Las familias reconstituidas se han vuelto muy comunes en el mundo occidental. ¿Qué dificultades enfrentan ellas en comparación con las familias tradicionales? Y ¿qué pueden hacer para tener éxito?
Juan y Sara acaban de casarse. Ambos son divorciados y cada uno tiene dos hijos adolescentes de su primer matrimonio. Ahora ambos son padres de dos hijos biológicos y dos hijastros. Ambos tienen buenas profesiones y su deseo es tener un matrimonio feliz que provea de un buen ambiente familiar para sus hijos.
Esta familia reconstituida representa una de las tendencias más generalizadas actualmente en los matrimonios y las familias de los países avanzados: el creciente número de “familias compuestas”.
Según SmartStepfamilies.com, “40 por ciento de las parejas casadas con hijos (i.e., familias) en los Estados Unidos son familias reconstituidas” y “aproximadamente un tercio de las bodas en Estados Unidos conforman familias compuestas”.
Si bien la institución del matrimonio como tal ha ido decayendo en Estados Unidos, cerca de tres de cada cuatro personas que se divorcian deciden volver a casarse. Esto significa que actualmente “100 millones de estadounidenses pertenecen a una familia reconstituida” —lo que suma casi un tercio de la población (ibídem).
Aunque las familias reconstituidas son una tendencia global, Estados Unidos parece llevar la delantera: “…los estadounidenses se casan, divorcian y cohabitan más que cualquier otra sociedad occidental”, indica el sitio brandongaille.com en 21 Noteworthy Statistics of Blended Families [“21 estadísticas destacables acerca de las familias reconstituidas”].
El escenario
Pero volvamos a nuestra familia hipotética.
Juan tiene un hijo y una hija de su primer matrimonio, al igual que Sara, y ambos comparten la custodia de sus hijos con su expareja. Los hijos de Sara viven con ella y su expareja se los lleva un fin de semana al mes. Los hijos de Juan, en cambio, no viven con él todo el tiempo, pero van de visita cada dos fines de semana, algunos feriados y durante una semana del verano.
Mover a los niños de acá para allá complica un poco las cosas, especialmente porque Juan y Sara viven en Austin, Texas, y la expareja de Juan vive a siete horas de ahí, en Houston. Conducir hasta allá y volver para ir por los niños requiere de tiempo y dinero, pero Juan y Sara confían en que pronto todos se acostumbrarán al horario. Afortunadamente, el exesposo de Sara vive en Austin, igual que ellos.
Juan y Sara sabían que su nueva familia sería diferente —sobre todo por el ir y venir de los niños— pero no pudieron rechazar la oferta de una segunda oportunidad en el amor y la felicidad. “Seguramente este matrimonio será mucho mejor”, pensaron; aunque desafortunadamente, las estadísticas están en contra del éxito de su familia. Muchas veces los desafíos inesperados toman por sorpresa a las recién formadas familias reconstituidas.
Dificultades agregadas para las familias reconstituidas
Muchos consejeros familiares y matrimoniales destacan las oportunidades que las familias compuestas tienen para crecer en cooperación y comprensión. Y están en lo cierto: estas familias sin duda tienen muchas oportunidades de crecimiento en estos aspectos.
El lado negativo es la evidencia estadística de las dificultades que estas familias enfrentan.
Por muchos años se pensó que la ventaja económica de vivir en una familia reconstituida en lugar de una monoparental era saludable para los niños. Sin embargo, hoy en día muchos cuestionan esta supuesta ventaja.
“Contrario a lo que algunos científicos sociales han postulado en los últimos años”, dice David Popenoe “(que los efectos de la fragmentación familiar en los niños son modestos y efímeros) hoy existe evidencia substancial de que los resultados de los niños en estas formas alternativas de familia [familias reconstituidas y monoparentales] son significativamente inferiores a los de los niños con familias tradicionales”.
¿Qué tipo de problemas desarrollan? Popenoe continúa: “Los niños en familias reconstituidas o monoparentales son considerablemente más propensos a tener problemas emocionales y de comportamiento, a recibir ayuda profesional de sicólogos, a tener problemas de salud, a tener bajos resultados académicos y a dejar la escuela e irse de la casa antes de tiempo” (Stepfamilies: Who Benefits? Who Does Not? [Familias reconstituidas: ¿quién se beneficia? ¿Quién no?], editado por Alan Booth y Judy Dunn, p. 5).
