Las fluctuaciones económicas han asolado a la humanidad durante mucho tiempo. ¿Por qué surgen las crisis económicas? ¿Existe una solución bíblica? ¿Cuál es el futuro de la economía mundial?
Contar con los recursos financieros suficientes para sobrevivir ha sido un problema perenne. De algunos registros que encontramos en la Biblia que nos hablan de los tiempos antiguos, leemos acerca de muchos desafíos que las personas enfrentaron para poder vivir (lo invitamos a leer al final de este artículo: “Sequías y hambrunas: crisis económicas antiguas”).
Ciclos económicos modernos
A pesar de que la economía se ha expandido mucho más allá de la agricultura, los altibajos periódicos de la economía siguen afectando a la humanidad. En un esfuerzo por mejorar el manejo de estas variaciones, los investigadores han comenzado a identificar las diferentes etapas de un ciclo económico y han propuesto diferentes explicaciones.
Joseph Kitchin, por ejemplo, abogó por un ciclo de inventario (Ciclo de Kitchin) de entre tres a cinco años. El ciclo de inversión fijo de Juglar (Ciclo de Juglar) dura entre 7 y 11 años. Simón Kuznets sugirió un ciclo de inversión en infraestructura (Ciclo de Kuznets) de 15 a 25 años; y Nikolai Kondratiev, un ciclo tecnológico (Onda de Kondratiev) de 45 a 60 años.
A pesar de que todos los modelos tienen alguna validez, existe un problema básico que los afecta a todos. Sencillamente, no hay una duración exacta y constante durante y entre cada ciclo. Debido a esto, algunos investigadores evitan emplear el término ciclo y simplemente se refieren como fluctuaciones a los cambios en la economía.
La verdad es que, a pesar de las mejores mentes e investigaciones de la humanidad, las fluctuaciones económicas son una realidad en nuestro mundo moderno. Por ello, el objetivo generalmente acordado por los economistas hoy en día es tratar de estimular la economía cuando decae y tratar de limitar sus efectos devastadores sobre las personas.
Teorías económicas
Cuando los investigadores comenzaron a estudiar las fluctuaciones económicas, surgieron varias razones para estos cambios. Algunos pensaron que las guerras eran las razones para las malas economías. Otros pensaban que las guerras eran buenas para la economía.
Otros pensaron que las fluctuaciones ocurrían debido a una muy alta oferta y una demanda bastante reducida, lo cual se le atribuía a la desigualdad en las riquezas. Para resolver este problema, Karl Marx propuso el socialismo. En 1930, John Maynard Keynes especuló que la forma de sacar la economía de la recesión, era dándole al gobierno la capacidad de gastar y controlar la oferta monetaria.
Estos son sólo reseñas superficiales de algunas teorías económicas. Mentes humanas brillantes han formulado teorías muy variadas y contradictorias.
Causas bíblicas para las crisis económicas y la prosperidad
A pesar de que los economistas han buscado arduamente las respuestas, al parecer muy pocos han tenido en cuenta lo que dice la Biblia acerca de la prosperidad. Esta fuente de sabiduría, a menudo tan subestimada, proporciona razones muy claras para la prosperidad o crisis económica.
Las hambrunas, que devastan las economías basadas en la agricultura (y definitivamente ninguna sociedad humana puede continuar subsistiendo sin comida), es uno de los métodos de castigo que Dios utiliza para los pueblos y naciones desobedientes (Jeremías 27:8, 13).
Dios le dijo a Ezequiel: “Hijo de hombre, cuando la tierra pecare contra mí rebelándose pérfidamente, y extendiere yo mi mano sobre ella, y le quebrantare el sustento del pan, y enviare en ella hambre, y cortare de ella hombres y bestias” (Ezequiel 14:13, énfasis añadido).
Bendiciones y maldiciones
Cuando una nación y sus habitantes son obedientes a Dios, la maldición del hambre desaparece.
