10 razones por las que el juicio de Jesús fue ilegal

El juicio de Jesús fue ilegal de muchas maneras. Fue condenado de una forma fraudulenta. A continuación, les presentamos las 10 razones por las que el arresto, los juicios y la condena de Jesús fue ilegal.

Algunas personas han intentado probar que Jesús fue crucificado “legalmente”. El escritor Richard Wellington dice en su libro, The Prosecution of Jesus [El juicio de Jesús]: “El arresto fue legal… La audiencia ante el Sanedrín fue legal… El desarrollo del juicio en el tribunal romano fue legal” (p. 281).

El autor, un profesor de lenguas clásicas en el Dartmouth College, era sin duda sincero en sus convicciones.

Veamos su conclusión: “La condena era legal y estaba justificada, siempre y cuando la evidencia presentada fuera suficiente para corroborar los cargos, y los registros no demuestran lo contrario” (p. 282).

Efectivamente, este profesor de una de las mejores Universidades de Norteamérica dijo que en la Biblia no había suficiente evidencia para corroborar la conclusión a la que llegó el gobernador romano Poncio Pilato: que el juicio y la condena a Jesús fueron injustificados (Lucas 23:4, 14).

Qué dicen los judíos al respecto

El juicio de Jesús de Nazareth por Max Radin nos muestra el punto de vista tradicional judío. El Sr. Radin trabajaba a principios del siglo XX como profesor de derecho en Berkeley, Universidad de California y decía: “Si él [Jesús] hubiera dicho sólo un diezmo (décima parte) de lo que le imputaban, sería suficiente para hacer una acusación” (p. 229).

En la página 109, dice que “no hay una declaración clara acerca de cómo llegó la información acerca del juicio a quienes lo denunciaron”. En otras palabras, al parecer el señor Radin creía que Mateo, Marcos, Lucas y Juan no tenían evidencia personal. Teniendo en cuenta que el juicio fue privado, y ninguno de estos hombres estuvo presente, ¿cómo podían saber lo que sucedió?

Esto descarta la posibilidad de que Jesús —al que condenaron y el que estaba siendo cometido juicio— se hubiera levantado de entre los muertos, les contara a los discípulos lo sucedido para que así ellos pudieran contarles a otras personas y nosotros conociéramos los acontecimientos hoy en día.

Nosotros creemos que el relato bíblico es preciso y que, si lo comparamos con las leyes y las normas legales de la época, podemos ver que Jesús fue juzgado ilegalmente.

Ilegalidades e irregularidades que provocaron la condena de Jesús

En la época de Cristo, la mayoría de los juicios que involucraban procedimientos penales tardaban semanas, sino meses en llevarse a cabo. ¡Pero todos los juicios a los que Jesús fue sometido se resolvieron tan sólo nueve horas a partir de su arresto! Y fueron hechos en privado, en secreto.

También tengamos en cuenta lo siguiente: ¿quiénes conformaban la turba que arrestó a Jesús? La respuesta a esta pregunta nos lleva al primer error en la condena a Jesús.

1. Jesús fue arrestado ilegalmente.

“Judas, pues, tomando una compañía de soldados, y alguaciles de los principales sacerdotes y de los fariseos, fue allí con linternas y antorchas, y con armas. Pero Jesús, sabiendo todas las cosas que le habían de sobrevenir, se adelantó y les dijo: ¿A quién buscáis? Le respondieron: A Jesús nazareno. Jesús les dijo: Yo soy. Y estaba también con ellos Judas, el que le entregaba… Respondió Jesús: Os he dicho que yo soy; pues si me buscáis a mí, dejad ir a éstos” (Juan 18:3-5, 8).

Lucas también añade: “Y Jesús dijo a los principales sacerdotes, a los jefes de la guardia del templo y a los ancianos, que habían venido contra él: ¿Como contra un ladrón habéis salido con espadas y palos?” (Lucas 22:52).

