De la edición Julio/Agosto 2020 de la revista Discernir

Parte 6: ¿Cómo van a ser protegidos los cristianos de la Gran Tribulación?

Jesús le advirtió a su pueblo que huyera tan pronto viera la abominación desoladora. ¿Por qué debe huir? ¿Estaba describiendo Jesús el rapto —o algo muy diferente?

En el artículo anterior de esta serie, discutimos lo que Jesús dijo acerca del verdadero evangelio que se va a predicar en el tiempo del fin (Mateo 24:14).

Inmediatamente después de decir esto, Jesús pasó a otro tema —un tema que es de vital importancia para el pueblo de Dios. Ese tema es el comienzo de la Gran Tribulación. La Gran Tribulación es el período profético de tres años y medio que precede al regreso de Cristo. Jesús lo describió como el peor momento, sin lugar a dudas, de toda la historia de la humanidad (v. 22).

Pero antes de analizar cómo va a ser ese momento, Él habla acerca de un acontecimiento que va a servir para advertirle a su pueblo de que la Gran Tribulación está a punto de comenzar.

La abominación desoladora —una señal para el pueblo de Dios

Jesús hizo la transición a este tema diciendo: “Por tanto, cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel (el que lee, entienda), entonces los que estén en Judea, huyan a los montes” (vv. 15-16, véase también Daniel 11:31). Unos versículos más adelante dice que “habrá entonces gran tribulación” (Mateo 24:21) después de este acontecimiento.

¿Exactamente a qué se refiere Jesús con “la abominación desoladora”?

Es un tema interesante —y un poco complejo— y al estudiarlo nos damos cuenta de que este evento ha ocurrido más de una vez, y que va a volver a ocurrir en el futuro.

Históricamente, la abominación desoladora se refiere a un momento trágico en la historia judía en el período entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. En ese tiempo, Jerusalén estaba bajo el control del rey griego seléucida Antíoco Epífanes. En el año 167 a.C. prohibió todos los sacrificios de animales y puso una imagen de Zeus (un dios griego pagano) en el templo de Jerusalén. Esto ocurrió unos 200 años antes de que Jesús diera esta profecía.

Puede parecer confuso que Jesús hable de un evento histórico en tiempo futuro.

Este tema es un ejemplo de una profecía que tiene más de un cumplimiento. En el caso de la abominación desoladora, el primer cumplimiento tuvo lugar en el año 167 a.C., y un segundo cumplimiento en el año 70 d.C., cuando los romanos (como lo hicieron los griegos) prohibieron los sacrificios y profanaron —y destruyeron— el templo de Jerusalén.

Pero Jesús claramente estaba hablando del evento en el contexto de los tiempos del fin y la Gran Tribulación. El profeta Daniel también dijo “el tiempo que sea quitado el continuo sacrificio” (Daniel 12:11) en el contexto del tiempo del fin. Eso muestra que todavía falta un cumplimiento más de esta profecía.

Así que los estudiantes de la profecía bíblica están atentos a una tercera abominación desoladora en Jerusalén. Para que los sacrificios de animales sean suspendidos otra vez, tienen que haberse reanudado. No ha habido sacrificios de animales en Jerusalén desde que los romanos destruyeron el templo hace 1.950 años. Pero actualmente hay algunos grupos en Jerusalén que están tratando de llevar eso a cabo. Con frecuencia le recomendamos a nuestros lectores que estén pendientes de esa noticia.

Entonces, ¿qué debemos esperar que ocurra?

En resumen: tres años y medio antes del regreso de Jesús, un poderoso líder de Europa va a dirigir sus ejércitos a Jerusalén, va a detener los sacrificios judíos y va a establecer un falso sistema religioso en lugar de los sacrificios judíos.En resumen: tres años y medio antes del regreso de Jesús, un poderoso líder de Europa va a dirigir sus ejércitos a Jerusalén, va a detener los sacrificios judíos y va a establecer un falso sistema religioso en lugar de los sacrificios judíos. Jesús también advirtió que vamos a saber que este evento está cerca cuando “viereis a Jerusalén rodeada de ejércitos” (Lucas 21:20).

Para aprender más acerca de este importante tema, lea “La abominación desoladora: ¿qué es?

El momento de huir

Volvamos a las palabras de Jesús en el sermón del Monte.

Veamos lo que dice acerca de lo que va a ocurrir después: “entonces los que estén en Judea, huyan a los montes. El que esté en la azotea, no descienda para tomar algo de su casa; y el que esté en el campo, no vuelva atrás para tomar su capa. Mas ¡ay de las que estén encintas, y de las que críen en aquellos días! Orad, pues, que vuestra huida no sea en invierno ni en día de reposo” (Mateo 24:16-20).

¿Por qué van a tener que huir? La abominación desoladora va a desencadenar el comienzo de la “gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá” (v. 21). El mundo entero va a padecer el período de guerra y de angustia más atroz de toda la historia de la humanidad por un lapso de tres años y medio.

Este período de catástrofe y sufrimiento global va a ser especialmente peligroso para la Iglesia de Dios. El pueblo de Dios va a ser el blanco de una persecución extrema —impulsada por la ira de Satanás (Marcos 13:11-13; Apocalipsis 6:9-11; 12:13; 17:6).

