Hombres de fe

La Biblia contiene muchas historias de hombres de fe, como la de los tres hombres que fueron arrojados en un horno ardiente. ¿Qué podemos aprender de estos hombres de fe?

La mayoría de nosotros no hubiera tenido el valor que Sadrac, Mesac y Abed-nego tuvieron cuando estaban delante del rey Nabucodonosor. ¿Quebrantarían la ley de Dios y se inclinarían ante el ídolo? ¿U obedecerían a Dios y se arriesgarían a ser lanzados a un horno ardiente?

Dios registró su asombroso ejemplo de fe y el rescate milagroso en Daniel 3. (Si usted desea leer más acerca de esta historia de fe, lo invitamos a ver nuestro artículo: “Los tres amigos de Daniel” y nuestra historia bíblica para niños “Sadrac, Mesac y Abed-nego y el horno de fuego”.)

Pero, ¿usted que habría hecho? Y si hoy en día nos viéramos enfrentados a una situación similar, ¿qué haríamos?

La fe es un tema destacado en la Biblia. La tenían tanto los hombres como las mujeres (lo invitamos a ver nuestra serie de artículos acerca de las mujeres de fe).

De hecho, sin fe es imposible agradar a Dios (Hebreos 11:6). Por lo tanto, es muy importante entender lo que significa tener fe.

¿Qué es la fe?

En el Nuevo Testamento, la palabra fe se traduce del griego pistis. El New Strong's Expanded Dictionary of Bible Words [El nuevo diccionario ampliado de palabras bíblicas de Strong] dice: “Pistis se usa como creencia con la idea predominante de confianza (o seguridad) ya sea en Dios o en Cristo, surgiendo de la fe en el mismo. ‘Fe’ significa confianza, seguridad y creencia” (p. 1315).

Esto se refiere a la misma confianza y fe en Dios que tenían Sadrac, Mesac y Abed-nego.

De hecho, después de que Dios los salvó de una muerte segura en el horno, Nabucodonosor reconoció su fe y confianza en Dios diciendo: “Bendito sea el Dios de ellos, de Sadrac, Mesac y Abed-nego, que envió su ángel y libró a sus siervos que confiaron en él, y que no cumplieron el edicto del rey, y entregaron sus cuerpos antes que servir y adorar a otro dios que su Dios” (Daniel 3:28).

Si usted desea profundizar en el significado de la fe, lo invitamos a leer nuestro artículo “¿Qué es la fe?”.

Abraham el padre de los fieles

Una de las historias más profundas de los hombres de fe, es la de Abraham.

Muchas personas han leído las historias bíblicas de cómo Abraham confió en Dios dejando su tierra natal y creyendo firmemente en las promesas que Dios le hizo.

“Y lo llevó fuera, y le dijo: Mira ahora los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes contar. Y le dijo: Así será tu descendencia. Y creyó al Eterno, y le fue contado por justicia2 (Génesis 15:5-6).

Abraham creyó y confió en Dios. De hecho, se convirtió en el ejemplo de la fe, tanto para los judíos como para los gentiles. El apóstol Pablo escribió esto acerca de Abraham en Romanos 4:20-22: “Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios, plenamente convencido de que era también poderoso para hacer todo lo que había prometido; por lo cual también su fe le fue contada por justicia”.

Pablo, en el libro de Gálatas, menciona otro aspecto de la fe de Abraham: “Y la Escritura, previendo que Dios había de justificar por la fe a los gentiles, dio de antemano la buena nueva a Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas las naciones. De modo que los de la fe son bendecidos con el creyente Abraham” (Gálatas 3:8-9).

Si seguimos el ejemplo de Abraham de tener fe en Dios y vivir por fe, podemos ser bendecidos junto con el fiel Abraham. Así como él esperaba con fe la llegada del Reino de Dios, así debemos esperar nosotros.

“Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa” (Hebreos 11:9).

Abraham se encuentra entre las personas a las que se refiere este inspirador resumen: conociendo el gran poder que tiene Dios, ¿cómo podemos dudar de Él?