Tengamos en cuenta que entre las personas que estuvieron involucradas en el arresto de Cristo, estaban los sacerdotes y los ancianos —¡sus jueces! Entre ellos también estaban los mismos que sobornaron a Judas. Además, Jesús fue arrestado en secreto durante la noche. No lo arrestaron bajo ningún cargo formal de ningún crimen. No presentaron cargos. No hubo ninguna orden de arresto ni declaración de lo que había hecho. Simplemente lo arrestaron.

Al contrario de lo que el señor Husband dice en su libro, no había fundamentos jurídicos para llevar a cabo el arresto de Jesús. Nadie había presentado algún testimonio o evidencia de culpabilidad ante el Sanedrín, a través del cual podrían haber solicitado la orden de su arresto.

Tengamos en cuenta lo que declara la ley judía.

El filósofo y traductor bíblico judío, Samuel Mendelsohn, dice en su Jurisprudencia criminal de los antiguos hebreos: “El testimonio de un cómplice [por ejemplo, Judas] no es admisible de acuerdo con la ley rabínica… ni la vida de un hombre, ni su reputación, se pueden ver amenazadas por la malicia de alguien quién ha confesado ser un criminal” (p. 120).

Se puede ver que el mismo hecho de que Judas haya aceptado un soborno de parte de los jueces ciertamente era una prueba de que Judas era culpable de un delito”.

2. Fue un procedimiento privado nocturno.

El primer paso en el juicio de Jesús fue una audiencia preliminar en un procedimiento privado nocturno ante Anás, quién había sido sumo sacerdote. Esto fue una reunión improductiva porque Caifás (el yerno de Anás) era de hecho el sumo sacerdote de ese año. Finalmente, Anás ató a Jesús y lo envió a Caifás (Juan 18:12-13, 19-23).

Los gemelos franceses Augustin y Joseph Lémann, dicen en su libro Jesús ante el Sanedrín, “No se [debía] celebrar en la corte ninguna cesión antes de que se ofreciera el sacrificio matutino” (traducción por Julius Magath, p. 109). No estaban permitidas las reuniones nocturnas. La ley sólo permitía una investigación de ese tipo durante el día.

3. El Sanedrín obró de manera ilegal al llevar a cabo el juicio de Jesús antes del amanecer.

Hay que tener en cuenta que la investigación preliminar ante Anás no trajo consigo evidencia de ningún tipo. En lugar de desechar el caso, procedieron a celebrar una corte ilegal.

¿Por qué era ilegal? Mandelsohn dice, “Los casos criminales pueden ser resueltos por los diferentes tribunales sólo durante el día por el pequeño Sanedrín desde el cierre del servicio de la mañana hasta el mediodía, y por el Gran Sanedrín hasta la noche” (Jurisprudencia criminal de los antiguos hebreos, p. 112). El juicio de Jesús comenzó por la noche cerca al amanecer sin ningún testigo que lo pudiera defender.

4. El Sanedrín se reunió de manera ilegal para juzgar una ofensa capital un día antes de un sábado anual (una fiesta santa).

En el libro El martirio de Jesús, de Isaac Wise, leemos: “A ningún tribunal de justicia en Israel se le permitía celebrar sesiones los sábados o en algunas de las siete fiestas bíblicas. En caso de un delito capital, ningún caso podía comenzar el viernes ni el día previo a una fiesta santa porque no era legal aplazar ese tipo de casos más allá de la noche ni continuarlos durante el sábado o alguna fiesta santa” (pp. 67-68).

Los opositores de Jesús violaron su propia ley al arrestar a Jesús durante el día anterior a un sábado anual —el primer día de Panes Sin Levadura.

5. El juicio de Jesús fue ilegal porque concluyó en un solo día.

La ley judía dice: “Un caso criminal que resulta con la absolución del acusado puede concluir el mismo día en el que comenzó el juicio. Pero si hay que dictar una sentencia de muerte, no puede concluir antes del día siguiente” (Mishnah, “Sanedrín” IV, 1). Esto se daba para dar la oportunidad suficiente para que se pudiera presentar cualquier testigo a favor del acusado. Pero el tribunal no le dio esta oportunidad a Jesús.

