La doctrina católica del purgatorio pretende ser la respuesta al dilema de lo que sucede con quienes no son justos ni malvados. Pero ¿es esto verdad? ¿Se menciona el purgatorio en la Biblia?
Casi todas las iglesias tradicionales creen que el alma permanece consciente después de la muerte y, según se haya comportado en vida la persona, se va al cielo o al infierno.
Sin embargo, esta creencia comúnmente aceptada ha dado paso a un dilema inquietante: ¿qué pasa con las personas cuyas vidas no fueron ni muy buenas ni muy malas?
Una persona que tuvo una vida noble, pero nunca aceptó a Cristo, ¿se irá al infierno? Y, ¿qué hay de alguien que profesó creer en Cristo, pero tuvo una vida moral decadente? ¿Se irá al cielo?
La Iglesia Católica romana resuelve estas preguntas con una doctrina que desarrolló a lo largo de varios siglos. La doctrina deriva su nombre del latín purgare, que significa “purificar”. Se trata de la doctrina del purgatorio.
¿Es el purgatorio, un lugar entre el cielo y el infierno donde se purifican las almas, la solución al dilema? ¿Es mencionado el purgatorio en la Biblia?
¿Qué es el purgatorio?
Para entender qué es el purgatorio, debemos considerar la perspectiva católica del pecado. Los católicos creen que existen dos tipos de pecados: los pecados veniales y los pecados mortales.
Los pecados veniales se definen como pecados menores que no son lo suficientemente malos como para merecer el infierno. Aquí se incluyen defectos del carácter o pecados que no afectan a otros; por ejemplo, decir una mentira pequeña o robar una goma de mascar.
Los pecados mortales, en cambio, son pecados grandes que sí merecen el infierno, como por ejemplo engañar al cónyuge o cometer homicidio.
A partir de esta creencia, los teólogos católicos enfrentaron el dilema de determinar qué ocurre con una persona que muere sin haber experimentado lo que se considera el castigo necesario de sus pecados veniales. Entonces, usando principalmente la lógica humana, concluyeron que debía existir un tercer destino, no tan malo como el infierno ni tan dichoso como el cielo. Ese destino se llegó a conocer como el purgatorio, un lugar de purificación.
Dado que, según la teología católica, tanto el perdón como la penitencia (obras que purifican la mancha del pecado y reparan la relación con Dios) son necesarios, se imaginaron el purgatorio como un lugar al que la gente moralmente imperfecta va después de la muerte para que sus pecados sean purificados con un castigo temporal antes de ser admitidas en el cielo.
¿Cuánto tiempo permanece una persona en el purgatorio?
Aunque la Iglesia Católica asegura no saber cuánto tiempo va a estar cada persona en el purgatorio, en general se cree que depende de la cantidad y gravedad de sus pecados veniales. El tiempo que va a durar su estancia allí podría ir desde unos pocos años, hasta décadas o siglos.
Una obra católica clásica, My Catholic Faith [Mi fe católica], lo explica así:
“La profundidad y duración de los sufrimientos de un alma en el purgatorio varían según la gravedad de los pecados cometidos. Quien vivió una larga vida de pecado y se salva del infierno sólo por un arrepentimiento en su lecho de muerte, permanecerá más tiempo en los fuegos del purgatorio y sufrirá más intensamente que un niño, quien ha cometido sólo los pecados veniales de un niño común” (1958, p. 168).
La resurrección es la respuesta bíblica al dilema de qué ocurre con aquellos que murieron en un estado moral intermedio.
Sin embargo, cualquiera que sea la sentencia asignada a una persona en el purgatorio, la teología católica provee de un mecanismo para reducir su duración. Este mecanismo se conoce como indulgencia.
Los católicos creen que los vivos pueden reducir el tiempo que un ser querido pasa en el purgatorio a través de ciertas acciones. Por ejemplo, se pueden recitar oraciones a María o a un santo en favor de la persona. Muchos católicos le rezan a Santa Gertrudis, quien supuestamente tiene una influencia especial para librar a las almas del purgatorio. (Si desea estudiar más acerca de esta práctica, lo invitamos a leer “¿Debemos orarles a los santos?”.)
Quienes han estudiado historia recordarán que la venta de indulgencias para liberar a la gente del purgatorio fue uno de los factores clave que inspiraron la separación de los reformadores protestantes y la Iglesia Católica.
¿En qué se basa la doctrina del purgatorio?
Aunque los católicos intentan usar ciertos versículos bíblicos para defender el purgatorio, algunos admiten que la idea no se revela en la Biblia explícitamente.
A menudo citan pasajes de los libros apócrifos, principalmente de una sección de 2 Macabeos, donde se dice que Judas Macabeo “mandó hacer este sacrificio [oración] expiatorio en favor de los muertos, para que quedaran liberados del pecado” (2 Macabeos 12:46). Sin embargo, los libros apócrifos generalmente no son aceptados como parte del canon por los no católicos. (Para estudiar más acerca de estos escritos, lea “Apócrifos”.)
