¿Cuándo el apóstol Pablo escribió acerca de que nuestro “viejo hombre” fue crucificado, a que se refería? Y ¿qué impacto tienen esas palabras para un cristiano en la actualidad?
El apóstol Pablo escribió que “que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado” (Romanos 6:6). Él también habló acerca de “Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros” (Colosenses 3:5). ¿Qué significaba eso? ¿Estaba en un estado depresivo simplemente por todas las constantes amenazas de muerte que enfrentaba? ¿Era masoquista? ¿O estaba tratando de enseñar lecciones espirituales importantes para todos los cristianos?
El resultado final del pecado
Si vamos a analizar este tema, deberíamos considerar algo más que Pablo escribió: “Porque la paga del pecado es muerte” (Romanos 6:23). ¡Pablo sabía que la paga o lo que ganábamos cuando pecábamos (que significa trasgresión de la ley —1 Juan 3:4) es la muerte! Pero Pablo se arrepintió y sus pecados del pasado le fueron perdonados. Sin embargo, aunque Pablo fue perdonado y convertido, él seguía luchando contra el pecado.
Podemos pensar que después de nuestro arrepentimiento inicial y conversión, no habrá necesidad de arrepentirse porque ya habremos sido justificados del pecado por la sangre de Jesucristo.
Pero veamos lo que el apóstol Juan escribió acerca de un verdadero cristiano: “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros” (1 Juan 1:8-10).
Afortunadamente, cuando pecamos después del bautismo, podemos ir ante Dios en arrepentimiento y confesar nuestro pecado. También debemos continuar el proceso de arrepentimiento, (Lea más acerca de este proceso que se debe estar desarrollando en “El arrepentimiento de obras muertas” y “¿Qué es conversión?”.) Entonces siempre debemos estar en una actitud de arrepentimiento.
En esta oración que Jesucristo utilizó como ejemplo, incluyó la necesidad de pedirle a Dios que nos perdone (Mateo 6:12).
A la luz de este entendimiento, Pablo utilizó una frase que ningún otro escritor del Nuevo testamento usó para describir la necesidad de tener una actitud de arrepentimiento y de estar vigilantes en contra del pecado.
Pablo se estaba despojando al viejo hombre
En el libro de Efesios, Pablo también abordó el tema del “viejo hombre”. “Mas vosotros no habéis aprendido así a Cristo, si en verdad le habéis oído, y habéis sido por él enseñados, conforme a la verdad que está en Jesús. En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad” (Efesios 4:20-24).
La palabra despojaos en este versículo, significa esencialmente “alejar” o “renunciar a”. Pablo estaba enseñando a los miembros a alejar su viejo hombre —la forma natural egoísta y pecadora en que pensamos y actuamos en este mundo de maldad. Nuestro viejo hombre es engañoso (Jeremías 17:9), incluso nos puede convencer de que no necesitamos cambiar o que el camino de Dios es muy duro. Se opone naturalmente a Dios y sus leyes (Romanos 8:7). Nuestro viejo hombre produce lo que Pablo llama en Gálatas 5:19-21: “las obras de la carne”, incluye adulterio, iras, celos, envidias y borracheras.
En Efesios 4:25-32 Pablo explica cómo podemos despojarnos del viejo hombre y nos dice que debemos ir en dirección contraria de la que hemos llevado hasta el momento. Ésta es una descripción de lo que es el verdadero arrepentimiento.
Veamos otra carta de las de Pablo para ver dónde habla de esta “muerte”. Él escribió en Colosenses 3:2-3: “Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios”.
Cuando nos bautizamos, esto representa la muerte espiritual del “viejo hombre” (ver Romanos 6:3-4). Pero esa “muerte” es un proceso a lo largo de toda la vida para cada uno de nosotros. (Para más acerca de este tema, lea “¿Qué representan los símbolos del bautismo?”.)
Pablo continúa esta idea en Colosenses 3:4-5: “Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria. Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría”.
