¿Cómo debería funcionar la sexualidad humana? El viejo refrán dice: “si quiere saber cómo funciona algo, asegúrese de leer las instrucciones”.
¿Ha escuchado este consejo antes? Ya sea que esté usando una nueva herramienta en la cocina o tomando una medicina para alguna enfermedad, seguir las instrucciones del fabricante puede hacer la diferencia. Si ignora las instrucciones de un utensilio de cocina, puede que su comida no sepa muy bien o sea incomible, y el uso incorrecto de un medicamento puede causar serias complicaciones.
Los seres humanos no somos diferentes. De hecho, fuimos diseñados para funcionar bien sólo cuando entendemos y vivimos de acuerdo con el diseño y las instrucciones de nuestro Creador.
Sin embargo, muchos creen que los seres humanos no fuimos diseñados, sino que somos un resultado del azar evolutivo. Sin diseñador, sin creador, sólo mutaciones aleatorias en el tiempo. Esto nos lleva a pensar que debemos descubrir por nosotros mismos cómo funcionamos —cuál es la forma correcta de vivir, actuar y relacionarnos con otros.
Pero nada podía ser más peligroso y alejado de la verdad.
Actualmente, pareciera que ningún aspecto del ser humano está más confundido y tergiversado que su identidad. La manera en que cada vez más personas se ven a sí mismas y definen el género y la familia está sufriendo una transformación sísmica en nuestra cultura.
En gran medida, la confusión que existe acerca de la sexualidad y la familia en la sociedad es causada porque las personas han dejado de creer en un Creador. El único antídoto real para el caos es volver a creer en Dios, nuestro Hacedor. Es Él quien ha revelado el propósito de la vida humana y la manera en que debemos relacionarnos, vivir y crecer.
Creer en Dios
Creer que la vida fue diseñada y creada implica creer en un Creador. Desafortunadamente, muchas personas en el mundo no tienen esta creencia. Muchos académicos y cada vez más personas en la sociedad consideran ridícula la idea de que exista un Dios omnisciente y todopoderoso que creó el universo y la vida humana.
Según la encuesta más reciente del Centro de Investigación Pew, sólo aproximadamente el 50 por ciento de los estadounidenses dice creer en Dios. Y la investigación muestra que, mientras más rica es una sociedad, menos importante es Dios para las personas. Tras encuestar a personas de 34 países, Pew Reaserch aseguró que “En los ocho públicos de Europa occidental encuestados, una media de sólo 22 % dice creer en Dios y en la necesidad de ser moral” (“The Global God Divide” [La división global acerca de Dios], julio, 2020).
Aceptar la premisa de que existe un Dios Creador es fundamental. Creer que Dios diseñó al ser humano es esencial para comprender cómo deben relacionarse los hombres y las mujeres. Como Diseñador y Creador, Dios reveló esto desde el principio.
Leer las instrucciones
Nuestro mundo está lleno de confusión acerca del género y desorientación sexual.
Pero la pregunta fundamental debería ser: “¿Es esto bueno?”. Muchos asumen que las personas nacen con diversas orientaciones sexuales, pero ¿es eso verdad?
La Asociación Psicológica Estadounidense (APA por sus siglas en inglés) admite que no existe evidencia a favor de esta teoría. Hablando acerca de la orientación sexual y la homosexualidad, en su sitio web explica: “No hay consenso entre los científicos acerca de las razones exactas por las que una persona desarrolla una orientación heterosexual, bisexual, gay o lesbiana. Muchas investigaciones han examinado los posibles factores genéticos, hormonales, de desarrollo, sociales y culturales que podrían influir acerca de la orientación sexual, pero no se han obtenido resultados que permitan concluir que la orientación sexual es determinada por algún factor o factores en particular”.
Ésta es una admisión importante por parte de la APA, que contrasta con la idea de la sociedad, a menudo expresada en las redes sociales, de que las personas nacen homosexuales, en el cuerpo equivocado o con el género equivocado.
Por otra parte, en el libro de Génesis encontramos una descripción hermosamente estructurada acerca del orden creado y el diseño de Dios para el hombre y la mujer.
“Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza... y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó” (Génesis 1:26-27).
