Jesucristo nos dijo “velad... y en todo tiempo orando”. ¿A qué se refiere la Biblia cuando nos dice velad y orad? A continuación, hay cuatro aspectos que comprenden el concepto de estar velando.
Una de las advertencias más importantes de los Evangelios es la orden de velar. ¿Pero qué significa velar? Las palabras del idioma griego que traducidas al español significan “velar” significan básicamente vigilar, mantenerse despierto, ser prudente, estar atento, estar listo y ser cauteloso.
Este artículo explica cuatro formas en que la orden de velar y orar se puede aplicar a nuestra vida cristiana.
Vigilar o ser prudente para arrepentirse y obedecer
Jesús le dijo a la Iglesia en Sardis: “Sé vigilante, y afirma las otras cosas que están para morir; porque no he hallado tus obras perfectas delante de Dios. Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído; y guárdalo, y arrepiéntete. Pues si no velas, vendré sobre ti como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti” (Apocalipsis 3:2-3).
A lo largo de la Biblia hay una enseñanza clara que debemos ser vigilantes y prudentes para arrepentirnos del pecado y obedecer a Dios. Ésta es una clave para crecer hacia la perfección.
En Éxodo 23:13 Dios dijo: “Y todo lo que os he dicho, guardadlo”.
Ser prudente significa ser vigilante o cauteloso. Cuando Dios habla, él espera que respondamos obedeciéndole atenta y cuidadosamente y oremos para pedirle su ayuda. Esto incluye recordar la ley de Dios, interpretarla correctamente y ser riguroso y preciso al obedecerla.
Dios espera que obedezcamos diligentemente sus instrucciones. Debemos aferrarnos y vivir cuidadosamente de acuerdo con cada palabra que sale de la boca de Dios.
Dios espera que frente al arrepentimiento del pecado, tengamos una actitud diligente y cuidadosa —para dejar de pisotear sus leyes. “Porque he aquí, esto mismo de que hayáis sido contristados según Dios, ¡qué solicitud produjo en vosotros!” (2 Corintios 7:11).
Estar velando es un fruto del verdadero arrepentimiento. La desobediencia trae consigo un castigo.
Estar velando es un fruto del verdadero arrepentimiento. La desobediencia trae consigo un castigo. La paga del pecado es la muerte. Como Dios juzga de manera imparcial, debemos temer no seguir sus instrucciones y el castigo que vendrá después. Este temor saludable de Dios debe producir una actitud de alerta para obedecerle.
Como Pablo escribió en Tito 3:8, “Palabra fiel es esta, y en estas cosas quiero que insistas con firmeza, para que los que creen en Dios procuren ocuparse en buenas obras. Estas cosas son buenas y útiles a los hombres”.
Velar o estar en guardia ante los ataques del enemigo
El concepto de velar se basa en la analogía del soldado que está vigilando ante el ataque enemigo. Su deber es hacer sonar una alarma si ve que el enemigo se acerca. Esto se aplica a la actitud que debemos tener para protegernos de nuestro adversario Satanás el diablo y sus ataques espirituales. Jesús les ordenó a sus discípulos en Mateo 26:41: “Velad y orad, para que no entréis en tentación”.
La razón por la cual Satanás es tan efectivo al momento de influir en los seres humanos para que pequen es que por lo general los seres humanos no sospechan de los ataques de Satanás.
- Esos ataques provienen de un enemigo invisible que parece que no existiera.
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Esos ataques son sutiles y se presentan en forma de ideas, impulsos, sugerencias y estados de ánimo que no se pueden distinguir fácilmente si provienen de fuentes humanas o ambientales.
- Esos ataques vienen en forma de anzuelos con carnada que concentran nuestra atención en el señuelo y nos ciegan para que caigamos en el anzuelo oculto.
