En una era de redes sociales y sensibilidades políticas, los principios básicos de la libertad de expresión y de religión se ven cada vez más amenazados. ¿Cuál podría ser el resultado?
Actualmente, los pilares de las sociedades democráticas y cristianas —la libertad de expresión y de religión— enfrentan serios desafíos. Las democracias occidentales han dictado una avalancha de leyes y medidas restrictivas para combatir el discurso de odio, la desinformación, el extremismo y los alborotos públicos.
El alarmante aumento de los movimientos en contra de la libertad de expresión y la rápida pérdida de su protección en occidente presagian una transición hacia uno de los períodos más peligrosos e intolerantes de la historia moderna.
Guerra contra la libertad de expresión
Un informe publicado en diciembre del 2023 por Future of Free Speech (un centro de investigación independiente) destacó tendencias preocupantes en contra de la libertad de expresión en 22 democracias abiertas alrededor del mundo entre los años 2015 y 2022. Varios eventos globales importantes ocurrieron durante ese período, desde ataques terroristas devastadores y la pandemia del COVID-19, hasta la guerra en Ucrania, movimientos de protesta masivos y campañas políticas plagadas de desinformación.
El estudio encontró que en todos los años, excepto uno, hubo un aumento dramático en las leyes que restringen la libertad de expresión, siendo la seguridad nacional, la cohesión y la seguridad pública las razones más citadas.
Libertades en peligro
En el pasado, un fuerte compromiso con la libertad de expresión y, por extensión, con la libertad religiosa se consideraba una piedra angular de las sociedades democráticas.
Ahora, la ley, la cultura y la tecnología convergen peligrosamente para establecer nuevos estándares en torno a temas controversiales —específicamente el género, el sexo, el matrimonio y el valor del ser humano al principio y al final de la vida. Quienes discrepan del consenso tendrán que enfrentarse cada vez más a la coerción del gobierno y la intimidación cultural.
Louis Brandeis, juez de la Corte Suprema de Estados Unidos de 1916 a 1939, describió la primera enmienda, que otorga el derecho de libertad de expresión, como “un derecho indispensable”.
Las encuestas muestran que la mayoría de los estadounidenses están preocupados porque la libertad de expresión parece ir en la dirección equivocada. Pero al mismo tiempo, una encuesta del Centro de Investigación Pew, descubrió que ahora más de la mitad de los estadounidenses adultos se inclina a favor de las restricciones de información en línea en lugar de priorizar la libertad.
A medida que el concepto de “daño causado por palabras” se generaliza, hay una creciente intolerancia hacia a quienes discrepan en estos controversiales temas.
Libertad de expresión censurada en Canadá
En Canadá, la libertad de expresión se percibe cada vez más como demasiado peligrosa para ser permitida.
La libertad de expresión religiosa ha estado bajo ataque por años, con una constante criminalización de la expresión, impulsada con la excusa de promover la igualdad y combatir el discurso de odio.
Según la propuesta Online Harms Act [Acta de daños en línea] o el Proyecto de ley C-63, las cuentas de redes sociales y streaming de los canadienses podrían ser cerradas o bloqueadas por crear contenido que sea rechazado por un algoritmo del gobierno.
Con el supuesto objetivo de proteger a las masas del discurso de odio, la policía tendría la autoridad para buscar en internet violaciones a la ley del discurso de odio y arrestar a los culpables.
El cristianismo está en la mira
Otras leyes propuestas podrían ser usadas para eliminar la creencia en un texto religioso como defensa.
Si la excepción religiosa se elimina, los grupos religiosos van a ser cada vez más marginalizados y silenciados. Los padres, líderes religiosos y ciudadanos canadienses que ofrezcan una guía o consejo basados en su fe (incluyendo sermones o literatura con citas de la Biblia), y expongan visiones tradicionales del matrimonio y la sexualidad o critiquen a otra religión, podrían considerarse culpables de violar las leyes del discurso de odio.
Extremismo en el Reino Unido
El impactante radicalismo que se vio en las calles de Londres después de los ataques terroristas a Israel el 7 de octubre, avivó la lucha contra el extremismo y los crímenes de odio.
