Darío, Daniel y los leones

Mucho después de la muerte del rey Nabucodonosor, los medos y los persas tomaron el mando del reino. Bajo el mandato del rey Darío, la fe de Daniel, su valor y obediencia a Dios, fueron nuevamente probados.

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El rey Darío puso 120 funcionarios para que estuvieran a cargo de todo el reino. Instituyó tres gobernadores para supervisar a esos hombres, y Daniel fue uno de esos gobernadores. El rey le tenía gran estima, debido a su servicio y sabiduría. El rey estaba pensando en poner a Daniel a cargo de todo el reino, segundo sólo después de él (Daniel 6).

Los otros funcionarios y gobernadores estaban celosos de Daniel, y trataban de encontrar algo en su contra para acusarlo. Entonces estos hombres dijeron: “No podemos encontrar nada contra Daniel a menos que encontremos algo acerca de la ley de su Dios”.

Una trampa para Daniel

Luego fueron al rey Darío y le pidieron que decretara que nadie debía adorar u orar a ningún dios. Sólo el rey debía ser adorado durante 30 días. Y cualquiera que no obedeciera esta orden debía ser arrojado a una cueva de leones. Ellos sabían que Daniel oraba a su Dios y no adoraría al rey.

El rey Darío firmó el decreto escrito, sin saber que era una trampa para Daniel.

Cuando Daniel supo que el decreto estaba firmado, se fue a su casa. Sabía que los oficiales lo estaban vigilando para ver si quebrantaba el mandato del rey y así acusarlo ante el rey. Aun sabiendo esto, fue a la habitación en la parte de arriba y se arrodilló ante una ventana abierta. Oró y dio gracias a Dios tres veces ese día, como era su costumbre desde que era muy joven.

Los hombres lo estaban observando para ver qué haría, y lo encontraron orando. Inmediatamente fueron al rey Darío, y le dijeron: “Daniel no está obedeciendo tu decreto. Él no te está adorando porque todavía ora a su Dios tres veces al día”.

Daniel es arrojado a los leones

Cuando el rey escuchó esto, se entristeció mucho. Trató de salvar a Daniel del castigo, pero esos hombres le recordaron al rey que esto era imposible. Le dijeron al rey: “Cuando haces un decreto, no se puede cambiar”.

Así que el rey envió a sus sirvientes para que le trajeran a Daniel, aunque le pesaba mucho. El rey ordenó a sus hombres que arrojaran a Daniel a una cueva de leones. El rey le dijo a Daniel: “Que tu Dios te libre”. Pero el rey realmente no estaba seguro.

Esa noche, el rey regresó a su palacio, pero no podía dormir. No pudo comer ni beber nada, Estaba preocupado porque no quería que mataran a Daniel.

El rey se levantó muy temprano a la mañana siguiente y corrió al foso de los leones. Tenía la esperanza que Daniel todavía estuviera vivo. Él llamó a Daniel diciendo: “Daniel, ¿tu Dios ha podido salvarte de los leones?”.

Dios cerró la boca de los leones

Daniel respondió: “Dios envió a su ángel y cerró la boca de los leones, para que no me hicieran daño”.

El rey estaba feliz de que los leones no hubieran matado a Daniel. Entonces, el rey Darío ordenó que Daniel fuera sacado del foso de los leones. Se sorprendió al ver que no tenía ninguna herida en su cuerpo. Daniel fue salvo porque creyó en Dios.

El rey ordenó entonces que todos los hombres que habían acusado a Daniel fueran arrojados al foso de los leones. Ese día, todos ellos fueron muertos por los leones.

El rey Darío alabó a Dios. Hizo un decreto para que todos en su reino adoraran al Dios de Daniel. A Daniel le devolvió su posición y tuvo riquezas y poder durante el reinado del rey Darío y el reinado del rey Ciro el Persa.

Daniel vivió su vida en Babilonia. No pudo regresar a su hogar en Judá. Pero Dios continuó bendiciéndole, y él halló gracia delante de los reyes de ese tiempo.

Dios usó a Daniel como profeta. Le reveló sueños y visiones acerca de lo que sucedería con los reinos del futuro hasta el presente.

Daniel sirvió a Dios todos sus días. Él nos dio un gran ejemplo de cómo debemos obedecer a Dios, tener fe y valor hasta el final de nuestras vidas.

Resumen y preguntas

Daniel no obedeció el decreto que ordenaba que había que adorar al rey, sino que obedeció a Dios y adoró a Dios solamente. Daniel sabía que podría ser arrojado al foso de los leones, pero aun así decidió obedecer a Dios. Dios lo bendijo por su obediencia y lo salvó.

Veamos algunas preguntas para reflexionar o hablar en familia:

  1. ¿Qué mandamientos obedeció Daniel en esta historia?
  2. ¿Puede pensar en algún momento de su vida en que necesitaba fe y valor para hacer lo correcto?

Puede leer más acerca de esta historia en el artículo “Daniel 6: Daniel en el foso de los leones”.

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