Cuando nos vamos de casa no dejamos atrás el Quinto Mandamiento. Pero, ¿qué significa honrar a nuestros padres cuando somos adultos?
Cuando mi padre viudo se instaló en nuestra habitación de huéspedes, no estaba segura de que fuera a funcionar. De hecho, estaba casi segura de que no sería una experiencia positiva… para ninguno de los dos.
Mi padre y yo éramos cualquier cosa, menos cercanos. Recuerdo que mientras crecía siempre me preguntaba cómo era posible que tuviera un papá con una personalidad, perspectivas, intereses e ideologías de la vida tan diferentes a las mías.
Amaba a mi padre, sí, pero él y yo éramos tan opuestos como dos personas pueden serlo. Su idea de diversión era ver televisión (especialmente películas del Viejo Oeste), dar una tranquila caminata o ir a un silencioso viaje de pesca… él solo. No le gustaban las multitudes, y evitaba las reuniones sociales y actividades grupales siempre que podía.
Yo, por otro lado, casi nunca veía televisión y mi estilo de vida era de todo, menos solitario. Me encantaba realizar eventos sociales en casa, especialmente si eran fiestas grandes. Cuando salía a hacer mandados, hablaba con cualquiera y con todo el que hiciera contacto visual conmigo —cajeros, otros clientes en la fila, quien fuera. Pero mi padre evitaba las tiendas y restaurantes donde los empleados fueran demasiado “amistosos”, porque no le gustaba tener que conversar con gente desconocida.
Mi padre y yo no sólo éramos completamente opuestos, sino también prácticamente extraños. Cuando comencé la universidad me mudé a otra ciudad, a aproximadamente 150 km de casa, y luego de la universidad me mudé a otro estado. Durante las dos décadas siguientes, viví a más de 3.000 km de mi padre y casi nunca nos vimos durante esos años. Hablábamos por teléfono cada una o dos semanas, sí, pero nuestras conversaciones no eran muy “profundas” que digamos; eran sólo pláticas superficiales.
¿Cómo sería entonces tener a mi padre viviendo en casa? ¿Cómo podría algo así funcionar?
El hecho era que, aunque nuestro hogar no era el lugar perfecto para papá, mi esposo y yo sabíamos que recibirlo era lo correcto. Mi padre había estado lidiando con serios problemas de salud y financieros y si no se mudaba con nosotros, las alternativas habrían sido muy difíciles para él.
Aplicando el Quinto Mandamiento
El Quinto Mandamiento dice así: “Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que el Eterno tu Dios te da” (Éxodo 20:12). Sentimos que no ayudar a mi papá en ese momento de necesidad, sabiendo que podíamos, habría sido una violación de esta orden de Dios.
Obviamente el Quinto Mandamiento no significa que como hijos adultos debemos obedecer a nuestros padres, pero sí debemos honrarlos. Sin importar nuestra edad, debemos respetarlos, considerarlos y estimarlos; y si están pasando por una necesidad, debemos hacer todo lo posible por ayudarlos.
Si usted siempre ha tenido una relación sana con sus padres, tal vez le sea algo natural rendirles este tipo de honor. Pero si puede identificarse con mi historia y nunca ha sido muy cercano a su padre o madre, puede ser algo difícil de hacer —y puede ser aún más difícil si sus padres no siempre han sido honorables, o si vio más defectos que fortalezas en ellos.
Sea como sea, el Quinto Mandamiento no dice que sólo debemos honrar a nuestros padres si se lo merecen o cuando son buenos u honorables. Debemos honrarlos incluso si tienen un carácter difícil (vea nuestro artículo de VidaEsperanzayVerdad.org: “Cómo tratar con personas difíciles”).
Recuerde que cuando honramos a nuestros padres, en realidad estamos agradando y honrando a Dios (Colosenses 3:20).
Sugerencias prácticas
Hay muchas formas de expresarles amor de Dios y respeto a nuestros padres cuando somos adultos, cualquiera que sea nuestra relación con ellos. Éstas son algunas sugerencias prácticas:
1. Pase tiempo con ellos
Visite o llame a sus padres regularmente. Si viven en la misma ciudad, puede llevarlos a almorzar o a tomar un café, o invitarlos a su casa para cenar. Pregúnteles cómo han estado y cuénteles lo que sucede en su vida. Si la distancia los separa, manténgase en contacto por teléfono o algún servicio de video llamada, como Skype.
Tengo una amiga en Illinois que llama sus padres en Europa cada sábado por la mañana. Tienen una cámara web en cada casa y lo que hacen es contarse cómo estuvo su semana mientras mi amiga y su esposo desayunan y, por la diferencia de hora, sus padres cenan. “Es como tener una comida familiar cara a cara”, dice mi amiga. “Mamá y papá se sienten mucho más conectados con nosotros sabiendo que tenemos esta costumbre regular de conversación”.
Aunque sólo hablen de cosas rutinarias o superficiales, no subestime lo importante que esas conversaciones son para sus padres. Yo cometí ese error con mi papá. Pero, tras un tiempo de estar viviendo con nosotros, él me confesó lo mucho que esas llamadas telefónicas habían significado para él, incluso si sólo hablábamos del clima.