“Nuestra democracia y nuestros valores de inclusividad y tolerancia están bajo el ataque de grupos extremistas, los cuales están radicalizando a nuestros jóvenes y creando más polarización”, dijo Michael Gove, en ese entonces un experimentado ministro de gobierno a cargo del departamento que creó una nueva definición de extremismo. Esa nueva definición incluye la palabra “intolerancia”. Con el fin de “proteger los valores democráticos”, varios grupos podrían entrar en una lista negra por usar palabras abusivas o insultos.
En una sociedad que busca redefinir lo que considera intolerante, una definición tan vaga podría fácilmente ser usada en contra de los valores bíblicos tradicionales.
Protecciones y castigos
En el Reino Unido, las leyes ya estaban encaminadas en esa dirección con la creación de Online Safety Act 2023 [Acta de seguridad en línea 2023], cuyo objetivo es manejar el contenido “legal pero dañino” en internet.
Esta amplia ley tiene el loable fin de proteger a la población, especialmente a los niños, de la desinformación relacionada con temas de salud o política en línea; pero también crea la nueva ofensa criminal de “falsas comunicaciones”. Las grandes plataformas de redes sociales —Facebook, Instagram, X (antes Twitter) y TikTok— ahora deberán definir y eliminar lo que se considere “legal pero dañino”, o pagar multas de hasta un 10 por ciento de su ingreso anual.
Redefinición de extremismo
Ampliar la definición de extremismo y censurar la expresión debido no sólo a su contenido sino también a la reacción de otros, ilustra una actitud en contra del cristianismo. El riesgo de que perspectivas que se consideran anticuadas (tal como las enseñanzas bíblicas acerca de ética sexual) sean censuradas por causar “daño psicológico” es escalofriante.
El arzobispo de Canterbury, Justin Welby, quien se encarga de la Iglesia de Inglaterra y es miembro de la Cámara de los Lores, advirtió que la nueva definición de extremismo “amenaza inadvertidamente no sólo la libertad de expresión, sino también el derecho de adorar y protestar pacíficamente —cosas que se han ganado con esfuerzo y constituyen el tejido de una sociedad civilizada”.
Inquietudes por la libertad de expresión y temores de desinformación
Los países de habla inglesa tienen una larga historia de libertad de expresión. Pero en ciertos lugares de Europa, esa historia es más corta. Con el choque de culturas religiosas y seculares, los confinamientos por la pandemia del COVID-19 y múltiples elecciones con problemas de desinformación, los líderes europeos han tenido que enfrentar crecientes amenazas en contra de la libertad de expresión.
A lo largo de la UE se han multiplicado notoriamente poderosas leyes contra el odio, las ofensas y los insultos. Alemania y Francia han censurado las demostraciones pro-palestinas debido a la preocupación por los discursos de odio y el orden público.
En Irlanda, una nueva propuesta de ley de discurso de odio en contra de “ideologías tóxicas” podría responsabilizar a cualquiera de un crimen de odio contra una persona o grupo protegidos, aunque lo haya cometido sin intención.
Dinamarca ha reintroducido el crimen de la blasfemia y ha enmendado sus leyes para restringir la entrada a ciertos predicadores religiosos cuyas enseñanzas se oponen a “los valores daneses”.
La tecnología como herramienta de vigilancia
Con las elecciones parlamentarias de Europa 2024, los oficiales de la UE se alarmaron por lo que fue descrito como “niveles tsunami” de desinformación. La interferencia extranjera de operaciones de propaganda de Rusia y China provocó una inundación de información falsa y desinformación. Las falsas narrativas y teorías conspirativas que resultaron de ello, han erosionado la confianza electoral.
Asustados por el surgimiento de la extrema derecha en el continente, los gobiernos de la UE se han involucrado mucho más en la vigilancia del discurso.
La ley más nueva y extendida de la UE, es la revolucionaria Digital Services Act [Acta de servicios digitales], que entró en vigor el año pasado. La promulgación de esta ley marcó un importante cambio en el panorama de la libertad de expresión en el continente europeo. Se trata de una amplia regulación de las redes sociales que obliga a las plataformas —bajo la amenaza de multas severas— a actuar como censores privados, bloqueando y eliminando cualquier cosa que la UE defina como contenido terrorista, desinformación o discurso de odio.