Frecuentemente se atribuye el desarrollo de esta doctrina a los escritos de los primeros padres de la Iglesia Católica, como Clemente de Alejandría, Orígenes y Agustín de Hipona. Más tarde, la doctrina se formalizó y definió en el Concilio de Lyon II (1274), el Concilio de Florencia (1438-1445) y el Concilio de Trento (1545-1563).
Un intento de respuesta
Cuando examinamos el purgatorio desde una perspectiva bíblica, podemos reconocer que intenta responder una pregunta lógica que se deriva de la idea popular del cielo y el infierno: ¿qué pasa con las personas que no fueron completamente justas ni completamente malas?
Los protestantes a menudo abordan esta pregunta con una de las siguientes posturas:
- Evitan la pregunta y aseguran que sólo Dios sabe lo que ocurre con las personas en esta categoría.
- Adoptan una postura de blanco y negro, condenando al infierno a todo el que no acepte a Jesús.
- Adoptan una perspectiva más indulgente asegurando que Dios juzgará a las personas por lo que hay en sus corazones.
La primera clave para entender por qué estas ideas son erradas es reconocer que la creencia de que las personas se van al cielo o al infierno no es bíblica. Para descubrir por qué, lea “¿Vamos al cielo cuando morimos?” y “¿Qué es el Infierno?”.
La enseñanza bíblica de la resurrección
Aunque los católicos dicen que ciertos pasajes bíblicos aluden al purgatorio, a menudo admiten que este castigo temporal para las personas que no son ni justas ni malas, en realidad responde a una necesidad de la lógica y la razón.
Sin embargo, todas las doctrinas deberían estar firmemente basadas en la Biblia, no en la razón, lógica o tradición humanas.
Primero, la Biblia no menciona la palabra purgatorio ni describe un lugar de castigo temporal después de la muerte. Contrario a lo que casi todas las iglesias enseñan, la Biblia revela que somos mortales y que la muerte es un estado de total inconsciencia. Como escribió Salomón: “los muertos nada saben” (Eclesiastés 9:5). La muerte se compara con el sueño a lo largo de la Biblia (vea, por ejemplo, Salmos 13:3; Juan 11:11, 13; 1 Corintios 11:30).
Todos los muertos (los justos, los no tan justos y los incorregibles) están inconscientes en sus tumbas.
La verdadera esperanza de los muertos es una resurrección futura, cuando todos “se levantarán de su sueño” (Job 14:12). La resurrección es la respuesta bíblica al dilema de qué ocurre con aquellos que murieron en un estado moral intermedio.
La verdad de las resurrecciones
La Biblia revela que los justos serán resucitados cuando Cristo regrese a la Tierra (1 Tesalonicenses 4:16).
Apocalipsis dice que luego habrá otra resurrección, mil años después del regreso de Jesús. Esta segunda resurrección será para “los muertos, grandes y pequeños” (Apocalipsis 20:12), los miles y miles de millones que nunca fueron llamados por Dios y por lo tanto no rechazaron su llamado. En muchos aspectos, éste es el grupo que algunos pensarían que están en el purgatorio.
Cuando todas estas personas sean resucitadas, “los libros” (de la Biblia) les serán “abiertos” (v. 12). Recibirán la percepción espiritual que sólo se puede obtener con el llamamiento de Dios (Juan 6:44). “El libro de la vida” también les será abierto, lo cual representa su oportunidad de acceder al Espíritu de Dios y la vida eterna.
Las personas de la segunda resurrección volverán a la vida y recibirán la oportunidad de aprender acerca de Dios, arrepentirse y vivir según su camino, sin el engaño y la influencia de Satanás. Tendrán una nueva vida para vencer sus pecados y debilidades con la ayuda del Espíritu Santo de Dios (Ezequiel 37:14).
Jesús mencionó que algunas personas del pasado, como la reina de Saba, quien no siguió a Dios ni fue incorregible, tendrá una oportunidad en esta resurrección.
Incluso la gente de Sodoma, que fue malvada pero nunca fue llamada por Dios, recibirá una oportunidad para arrepentirse y cambiar en esta resurrección (Mateo 10:15; 11:24). De hecho, Cristo dijo que se arrepentirán y mostrarán una fidelidad mayor a la de muchos religiosos del primer siglo (Mateo 11:23-24).
Puede leer más acerca de la segunda resurrección en nuestro artículo “¿Qué es el juicio del Gran Trono Blanco?”.
Después de este período, la Biblia describe a un tercer grupo, los incorregibles que no se arrepienten, que será destruido en la “muerte segunda” y el “lago de fuego” (Apocalipsis 20:14-15). Estas personas experimentarán la paga final del pecado: la muerte (Romanos 6:23). La justicia de Dios será decisiva y permanente, pero no cruel, como lo es la idea de un tormento eterno en el infierno.
La esperanza de la Biblia
Aunque la idea del purgatorio consuela a la gente con la idea de que sus seres queridos no están condenados a la eternidad del infierno, la realidad es que provee de una falsa esperanza. No importa qué tan lógico suene, no está en la Biblia.
Afortunadamente, la Biblia tiene una esperanza aún mayor para todos.
No necesita preocuparse porque sus seres queridos estén sufriendo temporalmente en el purgatorio o sufran eternamente en el infierno. Simplemente duermen en paz en sus tumbas, esperando su resurrección.
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