Poco después de los ataques terroristas de Hamás desde Gaza, el tribunal más alto de la ONU aceptó una acusación de genocidio contra Israel. ¿Cuáles podrían ser las consecuencias?
“La mayor demonización del estado judío”, asegura una editorial de Wall Street Journal, “generalmente ocurre después de las peores atrocidades en su contra” (20 de octubre de 2023).
Mientras el fuego aún quemaba kibutz en las cercanías de Gaza, enormes multitudes de protestantes se reunían en las grandes ciudades del mundo gritando: “Desde el río hasta el mar, Palestina será libre”. Seguramente algunos de ellos no sabían que este slogan implica la destrucción del estado de Israel, pero algunos sí.
En el Reino Unido, los manifestantes hicieron un airado llamado a una “intifada desde Londres hasta Gaza”. En Berlín, algunos hogares fueron marcados con la estrella de David. La escala de las demostraciones y la retórica antijudía fue un eco siniestro de lo ocurrido en la década de los treinta.
Más tarde, muchas universidades americanas vieron a turbas pro-palestinas establecer campamentos, aterrorizar a estudiantes y vandalizar edificios.
Acusaciones de genocidio
Además, poco después del espectáculo de violencia rampante por parte de Hamás el 7 de octubre, Sudáfrica lanzó una bomba sobre la comunidad internacional acusando de genocidio a Israel —el país que acababa de sufrir un ataque casi inimaginablemente brutal— ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ), el cuerpo judicial más alto de las Naciones Unidas.
Con la continua devastación de la guerra en Gaza de fondo, este juicio probablemente será el caso internacional más visto en años y podría tener implicaciones para Israel y el futuro de las relaciones internacionales.
La Corte Internacional de Justicia
La CIJ fue creada después de la Segunda Guerra Mundial bajo la carta fundacional de la ONU. Ubicada en La Haya, la CIJ dictamina acerca de las disputas entre países y supuestos crímenes perpetrados por gobiernos.
Dado que la humanidad no comprende la paz, la justicia o la misericordia, las cortes internacionales inevitablemente fracasarán en la tarea de traer verdadera justicia o paz duradera.
Sin embargo, la CIJ, como la ONU, tiene varias limitaciones. Carece de poder de ejecución y no puede procesar a individuos por sus crímenes (aunque la Corte Penal Internacional sí puede). Además, varios países han ignorado sus decisiones.
La corte no tomará una decisión final acerca de las acusaciones de genocidio de Sudáfrica hasta escuchar los argumentos del caso, lo cual probablemente tomará años. Pero sus opiniones tienen peso en la ONU y en otras instituciones internacionales.
Desde su creación, la CIJ ha escuchado un promedio de menos de tres casos (a menudo inciertos) al año. Esta es la primera vez que sus jueces deben determinar la culpa de un país acusado de genocidio.
Argumentos iniciales
Estados Unidos ha sido uno de los pocos países que defienden a Israel ante la CIJ. Por otro lado, más de 50 países en desarrollo y organizaciones como la Unión Africana, la Liga Árabe y la Organización de Cooperación Islámica, apoyan a Sudáfrica.
“La justicia se ha demorado mucho”, dijo Ma Xinmin, un oficial del ministerio de relaciones exteriores de China, “pero no debe negarse”.
Por supuesto, la Biblia aboga por la justicia. Pero también muestra que la humanidad a menudo es incapaz de hacer justicia verdadera porque generalmente no puede superar sus sesgadas opiniones y sus perspectivas limitadas (Isaías 59:9-15; Romanos 3:10-18).
Tergiversando la palabra genocidio
El Holocausto fue un evento definitivamente único en la historia, con la muerte de seis millones de judíos. Ocho décadas después, la población judía aún no se ha recuperado a los niveles pre-Holocausto.
No es sorprendente que Israel haya rechazado vehementemente las acusaciones de genocidio en su contra. El genocidio se codificó como un crimen en 1940 en respuesta al Holocausto, asignándole un significado legal a la mayor forma de atrocidad nacional: el intento de exterminar a un pueblo.
El presidente israelí Isaac Herzog tildó el caso de la CIJ como “atroz e ilógico”, y el primer ministro Benjamín Netanyahu destacó los grandes esfuerzos de Israel para evitar las bajas civiles y la ironía de que la acusación no se hiciera contra Hamás. Netanyahu agregó: “No, Sudáfrica, no somos nosotros quienes hemos venido a cometer genocidio, es Hamás. Ellos nos matarían a todos si pudieran”.
Del optimismo a la desesperación
En cierto punto de la década de los setenta, las áreas predominantemente palestinas de la Ribera Occidental y Gaza se consideraban la cuarta economía de más rápido crecimiento en el mundo, superando a Singapur, Hong Kong, Corea y por mucho a Israel. Pero ese período de optimismo ha terminado. Lamentablemente, los grupos radicales han desestabilizado el Medio Oriente cada vez que el mundo árabe ha intentado normalizar sus relaciones con Israel y han comenzado a tener éxito económico.