6. Las acusaciones contra Jesús eran falsas y carecían de pruebas.

La corte dictó la sentencia contra Jesús sin evidencia real que la soportara. La única evidencia que fue presentada por testigos ante el tribunal fue por parte de testigos falsos. Pero su testimonio ni siquiera fue usado por el tribunal al momento de dictaminar la pena de muerte para Jesús. Esto fue lo que sucedió:

Dos falsos testigos testificaron que Jesús había dicho: “Nosotros le hemos oído decir: Yo derribaré este templo hecho a mano, y en tres días edificaré otro hecho sin mano” (Marcos 14:58, énfasis añadido).

Los líderes religiosos utilizaron este testimonio como prueba en contra de Jesús. Pero esta prueba en realidad no correspondía a lo que dijo Jesús. Él no dijo las palabras “hecho a mano”. Jesús no se refería al templo físico de Herodes, erigido por manos humanas, sino a su propio cuerpo que iba a ser levantado de entre los muertos tres días después de su muerte.

Si leemos en Juan 2:19, 21 vemos lo que realmente dijo Jesús. Las palabras “hecho a mano” no se encuentran ahí.

Además, ¡la pregunta que el sumo sacerdote le hizo a Jesús no tenía nada que ver con la acusación! Jesús fue acusado bajo el falso cargo de que él iba a destruir y después a reconstruir el templo físico en un periodo de tiempo de tres días. Pero el tribunal lo condenó por otro asunto totalmente diferente.

Analicemos los hechos. El sumo sacerdote lo interpeló: “Mas Jesús callaba. Entonces el sumo sacerdote le dijo: Te conjuro por el Dios viviente, que nos digas si eres tú el Cristo, el Hijo de Dios. Jesús le dijo: Tú lo has dicho; y además os digo, que desde ahora veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo. Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras, diciendo: ¡Ha blasfemado! ¿Qué más necesidad tenemos de testigos? He aquí, ahora mismo habéis oído su blasfemia. ¿Qué os parece? Y respondiendo ellos, dijeron: ¡Es reo de muerte!” (Mateo 26:63-66).

Jesús fue acusado de un cargo, se le juzgó por otro y fue condenado inmediatamente por su propio testimonio.

Y no hubo pruebas para decir que el testimonio de Jesús fue blasfemo. Jesús no se refirió directamente a él mismo. Simplemente dijo “hijo del hombre”. El tribunal no trató de probar quien era “el hijo del hombre”. Por supuesto, ellos creían que Jesús se refería a sí mismo.

Los líderes le preguntaron a Jesús a lo largo de todo su ministerio quién era él. Meses antes le preguntaron: “Y le rodearon los judíos y le dijeron: ¿Hasta cuándo nos turbarás el alma? Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente. Jesús les respondió: Os lo he dicho, y no creéis” (Juan 10:24-25).

Pero tan pronto Jesús declaró de manera indirecta durante el juicio, ellos no dudaron en atribuirle el significado del “hijo del hombre”, ¿verdad? Jesús fue condenado por este testimonio.

Incluso el Sr. Radin en su libro, El juicio de Jesús de Nazareth, admite que el testimonio de Jesús no fue una blasfemia. En las páginas 248 y 249 dice: “La ‘blasfemia’ que menciona el Pentateuco (o la Torá) es una maldición literal en contra de Dios o un desafío directo hacía él”. Y definitivamente, ¡Jesús nunca hizo esto!

Más importante aún, Jesús era el verdadero Mesías, el hijo de Dios, entonces su testimonio era verdad —no una blasfemia.

7. La condena de Jesús por parte del Sanedrín fue ilegal porque las personas que debían votar en contra de su condena no estaban presentes.

De acuerdo con el relato de Marcos, veamos lo que sucedió en el juicio de Jesús antes del amanecer:

“Habéis oído la blasfemia; ¿qué os parece? Y todos ellos le condenaron, declarándole ser digno de muerte” (Marcos 14:64).

Fue unánime entre todas las personas que se habían reunido. No hubo una investigación, no se hizo ningún interrogatorio para saber si Jesús había blasfemado o no. Simplemente utilizaron su testimonio en su contra sin investigar más a fondo. Todo lo hicieron inmediata, instantánea y simultáneamente. Lo que condenó a Jesús fue un espíritu de mafia.

