¿Cuál es el significado de esos misteriosos símbolos del libro de Apocalipsis? ¿Son relevantes hoy en día? ¿Qué nos dicen acerca del futuro cercano?
El libro del Apocalipsis ha sido objeto de numerosos debates a lo largo de los años. Se han propuesto diversas ideas acerca de cómo interpretarlo: como una época ya pasada, una alegoría del bien contra el mal y una profecía futura, por nombrar sólo algunas.
El Apocalipsis está repleto de imágenes y simbolismo, lo que explica la diversidad de interpretaciones. Sin embargo, tomar en cuenta dos claves nos permitirá contar con el marco adecuado para descifrarlo:
- Primero, tenemos que creer en la Biblia.
- En segundo lugar, debemos dejar que la Biblia se interprete a sí misma.
Las siguientes son explicaciones (basadas en las Escrituras) de ocho símbolos diferentes que se encuentran en el libro de Apocalipsis.
“Las llaves de la muerte y del Hades”
Jesucristo hace un comentario profundo en Apocalipsis 1:18: “Y tengo las llaves de la muerte y del Hades”.
La verdadera enseñanza bíblica acerca de la muerte y el Hades ha permanecido sepultada en el fango del paganismo durante siglos. Como resultado, muchos desconocen el significado de “las llaves de la muerte y el Hades”.
¿Qué pasa después de morir? ¿Qué es el Hades? ¿Y qué tienen que ver la muerte y el Hades con las llaves?
La muerte marca el final de la vida, lo sabemos. Pero lo que muchos pasan por alto es lo que sucede después de la muerte, algo que sólo la Biblia revela.
Al morir, se describe que los seres humanos duermen (Salmos 13:3; Daniel 12:2; Hechos 13:36). El lugar donde se encuentran estos muertos inconscientes se llama Hades, una palabra griega que se refiere a “la tumba”, “la fosa” o “lugar de los muertos”. Hechos 2:27 usa la palabra “Hades” para describir el lugar donde se encontraba el cuerpo de Cristo cuando estuvo muerto durante tres días y tres noches.
En resumen, el Hades es donde están los muertos; los muertos no tienen conciencia en dondequiera que estén. Los muertos duermen en la tumba (Hades), completamente inconscientes del paso del tiempo (1 Tesalonicenses 4:13; Eclesiastés 9:5).
Que Cristo posea estas llaves, es un poderoso recordatorio de que Dios no se ha olvidado de los que han muerto. Jesús afirmó que tenía autoridad sobre el Hades, declarando que sólo Él podía romper el sello de la muerte y resucitar a las innumerables personas fallecidas. Esto es lo que Dios hará en los tiempos señalados para las resurrecciones (Apocalipsis 20).
“No os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz” (Juan 5:28).
Para aprender más acerca de la muerte, el Hades y las resurrecciones, consulte nuestros artículos “¿Vamos al cielo cuando morimos?“, “¿Qué es el infierno?“ y “¿Qué son las resurrecciones?“.
“La llave de David”
Este símbolo proviene de un pasaje que describe a Cristo: “Esto dice el Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre” (Apocalipsis 3:7).
Ésta es una referencia a una profecía mesiánica de Isaías 22:
A medida que el mundo se precipita hacia una decadencia moral y las tensiones geopolíticas se vuelven cada vez más inestables, la relevancia de los símbolos del Apocalipsis se hace más evidente que nunca.
“En aquel día llamaré a mi siervo Eliaquim, hijo de Hilcías... y pondré la llave de la casa de David sobre su hombro; y abrirá, y nadie cerrará; y cerrará, y nadie abrirá” (vv. 20, 22).
Históricamente, quien poseía esta llave ocupaba el alto cargo de mayordomo de la casa real. Según Ellicott’s Commentary [el Comentario de Ellicott], el mayordomo “era el único que decidía quién entraría en la cámara del rey y para quién se abriría el tesoro real”.