Dios creó a la humanidad a su imagen y decidió expresar su creación en términos de hombre y mujer. Su intención era crear a los seres humanos con características biológicas masculinas o femeninas.
El fundamento de la familia
Dios además habla detalladamente de la relación familiar y su propósito en Génesis 1:28:
“Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra”.
Aquí, el Creador nos instruye acerca de la procreación explicando que el hombre y la mujer deben unirse como una familia para tener hijos. El registro de la historia confirma que este modelo ha sido desde siempre el fundamento de las sociedades humanas.
En el capítulo siguiente, Dios comenta más acerca de la relación entre hombre y mujer, específicamente entre esposo y esposa:
“Y dijo el Eterno Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él” (Génesis 2:18).
La palabra hebrea traducida como “idónea” también puede traducirse como “apropiada”, “complementaria” y “homóloga”. Dios quería darle al hombre una compañera que le ayudara. El matrimonio fue diseñado como una relación complementaria entre dos personas para cumplir el propósito de Dios para la humanidad.
El diseño original de Dios para la vida y las relaciones humanas ha pasado la prueba del tiempo.
En los versículos siguientes vemos que Dios creó a la mujer a partir del ADN del hombre. Esto evidencia lo únicos que somos los seres humanos y que la unión de ambos géneros (masculino y femenino) expresa la imagen de Dios.
Dios tomó una de las costillas de Adán e hizo a la mujer, para luego presentársela al hombre. “Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada. Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne” (Génesis 2:23-24).
Dios, el Arquitecto de la vida humana, quería que el hombre y la mujer se comprometieran mutuamente y tuvieran una relación complementaria (reconociendo las fortalezas únicas de cada uno), que fueran una sola carne y conformaran una familia.
Es así de simple y así de profundo.
El papel y la relación del hombre y la mujer en el matrimonio son tan importantes que Dios incluso los consagró como parte de los Diez Mandamientos. En Éxodo 20:12 dice: “Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que el Eterno tu Dios te da”. Esta instrucción demuestra que el esposo y la esposa tienen un papel único y especial como padres dentro de la familia; y la relación de familia está tan protegida por Dios que también prohibió romper el pacto que existe entre esposo y esposa con cualquier tipo de relación sexual fuera del matrimonio (v. 14).
Lamentablemente, la historia demuestra que, desde el principio de la creación, la humanidad se ha alejado del diseño y las instrucciones de Dios en muchas maneras, siempre con consecuencias negativas.
La prueba del tiempo
A pesar de este alejamiento, el diseño original de Dios para la vida y las relaciones humanas ha pasado la prueba del tiempo. La experiencia y la historia comprueban que los niños se desarrollan mejor cuando crecen en una familia donde sus dos padres biológicos cuidan de ellos.
Mona Charen, una periodista que hace investigaciones acerca de la familia, escribió en su libro Sex Matters [El sexo importa]: “Todo el que estudia acerca del bienestar de los niños concuerda en que los niños que crecen con sus padres biológicos casados tienen ventaja sobre sus contemporáneos que crecen en situaciones menos estables” (p. xv).
Por supuesto, la triste realidad es que muchos, sin ninguna culpa, no crecen en una familia tradicional. Esto no significa que los niños que crecen en hogares de un solo padre estén condenados a tener problemas de identidad, pero una familia inestable puede causar confusión en algunos.
En el 2021 la editora de The Economist, Helen Joyce, publicó un bestseller cuestionando la urgencia por introducir identidades transgénero en la sociedad. En él, Joyce escribe: “Las categorías hombre y mujer son la base de las categorías padre y madre, y de la relación que cada uno tiene con sus hijos. Si estas categorías dependen de la autodeclaración, entonces los lazos consecuentes deben disolverse. Las familias se vuelven irrelevantes y los individuos se crean a sí mismos” (Trans: When Ideology Meets Reality [Trans: cuando la ideología se encuentra con la realidad], p. 119).
Un mundo en confusión
La triste historia muestra que, en las generaciones siguientes a Adán y Eva, “la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal” (Génesis 6:5).
Estas palabras definen lo que el mundo llegó a ser cuando los seres humanos decidieron rechazar al Creador y sus instrucciones.
