? ¿Seremos capaces de perseverar hasta el final como lo hizo Pablo, sin perder la fe?
Sufrir persecución
Cómo Jesús dijo: “Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece. Acordaos de la palabra que yo os he dicho: El siervo no es mayor que su señor. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra” (Juan 15:19-20).
Vivimos en un mundo incrédulo rodeado de personas que, cómo Pablo los describe, han sido cegados en su entendimiento por el dios de este siglo (2 Corintios 4:4).
La persecución viene de muchas maneras. Aquellos que están empezando a guardar el sábado pueden encontrar algunas dificultades para salir de sus trabajos o conseguir permisos para que sus hijos se ausenten durante las fiestas santas.
En ocasiones podemos tener dificultades con nuestra salud, nuestras finanzas o algunas otras cosas. Las pruebas, las dificultades y la persecución se presentan de varias formas y pueden venir directamente de Satanás también. Un ejemplo de esto se encuentra en el Antiguo Testamento
La vida de Job
Job era la persona más grande (rica) de todo oriente (Job 1:3). Entre sus posesiones había 7.000 ovejas, 3.000 camellos, 500 yuntas de bueyes, 500 asnas y muchísimos criados. Y aparte de todo esto, tenía 10 hijos.
Pero Satanás, en un día, le quitó todas sus posesiones y a sus hijos. ¡Después de esto, Job fue cubierto de llagas de los pies a la cabeza! El sufrimiento de Job era tan grande, que su misma esposa le dijo que maldijera a Dios y que se muriera.
Sin embargo, a pesar de todas sus pruebas, Job nunca perdió la fe en Dios. Después de que Job soportara todas estas pruebas y perdonara a sus amigos por darle malos consejos, Dios le restituyó el doble de las posesiones que tenía anteriormente (Job 42:10, 12).
El Eterno también bendijo a Job con otros siete hijos y tres hijas (Job 42:13) y tuvo la oportunidad de ver a sus descendientes de cuatro generaciones.
Las dificultades que Job padeció son un poderoso ejemplo para nosotros, para que no perdamos la fe en Dios, incluso cuando estamos sufriendo alguna adversidad extrema.
Jesús asegura que nadie nos puede arrebatar de sus manos o las del Padre (Juan 10:28-29).
Sin embargo, hay momentos en que podemos preguntarnos cómo logramos sobrevivir a esa prueba tan extrema. Entonces Dios nos da una llave para abrir nuestro entendimiento y comprender como podemos perseverar.
La clave para entender como perseverar hasta el final
Cuando Pablo testificó ante los ancianos de la Iglesia de Dios en Éfeso, les dijo que iba a Jerusalén ligado en espíritu y sin saber que le pasaría, aunque esperaba algunas tribulaciones (Hechos 20:17, 22-23).
Después compartió con ellos una clave para entender cómo podía perseverar. Es una clave que abre nuestro entendimiento para que comprendamos como podemos perseverar nosotros también.
Pablo dijo: “Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios” (Hechos 20:24).
Si estamos dispuestos a negarnos a nosotros mismos y poner a Dios como prioridad en nuestras vidas, Él nos va a proveer la fuerza y cualquier recurso que necesitamos para perseverar hasta el final.
¡Pablo no se aferraba a su vida! Éste es un verdadero ejemplo de humildad y es la clave para entender, cómo podemos sobrellevar nuestras dificultades.
También cumple con un requisito que Jesús dijo que debíamos tener para poder ser discípulos de Él. “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame” (Mateo 16:24; Marcos 8:34).
En nuestra sociedad muchas personas tienen como prioridad sus propios intereses y no tienen la voluntad de negarse a si mismos. Esto es normal, pero es totalmente lo contrario de lo que Jesús dijo que debíamos hacer (Lucas 9:23).
Nuestra confianza
Si estamos dispuestos a negarnos a nosotros mismos y poner a Dios como prioridad en nuestras vidas, Él nos va a proveer la fuerza y cualquier recurso que necesitamos para perseverar hasta el final.
La vida de Pablo y de Job fueron verdaderos ejemplos de perseverancia. Y a partir de sus experiencias, podemos concluir que ellos estaban dispuestos a negarse a sí mismos y a poner a Dios por encima de todo lo demás en su vida.
El resultado fue que Dios los cuidó y los bendijo. Y si nosotros estamos dispuestos a poner primero a Dios, vamos a ver que nosotros también podemos hacer todo en Cristo que nos fortalece.
No somos Pablo o Job, ¿entonces como podemos estar seguros de eso? Dios promete que Él nos va a proveer la fuerza que necesitamos para poder completar nuestro viaje. Podemos estar “persuadidos de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo” (Filipenses 1:6).
Si confiamos en las promesas de Jesús y en las palabras inspiradas de Pablo, podemos decir: “¡Si podemos!” Esto significa, con la ayuda de Dios.
Para más información acerca de como podemos perseverar hasta el final, lo invitamos a leer nuestro artículo “Correr con paciencia”.