Buenas intenciones, pero . . .
Mientras Europa comienza a ejercer su controversial nueva ley sobre tecnología con el fin de crear un espacio digital más seguro, sin duda habrá consecuencias accidentales y profundas implicaciones para la libertad de expresión, incluyendo la libertad de expresión religiosa.
Los políticos justifican estas leyes de amplio alcance como una estrategia para que los oficiales del gobierno puedan tener elecciones justas y logren atrapar a abusadores de niños. Sin embargo, estas mismas leyes podrían dar paso a un poder sin restricción para lanzar proyectos progresistas o intimidar a los ciudadanos comunes que tienen una visión bíblica poco popular.
Aún no está claro quién será la autoridad que defina los conceptos excepcionalmente amplios y ambiguos de información falsa, desinformación, discurso de odio y otros peligros en línea.
Si bien quitar el contenido ilegal suena como algo inofensivo, las definiciones de contenido “ilegal” o “dañino” podrían ser determinadas por tendencias culturales que cambian constantemente, gobiernos coercitivos o incluso algoritmos de inteligencia artificial.
Perspectivas fluctuantes acerca de la libertad
Según el Centro de Investigación Pew, cerca del 80 por ciento de los adultos estadounidenses cree que el papel de la religión en su vida está disminuyendo. Por lo tanto, no es extraño que la fe sea mayormente segregada de la vida. El declive moral de occidente implica que nuestra sociedad es cada vez más propensa a aceptar virtudes nuevas y pasajeras, y a permitir que la coerción del gobierno elimine o reemplace los fundamentos morales, las libertades y las verdades objetivas de la Biblia. La libertad de expresión es sólo uno de los valores tradicionales que terminan descartados.
La libertad de religión está indisolublemente conectada con la libertad de expresión, pero negar estas libertades en nombre de la tolerancia es cada vez más popular. A medida que el carácter religioso de occidente se vuelve más secular, lo mismo ocurre con nuestras suposiciones acerca de la libertad religiosa.
Según la revista Premier Christianity, una encuesta en Reino Unido descubrió que una cuarta parte de los jóvenes (entre 18 y 34 años) “apoyaría vetar la Biblia si creyera que contiene un ‘discurso de odio’”.
Las leyes que protegen la libertad de expresión y religión en los países de habla inglesa, han permitido que la Iglesia de Dios predique el evangelio del Reino de Dios a todo al mundo (Mateo 28:19-20). Pero las verdades objetivas que se encuentran en la Palabra de Dios cada vez se perciben más como algo indeseable, porque chocan con muchas creencias y movimientos contemporáneos.
Un hambre diferente
Las profecías bíblicas del tiempo del fin describen un inquietante futuro donde, a medida que el analfabetismo bíblico aumenta y las naciones descendientes del antiguo Israel se alejan de Dios, el entendimiento acerca del pecado y el arrepentimiento que encontramos en la Biblia, será catalogado como información falsa, desinformación o un discurso de odio (Isaías 59:14-15).
El profeta Amós describió vívidamente la vana búsqueda de la Palabra de Dios como “hambre [en] la tierra, no hambre de pan, ni sed de agua, sino de oír la palabra del Eterno. E irán errantes de mar a mar; desde el norte hasta el oriente discurrirán buscando palabra del Eterno, y no la hallarán” (Amós 8:11-12).
Estas escrituras nos dan sólo un bosquejo de la situación, pero pareciera que, en un mundo engañado (Apocalipsis 12:9), el clima político y legal se volverá extremadamente crítico y contrario al verdadero cristianismo bíblico. La tarea de la Iglesia de “[clamar] a voz en cuello, no [detenerse]; [alzar su] voz como trompeta, y [anunciar] a mi pueblo su rebelión, y a la casa de Jacob su pecado” (Isaías 58:1) será cada vez más difícil.
Pero, incluso si la predicación de las buenas noticias del Reino de Jesucristo es censurada, silenciada o eliminada de los medios, Dios nos exhorta a que “No [nos conformemos] a este siglo” (Romanos 12:2) y que “[busquemos] al Eterno mientras puede ser hallado” (Isaías 55:6).
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