Gedeón, Baal y la maldición de los madianitas, Parte 1

El pueblo de Israel estaba en serios problemas por hacer lo malo delante del Eterno. Gedeón no se creía capaz de hacer nada al respecto, hasta que un visitante inesperado le dio una misión especial.

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(La siguiente historia se encuentra en Jueces 6).

Gedeón estaba sacudiendo la escasa cosecha de trigo con un gran palo. Mientras lo hacía, los valiosos granos de trigo maduro caían al suelo. Su lugar de trabajo era muy estrecho. Estaba trabajando en un agujero en el suelo que servía como lagar (prensa de vino) de su familia.

Hubiera sido más fácil trabajar al aire libre, pero eso hubiera sido muy riesgoso. Aquí al menos estaba más protegido, y podía recoger la comida para su familia sin ser visto. Su clan tenía hambre.

Los madianitas invasores

Mientras Gedeón sacudía el trigo, él vigilaba atentamente hacia la distancia. Estaba muy pendiente de cualquier señal de movimiento que indicara la invasión de los temidos madianitas. Durante los últimos siete años, los madianitas llegaban durante el tiempo de la cosecha aterrorizando a Israel y robaban toda su comida y ganado. Después de arrasar la tierra se retiraban.

Cada año, la difícil situación de Israel se hacía más desesperada.

¿A quién temerán?

Siete años de miseria, pensaba Gedeón con amargura. ¿Cuánto tiempo más iba a continuar todo esto? ¿Cuánto tiempo más tendrían que esconderse, desesperados por comida y socorro? ¿Cuánto más tendrían que soportar la opresión de estos miserables madianitas?

Israel clamó a Dios para que los rescatara de esta opresión. Entonces, Dios envió a un profeta con un mensaje: “Yo los he librado de la mano... de todos los que los han oprimido... y les di su tierra. También os dije: Yo soy el Eterno vuestro Dios; no temáis a los dioses de los amorreos, en cuya tierra ustedes habitan. Pero no obedecieron mi voz” (Jueces 6:9-10).

¿Por qué el pueblo no había escuchado la corrección de Dios?

Un visitante inesperado

Había un enorme roble cerca del lagar. Bajo su sombra, estaba sentado un visitante inesperado, que observaba silenciosamente a Gedeón mientras trabajaba. Entonces le dijo: “¡El Eterno está contigo, hombre esforzado y valiente!” (v. 12).

Pero Gedeón respondió con tristeza: “Si el Eterno está con nosotros, ¿por qué nos ha sucedido todo esto?”. “¿Dónde están todos sus milagros de antaño?”. Gedeón sabía bien cómo Dios había rescatado a Israel de Egipto, pero ahora parecía que Dios los había abandonado.

La respuesta del visitante fue sorprendente: “Ve con toda tu fuerza, porque tú salvarás a Israel de los madianitas. ¿Acaso no te he enviado yo?”.

¿Cómo puede ser esto posible? Gedeón no creía que él o su familia fueran importantes. No entendía cómo él podía salvar a Israel.

Pero el Eterno lo animó diciendo: “Ciertamente estaré contigo, y derrotarás a los madianitas”.

¿Tú quién eres en realidad?

Había algo diferente en este visitante, y Gedeón tenía sus sospechas. “Si ahora he encontrado favor ante tus ojos, entonces muéstrame una señal de que tú has hablado conmigo”, dijo con cautela. Luego le pidió al visitante que esperara mientras preparaba una ofrenda para dársela. Gedeón se apresuró a cocinar un cabrito y un poco de pan sin levadura, en caso de que este extraño fuera realmente quien Gedeón pensaba que era.

Cuando Gedeón le llevó su ofrenda, el visitante le dijo: “Toma la carne y el pan sin levadura y ponlos sobre esta roca, y vierte el caldo”.

