De la edición Marzo/Abril 2015 de la revista Discernir

¿Es suficiente con la buena moral?

¿Qué clase de persona hace cosas inmorales con impunidad? ¿quién decide qué es inmoral? ¿Hay forma de saber con certeza qué es bueno y qué es malo?

Revisé mi correo y por segunda vez en esta semana, me encontré lo siguiente: “Yo soy… una viuda que estoy envejeciendo y sufriendo de cáncer. Tengo algunos fondos que quiero donar por medio de su organización sin ánimo de lucro, que llegan a 10 millones de dólares… 50 por ciento del total debe ser transferido a un orfanato. Con el 50 por ciento restante usted puede ayudar a su comunidad y también le quiero reconocer sus servicios al cumplir mi última voluntad”.

¿Qué clase de persona…?

A medida que hundía el botón de borrar, me preguntaba qué clase de persona podría caer en semejante estafa. Tal vez sean pocos, pero evidentemente siempre hay varias personas insensatas que caerán. Los criminales detrás de las estafas pueden hurtar sus ahorros y dejar algunas personas inocentes y con frecuencia ancianas, en la miseria.

¿Qué clase de persona puede mentir, engañar y hurtar con tanta impunidad? ¿Cómo puede esa clase de personas vivir consigo mismas? Muchas personas se sentirían ahogadas por el sentimiento de culpa si cometieran un crimen como este.

Nuestras decisiones acerca de lo bueno y lo malo

¿Cómo toma usted decisiones acerca de lo bueno y lo malo en su vida? Con frecuencia, los filósofos proclaman que esto es relativo y que no hay absolutos morales, de tal forma que ¿cómo podemos saber si las decisiones que tomamos son correctas o incorrectas? ¿Cómo sabemos que somos mejores que los criminales que están tratando de embaucar a cualquier ingenuo con escenas fraudulentas?

A medida que nos convertimos en adultos y adquirimos el poder de tomar decisiones más grandes y significativas, cada uno de nosotros se enfrenta al desafío de determinar qué estándares moldearán estas decisiones. Los juicios siempre deben basarse en algún estándar, entonces, ¿qué estándares nos guiarán a medida que tomamos las decisiones que afectan nuestra vida y nuestras relaciones?

Para muchos en la actualidad, estos estándares están basados únicamente en el razonamiento humano. Si el razonamiento humano es la fuente más alta de conocimiento disponible, entonces los conceptos humanos de moralidad deberían ser supremos.

La debilidad

Pero la experiencia nos muestra que no todos los seres humanos razonan de la misma forma. Lo que para una persona es valioso puede ser diferente de lo que lo es para otra. Los que apoyan la insurgencia de ISIS en el Medio Oriente creen que es moral torturar y asesinar brutalmente a todos los que se oponen a sus metas, en tanto que el resto del mundo siente repugnancia por su barbarie.

Si estos terroristas se consideran a sí mismos moralmente correctos en tanto que el resto de la civilización los considera inmorales en extremo, ¿no es obvio que las evaluaciones morales humanas son inadecuadas inherentemente?

Pero, espere. Yo también soy humano. ¿Significa esto que mis evaluaciones de moralidad pueden ser también inadecuadas?

¿Qué es lo que falta?

Todos ven la importancia de la buena moral, pero hay un concepto vital que falta. Sin él, los seres humanos tambalean en la oscuridad espiritual, son heridos y maltratados por realidades espirituales que no pueden percibir.

El concepto que falta está descrito en una palabra sencilla: pecado. Algunos piensan que el pecado es un concepto anticuado con poca relevancia en el mundo actual.

De forma diferente a la moral, el pecado no es determinado por el razonamiento humano o por las fluctuaciones de la sociedad humana. El pecado es determinado por un Dios eterno cuyos estándares trascienden las barreras del tiempo y el lugar. Lo que Él definió ayer como pecado todavía lo es en la actualidad y lo será mañana también, y nadie quedará exento de sus estándares.

Y hay un aspecto más del pecado que lo aparta de la moral. Hay una pena de muerte por cometer pecado (Romanos 6:23), y nadie quedará exento de esto tampoco.

Las buenas noticias son que ese Dios que define el pecado también “desea que todos los hombres sean salvos” (1 Timoteo 2:4).

¿Cómo podemos saber lo que es correcto?

“Pero”, algunos dirán: “las diferentes personas adoran dioses diferentes y estos dioses tienen parámetros diferentes. ¿Cómo podemos saber cuál es el correcto?” Creámoslo o no, el Dios verdadero piensa que es una pregunta justa, y Él no nos dejó en la oscuridad sin ninguna respuesta.

Dios afirma que Él tiene el derecho de decirnos cómo vivir nuestra vida y cuáles deberían ser nuestros parámetros.

Pero tengo una mente que tiene la capacidad de razonar. ¿Qué derecho tiene Él de decirme lo que debería y no debería hacer?

