De la edición Marzo/Abril 2023 de la revista Discernir

Presentar nuestros cuerpos en sacrificio vivo

El apóstol Pablo les dijo a los cristianos en Roma que debían presentar sus “cuerpos en sacrificio vivo”. ¿Cómo es esto posible? ¿Qué quiso decir el apóstol?

La epístola de Pablo a los romanos se considera el tratado de teología más completo del Nuevo Testamento. En los primeros 11 capítulos, explica todo, desde el pecado hasta la salvación y desde la justificación hasta el lugar del antiguo Israel en el plan de Dios.

Sin embargo, el capítulo 12 comienza con un gran “Así que”. Pablo pasa de la teología, o el “conocimiento intelectual”, a las aplicaciones prácticas de ese conocimiento. En esencia, le dice a la congregación en Roma que, debido a las doctrinas que acababa de explicar, tenían que vivir de forma diferente: convertirse.

Lo que sorprende son las palabras de su primera instrucción: “que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional” (Romanos 12:1).

Sacrificio vivo en un mundo de sacrificios animales

En un mundo lleno de religiones que practicaban los sacrificios de animales, las palabras de Pablo deben haberles parecido extrañas en el mejor de los casos y fanáticas en el peor. Dado que los animales para sacrificio eran degollados en el altar, la idea de un sacrificio vivo parecía contradictoria.

Pero antes de comenzar a analizar el concepto de sacrificio vivo, debemos comprender qué hace que algo sea un sacrificio en primer lugar.

Lo fundamental de un sacrificio es su costo. “Sacrificar” implica entregar algo, especialmente algo valioso.

En el artículo “Ofrenda y sacrificio”, Zondervan Expository Dictionary of Bible Words [Diccionario expositivo de palabras bíblicas de Zondervan] se define el sacrificio vivo de Romanos 12:1 como equivalente a “el sacrificio completamente quemado de la consagración”. Ofrecer un animal valioso para que fuera completamente quemado era un sacrificio costoso. Y, por supuesto, desde la perspectiva del animal, era un sacrificio total. (Descubra más acerca de los sacrificios del Antiguo Testamento en nuestro artículo  “Tipos de sacrificios que encontramos en la Biblia y su significado”).

David comprendía que, para Dios, lo más importante de un sacrificio es el corazón —las motivaciones y la intención— de la persona que lo hace. En su conocido salmo de arrepentimiento, David reconoció que “Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; [el] corazón contrito y humillado” (Salmos 51:17).

¿Qué significa “presentar nuestros cuerpos en sacrificio vivo”?

Justo antes de dar esta instrucción, Pablo les recordó a los romanos acerca de “las misericordias de Dios”. Esta orden es importante, porque el hecho de que la misericordia preceda a los sacrificios los distingue de los sacrificios del mundo.

Como explica Expositor’s Bible Commentary [Comentario bíblico del expositor], “Mientras que los paganos tienden a ofrecer sacrificios para recibir misericordia, la fe bíblica enseña que la misericordia divina es la base y los sacrificios son la respuesta adecuada” (Vol. 10, p. 127). Ya que Dios dió a su único Hijo engendrado como sacrificio por la pena de nuestros pecados, sus hijos deberíamos desear convertirnos en sacrificios vivos.

Ser un sacrificio vivo abarca todo. Implica vivir por toda Palabra de Dios y ponerlo siempre a Él primero.Otra palabra griega en este pasaje que debemos analizar más de cerca es logikos. En esencia, logikos (“racional”) implica que “nuestro sacrificio es inteligente y deliberado” (Expositor’s Bible Commentary, p. 127). Esta racionalidad distingue el sacrificio vivo de los cristianos del sacrificio de los animales.

El sacrificio vivo de Romanos es una respuesta deliberada a la misericordia de Dios. ¿Qué más significa ser sacrificio vivo?

Sacrificios vivos y el Gran Mandamiento

Ser un sacrificio vivo abarca todo. Implica vivir por toda Palabra de Dios y ponerlo siempre a Él primero.

Podríamos resumirlo en lo que Jesús llamó el primer y gran mandamiento: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente” (Mateo 22:37; lea más en nuestro artículo en línea “Corazón, alma y mente: tres componentes del amor a Dios”).

Este gran mandamiento —junto con el segundo mandamiento, que se resume en: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (versículo 39)— es una guía para que los cristianos dirijan todas sus acciones y pensamientos. Implica una vida de obediencia, servicio y sacrificio.

Sacrificios vivos y la voluntad perfecta de Dios

Consideremos la exhortación de Pablo acerca de convertirnos en sacrificios vivos desde la perspectiva de una importante oración de Jesús: la oración que hizo a pocas horas de ser crucificado.

