Los líderes religiosos de la época de Jesús le pidieron una señal milagrosa, pero Él los reprendió por no discernir las “señales de los tiempos”. ¿Qué quería decir con esto? ¿Podemos discernirlas?
Cuando los líderes religiosos le pidieron un milagro, Jesús les contestó que eran una generación impía y perversa que insistía en ver a Dios en los sucesos anormales en lugar de discernir las señales de los tiempos.
¿Qué quiso decir Jesús cuando les dijo que no podían discernir las señales de los tiempos (Mateo 16:3)? Para responder esta pregunta es necesario analizar lo que estos líderes le estaban pidiendo a Jesús. Mateo 16:1 nos dice: “Vinieron los fariseos y los saduceos para tentarle, y le pidieron que les mostrase señal del cielo”.
En otra ocasión los líderes religiosos lo presionaron: “Maestro, deseamos ver de ti señal” (Mateo 12:38).
De acuerdo con el Comentario bíblico del expositor: “Una señal… era usualmente algo milagroso que debía ser realizado rápidamente o inmediatamente, para confirmar una profecía. Los judíos no estaban pidiendo sólo otro milagro, ya que ellos habían pensado que por lo menos algunos de los que Jesús había realizado eran por el poder de un demonio (12:24); ellos estaban pidiendo una “señal” de inmediato para quitar lo que ellos percibían cómo una ambigüedad de los milagros de Jesús (nota acerca de Mateo 12:38).
Ya que Jesús había realizado tantos milagros en toda Galilea y Judea, es muy probable que estos maestros religiosos hubieran escuchado muchos testimonios convincentes acerca de los milagros sobrenaturales que Jesús ya había realizado (Mateo 4:24; 9:27-31; Lucas 7:11-17). Sin embargo, estos hombres aparentemente todavía querían ver un milagro impresionante para satisfacer su curiosidad. Y su deseo de “probar” a Jesús implicaba que todavía había alguna duda acerca de la fuente de su poder para realizar milagros (Lucas 11:15-16; Juan 12:37).
¿Por qué una señal del cielo?
¿Qué era una señal importante de Dios? En varios casos en el Antiguo Testamento Dios envió una señal milagrosa que servía como testigo de que Él estaba directamente involucrado en algún suceso que iba a ocurrir (Jueces 6:17-21; 1 Samuel 2:34; 1 Reyes 13:1-3; Isaías 7:14).
Una de estas señales ocurrió cuando Moisés le dijo al pueblo que Dios iba a hacer llover pan del cielo para ellos (Éxodo 16:4; Juan 6:31-31). Y otro fue cuando Isaías le dijo al rey Ezequías que Dios iba a hacer retroceder 10 grados la sombra en el reloj de Acaz (Isaías 38:7-8).
En otra ocasión, Elías “…oró fervientemente para que no lloviese, y no llovía sobre la tierra por tres años y seis meses. Y otra vez oró, y le cielo dio lluvia y la tierra produjo su fruto” (Santiago 5:17-18 y también en 1 Reyes 17:1).
Estas son sólo algunas de las señales que Dios realizó por medio de los profetas.
Los líderes religiosos no creyeron
Aunque se habían realizado muchas señales convincentes, que atestiguaban de la identidad de Jesús, los líderes religiosos del primer siglo no creyeron que ésas eran señales claras. Así que cuando los fariseos y saduceos retaron a Jesús que les mostrara una señal, Él les respondió con un ejemplo de lo fácil que era para ellos predecir el clima del día siguiente al observar el cielo, pero que no podían discernir la grave condición social y espiritual del mundo alrededor de ellos.
Jesús les dijo a ellos: “¡Hipócritas! Que sabéis distinguir el aspecto del cielo, ¡más las señales de los tiempos no podéis! La generación mala y adúltera demanda señal; pero señal no le será dada sino la señal del profeta Jonás” (Mateo 16:1-4, énfasis añadido).
Jesús estaba afirmando que los líderes religiosos de su época, que eran representativos de toda su generación, tenían un espíritu de incredulidad en cuanto a si Él era el Mesías que los profetas habían señalado. El relato del Evangelio de Marcos agrega que debido a la incredulidad de las personas, Jesús se lamentaba profundamente en su corazón (Marcos 8:12).
Después de dar una detallada explicación del Reino de Dios a los judíos que lo habían visitado en la prisión en Roma, Pablo citó una descripción que Isaías hizo de las personas que eran ignorantes porque querían serlo y se rehusaban a ser enseñadas (Hechos 28:26-27). Nuevamente, había un amplio testimonio dado por los profetas (Lucas 24:27; Hechos 3:24-25), y gran evidencia milagrosa de que Jesús venía de Dios (Juan 10:25, 38; 14:10).
La señal del profeta Jonás
Jesús les dijo a los líderes religiosos que querían una señal: “Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches” (Mateo 12:40). Anteriormente, Jesús también había anunciado que su resurrección ocurriría tres días después de su muerte (Juan 2:19).