2. Escúchelos
Si sus padres quieren recordar los viejos tiempos, déjelos. Mi padre sí que tenía sus historias. Estaba la de cuando su panal de abejas voló hacia el trampolín de la piscina del vecino; la de la vez que ganó la exhibición de pesca en hielo; la de la vez que conoció a mi mamá, y muchas, muchas otras. Yo conocía bien todas esas historias y la mayoría me las sabía palabra por palabra. Pero de todas formas era importante escuchar.
Obviamente puede que sus padres también quieran hablar del presente —sus trabajos, hobbies, experiencias interesantes, desafíos, etcétera. Sea como sea, dedíqueles toda su atención. Al escuchar sus historias les está diciendo que sus experiencias y su vida son importantes para usted.
3. Busque su consejo
Demuéstreles a sus padres lo mucho que su experiencia y sabiduría significan para usted, pidiéndoles consejo acerca de cosas como la educación y crianza de los hijos, decisiones profesionales, la elección de una pareja o cómo superar ciertas pruebas. Dígales que les pregunta porque valora su opinión.
Tengo un hijo en la universidad cuya carrera es similar a la que yo cursé, y a veces me pide consejo acerca de qué clases tomar, cómo hacer algún proyecto o cómo escribir su currículum. Yo no puedo evitar sentirme honrada cuando me pide mi opinión.
Puede que al final usted opte por no seguir la sugerencia de sus padres, pero como dice Proverbios 1:8-9, siempre valdrá la pena escuchar sus consejos.
4. Expréseles aprecio
En lugar de enfocarse en las debilidades de sus padres, piense en el impacto positivo que han tenido en su vida y agradézcales sinceramente por todo lo que han hecho.
Enfóquese en cualquier cosa positiva: que proveyeron para usted, que le enseñaron acerca de la vida, que le dieron buenos consejos, que fueron pacientes, que planearon actividades familiares memorables, que le dieron oportunidades únicas, etcétera.
Felicítelos también por sus logros actuales, ya sea algún logro en el trabajo, un proyecto que terminaron en casa o cualquier otra cosa. Sus padres quieren sentirse apreciados por lo que hicieron en el pasado y también por lo que hacen ahora.
5. Atienda sus necesidades
Si sus padres son mayores y viven cerca de usted, puede ofrecerles ayuda con necesidades cotidianas como hacer mandados, reparar cosas en la casa, realizar quehaceres del hogar o el jardín, preparar comidas, resolver problemas de la computadora, etcétera. En algún momento, tal vez también deba ayudarlos financieramente y cuidar de ellos físicamente.
Cuando mi papá vivía con nosotros, además de llevarlo a sus citas con el médico y llevar sus cuentas, trataba de tenerlo en cuenta de otras formas también. Por ejemplo hacía mis eventos en el patio para que la casa estuviera tranquila, o alquilaba películas del Viejo Oeste para él. Estos podrán parecer gestos triviales, pero eran importantes para él.
En Marcos 7:9-13 Jesús reprendió a los fariseos por no cuidar de sus padres ancianos, y en 1 Timoteo 5:4 Pablo dice que los hijos adultos tenemos la obligación de atender a nuestros padres cuando son mayores o pasan por alguna necesidad. En cierta forma, es como retribuirles un poco sus sacrificios por nosotros.
6. Ore por ellos
Envejecer no siempre es fácil. Dependiendo de la edad de sus padres, puede que estén pasando por pruebas como el síndrome del nido vacío, soledad, depresión después de jubilarse, mala salud, problemas financieros, tristeza por errores pasados o la pérdida de un cónyuge. Todo esto puede ser muy desalentador, y es importante que usted como hijo le pida a Dios que bendiga a sus padres, y les haga saber a ellos que lo está haciendo. Saber que su hijo o hija se preocupa por su situación puede ser justo lo que necesitan escuchar.
7. Sea paciente y perdone
Ame y acepte a sus padres a pesar de sus perspectivas, defectos y errores.
En términos prácticos, esto significa quererlos por lo que son, no ser demasiado críticos con ellos y sobrellevar algunas de las cosas que nos irritan.
¿Qué pasa si lo que han hecho es más que sólo irritarlo? Esté dispuesto a perdonar. Recuerde que no existen los padres perfectos y que todos cometemos errores de vez en cuando, incluyendo sus padres y usted mismo. Perdone a sus padres tal como Dios lo ha perdonado a usted (Efesios 4:32).
Si le resulta muy difícil, pídale ayuda a Dios. Dependa de Él para que le dé la fuerza e incluso el deseo de no sólo perdonar a sus papás, sino también guardar el Quinto Mandamiento de todas las formas posibles.
Sé por experiencia propia que esto puede ser un desafío. Mi padre vivió conmigo, mi esposo y mis dos hijos durante el último año de su vida, y les aseguro que no fue todo color de rosa. Pero no todo fue malo tampoco. Durante ese año, mi padre y yo tuvimos mucho tiempo para sentarnos alrededor de la mesa de la cocina y conversar, e incluso tuvimos conversaciones muy profundas. Vi cualidades hermosas en él que no había visto antes y comencé a entenderlo y apreciarlo de una forma que nunca antes hubiera creído posible.
No olvide las recompensas que Dios nos promete por honrar a nuestros padres —las bendiciones de una larga vida, ¿y quién sabe?, tal vez algunas sorpresas en el camino.