Coherederos con Cristo

La Biblia dice que podemos ser “herederos de Dios y coherederos con Cristo”. ¿Qué significa realmente esta increíble promesa? ¿Qué podemos heredar y cómo?

Dios aborda el tema de la herencia a lo largo de toda la Biblia. Abraham salió de su hogar para ir a la Tierra Prometida —la tierra que finalmente heredarían sus descendientes cientos de años después. Pero las promesas hechas al fiel Abraham y a sus descendientes físicos y espirituales incluían muchas más cosas.

A sus descendientes físicos se les prometió convertirse en una gran nación y disfrutar de unas bendiciones maravillosas —en este momento y en el futuro. Pero a pesar de que estas bendiciones serían concedidas en su totalidad, aquellos que las recibieran no estarían exentos de perderlas si desobedecían. Usted puede leer más acerca de estas bendiciones en nuestro artículo “La promesa de Dios a Abraham”.

Herencias espirituales

¡Las bendiciones espirituales fueron incluso más asombrosas! Dios le dijo a Abraham: “Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra” (Génesis 12:3).

Esta bendición y herencia alcanzaría a muchos más allá de la familia física de Abraham. Se extendería a todas las personas.

Pablo les explicó a los gálatas cómo los gentiles también podían convertirse en descendientes espirituales de Abraham:

“Y la Escritura, previendo que Dios había de justificar por la fe a los gentiles, dio de antemano la buena nueva a Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas las naciones. De modo que los de la fe son bendecidos con el creyente Abraham” (Gálatas 3:8-9).

Después de explicarles que esto era posible gracias a Jesucristo, uno de los descendientes de Abraham, Pablo agregó: “Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa” (v. 29).

¿Qué va a heredar Jesucristo?

Jesucristo vino a la Tierra como un bebé, nacido en el seno de la familia de José y María. Como ser humano, pudo haber heredado un terreno y un negocio de carpintería de José (Mateo 13:55). Pero Jesús no era sólo un ser humano.

Jesús existió eternamente antes de su nacimiento como ser humano. Como el Verbo, Él fue el ser por medio del cual Dios creó todas las cosas (Juan 1:1-3; Colosenses 1:16). El hijo de Dios, junto con el Padre, era dueño de todo el universo físico y espiritual.

Los ángeles, a pesar de todo el poder que tienen, no son herederos de lo que Cristo ha heredado (Hebreos 1:4). Pero debido a la inmensa misericordia de Dios y a su asombroso plan, a los seres humanos débiles y aparentemente insignificantes se les ha ofrecido algo que va más allá de toda comprensión.

Llevar muchos hijos a la gloria

Dios nos dice que nos creó a su imagen y semejanza (Génesis 1:26-27). Esto ayuda a explicar la respuesta a la pregunta del rey David: “Digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre, para que lo visites?” (Salmos 8:4).

A pesar de que el ser humano fue creado a imagen y semejanza de Dios y Él desea que todos seamos como Él, desde la época de Adán y Eva la humanidad eligió el pecado y se hizo acreedora de la pena de muerte.

Hebreos cita Salmos 8 y profundiza en la herencia prometida y muestra el papel de Jesucristo para su cumplimiento.

“Le hiciste un poco menor que los ángeles, Le coronaste de gloria y de honra, Y le pusiste sobre las obras de tus manos; Todo lo sujetaste bajo sus pies. Porque en cuanto le sujetó todas las cosas, nada dejó que no sea sujeto a él; pero todavía no vemos que todas las cosas le sean sujetas. Pero vemos a aquel que fue hecho un poco menor que los ángeles, a Jesús, coronado de gloria y de honra, a causa del padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos” (Hebreos 2:7-9).

¡Jesucristo quería pagar la pena de muerte que pendía sobre nosotros! ¡Estaba dispuesto a morir para que nosotros viviéramos por siempre con Él y fuéramos herederos también!

“Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos” (v. 10).

¡El plan de Dios es traer muchos hijos a la gloria!

Herederos de Dios

Dios quiere darnos —a sus hijos e hijas (2 Corintios 6:18)— ¡una herencia junto con Cristo! Cristo, a diferencia de muchos ejemplos de seres humanos que heredan y, de manera egoísta, sólo buscan el control sobre la herencia, desea profundamente compartir su herencia.

Romanos 8:16-17 dice: “El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados”.

William Barclay comentó acerca de esta asombrosa herencia:

“Una vez estuvimos [bajo] el control absoluto de nuestra propia naturaleza humana pecadora. Pero Dios, en su misericordia, nos ha traído a su posesión absoluta. La vieja vida ya no tiene derechos sobre nosotros; Dios tiene un derecho absoluto. El pasado se cancela y sus deudas se borran. Comenzamos una nueva vida con Dios y nos convertimos en herederos de todas sus riquezas. Si es así, nos convertimos en coherederos de Jesucristo, el Hijo de Dios. Lo que Cristo hereda, nosotros también lo heredamos. Si Cristo tuvo que sufrir, nosotros también heredamos ese sufrimiento; pero si Cristo resucitó a la vida y a la gloria, nosotros también heredamos esa vida y esa gloria.

La conclusión de Pablo era que cuando un hombre se convertía en cristiano empezaba a formar parte de la familia de Dios” (Biblia de estudio diario, comentarios acerca de Romanos 8:12-17).

Teniendo en cuenta que Dios quiere hijos que sean como Él, vamos a usar nuestra herencia de la misma manera que Él lo hace —siguiendo el camino del amor y del dar.A la luz de esta herencia divina, Pablo dijo que tenía por cierto que “las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse” (v. 18).

Mathew Henry escribe acerca del versículo 18:

“Considero —logizomai. No era una decisión precipitada y repentina, sino el producto de una consideración muy seria y deliberada. Él había razonado el caso en su interior sopesado los argumentos de ambas partes, y así, finalmente, resuelve el punto. Oh, cuánta diferencia hay entre la sentencia de la palabra y el sentimiento del mundo con respecto a los sufrimientos de este tiempo. Considero, que ocurre como si fuera un aritmético que hace el balance de una cuenta. Primero suma lo que se ha desembolsado por Cristo a través de los sufrimientos de este tiempo presente, y encuentra que es muy poco. Luego suma lo que se nos asegura por Cristo en la gloria que será revelada, y encuentra que es una suma infinita, que trasciende toda concepción, el desembolso abundantemente compensado y las pérdidas infinitamente contrarrestadas”.

¿Coherederos?

La palabra griega traducida que significa coherederos es sygkleronomos. Esta palabra griega también se emplea en Hebreos 11:9, donde habla de Abraham habitando en tiendas con Isaac y Jacob, “coherederos de la misma promesa”.

Sygkleronomos también se utiliza en dos escrituras más del Nuevo Testamento donde da una visión amplia de quiénes serán los herederos de esa herencia espiritual.

Para entender la diferencia, analicemos lo que dice en el Antiguo Testamento, “La tierra pertenecía más a la familia que al individuo… El hijo mayor recibía una porción doble y los demás partes iguales. Si un hombre moría sin dejar hijos, la herencia pasaba a las hijas. Si no tenía hijas a sus propios hermanos. Si no tenía hermanos, a los hermanos de su padre. Si el padre no tenía hermanos, al pariente más cercano” (Números 28:8-11, “Herencia”, Nuevo Diccionario Bíblico).

No había ningún mandato que estipulara que las esposas podían heredar (debían ser cuidadas por sus hijos u otros parientes) o para que alguna persona fuera de la tribu de Israel heredara.

Pero cuando se trata de la herencia espiritual:

  • Efesios 3:6 muestra que “los gentiles son coherederos” de la promesa en Cristo.
  • 1 Pedro 3:7 dice que el esposo debe recordar que sus esposas también son “coherederas de la gracia de la vida”.