En el jardín de Getsemaní, justo antes de ser arrestado, Jesús estaba “[angustiado] en gran manera” (Mateo 26:37). Sabiendo la clase de muerte que le esperaba, le pidió al Padre: “si es posible, pase de mí esta copa”. Pero rápidamente añadió “pero no sea como yo quiero, sino como tú” (v. 39).

Cristo hizo esta petición tres veces con tanta vehemencia que “era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra” (Lucas 22:44).

Pero cada vez, concluyó sometiéndose a la voluntad del Padre.

Cuando Pablo les dijo a los cristianos romanos que “[presentaran sus] cuerpos en sacrificio vivo” (Romanos 12:1) y se “[transformaran] por medio de la renovación de [su] entendimiento” (v. 2), también explicó que, luego de esa transformación, serían capaces de “[comprobar] cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (énfasis añadido).

En ambos casos, el sacrificio está relacionado con la capacidad y el deseo de someternos a la voluntad de Dios.

La unidad que resulta de presentarnos como sacrificio vivo

Romanos 12 relaciona los conceptos de sacrificio, servicio y unidad. Tras animar a los romanos a ser “[transformados] por medio de la renovación de [su] entendimiento”, Pablo los exhorta a no tener un concepto demasiado alto de sí mismos (Romanos 12:2-3). En cambio, debían usar sus diferentes dones para servir a la Iglesia (vv. 4-8).

Aunque Pablo no usa la palabra unidad, el concepto está implícito especialmente en el versículo 5: “así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros”. Ser un cuerpo significa servir a Dios, servirnos unos a otros y vivir en unidad.

Llamados a presentar nuestros cuerpos en sacrificio vivo

Pablo no fue el único apóstol que entendió la importancia del sacrificio para los cristianos. Podemos encontrar referencias a este concepto a lo largo del Nuevo Testamento. A veces la terminología es distinta, pero la idea es la misma.

Pedro, por ejemplo, les recordó a los siervos cristianos que tenían una responsabilidad para con sus amos, la cual no desaparecía cuando los amos se comportaban de forma incorrecta. Los siervos cristianos deben tratar a sus amos (buenos o malos) con respeto y dignidad (1 Pedro 2:18).

Nuevamente, la base de la instrucción de Pedro es el sacrificio de Jesucristo. De hecho, Pedro explica que sufrir es parte del llamamiento cristiano: “Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas” (v. 21).

¿Cómo podemos presentarnos como un sacrificio vivo?

Aunque es un regalo de Dios, el llamamiento cristiano tiene un costo: requiere de sacrificio. En cierta forma, entregamos nuestra vida para someternos a la voluntad de Dios primero, y en segundo lugar someternos unos a otros. Es por eso que morimos simbólicamente en el bautismo.

Esto es fundamental en todas nuestras relaciones, ya sea con Dios, en nuestro matrimonio, en nuestro trabajo, con nuestros vecinos o en nuestra congregación. Algunos sacrificios son grandes; otros pequeños. Pero en conjunto reflejan una vida completamente dedicada a amar a Dios y nuestro prójimo.

Debemos identificar las áreas de nuestra vida donde necesitamos hacer morir malos hábitos y costumbres para en cambio desarrollar la justicia de Cristo. Algunos ejemplos pueden ser:

  • Luchar con diligencia para vencer una adicción a hábitos destructivos (alcohol, drogas, videojuegos, etcétera).
  • Esforzarnos por vencer el orgullo y la vanidad; ser humildes.
  • Controlar nuestra lengua; ser más amables, cuidadosos y amorosos en nuestra forma de hablar. No chismear.
  • Esforzarnos por dejar de mentir y convertirnos en personas honestas.

Recuerde: ser un sacrificio vivo es la respuesta que Dios espera de nosotros por la misericordia que nos ha mostrado. Por lo tanto, deberíamos extender esa misma misericordia a quienes nos rodean y tomar la decisión de sacrificarnos deliberadamente.

Obviamente, la sumisión a Dios es primero; de eso se trata el primer Gran Mandamiento. Sólo en ese contexto nos sometemos a nuestro cónyuge, nuestros compañeros de trabajo, vecinos y hermanos en la fe.

¿Por qué esto es tan importante?

Dios nos creó y nos llamó para que nos convirtamos en sus hijos y vivamos en su familia por la eternidad. Pero esto no es automático. Él está buscando a personas que se comprometan por completo con su camino de vida. Quienes presenten sus cuerpos como sacrificio vivo serán los que reciban esta maravillosa bendición.

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