Es un juego de guerra de distracción —que trata de desviar nuestra atención de hacer lo que Dios ordena. El antídoto para todo este esfuerzo de Satanás es velar y orar, ser conscientes de sus ataques para que podamos estar listos para resistir con la palabra y el poder de Dios. Debemos vigilar y anticiparnos a estas influencias que nos impulsan al pecado y estar preparados para decirles no y decir sí a la instrucción de Dios.
Estar atentos al cumplimiento profético
¿Qué debemos hacer con el conocimiento del futuro que obtenemos por medio de la profecía? Jesucristo dijo que debemos estar atentos para velar y orar y prepararnos para su venida.
Cuando observamos los acontecimientos mundiales, tratamos de percibir cualquier tendencia que pueda estar relacionada con los eventos proféticos para que no nos tomen por sorpresa cuando se cumplan. (Aprenda más acerca de este tema en nuestro artículo “Distinguir las señales de los tiempos”.)
Leer acerca de la historia de los acontecimientos mundiales y las profecías que se han cumplido puede ser un buen comienzo para esta actividad de observación de los sucesos del mundo. Pero es importante que evitemos caer en la trampa de intentar adivinar cuándo van a ocurrir estas cosas. “Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir” (Mateo 25:13).
Formular teorías con base en los posibles resultados de las tendencias es una parte natural cuando uno está atento a los cumplimientos proféticos. Pero esas teorías se deben tratar como especulaciones. Si elaboramos una teoría, debemos esperar hechos adicionales para verificar la teoría.
La imparcialidad, la objetividad y la perspectiva de Dios son otra parte importante cuando estamos a la expectativa de los acontecimientos.
Estar atentos a nuestra condición espiritual o estado de preparación
Parece que Jesucristo utilizaba las palabras “velar” y estar “listos” indistintamente, porque las dos aplican.
La cuarta dimensión de la vigilancia acompaña a cada una de las otras tres: vigilar nuestro estado de preparación o condición espiritual. Parece que Jesucristo utilizaba las palabras “velar” y estar “listos” indistintamente, porque las dos aplican. Cuando un guardia está atento al posible ataque de un enemigo, suele hacer más que limitarse a vigilar; también se mantiene en estado de alerta ante cualquier posible ataque para poder responder adecuadamente.
Del mismo modo, velar y orar por el regreso de Jesucristo no nos va a servir de nada como cristianos si no nos estamos preparando y alistando para su regreso.
¿Qué significa estar preparado? Vivir de acuerdo con cada palabra de Dios como un camino de vida habitual, estar llenos del fruto del Espíritu de Dios, que se necesita para cumplir con el espíritu de la Palabra, y demostrar que vamos a continuar haciéndolo por la eternidad, sin importar lo que suceda.
¿Cómo podemos medir nuestro estado de preparación? Examinándonos para ver si vivimos incondicionalmente por la Palabra de Dios como nuestro camino de vida habitual (Mateo 4:4).
¿Cómo podemos mantener el rumbo hacia la preparación? Aumentando diariamente el número de instrucciones y verdades por las que vivimos, y al mismo tiempo reduciendo el número de errores con el fin de obedecer totalmente (1 Tesalonicenses 4:10; 3:12).
¿Qué se necesita para estar listo? Un sacrificio personal de “sangre, sudor y lágrimas” que manifiesta en Jeremías 29:12-13.
¿Cómo podemos asegurarnos de estar listos a tiempo? Manteniendo un sentido de urgencia, tratando de recuperar el tiempo perdido (Efesios 5:16; Colosenses 4:5) y siendo eficientes y recursivos en el uso de nuestro tiempo.
No sabemos cuánto vamos a vivir. Pero si sabemos que es posible demorarse más de lo necesario y no estar listos a tiempo (Mateo 25:1-13; Lucas 13:6-9; Hebreos 5:11-12). Necesitamos seguir creciendo para estar listos a tiempo.
Por lo tanto, velemos y oremos en estas cuatro dimensiones, porque de esto depende nuestra preparación para encontrarnos y servirle a nuestro Salvador y Rey.