Esto es lo que dice Samuel Mendelsohn acerca de este procedimiento: “Un veredicto de culpabilidad simultáneo y unánime emitido el mismo día del juicio tiene el efecto de una absolución” (p. 141). Una nota al pie de página explica acerca de esto: “Por muy contraria a la razón que pueda parecer esta norma, está fundada en la humanidad rabínica y como consecuencia necesaria de la ley rabínica. Acabamos de ver que, por muy buenas razones (n. 326) un veredicto de culpabilidad no puede ser emitido el mismo día de la indagación; pero cuando todos coinciden repentinamente en la condena, ¿no parece que el condenado es víctima de una conspiración, y que el veredicto no es el resultado de una causa seria y una deliberación tranquila?”.

El veredicto en contra de Jesús fue simultáneo y unánime, a pesar de que la ley requería que al menos una persona del consejo fungiera como abogado defensor, lo cual no sucedió.

Además, el sumo sacerdote rasgó su vestidos durante el juicio (Marcos 14:63; Mateo 26:65).

El sumo sacerdote tenía prohibido rasgarse sus vestiduras: “Y el sumo sacerdote entre sus hermanos, sobre cuya cabeza fue derramado el aceite de la unción, y que fue consagrado para llevar las vestiduras, no descubrirá su cabeza, ni rasgará sus vestidos” (Levítico 21:10; 10:6).

Al parecer el sumo sacerdote rasgó su vestido para suscitar emoción —para perjudicar a otros. Debió haber mantenido la calma para que no se cometiera ningún error al emitir el juicio. Pero en el juicio de Jesús estos requerimientos no se cumplieron.

El libro de Isaac Wise, El martirio de Jesús, explica la ley en este punto: “Si ninguno de los jueces defendió al culpable, i.e., todos lo declararon culpable, sin tener ningún abogado en el tribunal, el veredicto de culpabilidad era inválido y la sentencia de muerte no podría haber sido ejecutada” (pp. 74-75). Entonces Jesús fue condenado en contra de las leyes de ellos.

Es interesante analizar que miembros del Sanedrín estuvieron ausentes durante el juicio.

Después de que Cristo fue crucificado, leemos: “Había un varón llamado José, de Arimatea, ciudad de Judea, el cual era miembro del concilio, varón bueno y justo. Este, que también esperaba el reino de Dios, y no había consentido en el acuerdo ni en los hechos de ellos” (Lucas 23:50-51). Ya que el consenso para condenar a Jesús fue unánime, José no participó de esta reunión ilegal.

Tampoco hay un registro que compruebe que Nicodemo estuvo de acuerdo con la decisión. Recordemos que él dijo: “Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él” (Juan 3:2).

Parece que los opositores de Jesús querían asegurarse de que estos dos hombres no estuvieran presentes para defenderlo.

8. La sentencia en contra de Jesús se dictó en un lugar que estaba prohibido por la ley.

Jesús fue llevado a la casa de Caifás, el sumo sacerdote. ¡El juicio de Jesús ni siquiera se llevó a cabo en un tribunal!

“Y prendiéndole, le llevaron, y le condujeron a casa del sumo sacerdote. Y Pedro le seguía de lejos” (Lucas 22:54).

De acuerdo con la ley judía: “Una sentencia a muerte sólo se puede dictar si el Sanedrín ha sostenido las sesiones en el lugar indicado”. Pero no era legal abrir el edificio del tribunal si no hasta después del amanecer.

Además, según leemos en Jesús ante el Sanedrín, el Talmud dice: “Después de abandonar el salón Gazith [el tribunal] no se puede dictar una sentencia de muerte en contra de nadie” (p. 24). Una sentencia de muerte sólo se puede aprobar en un tribunal legal, no en una casa como ocurrió en el caso de Jesús.

9. La mayoría de los miembros del Sanedrín no estaban legalmente calificados para procesar a Jesús.

Algunos de los jueces fueron elegidos arbitrariamente. De la Biblia y del historiador judío, Josefo, tenemos los nombres de la mayoría de los hombres que conformaban el Sanedrín en la época de Jesús.

