¿Qué podemos aprender de la reprensión que Cristo les hizo a sus discípulos por su poca fe? ¿Y de los ejemplos en los que mencionó que había mucha fe?
Hombres de poca fe”. Las palabras de nuestro Señor y Salvador deben haber calado profundamente en el corazón de sus discípulos.
Después de todo, habían dejado mucho para seguirlo. Confiaban en Él lo suficiente como para dejar atrás sus empleos y su entorno. Habían visto sus milagros y creían en sus enseñanzas.
Pero Jesús tenía razón; Él sabía que aún tenían poca fe y necesitaban crecer en ese aspecto.
“¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?”
Probablemente uno de los milagros más memorables de la Biblia fue cuando Jesucristo caminó sobre el agua.
Era de noche y los discípulos navegaban por el Mar de Galilea en un bote sacudido por las olas. De pronto, ¡creyeron ver algo o a alguien caminando sobre el agua! Todos gritaron asustados. “Pero en seguida Jesús les habló, diciendo: ¡Tened ánimo; yo soy, no temáis!” (Mateo 14:27).
Luego Pedro dijo algo que a mí jamás se me hubiera ocurrido decir: “Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas” (v. 28).
“Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús. Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame! Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?” (vv. 29-31).
Aceptémoslo: era preciso tener bastante fe para salir del bote y caminar sobre el agua. Pedro nunca había hecho esto antes, así que estaba demostrando su confianza en el poder de Jesús para ayudarlo.
Pedro tuvo fe.
Hasta que no la tuvo. Su fe fue temporal y pronto desapareció al ver el fuerte viento. Pero por lo menos supo a quién acudir por ayuda. Tal vez su fe era poca, pero estaba en el lugar correcto.
“¿Por qué teméis, hombres de poca fe?”
Jesús sabía que sus discípulos seguían creciendo en fe. Pero tal vez esperaba que tuvieran un poco más en este punto.
El Mar de Galilea también fue el escenario de otra amonestación de Cristo a sus discípulos por su falta de fe.
En esta ocasión, Cristo estaba en el bote con ellos. “Y he aquí que se levantó en el mar una tempestad tan grande que las olas cubrían la barca; pero él dormía. Y vinieron sus discípulos y le despertaron, diciendo: ¡Señor, sálvanos, que perecemos! Él les dijo: ¿Por qué teméis, hombres de poca fe? Entonces, levantándose, reprendió a los vientos y al mar; y se hizo grande bonanza” (Mateo 8:24-26).
Los relatos paralelos nos dicen más. En Lucas 8:25, Jesús preguntó “¿Dónde está vuestra fe?”. Y en Marcos 4:40, dijo: “¿Cómo no tenéis fe?” o “¿Todavía no tienen fe?” (Nueva Versión Internacional).
Jesús sabía que sus discípulos seguían creciendo en fe. Pero tal vez esperaba que tuvieran un poco más en este punto.
Ejemplos de fe
Poco antes en Mateo 8, Jesús destacó una historia de fe contrastante. Un centurión (un importante oficial del ejército romano) le pidió que sanara a su sirviente.
Cristo le dijo que, por supuesto iría a su casa, pero el centurión respondió humildemente: “Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente di la palabra, y mi criado sanará” (v. 8).
El militar reconoció que, así como él podía ordenarles a sus soldados que hicieran algo y lo hacían, Jesús podría ordenar una sanidad desde lejos; entendía que el poder de Cristo no estaba limitado por la distancia física.
“Al oírlo Jesús, se maravilló, y dijo a los que le seguían: De cierto os digo, que ni aun en Israel he hallado tanta fe” (v. 10; vea también Lucas 7:9).
“Oh mujer, grande es tu fe”
Mateo y Marcos también relatan la ocasión en que Jesús y sus discípulos viajaron a Tiro y Sidón, una región gentil, para alejarse de la constante presión de las multitudes. Jesús trató de no llamar la atención, pero de alguna forma, una mujer del área lo descubrió.
La mujer no paraba de gritar: “¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí! Mi hija es gravemente atormentada por un demonio” (Mateo 15:22).
Esto dificultaba las cosas, porque la misión específica de Cristo era ir “a las ovejas perdidas de la casa de Israel” (v. 24). Los gentiles vendrían después.
Pero la mujer seguía rogando.
Lo que Jesús le dijo era por amor, pero sin duda podría ser ofensivo para ella: “No está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos” (v. 26).
Sin embargo, en vez de ofenderse, la mujer respondió con sabiduría y humildad: “Sí, Señor; pero aun los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos” (v. 27).
A Cristo le impresionó lo convencida que estaba la mujer en su poder de sanidad y amor. Su fe la hacía estar dispuesta a razonar con Dios, e impedía que se ofendiera o cuestionara su amor y justicia.
“Entonces respondiendo Jesús, dijo: Oh mujer, grande es tu fe; hágase contigo como quieres. Y su hija fue sanada desde aquella hora” (v. 28).
Algunas lecciones acerca de la fe
Estos ejemplos de poca y mucha fe pueden enseñarnos algunas lecciones:
La fe es muy importante para Dios. Jesús se decepcionó por la falta de fe de sus discípulos, pero se impresionó con la fe del centurión y la mujer cananea. Hebreos 11:6 nos dice: “sin fe es imposible agradar a Dios”.
Cristo incluso preguntó: “cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?” (Lucas 18:8). La clara implicación es que desea encontrar fe, y nosotros debemos esforzarnos por crecer en ella.
No podemos hacer conjeturas acerca de la fe de otros. Parecería lógico esperar que los discípulos de Jesús tuvieran más fe que otros, y que los gentiles, quienes no crecieron conociendo al Dios de la Biblia, tuvieran menos fe. Pero estas historias desmienten las suposiciones.
Si los discípulos necesitaban crecer en fe, probablemente nosotros también. Tras muchas pruebas de fe, de recibir el poder del Espíritu Santo y crecer en el fruto del Espíritu, los discípulos demostraron una fe fuerte.
Por ejemplo, Pedro predicó sermones elocuentes y enfrentó a los líderes que querían impedirle predicar el nombre de Jesús (Hechos 2-4).
Nosotros también podemos pedirle ayuda a Dios y estudiar lo que la Biblia dice acerca de cómo crecer en fe.
Crecer en fe
Para un estudio práctico acerca de cómo crecer en fe, vea nuestro artículo “Cómo crecer en fe” y los artículos relacionados.