La profecía se cumplió por primera vez en Eliaquim, mayordomo del rey Ezequías, pero según Apocalipsis 3, Jesús es el cumplimiento máximo de esta profecía.
¿Pero cómo se aplica esto a Jesús?
“David” significa “amado”. Así que la “llave de la casa de David” es también la llave de la casa del Amado. Y el Amado no es otro que el profetizado descendiente de David, el Hijo de Dios (Mateo 3:17).
En Hebreos 3:6, aprendemos que Jesús actúa como mayordomo de su propia casa, la Iglesia y la familia de Dios. Mediante su muerte, nos abrió el camino a esa casa. En el mismo versículo, el autor recuerda a los cristianos: “somos la casa de Dios si nos armamos de valor y permanecemos confiados en nuestra esperanza en Cristo” (Nueva Traducción Viviente).
Jesús tiene la llave de David porque Él es la puerta de entrada a la familia de Dios (Juan 14:6). Gracias a Él, podemos tener comunión tanto con Dios el Padre como con Jesucristo, como miembros de la verdadera... casa real (v. 23).
Para más información acerca de la llave de David, vea nuestro artículo acerca del mensaje de Apocalipsis 3 a “Filadelfia“.
Los cuatro jinetes del Apocalipsis
En Apocalipsis 6 se desarrollan seis visiones distintas, las primeras cuatro están unidas entre sí por jinetes.
El caballo blanco representa el engaño religioso (Apocalipsis 6:2; Mateo 24:5); el rojo, la guerra y la división (Apocalipsis 6:4; Mateo 24:6); el negro, el hambre y los desastres que la causan (Apocalipsis 6:5-6; Mateo 24:7); y el caballo pálido, la enfermedad y otras causas de muerte prematura (Apocalipsis 6:8).
Estos jinetes simbolizan condiciones que han asolado a la humanidad durante mucho tiempo, pero que se intensificarán enormemente en el fin de los tiempos. Debido a su cabalgata colectiva, el mundo estará sujeto al engaño, la división, la destrucción y la muerte. La única solución es el regreso de Jesucristo, cuando restaure la Tierra a una condición similar a la del Jardín del Edén (Hechos 3:21).
Por más aleccionadores que sean los efectos de los jinetes, se nos recuerda dos veces en Apocalipsis 6 que Dios les ha puesto límites.
Dios controla la severidad del hambre, así como el número de muertes por “la espada”, el “hambre” y “las fieras de la tierra” (vv. 6 y 8).
Para obtener más información acerca de los cuatro jinetes, consulte nuestro artículo “¿Qué son los cuatro jinetes del Apocalipsis?“.
Trompetas
El libro de Apocalipsis presenta siete ángeles, cada uno con una trompeta. Cada toque de estas trompetas anuncia un evento catastrófico que impactará profundamente al mundo (Apocalipsis 8 y 9).
Juan probablemente conectó este tiempo futuro con la fiesta bíblica de las Trompetas.
Levítico 23 proporciona detalles acerca de cómo los israelitas debían observar este día: “En el mes séptimo, el primer día del mes tendréis día de reposo, una conmemoración al son de trompetas, y una santa convocación” (v. 24, énfasis añadido).
En el Antiguo Testamento, los toques de trompeta de un cuerno de carnero o de una trompeta de metal se utilizaban para comunicarse y advertir acerca de una guerra o una calamidad inminente.
Dada la magnitud destructiva de las plagas anunciadas por las trompetas en Apocalipsis, que causan estragos en la Tierra y matan a gran parte de la humanidad, este período corresponde al profetizado “Día del Señor“. Las plagas, los desastres naturales, las anomalías astronómicas y las muertes que acompañan a las trompetas coinciden con diversas descripciones de este tiempo.
Considere cómo el profeta Joel asoció los toques de trompeta con el Día del Señor: “Tocad trompeta en Sion, y dad alarma en mi santo monte; tiemblen todos los moradores de la tierra, porque viene el día del Eterno, porque está cercano” (Joel 2:1, énfasis añadido).