En el plan de Dios, todos vamos a tener la oportunidad de recibir la increíble herencia espiritual.

¿Cuándo vamos a recibir esa herencia?

Como seres humanos pecadores y mortales, no estamos listos para recibir la herencia.

Para poder hacer la transición de lo que somos a lo que seremos, debemos arrepentirnos y recibir el perdón —la salvación de la muerte. Los hijos de Dios reciben el Espíritu Santo cuando después de ser bautizados se les imponen las manos (Hechos 2:38; 8:17), y ese Espíritu Santo se une con nuestro espíritu para darnos una nueva vida como hijos de Dios. Durante esta vida humana, debemos ser “transformados” desde adentro por medio de la renovación de nuestra mente (Romanos 12:2).

En definitiva, debemos ser transformados en seres espirituales eternos para poder recibir la herencia espiritual. “Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción” (1 Corintios 15:50).

Cuando Cristo regrese, los hijos de Dios van a recibir la vida eterna y van a heredar el reino de Dios (Mateo 19:29; Juan 3:3-5; Apocalipsis 20:6).

¿Qué vamos a heredar?

¿Qué es el Reino de Dios? El mensaje de las buenas noticias que Jesús predicó (Marcos 1:14-15). Es todo aquello sobre lo que gobierna Dios, que también va a incluir la Tierra (cuando Jesucristo regrese y Satanás desparezca), el universo físico y después el nuevo cielo y la nueva tierra. (Lo invitamos a estudiar más acerca de este tema con nuestro artículo “¿Qué es el Reino de Dios?”.)

Básicamente será una “herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible” (1 Pedro 1:4).

Hacia el final de la Biblia, Dios describe la herencia de nuevo:

“El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo” (Apocalipsis 21:7).

¡Todas las cosas!

Es un concepto difícil de entender. Como escribió Pablo, lo que Dios tiene guardado para nosotros sobrepasa nuestra imaginación: “Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, Ni han subido en corazón de hombre, Son las que Dios ha preparado para los que le aman” (1 Corintios 2:9).

¿Qué espera Dios de sus herederos?

Éstas son algunas de las cosas que Dios desea que sus hijos y herederos hagan y piensen:

  • Ser mansos (Mateo 5:5)
  • Guardar sus mandamientos (Mateo 19:16-17)
  • Dar y servir a aquellos que están en necesidad (Mateo 25:34-36).
  • Creer, tener fe (Gálatas 3:9)
  • Evitar las obras de la carne (Gálatas 5:19-21)
  • Arrepentirnos y ser bautizados (Hechos 2:38)
  • Ser guiados por el Espíritu Santo (Romanos 8:14)
  • Estar dispuestos a sufrir con Cristo (v, 17) y dejar atrás cosas de esta vida (Mateo 19:29)
  • Purificarnos así como Él es puro (1 Juan 3:3)
  • Vencer (Apocalipsis 21:7)

¿Qué haremos con nuestra herencia?

Teniendo en cuenta que Dios quiere hijos que sean como Él, vamos a usar nuestra herencia de la misma manera que Él lo hace —siguiendo el camino del amor y del dar.

Claramente vamos a estar agradecidos y gozosos (Filipenses 4:4-6).

Vamos a utilizar todo lo que se nos dé para servir a Dios y a los demás (Mateo 20:26-28; 25:31-40).

Vamos a emplearla de una manera productiva y fructífera, como lo vemos en la parábola de los talentos (Mateo 25:14-23).

Más allá de eso, sólo vemos a través de un cristal oscuro, pero sabemos que lo que Dios tiene reservado será maravilloso y producirá los mejores resultados posibles. Lo invitamos a estudiar más acerca del asombroso plan de Dios en nuestros artículos “Hijos de Dios” y “El don de la vida eterna”.

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