Génesis relata que Adán y Eva desobedecieron a Dios y eligieron seguir el tentador camino de la autodeterminación que la serpiente les ofrecía —el camino de definir la moralidad ellos mismos. Eligieron comer del árbol prohibido del conocimiento del bien y del mal y, como consecuencia, Dios los echó del jardín de Edén y les quitó el acceso al árbol de la vida (vea nuestro artículo “Separados del árbol de la vida”).
El resultado de esa decisión fue la confusión que vemos hoy en el mundo.
La Palabra de Dios a menudo describe la condición humana (buena o mala) en términos de consecuencias —los resultados de las decisiones que toma el hombre.
En el primer siglo, el apóstol Pablo describió la cultura greco-romana donde la Iglesia comenzó, describiendo muy acertadamente lo que la humanidad ha hecho desde el principio: “Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos, ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén. Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza, y de igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío” (Romanos 1:24-27).
Esta descripción de lo que ocurre cuando las personas dejan de creer en el Dios Creador nos da mucho que pensar.
Pablo describe una profunda deconstrucción del sexo y el género que se ha seguido desarrollando paulatinamente hasta nuestros días. Cuando el propósito del Creador es ignorado, las consecuencias para la sociedad son devastadoras. El resultado es un mundo donde muchos carecen de relaciones significativas, a menudo desde muy jóvenes. Lamentablemente, lo que algunos experimentan desde pequeños como “normal” es en realidad disfuncional.
La perspectiva de un psiquiatra acerca de la disforia de género
Aunque muchas voces promueven esta nueva definición de la sexualidad y el género humanos, hay algunos que difieren.
La disforia de género es una condición que actualmente, los terapeutas están diagnosticando. Según la Encyclopedia Britannica, la condición se define como: “el diagnóstico formal dado por un profesional de la salud a las personas que experimentan angustia por una incongruencia relevante entre el género con el cual se identifican personalmente y el género con el que nacieron”.
Paul McHugh, profesor emérito de psiquiatría en la Escuela de medicina de la Universidad Johns Hopkins y ex psiquiatra en jefe del Hospital Johns Hopkins, dice: “De hecho, la disforia de género —el término psiquiátrico oficial para una persona que se siente del sexo opuesto— forma parte de una familia de teorías desordenadas acerca del cuerpo semejantes entre sí, tales como la anorexia nerviosa y el trastorno dismórfico corporal. Su tratamiento no debería plantearse con cirugías y hormonas, de la misma forma en que no se trata el miedo a la obesidad de un paciente anoréxico con liposucción. El tratamiento debería intentar corregir la naturaleza falsa y problemática de la suposición, y resolver los conflictos psicosociales que la provocan” (“Transgenderism: A Pathogenic Meme” [Transexualismo: un meme patógeno], The Public Discourse, 10 de junio de 2015).
Necesidad de compasión
En los últimos años, hemos visto a nuestro mundo posmoderno juzgar sin reparos a cualquiera que discrepe de esta nueva moralidad que define la sexualidad humana. Si alguien siquiera sugiere una pizca de desaprobación hacia el movimiento y los valores LGBTQ+, sus comentarios pueden ser inmediatamente tildados como incitación al odio.
Pero ¿qué espera Cristo de quienes ven esos valores como peligrosos y creen que son dañinos para el verdadero destino diseñado por Dios para la humanidad?
Espera que hablen la verdad, en amor (Efesios 4:15).
Como lo hizo con el primer hombre y la primera mujer en el jardín de Edén, Satanás el diablo sigue fomentando la división y la confusión en nuestra sociedad. Él ha logrado engañar a la mayoría de la humanidad para que acepte como verdad lo que Dios dice que es mentira.
Esto es un problema serio.
El profeta Isaías predijo que los valores cambiarían tanto que la definición humana de lo correcto e incorrecto llegaría a ser exactamente opuesta a la de Dios: “¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!” (Isaías 5:20). Ésta es una descripción de nuestro mundo que da para reflexionar.