Jeremías también profetizó acerca de este mismo tiempo: “¡Mis entrañas, mis entrañas! Me duelen las fibras de mi corazón; mi corazón se agita dentro de mí; no callaré; porque sonido de trompeta has oído, oh alma mía, pregón de guerra… Miré a la tierra, y he aquí que estaba asolada y vacía; y a los cielos, y no había en ellos luz” (Jeremías 4:19, 23, énfasis añadido).
Las trompetas del Apocalipsis simbolizan el comienzo de la ira de Dios en la Tierra, que anuncia el inminente regreso de Jesús.
La mujer
Apocalipsis 12 nos presenta a una mujer cuyo simbolismo cambia al menos una vez a lo largo del capítulo.
Lo primero que aprendemos acerca de ella es su apariencia: está “vestida del sol, con la luna debajo de sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas” (Apocalipsis 12:1).
La imagen del sol, la luna y las estrellas se remonta a un sueño que tuvo José, el cual proporciona el contexto para este símbolo. Observen lo que les dijo a sus hermanos: “He aquí que he soñado otro sueño, y he aquí que el sol y la luna y once estrellas se inclinaban a mí” (Génesis 37:9). Los hermanos de José eran las once estrellas. Su madre era la luna; su padre, el sol.
Basándonos en esta conexión, así como en cómo la mujer en Apocalipsis 12 da a luz al Mesías (v. 5), este símbolo representa a la nación de Israel.
Pero después del versículo 5, su identidad cambia. “Y la mujer huyó al desierto, donde tiene lugar preparado por Dios, para que allí la sustenten por mil doscientos sesenta días” (v. 6).
Huir y experimentar la protección divina: esto es lo que hizo la Iglesia del Nuevo Testamento cuando Roma reprimió al cristianismo, y lo que todavía hará la Iglesia de Dios del fin de los tiempos para escapar de la persecución mortal. El versículo 17 también respalda esta lectura: “Entonces el dragón se llenó de ira contra la mujer, y se fue a hacer guerra contra el resto de la descendencia de ella, los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo” (énfasis añadido).
La Iglesia del Nuevo Testamento es el único grupo en la Tierra que verdaderamente obedece a Dios y a Jesucristo. También sabemos que la Iglesia es llamada “el Israel de Dios” (Gálatas 6:16) y es comparada con la “Jerusalén de arriba”, que es “la madre de todos nosotros” (Gálatas 4:26).
Por lo tanto, la mujer también simboliza la nación espiritual de Israel —los discípulos y la futura esposa de Jesucristo (Apocalipsis 19:7).
La bestia
La bestia es un personaje destacado en la saga del Apocalipsis.
Juan lo describe como “que tenía siete cabezas y diez cuernos, y en sus cuernos diez diademas, y sobre sus cabezas un nombre blasfemo”. También lo comparó con “un leopardo”, con pies “como los de un oso” y una boca “como la boca de un león” (Apocalipsis 13:1-2).
Obviamente ningún animal literal tiene estas características.
Al examinarlo más de cerca, encontramos que este pasaje es paralelo a una visión que Daniel había recibido siglos antes.
Daniel vio cuatro bestias que representaban cuatro imperios sucesivos (Daniel 7:17): un león (Babilonia), un oso (Medo-Persia), un leopardo de cuatro cabezas (Greco-Macedonia) y un cuarto no identificado (el Imperio Romano), al que describió como “espantoso y terrible” (vv. 4-7).
Así, Juan vio una mezcla de los mismos animales que vio Daniel, y cada una de las cabezas de los animales está representaba en Apocalipsis 13. Por lo tanto, la bestia simboliza un imperio mundial final, que ha absorbido las cualidades de cada uno de sus predecesores y exhibe su fuerza combinada.
Esta bestia tendrá autoridad sobre “toda tribu, lengua y nación” (v. 7) y prevalecerá durante 42 meses (Apocalipsis 11:2).