Gedeón se movió rápidamente para obedecer. Observó en silencio conmocionado cómo el visitante tocaba la ofrenda con la punta de su bastón, y ¡PUFF! Salió fuego de la roca y quemó la carne y el pan. ¡Y el visitante se esfumó frente a él!

¡Ah!

Gedeón, aterrorizado y temiendo por su propia vida, gritó: “¡Ah, Señor Dios! Porque he visto al ángel del Eterno cara a cara”.

“Entonces el Eterno le dijo: La paz esté contigo; No tengas miedo, no morirás”.

Gedeón estaba más calmado. Se apresuró a construir un altar al Eterno. Lo llamó El-Eterno-es-Paz, porque estaba muy agradecido.

Lo primero es lo primero

Gedeón adoraba y servía al Eterno, el Dios de Israel, a diferencia de su padre Joás, y la mayoría de su clan. Joás adoraba a Baal, y el altar de la ciudad y la imagen dedicada a Baal estaban en su tierra.

El Eterno le dio a Gedeón su primera asignación. Ese altar y la imagen de madera debían ser destruidos.

Las instrucciones del Eterno eran precisas: Toma un toro de siete años y otro toro joven de Joás y úsalos para derribar el altar. Luego destruye la terrible imagen. Gedeón no podía hacer esto por sí mismo, pero tenía 10 siervos confiables que lo ayudarían a destruir todo lo que tenía que ver con Baal.

Al amparo de la noche

Gedeón sabía que esta asignación era muy peligrosa, incluso potencialmente fatal, si eran descubiertos. Entonces, al amparo de la noche, él y sus hombres trabajaron arduamente para destruir el altar. Lo reemplazaron con un altar apropiado para Dios. Hicieron fuego usando la imagen de madera, sacrificaron el toro de siete años y lo ofrecieron como un sacrificio apropiado a Dios.

A la mañana siguiente, los hombres de la ciudad se dieron cuenta de lo que había sucedido. No tardaron mucho tiempo en acusar a Gedeón, el hijo de Joás, por haber hecho esto. ¡Gedeón debía morir!

¿Un cambio de opinión?

El padre de Gedeón idolatraba a Baal, pero estaba conmovido por el valor de su hijo. Trató de razonar con la multitud enojada. Si Baal había sido ofendido y si realmente era un dios, entonces que Baal castigue al ofensor. Y también les dijo, si alguien decide actuar en nombre de Baal y matar a Gedeón, esa persona debe ser ejecutada en su lugar (6:31). Y de esta manera, Joás calmó a la muchedumbre con sus palabras, salvando así la vida de su hijo.

A partir de entonces, Joás llamó a su hijo Jerobaal, que significa, uno que contendió con Baal y vivió.

Mientras tanto en la frontera

El vigilante gritó: “¡Son los madianitas y los amalecitas! ¡Ya vienen!”. En años pasados, los israelitas habían sido incapaces de enfrentar a estos intrusos. Pero esta vez, el Espíritu del Eterno vino sobre Gedeón, y las cosas iban a ser diferentes.

Hagan sonar la alarma

Gedeón tocó la trompeta e hizo sonar la alarma, y su familia fue la primera en responder, lista para la batalla. Y ordenó: “¡Envíen mensajeros a Manasés, Aser, Zabulón y Neftalí [tribus vecinas de Israel] y díganles que vengan armados para la batalla!”.

Los madianitas estaban a punto de enfrentarse con un Israel que se había preparado, y definitivamente no estaban preparados para lo que iban a encontrar.

(Continuará)

Preguntas de discusión

  1. ¿Qué mandamientos estaba quebrantando Israel al adorar a Baal?
  2. ¿Por qué crees que todos pensaron inmediatamente que Gedeón había destruido el altar dedicado a Baal?
  3. ¿Por qué crees que Joás salvó a Gedeón de la muerte a manos de la multitud enojada?

Si desea aprender más sobre el ángel del Eterno, vea nuestro artículo “El Ángel del Eterno”.

Para un resumen del libro de Jueces, vea nuestro artículo “El libro de Jueces”.

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