Sabiendo del gran poder que tiene Dios, ¿cómo podemos dudar de Él?

“Conforme a la fe murieron todos estos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra… Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad” (vv. 13, 16).

Si usted desea aprender más acerca de Abraham y su fe, lo invitamos a leer nuestro artículo “La fe de Abraham”.

Algunos hombres de fe no tan conocidos

Generalmente, escuchamos que Noé, Jacob, David, Elías y Daniel tenían una asombrosa fe en Dios, pero la Biblia también tiene otras historias fascinantes de hombres que tuvieron fe.

La fe del centurión (Mateo 8; Lucas 7)

“Entrando Jesús en Capernaum, vino a él un centurión, rogándole, y diciendo: Señor, mi criado está postrado en casa, paralítico, gravemente atormentado. Y Jesús le dijo: Yo iré y le sanaré. Respondió el centurión y dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente di la palabra, y mi criado sanará. Porque también yo soy hombre bajo autoridad, y tengo bajo mis órdenes soldados; y digo a este: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace. Al oírlo Jesús, se maravilló, y dijo a los que le seguían: De cierto os digo, que ni aun en Israel he hallado tanta fe” (Mateo 8:5-10).

El centurión se humilló y tuvo gran fe en Jesús —incluso al punto de creer que él podía sanar a distancia. Y así sucedió, su siervo fue sanado (v. 13).

Ese es el tipo de fe que impresiona a Jesús. Ése es el tipo de fe que nosotros también debemos tener. Debemos creer lo que las escrituras resaltan acerca de la capacidad que Dios tiene para ayudarnos. Él nos dice:

  • “¿Acaso se ha acortado mi mano para no redimir? ¿No hay en mí poder para librar?” (Isaías 50:2).
  • “He aquí que yo soy el Eterno, Dios de toda carne; ¿habrá algo que sea difícil para mí?” (Jeremías 32:27).

Sabiendo del gran poder que tiene Dios, ¿cómo podemos dudar de Él?

La fe de Caleb (Números 14; Deuteronomio 1)

Doce hombres fueron enviados para espiar la Tierra Prometida. Diez de ellos dieron un reporte negativo, no obstante, Josué y Caleb estaban convencidos y tenían fe de que con la ayuda de Dios, Israel podía avanzar y tomar posesión de la tierra.

“Y Josué hijo de Nun y Caleb hijo de Jefone, que eran de los que habían reconocido la tierra, rompieron sus vestidos, y hablaron a toda la congregación de los hijos de Israel, diciendo: La tierra por donde pasamos para reconocerla, es tierra en gran manera buena. Si el Eterno se agradare de nosotros, él nos llevará a esta tierra, y nos la entregará; tierra que fluye leche y miel. Por tanto, no seáis rebeldes contra el Eterno, ni temáis al pueblo de esta tierra; porque nosotros los comeremos como pan; su amparo se ha apartado de ellos, y con nosotros está el Eterno; no los temáis” (Números 14:6-9).

Los israelitas estaban listos para apedrear hasta la muerte a estos dos hombres de fe. Aun asi, Josué y Caleb tuvieron fe, creyeron, que Dios estaría con ellos. Dios tuvo misericordia y permitió que Caleb entrara en la tierra.

“Y oyó el Eterno la voz de vuestras palabras, y se enojó, y juró diciendo: No verá hombre alguno de estos, de esta mala generación, la buena tierra que juré que había de dar a vuestros padres, excepto Caleb hijo de Jefone; él la verá, y a él le daré la tierra que pisó, y a sus hijos; porque ha seguido fielmente al Eterno” (Deuteronomio 1:34-36).

En Números 14:24, leemos que Caleb tenía un espíritu diferente. Los comentarios de Mathew Poole acerca de Caleb, dicen que: “Pero a mi siervo Caleb, por cuanto hubo en él otro espíritu, y decidió ir en pos de mí, yo le meteré en la tierra donde entró, y su descendencia la tendrá en posesión”.