De acuerdo con lo que dice Josefo, hombres como Caifás, Eleazar, Jonatán, Teófilo, Matías, Ismael, Simón, Juan, Alejandro y Ananías recibieron sobornos y fueron designados por miembros de la familia que no tenían derecho a sentarse en el Sanedrín. Compraron sus puestos y fueron irrespetados por su propia gente.

Había 12 ex sumos sacerdotes que vivían en ese momento y todos hacían parte del Sanedrín. La Biblia expresamente exige que un hombre que sirve como sumo sacerdote debe hacerlo durante toda su vida hasta el momento de su muerte, cuando esto sucede otro hombre ocupa su lugar. Pero bajo el gobierno romano, los sumos sacerdotes podían reemplazarse cada año. Toda la disposición oficial estaba errada.

Pero había otra razón por la que casi todos los jueces en el juicio de Jesús no estaban calificados.

Samuel Mendelsohn escribe: “Tampoco debe haber en el estrado judicial ni un pariente, ni un amigo particular, ni un enemigo del acusado, ni del acusador” (Jurisprudencia criminal, p. 108).

¡Muchos de los jueces eran enemigos de Jesús! Pagaron sobornos para que lo traicionaran. Philip Berger Benny escribe en el Código criminal de los judíos: “Bajo ninguna circunstancia un hombre conocido por su enemistad con el acusado puede ocupar un puesto entre sus jueces”. ¡Muchos de los jueces eran enemigos de Jesús! Pagaron sobornos para que lo traicionaran. Philip Berger Benny escribe en el Código criminal de los judíos: “Bajo ninguna circunstancia un hombre conocido por su enemistad con el acusado puede ocupar un puesto entre sus jueces” (p. 37).

Todo el mundo sabía que los saduceos y los fariseos odiaban a Jesús. Y aún así permitieron que ellos lo juzgaran.

10. De manera ilegal cambiaron los cargos en contra de Jesús ante Pilato, de blasfemia a traición.

Tenían que hacer que el juicio pareciera legal, entonces tan pronto fue de día llevaron a Jesús ante el concilio para un juicio que parecía más una burla. Ellos le preguntaron: “¿Luego eres tú el Hijo de Dios? Y él les dijo: Vosotros decís que lo soy. Entonces ellos dijeron: ¿Qué más testimonio necesitamos? porque nosotros mismos lo hemos oído de su boca. Levantándose entonces toda la muchedumbre de ellos, llevaron a Jesús a Pilato” (Lucas 22:70-71; 23:1).

El juicio, que se había llevado a cabo de manera ilegal en la casa de Caifás en privado durante la noche, aparentemente estaba siendo legalizado. Pero en lugar de sacar a Jesús para que fuera apedreado por blasfemia, cambiaron los cargos después de que el tribunal se retirara.

Lo llevaron ante Pilato y esto es lo que dice el relato de Juan al respecto: “Llevaron a Jesús de casa de Caifás al pretorio. Era de mañana, y ellos no entraron en el pretorio para no contaminarse, y así poder comer la pascua. Entonces salió Pilato a ellos, y les dijo: ¿Qué acusación traéis contra este hombre? Respondieron y le dijeron: Si éste no fuera malhechor, no te lo habríamos entregado. Entonces les dijo Pilato: Tomadle vosotros, y juzgadle según vuestra ley. Y los judíos le dijeron: A nosotros no nos está permitido dar muerte a nadie” (Juan 18:28-31).

¿Por qué no les estaba permitido? Lucas nos da la sorpresiva respuesta.

“Y comenzaron a acusarle, diciendo: A éste hemos hallado que pervierte a la nación, y que prohíbe dar tributo a César, diciendo que él mismo es el Cristo, un rey” (Lucas 23:2).

¡Ellos cambiaron los cargos! De hecho, Jesús enseñó que nosotros debíamos pagar impuestos: “Y les dijo: Dad, pues, a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios” (Mateo 22:21). ¡Que mejor ejemplo de una falsa acusación!

