La Biblia dice mucho acerca del poder de la influencia. ¿Qué podemos hacer para evitar las malas influencias y buscar influencias positivas?
En Proverbios 22:24 Salomón advierte: “No te entremetas con el iracundo, ni te acompañes con el hombre de enojos”. Y casi 3.000 años después, sigue siendo una mala idea tener a personas irascibles entre nuestros amigos (incluso en las redes sociales).
¿Por qué? “No sea que aprendas sus maneras, y tomes lazo para tu alma” (v. 25).
Mantener una amistad con alguien que siempre está enojado (o peor, furioso) nos afectará. Mientras más tiempo pasemos con alguien así, más probable será que nos influya y comencemos a imitar sus hábitos. Una relación como ésta tendrá un impacto directo en nuestra vida.
Así es el poder de la influencia. Cambia a las personas. No necesariamente para mal, pero la Biblia nos advierte muchas veces acerca del peligro de subestimar el impacto que una influencia puede tener en nuestra vida. Salomón también escribió: “El que anda con sabios, sabio será; mas el que se junta con necios será quebrantado” (Proverbios 13:20). Y Pablo le advirtió a la Iglesia “No se dejen engañar: Las malas compañías corrompen las buenas costumbres” (1 Corintios 15:33, Nueva Versión Internacional).
No hay forma de detener este proceso. No podemos tener “malas compañías” sin ser influenciados por ellas. Pero, si nos esforzamos por andar con sabios, estaremos garantizando el impacto de una influencia muy positiva en nuestra vida.
(¿Qué es la sabiduría y cómo aumentarla? Lea “La importancia de la sabiduría y cómo ser más sabio” para descubrir más acerca del tema.)
Israel nos dejó lecciones de la influencia
La historia del antiguo Israel es un ejemplo práctico acerca del poder de la influencia negativa. Dios les ordenó a los israelitas que destruyeran a los cananeos —pueblos malvados que ofrecían a sus dioses falsos “toda cosa abominable que el Eterno aborrece… aun a sus hijos y a sus hijas quemaban en el fuego a sus dioses” (Deuteronomio 12:31).
Pero Israel no hizo caso. “No destruyeron a los pueblos que el Eterno les dijo; antes se mezclaron con las naciones, y aprendieron sus obras, y sirvieron a sus ídolos, los cuales fueron causa de su ruina. Sacrificaron sus hijos y sus hijas a los demonios, y derramaron la sangre inocente, la sangre de sus hijos y de sus hijas, que ofrecieron en sacrificio a los ídolos de Canaán, y la tierra fue contaminada con sangre” (Salmos 106:34-38).
La influencia hizo su trabajo. La influencia siempre hace su trabajo.
Sin embargo, no todas las influencias son iguales. Existen tres factores que afectan directamente el grado en que nos influye algo: proximidad, respeto y repetición. Si lo que queremos es cambiar la magnitud de la influencia que alguien (o algo) tiene sobre nosotros, podemos empezar por ajustar estos tres factores.
1. Proximidad
Éste es el factor más directo. ¿Qué tan cerca se encuentra de la influencia? Para disminuir su impacto, necesita poner algo de distancia (real o metafórica) entre ella y usted. Si no la tiene cerca, será más difícil que le afecte. O, si se trata de una influencia buena que le gustaría aumentar, acérquela más a usted.
Esto puede implicar hacer un esfuerzo por evitar a ciertas personas o pasar más tiempo con alguien. O puede significar poner algunos objetos (como su Biblia) al alcance de su mano y otros (como un teléfono lleno de aplicaciones molestas) en un lugar al que sea difícil acceder.
2. Respeto
De los tres factores, el respeto es el único interno. Por lo tanto, puede ser el que más afecte el grado de la influencia y también el más difícil de cambiar. Es natural que queramos ser como las personas y los conceptos que respetamos. Respetar a alguien que nos influye negativamente puede dificultar que nos libremos de su influencia.
La clave aquí es dedicar el tiempo necesario para asegurarnos de que respetamos lo que Dios respeta y reprobamos lo que él reprueba. Mientras más estudiemos su Palabra y aprendamos cuáles son esas cosas, más preparados estaremos para responder a las influencias positivas (e ignorar las negativas).
3. Repetición
Mientras que la proximidad se trata de la cercanía que tenemos con cierta influencia, la repetición define qué tan a menudo nos encontramos con ella. Ambas van de la mano: mientras más cerca estemos de una influencia, es más probable que la frecuentemos regularmente.
Pero la repetición es más fácil de cambiar que la proximidad. Aun cuando no pueda modificar la distancia que hay entre usted y una influencia, probablemente podrá cambiar su rutina de tal manera que disminuya (o aumente) la frecuencia de su contacto con ella.
Escoger la influencia correcta
Cuando somos cercanos a algo, lo valoramos y lo frecuentamos regularmente, es más probable que nos afecte y nos cambie.
Cambiar cualquiera de estos factores modificará el impacto que una influencia tiene sobre su vida. Es posible que no siempre pueda cambiarlos todos y probablemente no los cambiará en el mismo grado, pero todo esfuerzo cuenta.
Cuando somos cercanos a algo, lo valoramos y lo frecuentamos regularmente, es más probable que nos afecte y nos cambie. Si ese algo está lejos, nos disgusta y lo evitamos activamente, es menos probable que tenga un impacto en nuestra vida.
Mantener a los cananeos como sus vecinos (proximidad), interesarse por sus costumbres (respeto) y mezclarse con ellos constantemente (repetición), llevó a Israel “a que hiciesen más mal que las naciones que el Eterno destruyó delante de los hijos de Israel” (2 Reyes 21:9). Como consecuencia, ellos mismos fueron destruidos y llevados al cautiverio.
Por otro lado, el apóstol Pedro (quien se describe a sí mismo como un “hombre pecador” en Lucas 5:8) fue influido positivamente durante los tres años y medio que pasó con Jesucristo —años llenos de proximidad, respeto y repetición con una buena influencia. Es por eso que cuando Cristo les preguntó a sus discípulos si querían rendirse y dejarlo, Pedro respondió, “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna” (Juan 6:68).
La influencia es una fuerza poderosa que, para bien o para mal, nos afectará. Como cristianos en progreso, nuestro trabajo es conocer dos verdades importantes acerca de la influencia.
La primera verdad es que podemos elegir activamente qué cosas nos van a influir. ¿Cómo? Ajustando nuestra proximidad, respeto y repetición. Tenemos la responsabilidad de buscar la sabiduría y alejarnos de la insensatez.
La otra verdad es que así como otras personas pueden influirnos a nosotros, nosotros podemos influir a los demás. Que nuestra influencia sea algo que las personas buscan o evitan, depende casi exclusivamente de nosotros.
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