Muchas personas viven en ciudades tolerantes, pero la historia y la profecía bíblica muestran que los cristianos a menudo enfrentan persecución. ¿Por qué?
A través de la historia, los verdaderos cristianos —quienes se esfuerzan por “[Temer] a Dios, y [guardar] sus mandamientos” (Eclesiastés 12:13)— han enfrentado persecución.
La persecución puede dificultar el camino del progreso cristiano. De hecho, más que un obstáculo o una dificultad temporal, puede estropear nuestro progreso por completo.
Analicemos más de cerca esta seria y compleja realidad.
“Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán”
Los cristianos han sido perseguidos a menudo, lo cual no debería sorprender a nadie.
Jesús mismo nos advierte: “Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán” (Juan 15:20). ¿Es usted un cristiano en progreso? Si la respuesta es sí, entonces será perseguido.
Pablo también dijo algo similar: “todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución” (2 Timoteo 3:12). Y él lo sabía por experiencia personal.
Antes de ser llamado, Pablo (antes Saulo) “[respiraba] aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor” (Hechos 9:1). Y después de su llamamiento, fue perseguido por quienes “resolvieron en consejo matarle” (v. 23).
¿Qué es la persecución?
La persecución es más que una dificultad o prueba de nuestra fe.
The Complete Word Study Dictionary New Testament [Diccionario completo del Nuevo Testamento] explica que la palabra griega traducida como “perseguir” puede significar “perseguir con actos repetidos de enemistad”. El diccionario en línea Merriam-Webster define perseguir como “acosar o perseguir de una manera diseñada para herir, entristecer o afligir”.
La persecución es un antagonismo deliberado y dirigido que puede tomar muchas formas.
En casos extremos, la persecución incluye violencia. Pablo recordó: “cinco veces he recibido cuarenta azotes menos uno. Tres veces he sido azotado con varas; una vez apedreado” (2 Corintios 11:24-25).
También Jesús sufrió persecución de este tipo cuando enfrentó repetidos ataques verbales, fue arrestado, azotado y crucificado. Y, en Juan 16:1-2, profetizó: “Estas cosas os he hablado, para que no tengáis tropiezo. Os expulsarán de las sinagogas; y aun viene la hora cuando cualquiera que os mate, pensará que rinde servicio a Dios”.
Incluso en estos momentos, en algunas partes del mundo, convertirse a una religión diferente puede implicar persecución violenta e incluso la muerte.
Pero la persecución también ocurre de formas menos violentas. Un cristiano puede ser despedido de su trabajo o puede perder un ascenso por guardar el sábado. También puede ser acosado o excluido por cumplir las expectativas de Dios en cuanto al lenguaje o la observancia de las fiestas santas.
Aquila y Priscila, una pareja de cristianos del primer siglo, fueron exiliados debido a un decreto romano en contra de las minorías religiosas (Hechos 18:1-2).
¿Por qué ocurre la persecución?
Cuando la Biblia menciona a personas que fueron perseguidas, la razón principal de su persecución fue la obediencia a las leyes de Dios y su fidelidad.
Cristo especificó: “Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia” (Mateo 5:10, énfasis añadido); y agregó “Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros” (v. 11). Más tarde, Pedro hizo eco de sus palabras (1 Pedro 4:14-16).
Ser perseguido no es un indicador de pecado. De hecho, la causa principal de la persecución es que Satanás odia a Dios, su plan y al cuerpo de Cristo. Los esfuerzos de “el dios de este siglo” (2 Corintios 4:4) se centran en atacar a los siervos de Dios.
Pablo explicó: “Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” (Efesios 6:10-12).
Una de las tácticas del diablo es incitar a “la aflicción o la persecución” para que los llamados de Dios tropiecen (Mateo 13:20-21).
¿Por qué Dios lo permite?
La persecución a menudo provoca situaciones en las que el poder de Dios se manifiesta claramente. En algunos casos, quienes son perseguidos son librados por intervención divina. Por ejemplo, durante un período de violencia contra los cristianos (apoyada por el gobierno) en que Santiago fue asesinado, Pedro fue puesto en prisión. Pero los miembros oraron constantemente por su liberación y Pedro fue librado milagrosamente (Hechos 12:1-19).
Saber de alguien que ha soportado persecución puede animar a otros. Pablo menciona una ocasión en que Priscila y Aquila “expusieron su vida” para salvarlo a él (Romanos 16:3-4). No sabemos más detalles, pero el animador ejemplo de su fidelidad está ahí para nosotros.
Además, ser perseguidos por seguir a Cristo es algo que nos hace reflexionar. Cuando la enfrentamos apropiadamente, la persecución tiene el efecto agregado de enfocarnos en nuestra relación con Dios.
Prepararnos para la persecución
Entender que la persecución es una parte predecible de nuestro llamamiento debería motivarnos a estar preparados para ella.
Esta preparación comienza por fortalecer y hacer más sólida nuestra relación con Dios el Padre y Jesucristo.
David escribió: “[Eterno] Dios mío, en ti he confiado; sálvame de todos los que me persiguen, y líbrame, no sea que desgarren mi alma cual león, y me destrocen sin que haya quien me libre” (Salmos 7:1-2).
