De la edición Marzo/Abril 2020 de la revista Discernir

¿Nació usted con el pecado original?

Una creencia largamente aceptada en el mundo cristiano es que los seres humanos nacen con la mancha del pecado original. ¿Es esto cierto? ¿Cada niño nace culpable del pecado de Adán?

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La mayoría de las personas no miran a los bebés y piensan que son pecadores que merecen castigo. Pero una doctrina que sostiene la mayoría de las iglesias cristianas enseña que los bebés nacen con pecado en su historial.

Esto se conoce como la doctrina del pecado original y es profesada (en una forma u otra) por algunas de las denominaciones cristianas más grandes de la Tierra.

¿Cuál es el razonamiento detrás de esta doctrina? ¿Es verdad? ¿Heredan los bebés el pecado al momento de su nacimiento? ¿Es lo que la Biblia enseña acerca del pecado?

La doctrina del pecado original y la caída del hombre

Aunque la idea puede rastrearse a múltiples escritores católicos del primer siglo, el teólogo que desarrolló la mayor parte de esta enseñanza fue Agustín de Hipona. Agustín se convirtió al cristianismo del paganismo casi 300 años después de la era del Nuevo Testamento.

La doctrina está basada en la historia de Adán y Eva. La interpretación es esencialmente que después de que Adán escogió tomar del fruto prohibido, su naturaleza se alteró y se convirtió en alguien inherentemente torcido y corrupto. Pero este cambio en la naturaleza no se aplicó sólo a Adán. Según Agustín y otros, el pecado de Adán resultó en la caída de la gracia de todos los seres humanos que vinieron después de él. Esto con frecuencia es llamada la caída del hombre.

Esta perspectiva considera que el pecado es una enfermedad transmitida de padres a hijos antes del nacimiento. La caída de Adán fue la caída de todos los que vinieron después de él —toda la raza humana. Según esta teoría, no sólo la descendencia de Adán y Eva recibió la naturaleza de Adán, sino también su pecado. El pecado de Adán, o el pecado original, como llegó a ser conocido, es visto como una mancha en el alma con la que cada ser humano nace.

Por esto es que las denominaciones más grandes que creen en el pecado original tienen la costumbre de bautizar a los infantes. Este bautismo, usualmente hecho derramando agua sobre la cabeza del infante, se lleva a cabo para quitar el pecado original. Si desea profundizar en lo que la Biblia enseña acerca de este tema, lea nuestro artículo en línea: “¿Bautismo infantil?”.

¿Pasó Adán su pecado a sus hijos?

Aunque una buena parte del cristianismo en el mundo se adhiere a estas ideas, a los cristianos que les gusta analizar deberían mirar las doctrinas que surgieron años después del registro del Nuevo Testamento con ojos críticos y preguntarse: ¿tiene sus raíces en la Biblia —la Palabra inspirada de Dios— o las ideas del hombre?

Primero, la frase pecado original no se encuentra en ninguna parte en la Biblia. Fue acuñada años después de que la Biblia se completara. Aunque la elección que hizo Adán en Génesis 3 fue ciertamente un pecado, en ninguna parte del recuento de Génesis dice que sus hijos heredaron el pecado. De hecho, la primera vez que aparece la palabra pecado en la Biblia es cuando Dios advirtió a Caín, el hijo de Adán, que “el pecado está a las puertas”, por el tema de la ira de Caín (Génesis 4:6-7).

Ciertamente, el pecado de Adán tuvo consecuencias para sus descendientes. Dios proclamó: “He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal; ahora, pues, que no alargue su mano y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre” (Génesis 3:22-23).

Entonces vemos:

  • Adán y Eva escogieron desobedecer a Dios —pecar— después de haber sido tentados por el primer pecador, Satanás (vea nuestro artículo en línea: “Satanás: un perfil”). Desde entonces todos han tomado la misma decisión. El pecado entró en la humanidad, y cada persona va por ese sendero por su propia decisión.
  • Ya que el pecado y la muerte entraron en la humanidad, Adán y su familia se desconectaron a sí mismos de Dios. Ya no pudieron disfrutar de las bendiciones y el perfecto medio ambiente del jardín del Edén o tener acceso a la oportunidad de vivir para siempre (Génesis 3:19; Romanos 6:23; Isaías 59:2).

Sin lugar a dudas, las consecuencias de la elección de Adán tuvieron un enorme efecto en la historia de sus descendientes.

El libro de Proverbios lo expresa de esta forma: “por cuanto aborrecieron la sabiduría, y no escogieron el temor del Eterno, ni quisieron mi consejo, y menospreciaron toda reprensión mía, comerán del fruto de su camino, y serán hastiados de sus propios consejos” (Proverbios 1:29-31).

En otras palabras, Adán y sus descendientes escogieron rechazar a Dios y su camino y esto hizo que Dios los cortara de Él, permitiéndoles que experimentaran “el fruto de su camino”. Esto es una referencia a todo el sufrimiento que se acarrearían por escoger el camino del pecado.

El pecado siempre es un tema personal

Cuando analizamos las enseñanzas acerca del pecado en la Biblia, vemos claramente que Dios considera que el pecado es algo personal. En otras palabras, el pecado siempre le es imputado a la persona que decide personalmente quebrantar la ley de Dios (1 Juan 3:4).

Aunque los pecados de una persona pueden traer consecuencias que afectan a otros, la culpa espiritual recae sólo en la persona que comete el pecado.Aunque los pecados de una persona pueden traer consecuencias que afectan a otros, la culpa espiritual recae sólo en la persona que comete el pecado.

