“Tal como soy” es uno de los himnos más populares del cristianismo protestante. Charlotte Elliott lo escribió en 1835.
La historia narra que ella una vez estaba visitando a un predicador suizo que le preguntó si en realidad ella era cristiana. Esto la hizo sentir incómoda. Más tarde, ella admitió que esta pregunta la turbó en gran manera y le dijo: “Quiero ir a Jesús; pero no sé cómo”.
El predicador le respondió: “¿Por qué no vienes simplemente tal como eres? Solamente tienes que venir a Él tal como tú eres”.
Años más tarde, la señorita Elliott recordó esta conversación e hizo el himno “Tal como soy” —que eventualmente se convirtió en algo siempre presente en los himnarios protestantes. El himno tiene siete estrofas, cada una comienza con la frase “tal como soy”, y después describe los aspectos que según la señorita Elliott, eran lo que significaba venir a Cristo.
Casi 99 años después, un joven llamado Billy Graham se convirtió al cristianismo después de oír este himno en una reunión de reavivamiento. Más tarde llegó a ser uno de los más prominentes evangelistas del siglo XX. Billy Graham alquilaría grandes salones para sus cruzadas, trabajaría con pastores locales de muchas denominaciones y daría poderosos sermones centrados en “venir a Cristo”. Las cruzadas terminaban en un llamado altisonante desde el altar, en donde el Sr. Graham exhortaría a los asistentes a pasar al frente y aceptar públicamente a Jesús como su Salvador.
A medida que cientos de personas hacían fila para hacer esta confesión, “tal como soy” sonaba en el fondo. Algunos estiman que casi tres millones de personas han respondido a estos llamados al altar —pero cuántos han permanecido comprometidos como asistentes a la Iglesia es debatible.
La religión de sentirse bien
El enfoque de “tal como soy” ha llegado a implicar que no es necesario cambiar, y esto es tan sólo un síntoma de una gran tendencia en el cristianismo actual. Muchas iglesias enseñan y practican la religión de sentirse bien. En lugar de enfocarse en el compromiso, la lucha y el crecimiento del carácter, muchas iglesias enseñan una forma fácil de cristianismo. Todo lo que la gente tiene que hacer es aceptar a Jesús. Jesús lo ama tal como usted es y quiere que usted se sienta mejor con respecto de sí mismo. Convertirse en cristiano se define como estar relajado para acudir al llamado del altar, o repetir la oración para que Cristo “entre en su corazón”.
Tanya Luhrmann, una antropóloga sicóloga, investigó el cristianismo evangélico durante varios años y en 2012 publicó un libro: When God Talks Back: Understanding the American Evangelical Relationship with God [Cuando Dios responde: cómo entender la relación evangélica americana con Dios]. En una entrevista con Christianity Today, ella resumió el evangelismo de esta manera: “Lo que las personas quieren de la fe es sentirse mejor de lo que se sentían sin fe”.
En términos sencillos, se trata de sentimientos y experiencias.
El mensaje de Jesús fue muy distinto
Si Jesús caminara en la actualidad como un hombre sobre la Tierra, ¿tendría su ministerio algo parecido al enfoque moderno evangélico? ¿Predicaría el mensaje del “tal como soy”, que se enfoca principalmente en los sentimientos positivos, y pediría a las personas sólo creer en Él sin hacer ningún cambio en su vida?
Su propósito no fue que ellos se quedaran tal como eran, sino ayudarles a convertirse en personas totalmente diferentes.
Un tema central de esta columna es que “Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por los siglos” (Hebreos 13:8). Evaluamos las creencias y costumbres modernas según las palabras y ejemplo de Jesucristo. Genuinamente esperamos que nuestros lectores vayan y reevalúen sus creencias y prácticas para asegurarse de que estén de acuerdo con Jesucristo.
Desafortunadamente, el enfoque moderno rechaza muchos elementos de los llamados a la acción que Jesús realmente enseñó. Jesús interactuó con y enseñó a las personas que fueron menospreciadas por la sociedad por sus carencias morales —los recolectores de impuestos y pecadores (Mateo 9:10). Pero, como todos veremos, su propósito no fue que ellos se quedaran tal como eran, sino ayudarles a convertirse en personas totalmente diferentes.
Analicemos estos elementos del mensaje de Jesús que con frecuencia faltan en el enfoque moderno.
1. Un enfático llamado al arrepentimiento verdadero
El cristianismo evangélico moderno hace énfasis en la creencia y en la profesión.
Crea en Jesús. Sólo acepte a Jesús. Dele su corazón a Jesús.
Por supuesto, creer en Jesús en fe es una parte crucial del cristianismo, pero la creencia no puede estar sola. Lo que con frecuencia es menos enfatizado es creer y actuar según lo que Jesús realmente enseñó. Hay una inmensa diferencia entre sólo creer en Jesús y realmente creerle a Jesús.
Jesús mismo se lamentó de que muchas personas creyeran en Él (llamándolo Señor), pero no creyeran ni hicieran las cosas que Él dijo (Lucas 6:46).
Mencionamos anteriormente que en ciertas ocasiones Jesús se asociaba con pecadores, y cuando esto sucedía era fuertemente atacado por hacerlo. Pero cuando usted lee el relato, se da cuenta que Él se comparaba a sí mismo con un médico (Mateo 9:12). Él quería que fueran mejores —que se elevaran a un estándar más alto— quería llamar a los pecadores al “arrepentimiento” (v. 13).
