Alguna vez se ha dado un cabezazo con alguien por accidente? Mi hija a veces se mueve muy brusco cuando jugamos, y nuestras cabezas se topan de una forma no muy agradable.
¿Y qué tal a propósito? ¿Alguna vez se ha dado un cabezazo con alguien intencionalmente? A menos de que usted practique algún arte marcial, o sea una cabra, la respuesta más probable es que no.
Sin embargo, gran parte de la ira que los humanos expresamos cada día es similar a darnos un cabezazo intencionalmente, que muy a menudo resulta en experiencias dolorosas donde todos son perdedores.
¿Cómo controlar y evitar la ira en un mundo donde la furia y la violencia son cada vez más comunes?
En la Biblia, Dios hace algunas preguntas acerca de la ira que pueden ayudarnos a determinar si nuestro enojo es una indignación correcta (que no es pecado) o un berrinche dañino (que sí lo es).
Cuestionario de Dios acerca del enojo
1. “¿Por qué te has ensañado, y por qué ha decaído tu semblante?” (Génesis 4:6).
Dios le hizo esta pregunta a Caín cuando él se enojó porque su ofrenda no fue aceptada y la de su hermano Abel sí. Caín de hecho permitió que su ira creciera a tal punto que lo llevó a matar a su hermano.
La ira generalmente se describe como una emoción secundaria, porque no aparece de la nada. A menudo existe un desencadenante específico o una emoción primaria detrás de todo enojo.
Una indignación correcta proviene de la emoción primaria del celo por Dios y es compatible con el fruto del Espíritu (Gálatas 5:22-23).
En cambio, ¿por qué se enojó Caín? Por celos y envidia, dos desencadenantes que se encuentran en un listado diferente: las obras de la carne (Gálatas 5:19-21). Esta lista también incluye la ira descontrolada y otras causas del enojo incorrecto, como las contiendas y enemistades.
Estos son algunos consejos prácticos para determinar la causa de nuestro enojo:
- Analice la situación, tal vez escribiendo los eventos que ocurrieron, e identifique los posibles desencadenantes de su enojo. ¿Le hizo alguien un desaire? ¿O tal vez un comentario desagradable? Comparar experiencias pasadas que lo hayan hecho enojar y encontrar similitudes y diferencias también puede ser muy útil.
- Cuestione su primera respuesta instintiva: “¡Obviamente me enojé por una injusticia!”. Es natural que queramos estar en lo correcto y ser justos, pero a veces, si nos examinamos veremos que estamos llenos de enojo egoísta.
Entonces, primero debemos preguntarnos a nosotros mismos por qué estamos enojados, y responder sinceramente. Esto puede requerir del consejo sabio de alguien que nos haya visto enojados en el pasado.
2. “¿Haces tú bien en enojarte tanto?” (Jonás 4:4).
¿Cómo controlar y evitar la ira en un mundo donde la furia y la violencia son cada vez más comunes?
Dios le hizo esta pregunta al profeta Jonás cuando él se enojó porque Dios no destruyó la impía ciudad de Nínive luego de que sus habitantes se arrepintieran de sus pecados. A Jonás no le importó lo que los ninivitas habían hecho, e incluso le pidió a Dios que le quitara la vida si no cambiaba de parecer.
¿Es correcto que nos enojemos cuando el motivo no tiene nada que ver con el celo de Dios y nuestra ira no es compatible con el fruto del Espíritu? Según Jonás, él estaba en lo correcto al enojarse porque Dios no destruyó a una ciudad arrepentida. ¿Sentimos a veces que nuestro enojo es justo, aun cuando Dios estaría en evidente desacuerdo?
Algunas preguntas que pueden ayudarnos a determinar si es correcto estar enojados son:
- ¿Qué me hace pensar que Dios aprueba y se agrada de mi enojo?
- Si yo no estuviera enojado ahora, ¿sería mejor para mí y los demás?
Cuando hemos determinado por qué estamos enojados, podemos analizar qué tan correcto es nuestro enojo según nuestra motivación, la situación y comparando el fruto del Espíritu con las obras de la carne. Otra vez, sería sabio pedirle consejo a alguien que no tenga un interés personal en hacer eco a nuestras emociones.
3. “¿No son rectos mis caminos, oh casa de Israel? ¿No son vuestros caminos los que no son rectos?” (Ezequiel 18:29, La Biblia de las Américas).
Dios les hizo esta pregunta a los antiguos israelitas cuando ellos dijeron que el juicio de Dios era injusto, a pesar de que ellos habían cometido terribles pecados.
Muchas veces, nuestro enojo es causado por el sentimiento de que nos trataron con injusticia. Y, lamentablemente, parte del plan de Dios es permitir que la humanidad tome sus propias decisiones (experimente el fruto de su propia injusticia), pero no será así para siempre. Al fin de cuentas, la justicia y misericordia de Dios prevalecerán.
¿Es la causa de nuestro enojo una injusticia según nosotros o según Dios?
Algunos puntos para considerar son:
- ¿Qué es lo justo objetivamente? No lo justo para usted o la otra persona, sino lo justo a los ojos de Dios.
- Si obtuviéramos lo que consideramos justo, ¿sentirían los demás que hay un conflicto de intereses?
- ¿Está nuestra búsqueda de la “justicia” motivada por un egoísmo oculto?
Incluso cuando sabemos por qué estamos enojados y pensamos que es lo correcto, debemos analizar nuestro concepto de la justicia. Esto requiere de sabiduría de Dios (Santiago 3:17), especialmente para evitar la hipocresía y la parcialidad egoísta cuando buscamos determinar el estándar correcto.
¿Problema resuelto? Para nada
La lucha de un cristiano por vencer la ira destructiva es un trabajo en progreso. En el camino hacia controlar nuestros enojos y no pecar, estas preguntas de Dios pueden ayudarnos a analizar por qué nos enojamos, si es correcto nuestro enojo, y en qué estándar de justicia se basan nuestras emociones.
Responder estas preguntas con honestidad puede ahorrarnos, y a las personas con las que nos enojamos, mucho sufrimiento. Y, en cualquier caso, este método sin duda funcionará mejor que un cabezazo.
Este artículo sólo ha arañado la superficie de un problema serio. Estúdielo con más profundidad en nuestros artículos “¿Qué dice la Biblia acerca de la ira?” y “Una oportunidad para el diablo”.
Sugerencias son bienvenidas
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