Jesús entra a Jerusalén y purifica el templo

Jesús sabía que este viaje a Jerusalén sería el último antes de su muerte. Sabía que las profecías se cumplirían al entrar en la ciudad, y los niños pequeños serían parte de esos eventos.

Se acercaba el momento en que Jesús daría su vida. Nuevamente, iba de camino a Jerusalén y Él sabía lo que le esperaba allí. Sabía que habría multitudes de personas durante esta temporada de Pascua. En esta ocasión la gente lo alabaría y lo vería como un profeta.

Quedaban sólo unos días antes de la Pascua. Cuando Jesús y sus discípulos estaban por llegar a Jerusalén, Él envió a dos de ellos adelante para que hicieran los preparativos para la Pascua. Les dijo que fueran a la aldea en dónde hallarían una asna y un pollino: “traédmelos. Y si alguien os dijere algo, decid: El Señor los necesita”.

Mateo nos dice que Jesús hizo esto para cumplir una profecía dada mucho antes por el profeta Zacarías (Mateo 21:5).

La entrada a Jerusalén

Trajeron la asna y el pollino a Jesús y pusieron sus ropas sobre los animales. Jesús entró a Jerusalén montado sobre una asna. La multitud de personas ponía sus ropas delante de Él. Este acto muestra que las personas veían a Jesús como una persona muy importante, como un rey (2 Reyes 9:13). Es algo similar a cuando se despliega la alfombra roja. Otros cortaron ramas de palmeras y las colocaban en el camino.

Se había reunido una gran multitud alrededor de Jesús. Algunos iban delante de Él, y otros lo seguían por detrás. Todos ellos daban grandes ovaciones de alabanza y decían: “¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!”.

Los niños pequeños también estaban entre las personas que alababan a a Jesús en voz alta.

Otras personas preguntaban: “¿Quién es éste?”.

Aquellos que conocían a Jesús y lo habían seguido dijeron: “Éste es Jesús el profeta, de Nazaret de Galilea”.

Purificación del templo

Al día siguiente Jesús fue al templo de Dios. Jesús esperaba ver al pueblo adorando a Dios en el templo, pero los encontró comprando y vendiendo, como si el templo fuera un mercado callejero común. Cuando Jesús vio lo que estaba pasando, expulsó a todos aquellos que estaban vendiendo y comprando.

También expulsó a los cambistas, quienes estaban cobrando una tarifa por cambiar monedas extranjeras por monedas hebreas, y poder usarlas en el templo para comprar artículos para los sacrificios y ofrendas.

Él les dijo: “Escrito está: Mi casa, casa de oración será llamada; mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones” (Mateo 21:12-13).

El hecho de que estuvieran comprando y vendiendo justo en los terrenos del templo era una falta de respeto hacia Dios. También era irrespetuoso hacia las otras personas que querían adorar a Dios en el templo. Probablemente se aprovechaban de los pobres y los engañaban, preocupándose más por el dinero que por la gente o por Dios. Jesús los expulsó a todos. Volcó las mesas de los cambistas. (Esta era la segunda vez que Jesús limpiaba el templo de mercaderes; vea Juan 2:14-17.)

Después de purificar el templo, muchos ciegos y lisiados venían a Jesús, y Él los sanaba (Mateo 21:14).

Jesús amaba a los niños pequeños

Los principales sacerdotes y escribas fueron testigos de las cosas maravillosas que Jesús había hecho. Pero al ver a los niños en el templo clamando “Hosanna”, se enojaron en gran manera (Mateo 21:15). Ellos no creían que Jesús era el Hijo de Dios, y no creían que los niños debían alabarlo de ese modo.

Le preguntaron a Jesús si había oído lo que los niños estaban diciendo acerca de Él. Y les respondió: “Sí; ¿nunca leísteis: de la boca de los niños y de los que maman perfeccionaste la alabanza?” (Mateo 21:16).

Jesús debe haber estado muy contento al escuchar las alabanzas de los niños. En Marcos 10:14 les dijo a los discípulos que permitieran a los niños pequeños venir a Él, “porque de los tales es el reino de Dios”. Jesús amaba a los niños, y a veces usaba a niños de ejemplo para mostrar a los adultos la importancia de llegar a ser como niños pequeños. (Vea nuestro artículo “Como niños pequeños: lecciones para la vida”.)

Preguntas

Aquí hay algunas preguntas que sirven como tema de conversación en familia:

  1. ¿Por qué cree usted que se había profetizado que Jesús entraría a Jerusalén cabalgando en una asna?
  2. ¿Qué hizo la multitud cuando lo vio?
  3. ¿Por qué los líderes religiosos se molestaron al escuchar a los niños y adultos gritando “Hosanna”?
  4. ¿Por qué estaba Jesús molesto con los mercaderes y cambistas en el templo?
  5. ¿Qué hizo Jesús?
  6. ¿Cree usted que Jesús ama a los niños?

Para más información, vea nuestra publicación diaria del blog del versículo bíblico “¡Hosanna en las alturas!”.

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