Dios muestra sus credenciales

En una presentación formal, un orador con frecuencia comienza diciéndole a la audiencia por qué debería escucharlo.

¿Ha leído alguna vez el comienzo de la Biblia teniendo en mente esta perspectiva? Muchos buscan en Génesis 1 la evidencia científica o histórica del comienzo de nuestro mundo. Algo de esta información está allí, pero hay más. ¿Estamos pasando por alto la introducción siempre vigente que Dios hace de sí mismo y sus credenciales en este pasaje? Veamos un resumen de lo que nos muestra en realidad.

Todo comienza con una orden de Dios —y las estrellas y los planetas y la luz existieron. Luego en el versículo 3 sencillamente dijo: “sea la luz” y de la oscuridad que todo lo envolvía hasta hacía un instante, salió esta sorprendente energía que los científicos todavía se esfuerzan por entender.

A medida que avanza el relato, este gran ser tomó materia inerte y le dio vida y la habilidad de reproducirse consistentemente de acuerdo con patrones únicos y plantó vida que creció. Después, Él utilizó más materia inerte y creó animales con cerebros e instintos y todo lo concerniente a sus conductas maravillosas e intrincadas.

Y luego trajo a la existencia a los seres humanos y les dio una capacidad especial de pensar y razonar y tomar decisiones morales. E hizo saber claramente que ellos habían sido hechos como Él —a su imagen y semejanza y ninguna otra criatura había sido hecha así. Y como acto final de su semana de creación, Él apartó y bendijo un período especial en el ciclo semanal para que fuera algo diferente del tiempo regular.

Dios dejó toda esta evidencia ante su audiencia y proclamó que todo lo que Él había creado era “bueno en gran manera”. Cualquiera, al examinar esta evidencia, se sentiría asombrado de un ser que es capaz de hacer estas cosas. Claramente, el hombre es incapaz de hacer algo de esto.

Las opciones humanas

Después de fundamentar su derecho a instruirlos, Dios les reveló el bien y el mal, lo bueno y lo malo, al primer hombre y a la primera mujer. Desafortunadamente, ellos escogieron darle más valor a su propio razonamiento humano (creyendo la perspectiva de Satanás) que al conocimiento revelado de Dios, y los resultados fueron trágicos. Sin lugar a dudas, ellos se sintieron justificados para tomar las decisiones morales que tomaron. Pero, según la definición de Dios, ellos eran pecadores; y la historia que ha seguido después ha mostrado que Dios estaba en lo cierto y ellos estaban errados.

Aun así, la historia bíblica muestra que la humanidad todavía duda acerca de la autoridad de Dios para determinar el bien y el mal. Tal vez uno de los más famosos relatos ocurrió cuando Dios envió dos hombres ancianos, Moisés y Aarón —para dar su mensaje a uno de los más poderosos hombres en la Tierra— el faraón de Egipto (Éxodo 5:1).

Ellos tenían que entender que es Dios, no el hombre, quien establece lo correcto y lo incorrecto —quien determina qué es pecado y qué no lo es.Muchos egipcios creían que el faraón era divino y la historia nos dice que los antiguos egipcios adoraban cientos de dioses. Pero el Dios de Israel no estaba en su panteón. El mundo antiguo creía que había incontables dioses y diosas que gobernaban diferentes lugares, personas y poderes.

Este gobernante antiguo probablemente pensaba que el Dios de Israel era débil y sin poder ya que Él no había sido capaz de librar a Israel de la esclavitud de los egipcios.

Cuestionando a Dios

En esencia, la soberbia respuesta del faraón al mensaje de Dios fue, ¿quién es este Dios de los hebreos esclavos, para que yo obedezca su voz y deje ir a Israel? ¡Ni siquiera sé quién es este Dios suyo! (Vea Éxodo 5:2).

En poco tiempo, este gobernante y su poderosa nación se derrumbaron en caos y todos los dioses que ellos adoraban quedaron como algo sin poder delante de éste Dios de los esclavos hebreos (Éxodo 12:12). Ya nunca más alguien se preguntó quién era este Dios y por qué debía obedecerle.

Aunque el faraón se hizo esta pregunta, no era el único que necesitaba saber la respuesta. Los mismos israelitas debían saber quién era este Dios que los había sacado de la esclavitud y los estaba llevando a la Tierra Prometida casi cuatro siglos antes a su antecesor Abraham.

Antes de que estos esclavos liberados pudieran entrar a la Tierra Prometida, ellos tenían que entender que es Dios, no el hombre, quien establece lo correcto y lo incorrecto —quien determina qué es pecado y qué no lo es.

Al pie del monte Sinaí

A medida que los israelitas esperaban, temblando de miedo al pie de la montaña, Dios comenzó a decirles por qué debían obedecer su voz: “Yo soy el Eterno tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre” (Éxodo 20:2).

Luego, Él les explicó los 10 principios siempre vigentes que definen el bien y el mal —principios para siempre que trascienden cualquier idea de moralidad humana.

