Hágase tu voluntad

¿Cuál es el origen de esta conocida expresión? ¿Existe alguna conexión con el Reino de Dios? ¿Qué significa “hágase tu voluntad” para nosotros hoy en día?

Cristo nos enseñó a orar: “Hágase tu voluntad”. Detrás de esta simple afirmación hay una actitud fundamental que debe tener cada cristiano.

La frase “hágase tu voluntad” se encuentra tres veces en la Biblia.

Se encuentra por primera vez en lo que comúnmente conocemos como la oración del Señor. De hecho, este fue un modelo de oración que Jesús utilizó para enseñarle a orar a sus discípulos.

“Hágase tu voluntad” en la oración del Señor

Jesús comenzó su ejemplo de cómo orar, diciendo: “Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra” (Mateo 6:9-10, énfasis añadido).

Lucas menciona en su Evangelio esta misma instrucción de Jesús: “Y les dijo: Cuando oréis, decid: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra” (Lucas 11:2, énfasis añadido).

En este corto resumen, vemos que el tema que Jesús trajo a colación inicialmente después de abordar y dar honor a Dios el Padre, fue el Reino de Dios. (Si desea estudiar más acerca de este tema, lo invitamos a leer nuestro artículo “Venga tu Reino”.) Él nos dice que oremos para que venga el Reino de Dios a la Tierra y luego nos indica que debemos orar para que la voluntad de Dios se haga acá en la Tierra como se hace en el cielo.

El significado de “como en el cielo, así también en la tierra”

¿Qué quiso decir Jesús con: “Santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra”? Por supuesto, Dios lo gobierna todo, pero ahora hay una diferencia entre cómo gobierna Él el cielo y la Tierra.

El Comentario bíblico del creyente dice: “Como en el cielo, así también en la Tierra. Esta frase modifica las tres peticiones anteriores. La alabanza a Dios, el gobierno soberano de Dios y el cumplimiento de su voluntad son una realidad en el cielo. Dios y el cumplimiento de su voluntad son una realidad en el cielo. La oración es que estas condiciones puedan existir en la Tierra como en el cielo”.

Actualmente, Dios le ha permitido a Satanás ser “el dios de este siglo” (2 Corintios 4:4), con todo el mundo bajo su influencia maligna (1 Juan 5:19). Jesucristo va a regresar pronto y Satanás va a ser encerrado (Apocalipsis 20:1-3). Entonces Cristo y sus santos van a establecer el Reino de Dios en toda la Tierra (v. 4). Nosotros oramos para que ese momento llegue pronto.

Mientras tanto, los seguidores de Cristo se esfuerzan por alabar a Dios, obedecer las leyes del Reino y hacer la voluntad de Dios en la Tierra de la misma manera que estas cosas se hacen en el cielo. Visto de esta forma, nosotros somos embajadores del Reino de Dios.

¿Por qué debemos orar para que se haga la voluntad de Dios?

Ya que Dios es todopoderoso y “todo lo que quiso ha hecho” (Salmos 115:3), ¿por qué debemos pedir que se haga su voluntad cuándo está va a ocurrir de todos modos? ¿Alguna vez ha pensado en que Cristo pudo haber incluido esto en el modelo de oración para ayudarnos a alinear nuestros pensamientos y acciones con el propósito y el plan que Dios tiene para nosotros?

Si usted desea aprender más acerca del plan que Dios tiene para toda la humanidad, lo invitamos a leer nuestro folleto El Misterio del Reino.

Cuando le pedimos a Dios que se haga su voluntad antes de pedirle por “nuestro pan de cada día” (Mateo 6:11), nuestras necesidades diarias y peticiones, estamos reconociendo que lo que Dios hace es más importante que nuestras demás actividades.

Este sutil, pero importante punto nos recuerda nuestras prioridades espirituales. El plan de Dios y el propósito para nuestra vida —su voluntad— deben ser nuestra prioridad.

¿Qué es la voluntad de Dios?

Finalmente, el propósito de Dios al crear los seres humanos es que se conviertan en miembros de su familia y vivan con Él para siempre en su Reino eterno. Esto proceso comienza con la creación de los seres humanos físicos, seres mortales que deben escuchar y obedecer las instrucciones que Dios ha dado a través de su hijo Jesucristo y de sus profetas.

Juan escribió acerca de los antecedentes de Cristo y de la razón por la que vino en la carne: “En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció. A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios” (Juan 1:10-13, énfasis añadido).

En este pasaje vemos que la voluntad de Dios es que los seres humanos respondan a Él y se conviertan en sus hijos.

Dios el Padre es el que llama a las personas (Juan 6:44). Después de recibir su llamamiento debemos arrepentirnos de nuestros pecados, ser bautizados y que se nos impongan las manos para recibir el Espíritu Santo. Cuando el Espíritu Santo mora en nosotros, cambiamos y nos convertimos.

Pablo describió este proceso: “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Romanos 12:2, énfasis añadido).

Pablo les habló acerca del mismo proceso a los corintios: “Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor” (2 Corintios 3:18, énfasis añadido).

La voluntad de Dios para nosotros es que cambiemos gradualmente nuestra condición de seres humanos con el comportamiento y formas de pensar naturales del ser humano, que no están de acuerdo con las leyes de Dios, a personas que actúan y piensan como Dios.

El Reino de Dios y su voluntad

Aunque Dios es todopoderoso, Él ha permitido que un espíritu maligno llamado Satanás el diablo ejerza su influencia sobre la humanidad por algún tiempo. La Biblia se refiere a Satanás como “el dios de este siglo” que cegó las mentes de las personas que no creen (2 Corintios 4:4). A través del engaño y las mentiras, “el cual engaña al mundo entero” (Apocalipsis 12:9).

La voluntad de Dios para nosotros es que cambiemos gradualmente nuestra condición de seres humanos con el comportamiento y formas de pensar naturales del ser humano, que no están de acuerdo con las leyes de Dios, a personas que actúan y piensan como Dios.En este momento el Reino de Dios no reina sobre la Tierra como lo hace en el cielo, en donde está Dios. Pero el Reino de Dios está destinado a apoderarse de todos los reinos de este mundo. Hace mucho tiempo Dios le mostró a Daniel una visión de ese acontecimiento.

“Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él. Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido” (Daniel 7:13-14).

El séptimo sello del libro de Apocalipsis describe el regreso de Jesucristo a la Tierra para establecer el Reino de Dios.

Juan escribió acerca de la visión que él tuvo con respecto a este acontecimiento por suceder: “El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el cielo, que decían: Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos” (Apocalipsis 11:15).

Cuando Jesús estaba dando el modelo de oración para enseñarnos a orar, dijo “Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra” (Mateo 6:10, énfasis añadido), esto lo dijo refiriéndose al proceso por el cual los gobiernos del hombre van a ser sustituidos el del Reino de Dios.

En nuestra comunicación con Dios debemos orar para que pueda ocurrir ese trascendental cambio que va a marcar el fin de la influencia de Satanás y el mal gobierno del ser humano, y el establecimiento del Reino de Dios en la tierra que va a traer paz, prosperidad y estabilidad a todas las naciones.

Una actitud de “hágase tu voluntad”

Jesucristo le oró al Padre acerca del gran juicio al cual se iba a enfrentar, justo antes de su crucifixión. Él sabía que pronto iba a tener que padecer un gran sufrimiento, “Otra vez fue, y oró por segunda vez, diciendo: Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad” (Mateo 26:42, énfasis añadido).

Esta es la tercera y última vez que encontramos la frase “hágase tu voluntad” en la Biblia.

En este caso, aunque Jesucristo hubiere preferido no tener que sufrir como lo hizo, dejó todo en manos de la voluntad de Dios. Esta oración plantea una pregunta interesante: ¿Ignoraba Jesús la voluntad de su Padre acerca de su inminente crucifixión? Hay algunas escrituras que nos permiten saber.

Apocalipsis 13:8 habla acerca de Jesús como el “Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo”. Esto quiere decir que el plan de Dios para que su hijo ofreciera su vida por los pecados del mundo existió desde el comienzo.

Además, Jesús les había enseñado a sus discípulos que su ministerio incluía entregar su vida. “Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado” (Juan 3:14).

Más adelante dijo de nuevo: “Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo” (Juan 12:32).

Entonces, ¿por qué Jesús oró para ver si de pronto no tenía que sufrir la crucifixión y al mismo tiempo se ponía en manos de la voluntad de su Padre?

¿Podría ser qué, del mismo modo que hizo con el bautismo (ver Mateo 3:14-15), Él estuviera dándonos ejemplo del comportamiento que nosotros debemos tener?

A pesar de que Jesús no estaba anhelando el sufrimiento que debía soportar, estaba totalmente comprometido a cumplir con la voluntad de su Padre. Jesús explicó: “Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra” (Juan 4:34).

Nuestras prioridades

Nuestra vida debe estar regida por actitudes cómo la de “hágase tu voluntad”. Vivir según las leyes de Dios debe ser nuestra prioridad número uno. Buscar el Reino de Dios y su justicia debe ser el enfoque principal de nuestra vida (Mateo 6:33).

Si le obedecemos a Dios, vamos a poder escuchar estas maravillosas palabras: “Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo” (Mateo 25:34).

Si usted desea aprender más acerca de lo que Dios espera de usted, lo invitamos a leer los artículos de la sección “El Reino de Dios”, “Lo que realmente significa orar, “hágase tu voluntad” y “La voluntad de Dios y usted”. También le recomendamos estudiar nuestro folleto “¡Cambie su vida!

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