Haced morir lo terrenal en vosotros
Lo que Pablo quiere decir es que una vez estamos “muertos al pecado” tenemos que continuar en un proceso de “hacer morir” las cosas que pueden volver debido a nuestra naturaleza carnal. Otras traducciones dicen “den muerte a los miembros que están sobre la Tierra”. ¿Qué quería decir Pablo cuando hizo esta afirmación?
Veamos lo que dice Albert Barnes al respecto: “Mortifiquen por tanto sus miembros —ya que ustedes están muertos al pecado y al mundo, y habrán de aparecer con Cristo en las glorias de su Reino, somete toda propensión carnal y maligna de tu naturaleza. La palabra ‘mortificar’ significa hacer morir (nota de Romanos 8:13 y Gálatas 5:24) y el significado acá era que ellos debían someter totalmente las propensión maligna, para que así no quedara ningún remanente de vida; eso quiere decir que no estaban viviendo de ninguna manera para complacerlos. Aquí la palabra ‘miembros’ se refiere a los diferentes miembros del cuerpo humano —como el asiento de los malos deseos y pasiones”.
Lo que Pablo decía era que una vez estábamos “muertos al pecado” debíamos continuar “haciendo morir” las cosas que podían volver debido a nuestra naturaleza carnal.
¡Es una batalla de todos los días!
“No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos” (Colosenses 3:9). La Versión Estándar Internacional dice: “Dejen de mentirse unos a otros, ahora que se han quitado el ropaje de la vieja naturaleza con sus vicios”. Quitarse el ropaje de la vieja naturaleza o “mortificar las obras del cuerpo” toma tiempo. Dios nos revela paulatinamente acerca de nosotros mismos, mientras lo buscamos y le pedimos su guía y ayuda.
Pablo moría a diario porque constantemente estaba vigilando y poniendo afuera el pecado y los “miembros” pecaminosos de su naturaleza carnal.
Veamos Romanos 6:11-12: “Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro. No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias”.
Vemos que aun décadas después de la conversión de Pablo, él seguía peleando esa batalla para sobreponerse al pecado y la carnalidad. Él se daba cuenta que aunque él hubiera muerto al pecado y hubiera entregado su vida a Dios como cristiano y como siervo de Jesucristo, todavía tenía “miembros” de su naturaleza carnal que debía hacer morir de vez en cuando.
“Porque sabemos que la ley es espiritual; mas yo soy carnal, vendido al pecado. Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago. Y si lo que no quiero, esto hago, apruebo que la ley es buena. De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí. Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí” (Romanos 7:14-20)
¡Pablo admitió que todavía tenía que luchar contra el pecado! Nosotros también tenemos que luchar contra el pecado.
¡Las buenas noticias!
¡Las buenas noticias son que mientras nos despojamos del viejo hombre y hacemos morir sus obras pecaminosas, podemos reemplazarlo con algo más! “No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno” (Colosenses 3:9-10).
Una vez quitamos las obras, pensamientos y acciones del viejo hombre, debemos “revestirnos” con el nuevo hombre. Pablo explica que nosotros somos “renovados en conocimiento”. ¡Logramos esto por medio del estudio y utilizando la Palabra de Dios para parecernos cada vez más a Él! (Lea nuestro artículo acerca del valor del estudio de la Biblia.)
Veamos estas alentadoras palabras en Romanos 6:5-11: “Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección; sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado. Porque el que ha muerto, ha sido justificado del pecado. Y si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con él; sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de los muertos, ya no muere; la muerte no se enseñorea más de él. Porque en cuanto murió, al pecado murió una vez por todas; más en cuanto vive, para Dios vive. Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro”.
Entonces, tal como el apóstol Pablo hizo, peleamos la batalla para vencer el pecado y hacer morir el viejo hombre —todos los días. Las buenas noticias son que debemos revestirnos del nuevo hombre. Estamos vivos delante de Dios cuando empezamos a reemplazar el “viejo hombre” con un nuevo estilo de vida. Ese estilo de vida solo puede venir por medio del Espíritu Santo de Dios y Jesucristo viviendo en nosotros (Efesios 4:24-32 y Gálatas 2:20-21).
Lea más acerca de cómo Dios nos puede ayudar en el proceso de conversión en estos artículos relacionados: