¿Qué quiso decir Cristo cuando dijo: “el Reino de Dios está entre vosotros? ¿Significa esto que el Reino sólo existe en nuestros corazones y mentes?
Al responder a la pregunta de los fariseos acerca de cuándo vendría el Reino de Dios, Jesús les dijo: “El reino de Dios no vendrá con advertencia, ni dirán: Helo aquí, o helo allí; porque he aquí el reino de Dios está entre vosotros” (Lucas 17:20-21). La primera parte de la respuesta de Jesús es relativamente fácil de entender. Pero si no entendemos apropiadamente lo que dice la última parte, tendremos un cuadro incompleto del Reino.
Cuando Jesús vino a la tierra, los judíos estaban esperando que el Mesías regresara para elevar a la nación judía a un lugar prominente. En vez de escuchar el mensaje de arrepentimiento, ellos esperaban a alguien que los liberara y los dirigiera en una liberación exitosa de su nación. Y algunas de las autoridades religiosas aparentemente creían que ellos—debido a una cuidadosa investigación—serían los primeros en descubrir el retorno del Salvador prometido.
En el pasaje anotado anteriormente, Jesús les dijo a los fariseos que su pensamiento estaba errado. La primera venida de Jesús era para anunciar el Reino. Más tarde, él “…aparecerá por segunda vez…para salvar a los que le esperan” (Hebreos 9:28).
¿Cómo dijo Jesús que vendría el Reino?
Cuando Jesús regrese, habrá señales aterradoras que todos podrán observar (Mateo 24:5-14, 21-27; Apocalipsis 1:7). Pero al decir: “El reino de Dios no vendrá con advertencia, ni dirán: Helo aquí, o helo allí” (Lucas 17:20-21), lo que Jesús les estaba explicando a los fariseos era que esa generación, a pesar de todos sus meticulosos esfuerzos, por su erróneo entendimiento no podría identificar al Mesías en su primera venida.
Más aún, ellos no verían las increíbles señales de su segunda venida—las señales que ellos estaban buscando. Como Jesús lo anotara, ese relámpago cuyo resplandor se vería por todo el cielo, que acompañaría su segunda venida, ocurriría en otro “día” (v. 24), bastante tiempo después de que los fariseos a los cuales les estaba hablando hubieran vivido y muerto.
Después de decirles a los fariseos que ellos no podrían ver la venida del Reino de Dios en el momento en que ellos esperaban, Él dijo: “porque he aquí el reino de Dios está entre vosotros” (v. 21). En este sentido, Jesús, el Rey del venidero Reino de Dios, estaba entre los fariseos. ¡El Reino de Dios no estaba en los corazones de aquellos fariseos!
Viviendo de acuerdo con las leyes del Reino
¿Qué hay entonces acerca del concepto del Reino de Dios en nuestros corazones? Las Escrituras muestran que este tema debe estar en nuestra mente. Al fin y al cabo, supuestamente debemos orar para que el Reino venga (Mateo 6:10), y Jesús nos dijo “buscad primeramente el Reino de Dios y su justicia” (v. 33).
Cuando nos arrepentimos de nuestros pecados, somos bautizados y después seguimos la guía del Espíritu Santo, voluntariamente nos sometemos a las leyes y autoridad del Reino de Dios que vendrá. Al describir este proceso, Pablo, que en aquella época estaba prisionero en Roma, explicó: “El cual [Dios el Padre], nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo” (Colosenses 1:13). Así que existe un sentido simbólico de ser “trasladados” al Reino, cuando sometemos nuestra vida a Dios y comenzamos a vivir según sus instrucciones.
Nuestra lealtad primaria es trasferida de todos los reinos de este mundo al Reino de Dios. Ahora estamos sujetos a unas leyes diferentes (las de Dios) y pertenecemos a una comunidad distinta (la Iglesia de Dios).
El Espíritu Santo nos ayuda a obedecer las leyes de Dios. Este espíritu de “poder, amor y de dominio propio” (2 Timoteo 1:7), nos da la capacidad de vivir por las leyes de Dios aunque todavía seguimos siendo humanos y débiles. Aquellos que son guiados por el Espiritu de Dios son llamados “hijos de Dios” (Romanos 8:14). Este mismo espíritu le da poder a la Iglesia para poder cumplir con su comisión. En este sentido, tenemos la oportunidad de gustar o experimentar “los poderes del siglo venidero” (Hebreos 6:4-5).
Cómo podemos entrar al Reino de Dios
Aunque la Biblia menciona que después de ser bautizados nuestra “ciudadanía” está en los cielos (Filipenses 3:20), para entrar al Reino los seres humanos tienen que ser cambiados de carne y sangre en espíritu, de mortales a inmortales, a la segunda venida de Jesús (1 Corintios 15:50-53; Hebreos 9:28). Cuando el Reino de Dios venga a la tierra, regirá sobre todos “los reinos de este mundo” (Apocalipsis 11:15).
Desafortunadamente, al leer la frase de Jesús “el reino de Dios está entre vosotros”, muchos han limitado erróneamente el Reino de Dios a una perspectiva filosófica o una forma de pensar. En realidad, el venidero Reino de Dios es mucho más de lo que implica estar en los corazones y mentes de los seguidores de Cristo. De hecho, en el Reino van a entrar los fieles elegidos de Dios cuando Cristo regrese y ese Reino sea establecido aquí en la tierra.