Entonces, los líderes judíos no acusaron a Jesús de blasfemia ante Pilato. Si lo hubieran hecho Pilato les habría dicho que no lo importunaran y que juzgaran a Jesús de acuerdo con su propia ley y lo apedrearan. Pero lo líderes religiosos tenían miedo de su propio pueblo ya que Jesús era popular entre la gente. Entonces presentaron nuevos cargos falsos en contra de Jesús cuando lo llevaron ante Pilato. Lo acusaron de traición.

Con esto, Pilato si tenía motivos para preocuparse. Los únicos casos en que las autoridades judías no podían juzgar a una persona eran por traición y sedición. (Ver el recuadro “Una duda resuelta: ¿quién podía dictar la pena de muerte?”)

Pilato le preguntó a Jesús: “Entonces Pilato volvió a entrar en el pretorio, y llamó a Jesús y le dijo: ¿Eres tú el Rey de los judíos? Jesús le respondió: ¿Dices tú esto por ti mismo, o te lo han dicho otros de mí? Pilato le respondió: ¿Soy yo acaso judío? Tu nación, y los principales sacerdotes, te han entregado a mí. ¿Qué has hecho? Respondió Jesús: Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí” (Juan 18:33-36).

El Reino de Dios no era de ese tiempo, ni de ese mundo tampoco. Va a ser establecido en la tierra cuando Cristo regrese.

“Le dijo entonces Pilato: ¿Luego, eres tú rey? Respondió Jesús: Tú dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz. Le dijo Pilato: ¿Qué es la verdad?” (vv. 37-38).

Jesús decidió no responderle.

“Y cuando hubo dicho esto, salió otra vez a los judíos, y les dijo: Yo no hallo en él ningún delito” (v. 38).

Cuando los acusadores de Jesús mencionaron que él era de Galilea, Pilato lo mandó donde Herodes (Lucas 23:7). Pero Jesús no respondió las preguntas de Herodes ni llevó a cabo algún milagro, entonces Herodes junto con sus hombres “le menospreció y escarneció, vistiéndole de una ropa espléndida; y volvió a enviarle a Pilato” (v. 11).

Después los opositores de Jesús agitaron a la multitud que estaba afuera para asustar al gobernador romano. Pilato vio que se avecinaban problemas. Ahora tenía a una muchedumbre en sus manos. ¡Éste fue un juicio regido por la deshonestidad! A pesar de que ni Herodes ni Pilato encontraron algún delito para acusar a Jesús, aun así, Pilato tomó a Jesús y lo azotó terriblemente y permitió que los soldados le pusieran una corona de espinas.

Después de esto, Pilato llevó de nuevo a Jesús ante la multitud y les dijo: “Mirad, os lo traigo fuera, para que entendáis que ningún delito hallo en él” (Juan 19:4).

“Cuando le vieron los principales sacerdotes y los alguaciles, dieron voces, diciendo: ¡Crucifícale! ¡Crucifícale! Pilato les dijo: Tomadle vosotros, y crucificadle; porque yo no hallo delito en él. Los judíos le respondieron: Nosotros tenemos una ley, y según nuestra ley debe morir, porque se hizo a sí mismo Hijo de Dios” (vv. 6-7).

En esta ocasión de nuevo cambiaron los cargos en su contra.

La gente se estaba enfadando y Pilato se asustó. Él no quería que pasara nada por lo cual pudiera ser responsabilizado ante las autoridades romanas. Pilato continuó tratando de liberar a Jesús (v. 12) ya que no había ningún testigo en este juicio ante Pilato. La muchedumbre había acusado a Jesús sin pruebas, sin testigos y sin testimonios.

La multitud grito: “Si a éste sueltas, no eres amigo de César; todo el que se hace rey, a César se opone” (v. 12). Ahora estaban amenazando a Pilato con hacerle perder su puesto.

Mateo retoma la historia: “Viendo Pilato que nada adelantaba, sino que se hacía más alboroto, tomó agua y se lavó las manos delante del pueblo, diciendo: Inocente soy yo de la sangre de este justo; allá vosotros” (Mateo 27:24). Pilato no era inocente, participó en esa injusticia. Simplemente tenía miedo de perder su trabajo.