Por eso Jesús le advierte y le ordena a su pueblo que huya cuando vea la abominación desoladora. Deben partir inmediatamente salir y no mirar atrás (recordando cómo Lot y su familia huyeron de Sodoma antes de su destrucción en Génesis 19).

¿Estaba Jesús describiendo el rapto?

Uno de los mayores malentendidos acerca de esta profecía es la idea de que Jesús va a raptar a los cristianos al cielo para ser protegidos de la Tribulación. Hay varios problemas con esta teoría, pero si leemos detenidamente las palabras de Jesús en el Sermón del Monte vemos que esa idea es incorrecta.

Lea de nuevo Mateo 24:16-20 con atención, y se va a dar cuenta de que cada ejemplo que Jesús utilizó muestra a las personas saliendo del lugar donde están y yendo a otra parte —aquí en la Tierra. Ninguno de sus ejemplos es coherente si el plan de Dios es raptar instantáneamente a los cristianos al cielo.

Piense por un momento. Si va a ser raptado al cielo:

  • ¿Por qué iría a las montañas?
  • ¿Por qué tendría que empacar?
  • ¿Por qué el embarazo sería un problema?
  • ¿Por qué el invierno sería un motivo de preocupación?
  • ¿Por qué importaría si es en un día sábado?

Jesús estaba describiendo algo completamente diferente a un rapto. Las palabras de Jesús en el Sermón del Monte están en perfecta armonía con otras profecías que muestran que parte del pueblo de Dios va a ser protegido de la Gran Tribulación en la Tierra.

Para aprender más acerca de los problemas con la teoría del rapto, lea “¿Es el rapto una enseñanza bíblica?”.

Las profecías del Apocalipsis acerca de la protección en los tiempos del fin

Apocalipsis 12:13-14 describe claramente lo que va a ocurrir: “Y cuando vio el dragón [Satanás] que había sido arrojado a la tierra, persiguió a la mujer [la Iglesia] que había dado a luz al hijo varón. Y se le dieron a la mujer las dos alas de la gran águila [símbolo de la liberación de Dios], para que volase de delante de la serpiente al desierto, a su lugar, donde es sustentada [protegida y cuidada] por un tiempo, y tiempos, y la mitad de un tiempo [tres años y medio]”.

El lugar donde es llevada la Iglesia se llama “su lugar” en “el desierto” (v. 14). La Biblia nunca se refiere al cielo como un desierto. Este “lugar” en el “desierto” claramente está ubicado en algún lugar de la “tierra” (v. 16). Éste es el lugar donde Dios dice que: “te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero” (Apocalipsis 3:10).

Así que, cuando unimos las palabras de Jesús con las profecías del Apocalipsis, vemos que una parte del pueblo de Dios va a huir de sus hogares después de la abominación desoladora y antes de la Gran Tribulación. No sabemos exactamente cómo va a ser llevado el pueblo de Dios hasta allá o dónde va a ser “su lugar”, pero sí sabemos dos cosas:

  1. El pueblo de Dios va a tener que tomar la iniciativa de huir de donde esté sin demoras o titubeos cuando el momento sea evidente.
  2. Dios va a llevar, milagrosamente, a su pueblo a este lugar de protección. No es algo que el pueblo de Dios tenga que resolver o planear con antelación.

Nuestra mayor preocupación no debe ser cómo llegar allá ni dónde va a ser. Dios va a revelar esas respuestas cuando sea el momento adecuado. El asunto más importante es estar alerta, vigilantes y firmes a nivel espiritual —antes de que suceda.

Esto es exactamente lo que Jesús dice que debemos hacer: “Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre” (Lucas 21:36).

Para aprender más acerca de la promesa de Dios de proteger a su pueblo en los tiempos del fin, lea nuestro artículo “Lugar de refugio”.

Recuadro: ¿Por qué orar para que nuestra huida no sea en sábado?

Cuando Jesús estaba hablando acerca de la necesidad de huir cuando la Gran Tribulación estuviera a punto de comenzar, les dijo a sus seguidores: “Orad, pues, que vuestra huida [escape] no sea en invierno ni en día de reposo”.

Huir durante el invierno sería mucho más difícil, así que tiene sentido orar para que nuestra huida no ocurra en un clima frío e invernal. ¿Pero por qué nos dirá que oremos para que no ocurra en día de reposo?

El día de reposo se refiere al séptimo día de la semana (sábado en los calendarios modernos). El sábado es el día que Dios creó para que las personas descansen del trabajo (y de la rutina normal) y lo adoren (Génesis 2:1-3; Éxodo 20:8-11). Por lo tanto, orar para no tener que huir a un lugar de protección un sábado tiene sentido.

Para que el pueblo de Dios ore con sinceridad por esto, guardar el sábado debe ser una prioridad para ellos. El hecho de que Jesús insistiera en que debemos orar para que no seamos obligados a huir un sábado significa que Jesús espera que su pueblo esté guardando el sábado en los tiempos del fin.

Ni Jesús ni los discípulos enseñaron nunca que el mandamiento del sábado quedaba abolido. Al contrario, Jesús reforzó el sábado (Marcos 2:27-28) y esperaba que su Iglesia de los tiempos del fin lo guardara fielmente.

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