Caleb realmente le creyó a Dios y tuvo fe en que Dios llevaría a Israel a la Tierra Prometida. Ojalá los israelitas lo hubieran escuchado y hubieran seguido su ejemplo. Lo invitamos a leer más acerca de la fe de Caleb en nuestro artículo: “El secreto para enfrentarse con sus gigantes”.

La fe de Simeón (Lucas 2)

Simeón era un hombre justo y devoto: “Y le había sido revelado por el Espíritu Santo, que no vería la muerte antes que viese al Ungido del Señor. Y movido por el Espíritu, vino al templo” (Lucas 2:26-27). Y efectivamente, los padres trajeron al Niño Jesús.

Fue entonces cuando Simeón “le tomó en sus brazos, y bendijo a Dios, diciendo: Ahora, Señor, despides a tu siervo en paz, Conforme a tu palabra; Porque han visto mis ojos tu salvación, La cual has preparado en presencia de todos los pueblos; Luz para revelación a los gentiles, Y gloria de tu pueblo Israel” (vv. 28-32). ¿Qué hay de nosotros? ¿Creemos que Dios nos escucha? ¿Tenemos fe de que Dios va a enviar de regreso a Jesús a la Tierra?

¿Qué pasa con nosotros? ¿Creemos que Dios nos escucha? ¿Tenemos fe en que Dios enviará a Jesús de regreso a esta tierra?

Éste es el único registro de este incidente. Éste era un hombre “esperaba la consolación de Israel” (v. 25). Esta frase significa que Simeón había estado esperando la venida del Mesías. Asi que Dios lo bendijo y le permitió ver al Mesías antes de morir.

Simeón es un hombre de fe poco conocido, no obstante, su historia forma parte del mensaje del evangelio.

La Biblia promete que Cristo va a regresar. Y la Biblia nos asegura que Dios se preocupa por su pueblo. Pero veamos lo que dijo Jesús:

“¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles? Os digo que pronto les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?” (Lucas 18:7-8).

¿Qué pasa con nosotros? ¿Creemos que Dios nos escucha? ¿Tenemos fe en que Dios enviará a Jesús de regreso a esta tierra? Es posible que sepamos esto a nivel intelectual, pero debemos tener fe como Simeón, creyendo que el Mesías va a regresar y va a traer consigo la consolación de Israel y el resto del mundo.

Otros hombres de fe

Con frecuencia, Hebreos 11 es llamado el capítulo de la fe. Contiene los nombres de hombres y mujeres famosos en la Biblia. También incluye una sección en la que se puede profundizar:

“¿Y qué más digo? Porque el tiempo me faltaría contando de Gedeón, de Barac, de Sansón, de Jefté, de David, así como de Samuel y de los profetas” (v. 32).

Estos y otros hombres de fe “hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de leones, apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de espada, sacaron fuerzas de debilidad… más otros fueron atormentados, no aceptando el rescate, a fin de obtener mejor resurrección” (vv. 33-35).

La fe de Jesucristo

No obstante, una de las historias más inspiradoras es la fe que Jesús exhibió. Él es “el autor y consumador de la fe” (Hebreos 12:2). Y debemos considerar “a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar” (v. 3).

Por lo tanto, necesitamos su fe en nosotros. Si usted desea estudiar más acerca de este tema, lo invitamos a leer este artículo que puede ser de gran ayuda: “Cristo en nosotros: ¿cómo vive Él en usted?”.

Tenemos planeado agregar más artículos a esta sección de “Hombres de fe”. Usted va a tener la oportunidad de leer acerca de hombres que confiaron en Dios y creyeron en sus caminos, y también cómo algunos de ellos incorporaron la fe de Jesucristo en sus propias vidas —¡algo que todos debemos hacer!

Lo queremos animar a leer acerca de las promesas de Dios y lo que convertirá en una realidad en nuestro artículo: “Las promesas de Dios: una esperanza cierta”.

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