Sin embargo, la profecía es clara en cuanto a que “la bestia” también puede referirse a la personalidad al mando de esta superpotencia global (Apocalipsis 19:20).
Obtenga más información en el artículo “¿Quién es la Bestia?”
La segunda bestia
Juan describe otra bestia que tiene “dos cuernos como los de un cordero”, pero que habla “como un dragón” (Apocalipsis 13:11). Este individuo se presenta como un cordero, que en otros pasajes simboliza a Cristo, pero tiene el corazón de un dragón, o Satanás el diablo (Apocalipsis 12:9; Lucas 6:45).
La segunda bestia es el lobo supremo con piel de oveja. Aunque aparenta ser un líder cristiano, sus enseñanzas revelan lo contrario. Y para reforzar las afirmaciones acerca de su identidad, se nos dice que “También hace grandes señales, de tal manera que aun hace descender fuego del cielo a la tierra delante de los hombres” (Apocalipsis 13:13).
Al hacer una demostración de sus habilidades sobrenaturales, obligará al mundo entero a adorar abiertamente a la primera bestia (v. 12).
Más adelante en el libro de Apocalipsis, la segunda bestia es llamada “el falso profeta” (Apocalipsis 16:13).
Esta segunda bestia es una figura religiosa influyente que refuerza la autoridad de la primera. Juntos ejercerán control mundial como una fusión de iglesia y estado.
Pero ambas bestias estarán listas para la destrucción eterna en el lago de fuego, que Cristo llevará a cabo cuando regrese (Apocalipsis 19:20).
La gran ramera
Apocalipsis 17 nos presenta a una mujer diferente a la de Apocalipsis 12. Esta mujer es completamente inmoral.
Lo primero que se dice de “la gran ramera” es cómo comete “fornicación” con los reyes de la Tierra (Apocalipsis 17:1-2). Éste es un lenguaje simbólico para establecer alianzas políticas o sincretizar prácticas religiosas (Oseas 4:12-13; Ezequiel 16:26).
La bestia que la mujer monta es similar a la de Apocalipsis 13, pero en este caso representa al Imperio Romano resucitado. Esta descripción revela una alianza del fin de los tiempos entre un sistema religioso (la mujer) y el poder civil (la bestia).
Esta mujer tiene mucho dinero y es atractiva para las naciones del mundo: “Y la mujer estaba vestida de púrpura y escarlata, y adornada de oro, de piedras preciosas y de perlas” (Apocalipsis 17:4). Pero su imponente apariencia contrasta con la copa que sostiene, llena de “abominaciones y la inmundicia de su fornicación”.
En otras palabras, esta mujer es sucia y corrupta por lo que practica (abominaciones) y la influencia que ejerce sobre los demás (fornicación).
La ramera se llama también Babilonia la Grande y representa a una iglesia falsa. Es la antítesis de la verdadera Iglesia de Dios, descrita a lo largo de la Biblia como una virgen casta (2 Corintios 11:2; Apocalipsis 14:4).
También es culpable de los “mártires de Jesús” (Apocalipsis 17:6). Esto sin duda describe a la institución religiosa que históricamente ha acosado y asesinado a los verdaderos cristianos y volverá a hacerlo: la Iglesia Romana. (Para profundizar en este tema, consulte nuestro artículo “Apocalipsis 17: ¿Quién es la mujer escarlata?”.)
Profundizando su conocimiento de estos eventos del fin de los tiempos
Este artículo es sólo una guía introductoria.
A medida que el mundo se precipita hacia una decadencia moral y las tensiones geopolíticas se vuelven cada vez más inestables, la relevancia de los símbolos del Apocalipsis se hace más evidente que nunca. El cumplimiento de estas profecías de 2.000 años de antigüedad está cada vez más cerca.
Si desea profundizar su comprensión del Apocalipsis, consulte nuestro folleto El libro de Apocalipsis: La tormenta antes de la calma.