Poco antes de que estuvieran listos para entrar a la Tierra Prometida, Él instruyó a Moisés para que les recordara que estos principios no eran regulaciones arbitrarias; fueron dados en amor y para el bien de aquellos que los atesoraran como los valores más importantes de la vida (Deuteronomio 30:15-20).

La solución al pecado

Como aquellos israelitas del pasado, muchos de nosotros hemos pasado por alto, ignorado o descuidado estos principios eternos. Al hacerlo, nos hemos traído sufrimiento y dolores a nosotros y a nuestros seres queridos, así como la pena de muerte. Pero Dios no quiere ver a sus hijos morir (Ezequiel 33:11), así que Él nos ofrece una forma para que nuestro castigo sea pagado para que podamos encaminar nuestra vida en el sendero correcto.

Este sendero —un camino que conduce al perdón, gozo y salvación definitiva— está revelado en la serie anual de observancias sagradas, comenzando con la misma Pascua que Jesús mismo celebró.

Preguntarse por qué deberíamos permitir que Dios establezca los principios y valores morales y éticos por los cuales debemos vivir en la actualidad —y que nos den la información vital acerca del pecado— es perfectamente razonable. Ignorar o dejar de lado su contundente respuesta, no lo es.

Todavía sigue siendo la decisión más importante

Decidir quién va a establecer los estándares por los cuales debemos basar nuestra vida sigue siendo la decisión más importante que podremos tomar y no es una decisión que podemos dilatar o ignorar. Ser una persona de buena moral es una meta loable, pero sin el conocimiento de Dios, nunca será suficiente.

Aunque la arrogancia de Faraón le costó caro, sigue siendo importante que cada uno de nosotros hagamos humildemente la misma pregunta: ¿Quién es este Dios para que yo le obedezca?

Cuando sepa la respuesta, querrá saber más sobre lo que Él quiere que haga. Estos folletos basados en la Biblia pueden ayudar:

 

Recuadro: Rescate del pecado

Dios rescató a los israelitas esclavos del arrogante faraón en dos fases, conmemoradas por dos festivales bíblicos. Éstos nos ofrecen conmovedores recordatorios de cómo Dios puede salvarnos del pecado en la actualidad.

Pascua: rescate de la muerte

Primero, Dios salvó a los israelitas de la muerte. El usó 10 plagas —la última trajo la muerte de los primogénitos tanto de los seres humanos como de los animales en Egipto (Éxodo 11:4-5)— para convencer finalmente al obstinado faraón de que dejara ir a su pueblo. Dios dijo que cada familia israelita debía sacrificar un cordero y pintar con su sangre el dintel de la puerta de su hogar. La sangre del cordero marcaría las familias que serían protegidas, pasarían por encima de ellas.

Este festival anual sigue siendo la conmemoración clave del papel de Jesucristo al salvarnos. Los corderos prefiguraban: “porque nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros” (1 Corintios 5:7). Cuando Jesús y sus discípulos observaron la Pascua la tarde antes de que Él muriera, Él dio los nuevos símbolos para la Pascua del Nuevo Testamento.

Jesús, “El Cordero de Dios” (Juan 1:29), les dijo a sus seguidores que debían tomar vino como símbolo de su sangre “que por muchos es derramada para remisión de los pecados” (Mateo 26:28). Jesús dijo: “El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero” (Juan 6:54).

Sin el perdón de pecados, todos moriríamos para siempre, porque “la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 6:23). La Pascua nos recuerda que Jesús pagó la pena de muerte por todos aquellos que se han arrepentido.

Panes Sin Levadura: rescate de la esclavitud

Después de la Pascua, Dios guió a los israelitas fuera de su esclavitud en Egipto. Su precipitado éxodo fue recordado por el pan sin levadura que comieron. Ellos partieron tan rápidamente que no tuvieron tiempo para permitir que sus masas leudaran y el pan creciera.

Dios diseñó la semana de la Fiesta de Panes Sin Levadura para enseñarnos lecciones acerca de salir de la esclavitud del pecado. Durante esta semana, la levadura representa la sutil y penetrante corrupción del pecado. Remover la levadura y comer alimentos sin levadura nos ayuda a enfocarnos en lo que dice el apóstol Pablo, removiendo “la levadura de malicia y de maldad” (1 Corintios 5:8).

Los cristianos que celebran estos festivales bíblicos en la actualidad crecen en su apreciación al ofrecimiento de Dios para salvarlos de la pena de muerte de sus pecados y rescatarlos de la esclavitud del pecado. Ellos responden al amor de Dios al aceptar sus estándares del bien y del mal, buscando su ayuda en su lucha diaria por sobreponerse al pecado.

Lea más acerca de las lecciones de la Pascua y la Fiesta de Panes Sin Levadura en nuestro folleto: Las fiestas santas de Dios: Él tiene un plan para usted

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