¿Cuál es la lección que Cristo nos da con la parábola de las 10 vírgenes? ¿Cómo podemos asegurarnos de ser como las vírgenes sabias?
En cierta ocasión, Jesús contó una parábola (una historia ficticia con una lección espiritual) acerca de diez vírgenes “que tomando sus lámparas, salieron a recibir al esposo” (Mateo 25:1).
Este puede parecer un tema extraño en la actualidad. ¿Diez vírgenes? ¿Por qué? ¿Por qué diez? ¿Por qué vírgenes? ¿Cuál era su papel en la boda?
La respuesta es... no lo sabemos con certeza. La audiencia judía del primer siglo a la que Jesucristo se dirigió probablemente conocía todas estas tradiciones, pero nosotros estamos distanciados por 2.000 años del contexto de la historia y eso nos dificulta mucho entender sus detalles.
Los comentarios bíblicos complican incluso más el asunto. Existen muchas opiniones diversas acerca de cuál era el papel de las vírgenes en la boda, el lugar de donde venía el novio, si estaba con la novia o iba por ella, si las vírgenes salieron cada una de su casa o todas juntas de la casa de la novia, si tenían lámparas o antorchas —en esencia, cada detalle de esta breve historia produce desacuerdos.
Lo que sabemos acerca de la parábola de las vírgenes
Entonces, demos un paso atrás y enfoquémonos en lo que sí sabemos:
Diez vírgenes tenían un trabajo que hacer en una boda. Específicamente, estaban esperando la llegada del novio para acompañarlo a la fiesta nupcial. Y dado que cada virgen tenía una lámpara, esta parte de la boda parece desarrollarse durante la tarde.
Cambridge Bible for Schools and Colleges [Biblia de Cambridge para escuelas y universidades] explica: “la tradición judía era que los ‘amigos del novio’ acompañaban a la novia a la casa de su esposo. Cuando la procesión llegaba a su destino, el novio salía para atravesar la puerta con la novia... La representación en la parábola, sin embargo, implica que el novio mismo fue por la novia, probablemente porque debía recorrer una gran distancia, mientras que un grupo de vírgenes esperaban su regreso listas para recibirlo según la tradición oriental con lámparas y antorchas”.
La parábola continúa y descubrimos que cinco de las vírgenes eran sabias y cinco insensatas. Las cinco vírgenes sabias tomaron aceite extra para sus lámparas, pero las insensatas no.
El novio no llegó en el momento esperado. Se retrasó, y ese retraso marcó la diferencia entre los dos grupos de vírgenes.
Éste es el resto de la parábola en las palabras de Jesús:
“Y tardándose el esposo, cabecearon todas y se durmieron. Y a la medianoche se oyó un clamor: ¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle! Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron, y arreglaron sus lámparas. Y las insensatas dijeron a las prudentes: Dadnos de vuestro aceite; porque nuestras lámparas se apagan. Mas las prudentes respondieron diciendo: Para que no nos falte a nosotras y a vosotras, id más bien a los que venden, y comprad para vosotras mismas. Pero mientras ellas iban a comprar, vino el esposo; y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta. Después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos! Mas él, respondiendo, dijo: De cierto os digo, que no os conozco” (vv. 5-12).
La lección de la parábola se menciona explícitamente en el versículo 13: “Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir”.
¿Qué tan preparados estamos?
Velad.
Ése es el mensaje. No necesitamos entender todas las complejidades de una boda judía del primer siglo para comprender lo que Cristo quiso decirnos. Jesucristo regresará para establecer su Reino en la Tierra. ¿Cuándo? No lo sabemos. No podemos saberlo. Sólo sabemos que sucederá y que el trabajo de la Iglesia es estar preparada.
En la parábola, el trabajo de las diez vírgenes era estar listas para la llegada del novio. Es fácil enfocarnos en el hecho de que todas se durmieron, pero ése no es el punto. Todas se durmieron, y si algo nos dice eso es que la espera fue muy larga. El novio se demoró más de lo esperado —tanto que las vírgenes, sabias e insensatas, estaban demasiado cansadas como para seguir esperando sin dormir un poco. El sueño no fue lo que determinó si eran sabias o no.
La única diferencia registrada entre los dos grupos —el único detalle que las separa— es la cantidad de aceite que llevaron. Las insensatas llevaron sólo el que había en sus lámparas; las sabias llevaron más.
