De la edición Enero/Febrero 2020 de la revista Discernir

Parte 3: La maldad se multiplicará

En la profecía del Monte de los Olivos, Cristo dijo que la maldad se multiplicaría al acercarse el tiempo del fin. ¿Qué quiso decir exactamente? ¿Está la maldad afectando su vida?

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En “Surgimiento de un falso cristianismo”, el capítulo anterior de esta serie, analizamos la advertencia de Cristo acerca del engaño religioso en el tiempo del fin y vimos que su versión más peligrosa sería un cristianismo falso (Mateo 24:4-5).

Jesús dijo que “muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos” (v. 11, énfasis añadido). Luego explicó con más detalle: “se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios” (v. 24).

De hecho, para muchos el tiempo del fin será un período de resurgimiento religioso. Habrá líderes asegurando ser representantes de Jesucristo y haciendo grandes milagros, mientras otros se autonombrarán figuras similares a Cristo (consulte Mateo 24:24).

Más adelante, la profecía de Jesús acerca de estos “muchos falsos profetas” (v. 11) es seguida por una importante descripción de las consecuencias de sus enseñanzas falsas: “y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará” (v. 12, énfasis añadido).

¿Qué es “la maldad”?

La palabra griega traducida como “maldad” en este versículo (Reina Valera 1960) es anomia. Nomos significa “ley”, y el prefijo a- significa “sin”. Entonces, el significado literal de anomia es “sin ley”.

Pero Cristo no se estaba refiriendo a un rechazo de las leyes civiles por parte de los gobiernos humanos. El contexto de su profecía es la religión (vv. 4-5, 11), y lo que estaba diciendo es que en el tiempo del fin habrá un rechazo generalizado a las leyes de la Biblia.

Más tarde, Pablo usó la misma palabra (traducida como “inicuo”) para describir al líder religioso más poderoso de los últimos tiempos (2 Tesalonicenses 2:8-9). Este hombre saldrá de un sistema religioso descrito como el “misterio de la iniquidad” (v. 7).

Y durante los inicios de su ministerio, Jesús también dijo que Dios eventualmente rechazará a todos los “hacedores de maldad” (Mateo 7:23; 13:41).

El uso del término anomia en la Biblia nos enseña algunas verdades básicas que no deberían ser controversiales:

Jesucristo defendía la ley de Dios.

Su vida estaba gobernada por esa ley.

Le enseñó a la gente a obedecer esa ley.

Lamentablemente, hoy en día estas verdades se han vuelto controversiales dentro del cristianismo moderno.

Rechazo de la ley en el cristianismo

Cuando observamos a las iglesias y líderes cristianos actuales, la triste verdad es que muchas de sus enseñanzas se oponen a la ley de la Biblia.Cuando observamos a las iglesias y líderes cristianos actuales, la triste verdad es que muchas de sus enseñanzas se oponen a la ley de la Biblia.

¿Cómo puedo decir esto? ¿No son todas las iglesias guiadas por los Diez Mandamientos?

La respuesta es no. Como lo dijo Jesucristo. En su Sermón del Monte, Jesús dijo muy claramente que “hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido” (Mateo 5:18).

Luego enfatizó su punto explicando: “De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos” (v. 19).

Estos pasajes aclaran a qué se refería Cristo cuando habló de maldad o iniquidad. No es necesario rechazar cada uno de los Diez Mandamientos para ser anomia (sin ley). Rechazar sólo una de las leyes de Dios es suficiente para entrar en esta categoría.

Años más tarde, el medio hermano de Jesús, Santiago, reiteró esta verdad con otras palabras: “cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos” (Santiago 2:10).

Según este estándar, prácticamente todas las iglesias cristianas modernas son inicuas, porque casi todas rechazan, ignoran o han modificado al menos una de las leyes de Dios: el cuarto mandamiento que nos dice: “Acuérdate del día de reposo para santificarlo… el séptimo día es reposo para el Eterno tu Dios” (Éxodo 20:8, 10).

Sin embargo, ésta no es la única razón por la que el cristianismo moderno puede considerarse anomia. Muchas iglesias actuales creen que la ley de Dios fue abolida por Cristo en la cruz, en lugar de reconocer que Él mismo enseñó un nivel superior de obediencia a la Biblia, que requiere tomar en cuenta el espíritu de la ley.

A través de la historia, las personas que han escogido obedecer y enseñar toda la ley de Dios incluso han sido perseguidas y despreciadas, tal como Cristo lo predijo (Mateo 24:9).

Aumento de la maldad en la sociedad

Pero debemos comprender que la maldad en el tiempo del fin irá mucho más allá que desobedecer uno de los Diez Mandamientos. El resultado de la maldad que causará el enfriamiento de muchos será un volcamiento casi absoluto de la sociedad hacia el mal y la injusticia. De hecho, la Biblia dice que en el tiempo del fin el mundo será “como en los días de Noé” (Mateo 24:37), cuando “todo designio de los pensamientos del corazón de [los hombres] era de continuo solamente el mal” (Génesis 6:5).

Nuestro mundo ya está lleno de maldad, pero como escribió el apóstol Pablo, “los malos hombres y los engañadores irán de mal en peor, engañando y siendo engañados” (2 Timoteo 3:13, énfasis añadido).

Así es, las cosas van a empeorar, y mucho.

Justo antes de escribir el versículo anterior, Pablo enumeró 19 características que describen la corrupción e inmoralidad de los seres humanos en el tiempo del fin, y casi todas ellas son resultado directo de rechazar las leyes de Dios. En otras palabras, son consecuencia de una sociedad que acoge la maldad.

Este problema no será de sólo una nación o cultura. Afectará al mundo entero y lo hará tan peligroso que Dios deberá intervenir directamente para evitar que la humanidad se autodestruya (Mateo 24:22).

Salir de la maldad

Pero hay una buena noticia: usted no tiene que deslizarse por el camino de maldad desenfrenada que seguirá el resto de la sociedad. Puede rechazar esa maldad y permitir que su vida sea guiada por la ley de Dios. Quienes obedezcan esa ley no se enfriarán, porque el principal propósito de la Biblia es enseñarnos a amar a Dios y a los demás (1 Juan 5:3).

Para descubrir cómo la ley de Dios puede mejorar su vida y evitar que se deslice hacia la maldad como el resto del mundo, le invitamos a leer nuestro folleto gratuito Los Diez Mandamientos: Todavía importan.

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