Dios dice, hablando acerca de un tiempo en el futuro en el que Israel va a obedecerle fielmente: “Y os guardaré de todas vuestras inmundicias; y llamaré al trigo, y lo multiplicaré, y no os daré hambre. Multiplicaré asimismo el fruto de los árboles, y el fruto de los campos, para que nunca más recibáis oprobio de hambre entre las naciones” (Ezequiel 36:29-30, énfasis añadido).
Previamente, Dios les había dicho a los israelitas que si le obedecían, recibirían grandes bendiciones económicas (Deuteronomio 28:1-13). Esto incluía cosechas y rebaños (v. 4) y lluvia “en su tiempo” (v. 12).
Por otro lado, la desobediencia a las leyes de Dios implicaría un declive económico y grandes adversidades (vv. 15-68).
Entre las muchas maldiciones que le sobrevendrían a Israel a causa de su desobediencia, está esta escalofriante explicación: “Por cuanto no serviste al Eterno tu Dios con alegría y con gozo de corazón, por la abundancia de todas las cosas, servirás, por tanto, a tus enemigos que enviare al Eterno contra ti, con hambre y con sed y con desnudez, y con falta de todas las cosas; y él pondrá yugo de hierro sobre tu cuello, hasta destruirte” (vv. 47-48, énfasis añadido).
Ya que la mayoría de la humanidad no tiene conocimiento o el interés en obedecerle a Dios, no es una sorpresa que el mundo actual experimente recesiones económicas.
La profecía bíblica predice una crisis económica mundial
A pesar de que el propósito principal de la Biblia no es predecir las condiciones económicas, a medida que nos aproximamos al fin de la presente era del hombre, la Palabra de Dios revela información acerca del futuro de la economía mundial.
La profecía del Monte de los Olivos y el libro de Apocalipsis mencionan algunas condiciones económicas que van a existir antes de que Cristo regrese a establecer el Reino de Dios en la Tierra.
Jesucristo dijo, explicándoles a sus discípulos y a nosotros hoy en día que es lo que va a suceder durante los tiempos del fin: “Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares. Y todo esto será principio de dolores” (Mateo 24:7-8).
A pesar de que estos trágicos acontecimientos ocurren regularmente desde que Jesús los mencionó en el primer siglo, antes de su regreso están destinados a aumentar en intensidad. (Lo invitamos a ver “¿Qué son los cuatro jinetes del Apocalipsis?” para una explicación más amplia.)
La marca de la bestia y el control totalitario de la economía mundial en los tiempos del fin
Mientras que la mayoría de la humanidad ha sentido las dolorosas consecuencias económicas de las hambrunas, pestes y terremotos, una alianza entre un poder religioso llamado “Babilonia la grande” (Apocalipsis 17:5) y un poder civil llamado “la bestia” (Apocalipsis 13:1-10) en los tiempos del fin, va a obtener el control de la economía mundial. El poder religioso, representado por la segunda bestia de Apocalipsis 13:11-15, “y hace que la tierra y los moradores de ella adoren a la primera bestia” (v. 12).
La primera bestia de Apocalipsis 13 —la autoridad civil que estará gobernando a la humanidad al final de esta era— va a exigir que a las personas “se les pusiese una marca en la mano derecha, o en la frente” para poder “comprar o vender” (vv. 16-17). En cuanto al éxito de esta economía, al menos una parte de la población —los comerciantes— va a prosperar.
En Apocalipsis 18 vemos que los mercaderes de la Tierra van a “enriquecerse” gracias a este sistema económico (versículos 3, 15, 19).
“Ha caído Babilonia, la gran ciudad”
Juan describió la reacción de los mercaderes ante la caída de Babilonia la grande: “Y echaron polvo sobre sus cabezas, y dieron voces, llorando y lamentando, diciendo: ¡Ay, ay de la gran ciudad, en la cual todos los que tenían naves en el mar se habían enriquecido de sus riquezas; pues en una hora ha sido desolada!” (v. 19).
El pueblo de Dios tendrá un punto de vista muy diferente con respecto a la caída de Babilonia la grande (v. 20). Este falso poder religioso, guiado por Satanás, ha perseguido al pueblo de Dios a lo largo de toda la historia, ¡y ahora será destruido!