El mensaje de Jesús giraba en torno al arrepentimiento del pecado (Marcos 1:15; 2:17). Esto requiere identificar exactamente qué es el pecado: “el pecado es infracción de la ley” (1 Juan 3:4). Es por esto que los Diez Mandamientos deben ser enseñados regularmente. Si las iglesias no enseñan acerca de la ley de Dios, las personas ni siquiera sabrán de lo que se tienen que arrepentir. Enseñar acerca de la ley de Dios y del pecado produce culpa, pero no la clase de culpa que debilita y se anida en nuestra vida: debería producir cierta clase de culpa —o “arrepentimiento según Dios”— que nos motive a arrepentirnos y cambiar (2 Corintios 7:10).
El apóstol Pablo enseñó enfáticamente que todos debíamos cambiar: “Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo” (2 Timoteo 2:19). Desafortunadamente, en un esfuerzo por apartarse de los mensajes de “fuego y azufre” que se predicaban anteriormente, muchos predicadores en la actualidad se enfocan totalmente en un mensaje de sentirse bien, “tal como soy”. Dios lo ama, pero Él no quiere que usted permanezca tal como usted es. Él quiere que usted cambie fundamentalmente su vida por medio del verdadero arrepentimiento.
Para aprender más acerca de este mensaje tan ignorado, estudie los artículos acerca del “Arrepentimiento” en VidaEsperanzayVerdad.org.
2. La necesidad del bautismo
Muchas iglesias practican el bautismo de varias maneras. Algunos practican inmersión total; otros, salpican agua o la vierten. Otros obvian sencillamente cualquier forma de bautismo y animan a los nuevos conversos a hacer sólo una confesión verbal de Jesucristo como su Salvador.
Pero si aceptamos la premisa de que el cristianismo debería basarse en seguir el ejemplo de Jesucristo (1 Pedro 2:21), entonces fácilmente podremos discernir en medio de esta confusa maleza de prácticas modernas. En Mateo 3 leemos que Jesús vino a Juan el Bautista para ser bautizado. Ese bautismo claramente era por inmersión total porque Mateo describe cómo Jesús sale fuera del agua (v.16).
Técnicamente, no había razón alguna para bautizar a Jesús. El bautismo es un símbolo de arrepentimiento (v.11), y Jesús no tenía pecados de qué arrepentirse. Pero Él lo hizo para dar un ejemplo. Así como su ministerio comenzó con su propio bautismo, su obra en la Tierra terminó dándoles a sus seguidores la orden de hacer discípulos y bautizarlos (Mateo 28:19). El resto del Nuevo Testamento muestra muchos ejemplos de la Iglesia primitiva cumpliendo esta orden de una manera meticulosa (Hechos 2:38; 41; 8:12; 18:8).
Para el cristianismo moderno es una vergüenza que el verdadero arrepentimiento y el bautismo hayan sido reemplazados en muchas iglesias por una confesión verbal de creencia tímida, inspirada en el momento. Si desea aprender más acerca del bautismo bíblico, lea “¿Qué es el bautismo?”. Si desea aprender más acerca de la clase de creencia que Jesús desea, vea “El evangelio del Reino”.
3. El cristianismo es una lucha
La aceptación de un cristianismo de sentirse bien, “tal como soy”, también ha oscurecido otra parte importante del mensaje de Jesús. Él no describió el cristianismo tan sólo como sentirse bien consigo mismo porque hemos sido perdonados. Él no representó a su Iglesia como un lugar al que los cristianos van para sentirse bien y para que los entretengan.
Jesús describió el cristianismo como una lucha —una batalla de toda la vida contra el pecado.
Jesús describió el cristianismo como una lucha —una batalla de toda la vida contra el pecado.
Jesús dijo: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día [una analogía del autosacrificio], y sígame” (Lucas 9:23, énfasis añadido).
Cuando Jesús habló de negarse a sí mismo, Él no estaba hablando de una penitencia —castigarse o negar el yo en un intento por lograr el perdón. Él estaba hablando de una vida de lucha contra el pecado.
En una de sus enseñanzas más impactantes, Jesús dijo que si nuestro ojo o nuestra mano hace que pequemos, tenemos que “sacarlo” o “cortarla” (Mateo 5:29-30). Ésta es una poderosa figura verbal para mostrar la importancia de luchar contra el pecado. Nuestros ojos y nuestras manos no hacen literalmente que pequemos; el pecado comienza en la mente. Si nuestra mente está morando en el pecado, tenemos que remover esos pecados de nuestra mente. Si estamos practicando el pecado con nuestro cuerpo, tenemos que hacer cambios drásticos para detenernos.
La vida cristiana no gira alrededor de sentirnos bien con nosotros mismos y evitar la culpa. Es una lucha continua, disciplinada contra el pecado y un esfuerzo proactivo para desarrollar el carácter de Jesucristo con la ayuda del Espíritu Santo de Dios (1 Corintios 9:27; Romanos 13:14).
De “tal como soy” a “tal como Él es”
Toda la premisa actual de “tal como soy” pierde de vista el meollo de las enseñanzas de Jesús. El mensaje de Cristo no era que Él quería que usted siguiera siendo tal como usted es, en vez de ello, Dios quiere que usted se convierta en alguien tal como Él es. Esto significa luchar, día a día, año tras año, para acercarnos más y más a Dios y convertirnos en lo que nos ordenaron: “sed, pues, vosotros perfectos, tal como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto” (Mateo 5:48). Jesús fijó el parámetro definitivo de los cristianos como algo muy exigente.
¿Aceptará usted este estándar o permanecerá tal como es?
Hemos preparado dos folletos que explican cómo comenzar el proceso para convertirnos en “tal como Él es”. Descargue y estudie: ¡Cambie su vida! y Los Diez Mandamientos: todavía importan, para aprender más acerca de cómo cumplir los grandes requisitos que Dios tiene para usted.