¡Hola! Mi nombre es Jeremy, y cometo errores.
Tal como usted. Y tal como todos, para ser honesto. Como dice la Biblia: “Todos fallamos mucho. Si alguien nunca falla en lo que dice, es una persona perfecta, capaz también de controlar todo su cuerpo” (Santiago 3:2, Nueva Versión Internacional).
En ocasiones podemos pensar que ser cristiano significa ser perfecto. Pero nada podría alejarse más de la verdad. Parte de ser un cristiano en progreso es comprender que ninguno de nosotros es perfecto, ni usted, ni yo, ni nadie, más que Dios el Padre y Jesucristo. “Porque no hay diferencia”, escribe Pablo, “todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:22-23).
No algunos de nosotros, sino todos.
Aceptar esta verdad puede ser un poco deprimente, pero hay un lado positivo:
Dios no está buscando cristianos que nunca se equivoquen. Está buscando cristianos que aprendan de sus errores; y eso es algo que todos podemos hacer.
Aprender de los errores requiere esfuerzo
Pero hay un problema: aprender de nuestros errores no es algo automático. Esto puede sonar ilógico, pero es la verdad, y es importante recordarlo mientras hablamos del tema.
Es posible pasarnos la vida sin corregir nuestro curso cuando nos hemos equivocado. O, en las palabras de Salomón: “Como perro que vuelve a su vómito, así es el necio que repite su necedad” (Proverbios 26:11). Éste es un ejemplo muy gráfico, sin duda, pero captura la futilidad de tomar las mismas malas decisiones una y otra vez.
Si queremos ser mejores que el perro proverbial de Salomón, tenemos que hacer un esfuerzo deliberado y enfocado. Estos son tres pasos con los que podemos empezar:
1. Al pan, pan y al vino, vino
Es fácil escondernos tras la palabra “error”. Pero la mayoría del tiempo, nuestros errores son producto de malas decisiones, y no los simples accidentes que pretenden ser. Es cierto que a veces las consecuencias de nuestras decisiones son impredecibles, pero aun así, somos nosotros quienes tomamos la decisión inicial.
Acepte su responsabilidad.
Si lo que busca es aprender de sus errores, el primer paso es ser honesto consigo mismo —admitir no sólo que “fue una mala decisión”, sino que fue “una mala decisión tomada por usted”.
Ése es el camino hacia el cambio. Una vez que somos honestos con nosotros mismos, podemos serlo con Dios también; y “si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9).
Cuando reconocemos nuestros errores y buscamos corregirlos, Dios se alegra de limpiarnos de la culpa y ayudarnos a empezar de cero.
2. Identifique sus desencadenantes
Tal como la prudencia puede ser el aspecto más importante de la valentía, a veces aprender a evitar las cosas que nos hacen caer puede ser un componente clave del autocontrol.
El autocontrol no siempre se trata de enfrentar la tentación y vencerla. No siempre es demostrar el poder de nuestra fuerza de voluntad y decir “no”. Tal como la prudencia puede ser el aspecto más importante de la valentía, a veces aprender a evitar las cosas que nos hacen caer puede ser un componente clave del autocontrol.
¿Existen errores que esté cometiendo una y otra vez? ¿Malas decisiones que sigue repitiendo, aunque se ha dicho a sí mismo “esto debe parar”? A veces la clave para romper el círculo es dar un paso atrás y descubrir por qué sigue yendo por el mismo camino.
Justo antes de cometer el error, ¿qué está haciendo generalmente? ¿Qué está pensando? ¿Qué está sintiendo? Si comienza a ver un patrón de cosas que lo hacen susceptible a equivocarse, tal vez sea tiempo de modificar algunas variables.
¿Hay personas o lugares que debería evitar? ¿Distracciones de las que podría distanciarse o hacer menos accesibles? ¿Ejercicios mentales o físicos que pueda hacer para modificar sus emociones o su enfoque? ¿Cambios que pueda hacer en su rutina diaria o su selección de entretenimientos?
Una vez que reconocemos nuestros desencadenantes, podemos hacer algo para minimizar su influencia sobre nosotros o sacarlos por completo de nuestra vida. Cristo les dijo a sus discípulos: “si tu mano o tu pie te es ocasión de caer, córtalo y échalo de ti… Y si tu ojo te es ocasión de caer, sácalo y échalo de ti; mejor te es entrar con un solo ojo en la vida, que teniendo dos ojos ser echado en el infierno de fuego” (Mateo 18:8-9).
(Nuestro artículo “‘Si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo’: ¿qué quiso decir Jesucristo?” explica que este pasaje no se trata de mutilarnos, sino de sacar el pecado de nuestra vida. Para más detalles acerca de qué es y qué no es el infierno de fuego, consulte “¿Qué es el lago de fuego?”.)
Satanás conoce nuestros desencadenantes e intentará exponernos a ellos siempre que pueda. Tener la fuerza para resistir a la tentación y decir “no” es importante, pero también es necesario tener la sabiduría para identificar lo que nos hace caer y evitarlo hasta donde nos sea posible.
3. Aprenda de los errores de otros
Refiriéndose a los errores del antiguo Israel, Pablo escribió: “estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos. Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga” (1 Corintios 10:11-2).
Esto me recuerda un famoso proverbio de Benjamin Franklin: “La experiencia es una excelente maestra, pero los tontos no aprenden más que de ella”. En otras palabras, si elegimos aprender sólo de nuestros propios errores, nos espera un camino difícil.
La Biblia está llena de errores (y lecciones) de personas que nos han precedido, y por mucho que el mundo haya cambiado en los últimos miles de años, la naturaleza humana sigue siendo la misma.
Nueva ropa, nuevos juguetes, nuevos edificios, pero aún somos los mismos seres humanos haciendo las mismas cosas. Los relatos de la Biblia no son sólo historias antiguas, sino una guía que puede servirnos para evitar problemas actuales y tomar buenas decisiones.
Nunca es demasiado tarde para levantarse
Usted es un cristiano que se equivoca. Yo también. Pero la Biblia dice: “siete veces cae el justo, y vuelve a levantarse” (Proverbios 24:16). Con la ayuda de Dios por medio de su Espíritu Santo, podemos ser cristianos que aprenden de sus errores y nunca dejan de crecer.
Levántese y siga adelante.
Para descubrir más acerca de cómo tomar buenas decisiones, consulte: “Decisiones: siete pasos para tomar decisiones exitosas y que le agraden a Dios”.
Si usted desea sugerir algún tema para futuras ediciones de “Cristianismo en progreso”, puede hacerlo anónimamente en vidaesperanzayverdad.org/ideas.