Si usted quiere entender más acerca de estas complejas pero importantes profecías de los tiempos del fin, lo invitamos a leer los artículos: “La marca de la bestia”, “666: el número de la bestia” y “¿Qué representa Babilonia?” en nuestra página web, VidaEsperanzayVerdad.org.
Prosperidad económica prometida durante el Milenio
Después de que Jesucristo regrese y establezca el Reino de Dios sobre la Tierra, los santos —las personas que han sido fieles a Dios a lo largo de la historia— van a ser transformados en seres espirituales (1 Tesalonicenses 4:16-17; 1 Corintios 15:50-52) y van a reinar junto con Cristo por 1.000 años (Apocalipsis 20:4).
Durante este periodo de tiempo conocido como el Milenio, la Tierra va a producir en abundancia para todos los seres humanos que le obedezcan a Dios, de nuevo demostrando los principios bíblicos de bendiciones y maldiciones. ¡El futuro del mundo a largo plazo es muy prometedor!
Durante el Milenio, las naciones y las personas van a aprender que el principio clave para el éxito económico es la obediencia a Dios.
El profeta Amós describió lo que va a suceder durante el Milenio cuando los israelitas le obedezcan a Dios: “He aquí vienen días, dice el Eterno, en que el que ara alcanzará al segador, y el pisador de las uvas al que lleve la simiente; y los montes destilarán mosto, y todos los collados se derretirán. Y traeré del cautiverio a mi pueblo Israel, y edificarán ellos las ciudades asoladas, y las habitarán; plantarán viñas, y beberán el vino de ellas, y harán huertos, y comerán el fruto de ellos” (Amos 9:13-14).
Este escenario de prosperidad económica por causa de la obediencia a Dios, contrasta con lo que le va a suceder a las personas que se rehúsen a obedecer.
Dios, por medio del profeta Zacarías, dice: “Y todos los que sobrevivieren de las naciones que vinieron contra Jerusalén, subirán de año en año para adorar al Rey, al Eterno de los ejércitos, y a celebrar la fiesta de los tabernáculos. Y acontecerá que los de las familias de la tierra que no subieren a Jerusalén para adorar al Rey, el Eterno de los ejércitos, no vendrá sobre ellos lluvia” (Zacarías 14:16-17, énfasis añadido).
Durante el Milenio, las naciones y las personas van a aprender que el principio clave para el éxito económico es la obediencia a Dios. La instrucción que Dios le dio al antiguo Israel, se mantendrá vigente: “Guardaréis, pues, las palabras de este pacto, y las pondréis por obra, para que prosperéis en todo lo que hiciereis” (Deuteronomio 29:9, énfasis añadido).
La economía bíblica durante el Milenio
Cuando las personas comiencen a obedecer las leyes de Dios, también habrá cambios en la forma de gestionar los negocios. Con base en las instrucciones que Dios le dio al antiguo Israel, podemos esperar las siguientes prácticas financieras durante el Milenio:
- Las personas van a diezmar—van a dar el 10 % de sus ingresos a Dios (Malaquías 3:8-10).
- Todos los préstamos van a ser reembolsados o cancelados después de siete años (Deuteronomio 15:1).
- No habrá tasas de intereses exorbitantes para los préstamos (Ezequiel 22:12-13).
- Los pobres no van a pagar intereses por los préstamos (Levítico 25:36-37).
- Cada 50 años habrá un “año de jubileo”, en el cual la Tierra vuelve a su propietario original (Levítico 25:8-28).
Estas prácticas van a prevenir la pobreza a largo plazo, y van a promover la prosperidad generalizada.
Las promesas de Dios y los principios bíblicos para el manejo del dinero
Ahora que ya hemos visto las indicaciones económicas para el futuro, la pregunta lógica es: “¿Qué puedo hacer para prosperar actualmente?” Para responder a esta pregunta, analicemos la enseñanza de Jesucristo en el Sermón del Monte.