Y Jeremías dijo: “[El Eterno] está conmigo como poderoso gigante; por tanto, los que me persiguen tropezarán, y no prevalecerán; serán avergonzados en gran manera, porque no prosperarán; tendrán perpetua confusión que jamás será olvidada” (Jeremías 20:11).
Tener una relación sólida con Dios es fundamental. Esto se logra a través de la oración, el estudio de la Biblia, la meditación, el ayuno y la convivencia cristiana.
Pablo observó: “por amor a Cristo me gozo... en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte” (2 Corintios 12:10, énfasis añadido).
¿Cómo deberíamos reaccionar a la persecución?
¿Qué deberíamos hacer cuando enfrentamos persecución?
Además de prepararnos, la manera correcta de reaccionar puede depender de varios factores. No existe un versículo que diga: “Cuando lo persigan haga esto”, seguido de una sola acción que se aplique a todos los casos.
En cambio, los cristianos deben usar la sabiduría y el discernimiento. Podemos observar el ejemplo de quienes antes enfrentaron percusión, como José, Jeremías, Ester, los apóstoles, etcétera.
En algunas situaciones, es correcto recurrir al sistema legal. Pablo, por ejemplo, apelaba a sus derechos legales ocasionalmente (Hechos 16:35-38; 22:23-29). En otros casos, podríamos decidir no hacerlo, pero debemos estar dispuestos a sufrir pérdida (Mateo 5:25; 38-41).
En otras circunstancias, la respuesta apropiada es huir. Jesús nos aconseja: “Cuando os persigan en esta ciudad, huid a la otra” (Mateo 10:23). Él mismo se fue de Judea en una ocasión, no por miedo ni falta de fe, sino porque conocía la voluntad del Padre (Juan 6:15).
A menudo, la respuesta correcta es permanecer firmes y soportar. Pablo reconoció que hay veces en las que un cristiano debe simplemente soportar la persecución (1 Corintios 4:12).
Por otro lado, es interesante que en la Biblia no hay ningún ejemplo positivo de un cristiano enfrentando la persecución con ataques físicos. Cristo fue muy claro: “Amad a vuestros enemigos… orad por los que os ultrajan y os persiguen” (Mateo 5:44, énfasis añadido). Y Pablo resumió esta enseñanza diciendo: “Bendecid a los que os persiguen; bendecid, y no maldigáis” (Romanos 12:14).
Los cristianos deberían discernir cómo reaccionar, a veces apelando a sus derechos legales, a veces huyendo, y a veces permaneciendo firmes y soportando, confiados en que Dios está con nosotros.
Un cristiano debe orar y discernir cómo reaccionar.
Considere el ejemplo de Pablo y Silas en Filipos. Ellos fueron atacados, golpeados y encerrados en prisión (Hechos 16:16-24). Luego, un gran terremoto sacudió la cárcel de tal forma que “se abrieron todas las puertas, y las cadenas de todos se soltaron” (v. 26). Sin embargo, Pablo y Silas decidieron quedarse en sus celdas y Dios usó estos eventos en favor de la conversión del carcelero filipense y su familia.
¿Cómo discernieron Pablo y Silas que debían quedarse ahí y no huir? Incluso durante su persecución, “orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios” (v. 25).
El discernimiento para responder a la persecución apropiadamente está al alcance de quienes mantienen una relación cercana con Dios.
Consuelo en la persecución
Hay otro elemento animador de la persecución.
¿Recuerda cuando Saulo estaba ocupado “respirando aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor” (Hechos 9:1)? Ése fue un tiempo difícil e inquietante para los cristianos.
Pero con un gran milagro, Jesús intervino directamente en la vida de Saulo (Hechos 9:3-4) y le preguntó “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?” (v. 4).
¿Se dio cuenta de eso? “¿Por qué me persigues?”. No a la Iglesia, los miembros o quienes predican el evangelio —¡“a Mí”!
Considere lo que esto nos enseña acerca de la persecución: desde el punto de vista de Dios, Saulo estaba persiguiendo a Jesucristo. Si Cristo vive en nosotros (Gálatas 2:20), nunca estamos solos cuando somos perseguidos —ya sea en prisión, en el trabajo, en la escuela o en cualquier otro lugar. Jesús enfrenta la persecución con nosotros. Esto puede ser muy animador.
Pablo personalmente enfrentó muchas persecuciones, pero aún así dijo: “¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?” (Romanos 8:35, énfasis añadido).
Mientras lo apedreaban, golpeaban y estaba en prisión, Pablo se enfocó en el amor y el apoyo que recibía de Jesucristo.
Cristianos bajo persecución
La persecución es una realidad de la vida cristiana.
Deberíamos prepararnos activamente para ella —orando, implantando la Palabra de Dios en nuestras mentes (Salmos 119:11; Santiago 1:21) y animándonos unos a otros en la adversidad.
Los cristianos deberían discernir cómo reaccionar, a veces apelando a sus derechos legales, a veces huyendo, y a veces permaneciendo firmes y soportando, confiados en que Dios está con nosotros.
Como cristianos en progreso, enfrentaremos persecución. Lo invitamos a descubrir más acerca de la persecución en el tiempo del fin en nuestros artículos en línea: “Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia” y “Seremos odiados”.