Los palestinos han sido refugiados permanentes en Gaza por más de cinco generaciones, aislados en una pequeña tira de tierra con una de las mayores densidades poblacionales del mundo. Rechazados en los mismos países árabes que dicen apoyarlos, los palestinos en Gaza han sido explotados por sus líderes como carne de cañón para buscar sus relaciones públicas y han soportado la ruina económica durante sus 17 años bajo el desgobierno y la injusticia de Hamás.
Tras el ataque de Hamás del 7 de octubre, Gaza además se ha convertido en un montón de escombros apocalíptico, con un creciente número de víctimas y casi dos millones de desplazados.
Como era de esperarse, en su constante deseo por algún tipo de justicia, muchos palestinos se sintieron eufóricos por los cargos en contra de Israel ante la CIJ, tras lo que consideran décadas de impunidad por su conducta en los territorios ocupados.
Otra vez, la justicia es importante, pero ¿considerarán las decisiones de la corte todo el contexto de las recientes acciones de Israel en Gaza? ¿Serán capaces de establecer la paz o bajar la temperatura en la región?
La causa que une a las naciones
Este caso de la CIJ no es la primera instancia en que Sudáfrica ha liderado una pelea diplomática contra Israel. En el 2001, Sudáfrica fue anfitrión de una Conferencia de las Naciones Unidas acerca de racismo en Durbán, cuyo objetivo era combatir el racismo, pero que resultó en un impresionante festival de odio contra los judíos.
Las acusaciones de Sudáfrica contra Israel también son un desafío simbólico al orden internacional dominado por Estados Unidos, el cual percibe como injusto para los intereses de África y el no Occidente.
“David Monroe, el director del Centro para Estudios acerca de África y China de la Universidad de Johannesburgo, dijo que, al acusar a Israel de genocidio, Sudáfrica no sólo estaba poniendo en juicio al gobierno de Israel, sino también desafiando el orden mundial post Segunda Guerra Mundial, liderado por el mayor aliado de los israelitas, Estados Unidos” (The New York Times, 12 de enero, 2024).
Si la acusación contra Israel se trata más de desafiar a Occidente que de hacer justicia para el pueblo palestino, entonces ¿es la justicia el objetivo real? ¿O es sólo una pantalla de humo para esconder un mayor problema?
¿Es relevante la Corte Internacional de Justicia?
Aunque el dictamen final de la Corte Internacional de Justicia podría tomar años, el 24 de mayo del 2024, la Corte pidió a Israel detener su ofensiva en Rafah. Este llamado es oficialmente vinculante, pero es muy poco probable que ponga fin a la guerra. (La Corte también le ordenó a Rusia terminar la invasión de Ucrania en el 2022, sin éxito.)
Sin embargo, tanto este reciente llamado como el caso de genocidio podrían impulsar la presión de la opinión pública internacional acerca de Israel y potencialmente conducir a sanciones y afectar el apoyo crítico de Estados Unidos a la milicia israelí.
El caso también podría poner a Israel en el amargo aprieto de tener que renunciar a la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio, firmada en 1949.
La nueva cara del antisemitismo
Los judíos generalmente han sido pocos en número, diferentes cultural y religiosamente, muy trabajadores y exitosos en una escala desproporcionada en comparación al resto de la población. Históricamente, esto a menudo los ha hecho blanco fácil, especialmente como chivos expiatorios en tiempos de turbulencia social o económica.
La vil retórica de los activistas es que los judíos son usurpadores terroristas que oprimen a las indefensas víctimas indígenas, los palestinos representados por Hamás.
Ésta es sólo la última mutación de la virulenta enfermedad del antisemitismo, oculta tras el término “anti-sionismo” y el odio hacia el estado de Israel. Es una visión que equipara a los israelitas con los colonos europeos y justifica la violencia contra los judíos en el contexto de una lucha anticolonial constante.
El antisemitismo es un mal moral que crea un puente entre individuos de la ultraderecha y ultraizquierda. Si bien los judíos son menos de un cuarto del uno por ciento de la población mundial, esta torcida ideología parece nunca desaparecer.
Un tiempo de miedo y aversión
Los cargos de genocidio coinciden con una alarmante recurrencia de antisemitismo en todo el mundo:
- Los incidentes antisemitas en los Estados Unidos, incluyendo el vandalismo, el hostigamiento y los ataques, han aumentado casi 400 por ciento desde los ataques terroristas. Casi dos tercios de los crímenes de odio religioso reportados son contra judíos, un grupo que representa sólo el 2,4 por ciento de la población de Estados Unidos.
- En Francia, los actos antisemitas casi se cuadruplicaron en el 2023 en comparación al 2022.