Con respecto a las necesidades del ser humano, dijo: “Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?” (Mateo 6:25).
Otras escrituras nos muestran que debemos ser diligentes en nuestros negocios (Proverbios 10:4) y planear con antelación (Proverbios 16:3) para prosperar y evitar dificultades financieras, pero la idea principal que Cristo quería recalcar era que no debemos preocuparnos en exceso por nuestras necesidades físicas.
Luego, Jesucristo exhortó a su audiencia y a nosotros en la actualidad: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mateo 6:33).
La promesa de Dios es que si lo ponemos a Él primero en nuestra vida y obedecemos las escrituras que nos exhortan a hacer nuestra parte para ser exitosos, Dios va a cuidar de nosotros.
Usted puede estudiar más acerca de los consejos de Dios y de los principios bíblicos del manejo del dinero, en nuestros artículos: “Buscad primero el Reino de Dios”, “La Biblia, su dinero y usted” y en otros artículos relacionados.
Recuadro: Sequías y hambrunas: crisis económicas antiguas
En épocas antiguas, la economía se basaba primordialmente en la agricultura. Cuando los patrones climáticos trajeron sequías, las personas no tenían métodos de transporte modernos para traer alimentos de lugares remotos, por lo que el sufrimiento cíclico era, con frecuencia, una cuestión de vida o muerte.
La Biblia nos dice que Abraham e Isaac tuvieron que pasar por hambrunas mientras vivían en Canaán (Génesis 26:1). Luego un par de generaciones después, una hambruna severa amenazó la economía global.
José, mientras estaba encarcelado en Egipto, recibió la interpretación del sueño del faraón que anunciaba siete años de prosperidad seguidos de siete años de hambruna (Génesis 41:29-31). Esto iba a ser un tremendo golpe para la economía egipcia, así como para las naciones circundantes, ya que la hambruna iba a “crecer por toda la tierra” (v. 57). Sin esa advertencia previa, la que Dios le dio al faraón por medio de José, este problema económico internacional hubiera devastado tanto al ser humano como a los animales.
Para mitigar la severidad de los años de escasez que venían, José propuso que el 20 % de las cosechas fueran almacenados cada año durante el tiempo de abundancia para que así el país “no pereciera de hambre” (v. 36). Esta acción —de anticiparse al mal y tomar las medidas adecuadas (Proverbios 22:3; 27:12)— salvó cualquier cantidad de vidas.
Pero ese no fue el fin de las sequías y las hambrunas. El clima impredecible y sus devastadores efectos sobre la economía continuaron como uno de los principales desafíos durante mucho tiempo después de la época de los patriarcas.
La Biblia menciona que “hubo hambre en los días de David por tres años consecutivos” (2 Samuel 21:1). Durante el reinado del rey Acab, el “hambre era grave en Samaria” (1 Reyes 18:2). Otra hambruna sobrevino durante “siete años” en los tiempos de Eliseo (2 Reyes 8:1).
Durante los tiempos de Nehemías, unos judíos le informaron: “Hemos empeñado nuestras tierras, nuestras viñas y nuestras casas, para comprar grano, a causa del hambre” (Nehemías 5:3).
Incluso durante el primer siglo, las fluctuaciones económicas continuaron debido a las hambrunas. Dios reveló, por medio de Agabo, que: “vendría una gran hambre en toda la tierra habitada; la cual sucedió en tiempo de Claudio” (Hechos 11:28).
Curiosamente, los historiadores dicen que durante el reinado de Claudio César, hubo varías hambrunas. El historiador judío Josefo escribió acerca de una de ellas: “En aquel momento la ciudad sufría por el hambre y muchos morían a causa de la indigencia” (Antigüedades de los Judíos, libro 20, capítulo 2, sección 5).
Estos ejemplos nos muestran que las crisis económicas han sido un problema recurrente a lo largo de la historia —pero es un problema para el cual Dios tiene la solución.
Si usted desea estudiar más a fondo este tema, lo invitamos a leer los artículos de la sección “Tiempos del fin”.