Pero, a pesar de todo este caos, Dios espera que su pueblo proclame el verdadero mensaje del evangelio de tal forma que sea un rayo de esperanza en un mundo oscuro. Éste es un mensaje (y enfoque) que distingue claramente entre la Palabra de Dios y la confusión que define al mundo actual. Aunque los factores que llevan a una persona a tener un estilo de vida disfuncional pueden ser complejos, la Palabra de Dios (junto con el poderoso impacto del arrepentimiento) puede darle a cualquiera la esperanza de obtener claridad y orden en su vida.
En una carta a la congregación de Corinto, Pablo menciona una lista de estilos de vida pecaminosos y decisiones destructivas, haciendo ver que algunos de los miembros habían salido de pecados sexuales de ese tipo. Pero concluyó con un tono de esperanza, recordándole al pueblo de Dios que el Creador tiene la absoluta capacidad de redimir nuestras vidas:
“Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios” (1 Corintios 6:11).
El punto es que los seres humanos podemos cambiar.
La familia de Dios
Satanás ha corrompido el entendimiento de nosotros mismos y nuestro destino. Pablo lo dijo bien: “Pero si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto; en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios” (2 Corintios 4:3-4).
Cuando entendemos correctamente la Biblia y su mensaje, la única conclusión posible es que Dios está creando su propia familia.
Así es, Dios es una familia, y todo su plan está centrado en la familia. La Biblia dice claramente que su plan maravilloso está firmemente basado en la relación matrimonial entre un hombre y una mujer, que tiene como uno de sus objetivos la procreación (Efesios 5:22-32; 3:14-15; Juan 3:3-8; Hebreos 2:9-11; Apocalipsis 19:6-9; lea nuestro artículo “El futuro de la humanidad: celebremos nuestro destino”).
Entonces, sí, el sexo realmente importa.
Recuadro: Disforia de género en jóvenes
El servicio nacional de salud de gran bretaña (NHS por sus siglas en inglés) está adoptando una perspectiva más cautelosa con respecto a la disforia de género en los jóvenes, notando que para la mayoría es una fase transitoria. En su sitio web, el NHS dice que “en muchos casos los comportamientos o sentimientos de variación de género desaparecen cuando los niños llegan a la pubertad”.
También advierte: “Se sabe muy poco acerca de los efectos secundarios a largo plazo de los inhibidores hormonales o de pubertad en los niños con disforia de género… no sabemos cuáles pueden ser los efectos sicológicos. Tampoco se sabe cómo los inhibidores hormonales pueden afectar el desarrollo del cerebro adolescente o de los huesos de los niños”.
La inquietud pública acerca del enfoque anterior “surgió debido al notable caso de Keira Bell, una adolescente que hizo la transición, se arrepintió e hizo la transición nuevamente. ‘Tras una serie de conversaciones superficiales con trabajadores sociales, me dieron inhibidores de la pubertad a los 16. Un año después, estaba recibiendo inyecciones de testosterona. Cuando tenía 20, tuve una doble mastectomía’, escribió Bell en una entrada de blog.
“‘Pero mientras más avanzaba mi transición, más me daba cuenta de que no era un hombre y nunca lo sería… Cuando maduré, reconocí que mi disforia de género era un síntoma de mis problemas, no la causa… Las consecuencias de lo que me ocurrió han sido profundas: posible infertilidad, pérdida de mis mamas, la incapacidad de amamantar, genitales atrofiados, voz permanentemente cambiada, vello facial. Cuando me recibieron en la clínica Tavistock, tenía tantos problemas que fue reconfortante pensar que solo tenía que solucionar uno: era un hombre atrapado en cuerpo de mujer’, escribió Bell.
“Bell eventualmente demandó a Tavistock, e inicialmente ganó el caso al apoyarse en que los menores de edad no pueden firmar consentimientos informados sobre inhibidores hormonales. Sin embargo, el año pasado se apeló y cambió el fallo.
“En la última década ha habido un gran incremento de referencias por disforia de género, de 250 en el 2011 a más de 5.000 el año pasado (“NHS Warns Most Trans-Identifying Children Going Through ‘Transient Phase,’” [La NHS advierte que la mayoría de los niños con tendencias trans atraviesan una etapa pasajera], National Review, 24 de octubre de 2022).