- Alemania reportó un aumento de 320 por ciento en los incidentes antisemitas tras los ataques terroristas de Hamás, mientras que Dinamarca reportó el mayor número de estos incidentes desde la Segunda Guerra Mundial.
- La fuerza policial de Londres asegura que los incidentes antisemitas han aumentado 14 veces desde los ataques del 7 de octubre.
La fuente del antisemitismo
Muchas, si no la mayoría, de las figuras principales de la Biblia fueron judías de nacimiento. El rey David, Salomón, Daniel y muchos de los profetas del Antiguo Testamento eran judíos, así como Jesucristo, Pedro y varios líderes de la Iglesia del Nuevo Testamento.
Dios usó al pueblo judío para preservar fielmente las Sagradas Escrituras (Romanos 3:1-2). Nuestro Dios creador tiene un amor especial por el pueblo judío (Salmos 78:68) y la Biblia describe a todos los cristianos convertidos como judíos espirituales (Romanos 2:28-29).
Pocas personas parecen entender que el antisemitismo es a fin de cuentas un rechazo a Jesucristo. Tener un odio indiscriminado hacia los judíos es odiar al Hijo de Dios, quien nació como judío. Pero además de eso, debemos recordar que tratar a cualquier grupo de personas con odio y violencia es pecado y es antibíblico.
¿Justicia en la ONU?
Los palestinos y sudafricanos demandan un dictamen que consideran atrasado. Para Israel, la “justicia” impuesta por la ONU está tergiversada y politizada.
Mientras la justicia genuina parece ser cada vez más irreconocible y fuera de alcance, otros ven al sistema internacional de justicia como la única opción.
Según Chile Eboe-Osuji, un expresidente de la Corte Penal Internacional, “Las cortes internacionales ahora parecen ser la última esperanza para la humanidad, en un mundo donde los países utilizan las posibilidades de la ciencia para maximizar la destrucción, mientras que la capacidad de la ONU para frenar el azote de la guerra ha fallado enormemente” (ForeignPolicy.com).
¿Cómo se alcanzará la justicia?
Dado que la humanidad no comprende la paz, la justicia o la misericordia, las cortes internacionales inevitablemente fracasarán en la tarea de traer verdadera justicia o paz duradera.
El conflicto palestino-israelí, con sus profundas raíces históricas y dimensiones multifacéticas, siempre ha sido altamente polémico y polarizado. Ambas partes han sufrido mucho, y la empatía y justicia para cualquier lado a menudo se malentiende como antagonismo e injusticia para el otro.
Los Acuerdos de Abraham intentaron al menos recordarles a árabes e israelitas que comparten el legado del respetado patriarca conocido por buscar la justicia. Pero la humanidad raramente aprende de la historia y difícilmente olvida los agravios del pasado. Por lo tanto, se requerirá de la intervención de Jesucristo resucitado —quien fue acusado injustamente por el sistema legal.
El Creador de los judíos y los árabes entiende y ama la verdadera justicia (Jeremías 9:24; Isaías 30:18). Sólo Él será capaz de restaurar la justicia y la paz duradera en el Medio Oriente.
En su triunfante segunda venida, Jesucristo será “exaltado en juicio” (Isaías 5:16) y traerá justicia para los desvalidos (Salmos 10:16-18; 97:2; 99:4; 146:7; Isaías 2:4). El perpetuo conflicto israelí-palestino sólo se resolverá para el beneficio de todos bajo su liderazgo. Lea más sobre esto en nuestro folleto El mundo que vendrá: cómo será.
Recuadro: La Corte Penal Internacional entra en escena
El fiscal de la Corte Penal Internacional hizo noticia el 20 de mayo del 2024, anunciando que procuraría órdenes de arresto para el primer ministro israelí y tres líderes de Hamás. Generalmente, las órdenes de arresto no se anuncian sin antes ser aprobadas por una cámara preliminar al juicio.
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu condenó la “torcida y falsa equivalencia moral entre los líderes de Israel y los seguidores de Hamás. Es como crear una equivalencia moral entre el presidente Bush y Osama Bin Laden tras el 11 de septiembre, o entre Franklin D. Roosevelt y Hitler en la Segunda Guerra Mundial”, reportó The Jerusalem Post.
El presidente estadounidense Joe Biden, aunque ha criticado la postura de Israel en la guerra de Gaza, describió estas órdenes como “ofensivas”. “No existe equivalencia entre Israel y Hamás, ninguna”, aseguró.
La CPI, establecida en el 2002, a menudo se confunde con la CIJ.
“La CPI difiere de la Corte Internacional de Justicia —el tribunal más alto de la ONU que resuelve disputas entre estados y también se encuentra en La Haya— en que procesa a individuos” (cfr.org).
Israel no es parte de la CPI y los procesos legales de este tipo a menudo toman años.