Además, los niños de familias reconstituidas generalmente reciben menos cariño, comunicación y crianza de sus padrastros que de sus padres biológicos, y estas carencias dificultan su disciplina y adherencia a las reglas del hogar. A menudo son los padres biológicos quienes toman el papel de principales correctores de sus hijos, y esto conduce a que las parejas tengan problemas para ser congruentes con los estándares que se establecen para todos.
En resumen, los niños de familias reconstituidas corren mayor riesgo, y los matrimonios que forman estas familias también corren mayor riesgo de divorcio en comparación a las familias tradicionales (ibídem p. 7).
Cuatro claves para una familia reconstituida exitosa
Obviamente, esto no significa que todas las familias reconstituidas terminen en caos. Existen principios comprobados que aminoran los riesgos, y si usted tiene una familia reconstituida, puede tener un matrimonio y familia exitosos. Éstos son algunos consejos que pueden ayudar.
Clave 1: tratar a todos con respeto.
Dado que en las familias reconstituidas hay más adultos (posiblemente cuatro) involucrados en la toma de decisiones relativas a los niños, habrá conflictos de interés y de voluntad que tendrán que solucionar. Si es posible, evite ofender e intente ser flexible. Trate de dejar los desacuerdos con su “ex” en el pasado y enfóquese en cómo ambos pueden ayudar a sus hijos.
Ofender a alguno de los padres innecesariamente sólo tensará y complicará las cosas. Como dice el proverbio: “El hermano ofendido es más tenaz que una ciudad fuerte, y las contiendas de los hermanos son como cerrojos de alcázar” (Proverbios 18:19). Los resentimientos crean barreras de desconfianza y falta de voluntad y, lamentablemente, la tensión entre exesposos también puede lastimar a los hijos. Una manera de disminuir el riesgo de ofender a otros es tratar a todos con respeto. Eso es lo que el apóstol Pedro quiso decir cuando escribió: “Honrad a todos” (1 Pedro 2:17).
Clave 2: pedir sabiduría a Dios.
La segunda clave es complemento de la primera. Si bien el respeto es un importante primer paso para lidiar con las dificultades de los hijos compartidos, también habrá situaciones que requieran de mucha sabiduría.
Por ejemplo, ¿cuánta autoridad debería tener un padrastro en la disciplina de su hijastro? Esto puede complicarse cuando los niños comiencen a decir: “Tú no eres mi papá [o mamá]” o “Mi papá [o mamá] no me pide que haga eso”.
Y además de los temas de crianza, se requiere sabiduría para determinar cuándo nuestros planes familiares debieran ser firmes o flexibles. Este tipo de decisiones son a menudo difíciles de tomar.
Afortunadamente, la Biblia nos dice: “si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada” (Santiago 1:5).
Clave 3: afinar nuestras habilidades de comunicación.
Incluso dos padres biológicos pueden verse en problemas para ponerse de acuerdo en cuanto a los planes familiares. Si aumentamos el número de padres a cuatro —como a menudo sucede en las familias reconstituidas— las posibilidades de desacuerdo se incrementan exponencialmente. En estas circunstancias es inmensamente necesario tener buenas habilidades de comunicación.
Refriéndose a este tema, el apóstol Pablo escribió: “Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno” (Colosenses 4:6). Tal como usamos la cantidad justa de sal en la comida, debemos aprender a escoger y limitar nuestras palabras para que tengan gracia y sean fáciles de oír.
Para consejos más detallados acerca de este tema, lea nuestros artículos en la sección “Los beneficios y desafíos de la comunicación”, en VidaEsperanzayVerdad.org.
Clave 4: alimentar el matrimonio y a los hijos.
Con todo el ajetreo de las familias reconstituidas, es fácil que los nuevos esposos se descuiden el uno al otro y también a sus hijos. Pero recuerde que ambas partes necesitan atención. Cada cónyuge deberá enseñarles a sus hijos a respetar y obedecer a su padre no biológico; y la pareja misma necesitará forjar una relación sólida para soportar las dificultades agregadas de su familia reconstituida.
En la sección “matrimonio” de nuestro sitio web, encontrará consejos prácticos y bíblicos para tener una relación de pareja exitosa.
Si usted pertenece a una familia reconstituida, le deseamos éxito y con gusto le ofrecemos algunos recursos para ayudar. Además de las claves sugeridas en este artículo, le recomendamos leer “Padrastros” y el resto de los artículos en nuestra sección de “Crianza” en VidaEsperanzayVerdad.org.