La supervivencia milagrosa de Jonás después de estar en el vientre de “un gran pez” por tres días y tres noches, fue una poderosa señal de que el mensaje de Jonás a Nínive era de Dios (Jonás 1:17; Lucas 11:30). Por medio de esta “señal de Jonás”, Jesús predijo por adelantado que Él sería enterrado en “el corazón de la tierra” por tres días y tres noches, antes de salir milagrosamente de la tumba, vivo, tres días después. Esta señal milagrosa probaría que Él también, era enviado por Dios.
Además de probar que Cristo era el Hijo de Dios, esta señal de Jonás también muestra cómo la cronología de la muerte y resurrección de Cristo está correlacionada con las fiestas santas de Dios. Si desea un estudio adicional, vea “La señal de Jonás”.
¿Vivimos en medio de una generación perversa?
Al escribirles a los hermanos en Corinto, Pablo afirmó que el deseo que tenían los judíos de ver una señal milagrosa no había cambiado después de la muerte y resurrección de Cristo. “Porque los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura” (1 Corintios 1:22-23, también vea Lucas 2:34).
La afirmación de Pablo muestra que el incrédulo todavía se negaba a aceptar y apreciar el gran sacrificio de Cristo por la humanidad. Y el pensamiento humano no ha cambiado al fin del siglo. Jesús les dijo a sus discípulos que la maldad se aumentaría; y como resultado de ello, el amor de muchos se enfriaría (Mateo 24:12).
El apóstol Pedro les hizo una advertencia a los creyentes de la generación del tiempo del fin, diciéndoles que debían estudiar cuidadosamente las palabras que Dios les dio por medio de sus profetas y apóstoles (2 Pedro 3:2). Al hacerlo así, esto les ayudaría a estar en guardia contra las falsas “señales y prodigios” que Jesús dijo que se aumentarían (Mateo 24:24).
Pedro también dijo que “en los postreros días vendrán burladores, andando según sus propias concupiscencias, y diciendo: ¿dónde está la promesa de su advenimiento? Porque desde el día en que los padres durmieron, todas las cosas permanecen así como desde el principio de la creación” (2 Pedro 3:3-4).
La instrucción de “estar preparado” está directamente relacionada con poder discernir las señales de los tiempos y estar espiritualmente preparado. Pedro nos recuerda que estos falsos maestros van a olvidar deliberadamente cómo Dios había realizado obras poderosas. Así como Dios es capaz de sostener los cielos y la tierra, Él también va a traer “el día del juicio y de la perdición de los hombres impíos” (2 Pedro 3:7).
Otras señales de los tiempos
Los discípulos de Jesús le preguntaron: “¿Cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo? Respondiendo Jesús, les dijo: “Mirad que nadie os engañe”. Jesús prosiguió dando un bosquejo de sucesos que serían una evidencia clara de cuándo el fin del siglo estaría cerca (vv. 5-31).
En esta sección de la Escritura, Jesús dijo: “Porque se levantarán falsos Cristos y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos” (v. 24). Él prosiguió diciendo: “Así también vosotros, cuando veáis todas estas cosas, conoced que está cerca, a las puertas” (v. 33).
Al hablar directamente de la generación que estaría viva a su segunda venida Jesús dijo: De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca” (v. 34). Luego Jesús dijo: “Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor… Por tanto, también vosotros estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis” (vv. 42, 44).
La instrucción “estad preparados” está directamente relacionada con ser capaz de discernir las señales de los tiempos y estar espiritualmente preparados.
Estar listos
A la Iglesia de Tesalónica, Pablo le escribió: “Pero acerca de los tiempos y de las ocasiones, no tenéis necesidad, hermanos, de que yo os escriba. Porque vosotros sabéis perfectamente que el día del Señor vendrá así como ladrón en la noche, que cuando digan; Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina, como los dolores a la mujer encinta, y no escaparán. Mas vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas, para que aquél día os sorprenda como ladrón. Porque todos vosotros sois hijos de luz e hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas. Por tanto, no durmamos como los demás, sino velemos y seamos sobrios… Pero nosotros, que somos del día, seamos sobrios, habiéndonos vestido con la coraza de fe y de amor, y con la esperanza de salvación como yelmo” (1 Tesalonicenses 5:1-6, 8).
En otras palabras, los cristianos deberían reconocer las condiciones profetizas que existirían al momento del regreso de Cristo y estar listos para ese trascendental suceso. Si desea profundizar más en las advertencias de Pablo, vea “tiempos del fin”, en este sitio en la red.
Al animar a los hermanos de Éfeso y a nosotros hoy, Pablo escribió: “Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos” (Efesios 5:15-16). Para ayudarlo a entender mejor la importancia del significado profético de los sucesos mundiales y la necesidad de estar listos para el regreso de Cristo, asegúrese de suscribirse a la revista Discernir. Esta revista le ayudará a discernir las épocas y conocer la diferencia entre el bien y el mal en un mundo que está cada vez más confundido.
La Biblia indica que en el tiempo del fin surgirá un “hombre de pecado” que será capaz de realizar “señales y prodigios mentirosos” (2 Tesalonicenses 2:3, 9). Al mismo tiempo Dios tendrá dos testigos que también harán “señales milagrosas” (Apocalipsis 11:3-6). ¿Podrá usted discernir la diferencia?