En la época del profeta Ezequiel, había una creencia común de que los niños de alguna manera heredaban los pecados de sus ancestros. Esto era expresado en el proverbio que Ezequiel citó: “¿Qué pensáis vosotros, los que usáis este refrán sobre la tierra de Israel, que dice: Los padres comieron las uvas agrias, y los dientes de los hijos tienen la dentera?” (Ezequiel 18:2). Este refrán no tenía en cuenta para nada lo que Dios había dicho, un rechazo total de la idea de un pecado heredado (vv. 2-3).

La forma en que Dios refutaba esta idea está resumida en los versículos 20 y 30: “El alma que pecare, esa morirá; el hijo no llevará el pecado del padre, ni el padre llevará el pecado del hijo; la justicia del justo será sobre él, y la impiedad del impío será sobre él… Por tanto, yo os juzgaré a cada uno según sus caminos, oh casa de Israel”.

El mensaje es claro: Dios hace responsable a cada persona de sus propios pecados. Si bien las consecuencias del pecado pueden impactar generaciones futuras, Dios no hace culpable a alguien de los pecados de otros, ni siquiera de los de Adán.

Jesús enseñó claramente que “…todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado” (Juan 8:34). Las personas no nacen “esclavos del pecado” —ellos se convierten en esto cuando por primera vez deciden pecar. Muchas escrituras muestran que las personas llevan la culpa de su propio pecado (Isaías 3:10-11; Jeremías 17:10; Romanos 14:12).

Si desea aprender más acerca de lo que la Biblia enseña del pecado, lea “¿Qué es el pecado?

¿Enseña Romanos 5 el pecado original?

La escritura que con más frecuencia citan los que proponen el “pecado original” es Romanos 5:12. El comienzo de la escritura dice: Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres…”.

Si usted deja de leer, esto podría ser interpretado como que la muerte pasó a todos los hombres por el pecado de “un hombre” (Adán). Pero veamos las últimas tres palabras del versículo.

“…por cuanto todos pecaron” (Énfasis añadido).

Al leer la última parte como un todo, lo hace claro: “la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron”. Cuando Adán (un hombre) escogió pecar, el pecado entró a la humanidad (“el mundo”) y la presencia del pecado en el reino humano resultó en la pena de muerte (ver Romanos 6:23). La muerte, como consecuencia del pecado, pasó a todos los hombres —porque “todos pecaron”.

En otras palabras, todos nosotros hemos seguido el ejemplo de Adán y hemos pecado, por lo tanto, nos ganamos el mismo castigo que él se acarreó. Pablo escribió eso claramente en Romanos 3:23: “por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios”.

Nacemos en un mundo pecaminoso

No, no nacimos con la mancha del pecado de Adán en nuestra alma o conciencia. Pero nacimos en un mundo que ha seguido básicamente el mismo camino que Adán escogió en el Jardín —un mundo que escoge vivir su propio camino aparte de Dios, que adopta el pecado en sus muchas formas, y continúa estando bajo el engaño de la serpiente engañosa (1 Juan 5:19).

Pero la buena noticia es que podemos escoger salir de este mundo para arrepentirnos de nuestros pecados y ser perdonados por medio del sacrificio de Jesucristo (Romanos 5:15-19). Dar este paso puede llevarnos fuera del camino pecaminoso delineado por Adán y entrar en el camino estrecho delineado por Jesucristo.

Para aprender cómo puede arrepentirse usted de sus pecados personales y buscar el camino de vida que Adán rechazó, lea nuestros artículos acerca de “¿Cómo debemos arrepentirnos?” y “¿Qué es conversión?

Recuadro: ¿Nacimos con una naturaleza humana perversa?

Los pequeños bebés inocentes empiezan su vida de esa forma —inocentes, ni buenos, ni malos. Pero todos muy pronto absorberán y adquirirán las tendencias hacia la actitud egoísta y egocéntrica trasmitida por Satanás, el príncipe del poder del aire (Génesis 8:21; Efesios 2:2). Con el tiempo, cada ser humano se corrompe con egoísmo, vanidad y otros pensamientos negativos.

Sin embargo, todavía es importante entender que no somos tan malos todo el tiempo. Adán y Eva, y todos nosotros que vinimos después, tomamos del árbol del conocimiento del bien y del mal (Génesis 2:9; 3:6) —una mezcla de bien y mal. ¿No hemos visto todos los maravillosos ejemplos de autosacrificio, compasión, ternura y amor por los seres humanos, aun por personas que en otros momentos pudieron hacer cosas horribles? Desde el principio, el fruto del árbol prohibido ha producido resultados mixtos en la vida de todos.

Sin embargo, la naturaleza básica de la humanidad está saturada con la influencia espiritual de Satanás, haciendo que lo que llamamos la naturaleza humana sea fundamentalmente hostil a la naturaleza de Dios: “Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden” (Romanos 8:7).

Sin embargo, las buenas noticias son que Dios tiene un plan para redimir a la humanidad y traerla de nuevo a su árbol de la vida y la maravillosa noticia es que esto también es una decisión. Dios nunca impone su voluntad a la humanidad, sino que le da libre albedrío (Deuteronomio 30:19).

Usted puede dar pasos hoy para comenzar a cambiar su naturaleza. No tiene que sucumbir a la influencia del dios invisible del presente siglo malo. Con la ayuda de Dios, usted puede cambiar su naturaleza, a medida que cambia su vida.

(Extraído de nuestro artículo: “¿Qué es la naturaleza humana?”.)

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