De hecho, la única diferencia registrada entre los dos grupos —el único detalle que las separa— es la cantidad de aceite que llevaron. Las insensatas llevaron sólo el que había en sus lámparas; las sabias llevaron más.
El relato no dice que las vírgenes insensatas no estaban preparadas, dice que no estaban lo suficientemente preparadas. Estaban preparadas, siempre y cuando el novio regresara en cierto momento. Fuera de ese lapso, no tenían suficientes reservas de combustible para continuar.
Esto es importante. No se trata de una parábola acerca de vírgenes buenas y vírgenes malas. No representa a verdaderos creyentes e impostores. Es una parábola acerca de vírgenes sabias e insensatas —vírgenes que se tomaron el tiempo para prepararse y vírgenes que no.
Las vírgenes sabias estaban preparadas para esperar todo el tiempo que fuera necesario. Las insensatas no. Y al final, esa falta de combustible les costó todo.
Debemos tener reservas de aceite
Como cristianos en progreso —hombres y mujeres, jóvenes y adultos—, ¿qué podemos aprender de esta parábola?
En primer lugar, tenemos la lección explícita de Jesús: velad.
En este contexto, velar tiene mucho que ver con estar listos para entrar en acción sin importar la hora. Todas las vírgenes esperaban al novio. Todas se despertaron cuando escucharon que llegaba. Pero sólo las vírgenes sabias sabían cuánto aceite les quedaba. Sólo las vírgenes sabias estaban preparadas en caso de un retraso, así que sólo ellas pudieron completar la tarea que se propusieron.
¿Qué representa el aceite?
¿Qué simboliza el aceite en esta parábola? Jesucristo no lo explicó directamente, pero en otros pasajes bíblicos el aceite representa el Espíritu Santo de Dios (1 Samuel 16:13; Zacarías 4:2-6), y ese bien podría ser el simbolismo en este caso también. El aceite ilustra algo que no puede ser transferido de una persona a otra. Tener el suficiente aceite marcó la diferencia entre las vírgenes que lograron su objetivo y las que no.
Nuestras reservas de aceite —la medida de nuestra preparación espiritual para el regreso de Cristo— no son un recurso que podamos compartir. Yo no puedo ayudarle a estar más preparado compartiéndole mi preparación. Y usted no puede compartir la suya conmigo. La preparación es algo muy personal. Lo único que podemos hacer es aumentar nuestra propia reserva.
¿Cómo?
Vida cristiana. Estudio bíblico. Oración. Dedicarnos a aprender la Palabra de Dios y a ponerla en práctica. No existe un truco fácil o un camino corto que nos garantice la entrada al Reino de Dios. El cristianismo —seguir los pasos de Jesucristo— es una carrera de toda la vida, no un pasatiempo esporádico.
Dios no espera que hagamos estas cosas a la perfección. Pero sí espera que nos pasemos la vida haciéndolas. Y si bien es cierto que no podemos compartir nuestro aceite, también es cierto que podemos animar a otros a aumentar sus reservas. “Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras… exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca” (Hebreos 10:24-25).
En espera del Novio
Desde nuestra perspectiva, el Novio se ha retrasado. La Iglesia ha estado esperando el regreso de Jesucristo desde que se fue (Hechos 1:6-11) —y aquí estamos, 2.000 años después, aún esperando que regrese.
Debemos estar preparados para seguir esperando. Habrá muchas oportunidades para dejar que nuestro aceite disminuya —para distraernos con las cosas de esta vida y perder el enfoque de las cosas que importan.
¿Se apagarán nuestras lámparas mientras apartamos nuestra vista del regreso de Cristo y la ponemos en lo que el mundo ofrece? ¿O aumentaremos constantemente nuestra reserva de aceite dedicándonos a nuestro Creador y su Palabra?
La parábola de las diez vírgenes no implica que no podamos tener pasatiempos o intereses diferentes al estudio bíblico y la vida cristiana. Pero sí nos dice que es muy fácil dejarnos llevar y perder nuestro enfoque en las cosas importantes. Y nos advierte que llegará el momento en que será demasiado tarde para reenfocarnos.
El Novio regresará. El Reino de Dios está por venir. No importa cuánto tiempo falte, nuestro trabajo es permanecer velando y estar preparados.
La única forma de quedarnos sin aceite es dejar de hacer el esfuerzo.
Aceptamos sugerencias
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