Pilato hizo que azotaran a Jesús y luego “le entregó para ser crucificado” (v. 26). Pero veamos que —Pilato en ningún momento tomó alguna decisión formal en contra de Jesucristo. Simplemente lo entregó a los despiadados soldados para que hicieran lo que la turba quería. De hecho, Pilato dijo en varias ocasiones: “no halló ninguna falta [o crimen] en él”.

Incluso, la esposa de Pilato le dijo a su esposo que “no tengas nada que ver con ese justo; porque hoy he padecido mucho en sueños por causa de él” (Mateo 27:19).

Y aquí es donde el juicio de Jesús se interrumpió abruptamente. ¡No hubo justicia en absoluto! Un hombre inocente fue condenado por causa de una multitud.

Luego, el vil acto de la crucifixión tuvo lugar.

¡Esto fue una burla a la justicia! Y aunque Él era completamente inocente, Jesús soportó todo ese sufrimiento para pagar por la pena de mis pecados, sus pecados y los pecados del mundo entero.

Lo invitamos a estudiar más acerca del asombroso significado del sacrificio de Jesús, en nuestro artículo “El más grande sacrificio de todos”.

Recuadro: Una duda resuelta: ¿quién podía dictar la pena de muerte?

De acuerdo con la opinión general, el derecho de juzgar casos capitales, esto es, casos que involucran pena de muerte, recaían sobre el Sanedrín (el tribunal judío más importante en el momento). Pero la pena no podía ser impuesta hasta que el gobernador romano, en este caso Pilato, la aprobara.

Pero este punto de vista no es del todo cierto. Las autoridades judías no sólo tenían el poder para procesar ciertos crímenes, también tenían el poder de condenar y cumplir en todos los casos con excepción de traición o sedición en contra de la autoridad romana.

La suposición de que los opositores de Jesús no tenían poder de ejecución está basada de manera errónea al sacar la escritura de Juan 18:31-32 fuera de contexto. El relato de Juan muestra lo que los lideres dijeron: “A nosotros no nos está permitido dar muerte a nadie”. Sólo por esto, es fácil suponer que la nación judía no tenía derecho legal de dar muerte a nadie.

Pero eso no era verdad. Para corroborarlo, tenga en cuenta los siguientes ejemplos:

  • ¿Cómo murió Esteban? Sus enemigos dijeron que había blasfemado y lo apedrearon hasta que lo mataron. ¡Los líderes religiosos apedrearon a Esteban hasta matarlo! Y los romanos no se opusieron a esto (Hechos 6:8-15).
  • Cuando Jesús predicó por primera vez un sermón en Nazaret, su propia gente trató de matarlo, pero logró escapar en medio de la multitud (Lucas 4:28-30). Si fuera ilegal, no habrían tratado de matarlo. Los romanos no lo hubieran permitido.
  • En otra ocasión, varios de los líderes judíos le llevaron a Jesús a una mujer que había sido sorprendida cometiendo adulterio. Le dijeron a Jesús: “Entonces los escribas y los fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio; y poniéndola en medio, le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio. Y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices? Mas esto decían tentándole, para poder acusarle. Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo. Y como insistieran en preguntarle, se enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella. E inclinándose de nuevo hacia el suelo, siguió escribiendo en tierra. Pero ellos, al oír esto, acusados por su conciencia, salían uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio. Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más” (Juan 8:3-11).
  • El apóstol Pablo fue apedreado en Asia (Hechos 14:19-20). No sólo en Judea, también en otros lugares del mundo romano, los líderes judíos tenían el derecho legal para ejecutar la pena de su ley.

¿Entonces por qué los líderes religiosos declararon lo que dice en Juan 18:31-32?

El gobernador romano se aseguraba de estar al tanto de todos los asuntos que tuvieran relación con la seguridad pública o la majestad del Imperio Romano. Por ende, él intervenía cuando se acusaba a alguien de traición. El cargo en contra de Jesús, traición, sólo podía ser procesado por un tribunal del gobernador.

Por supuesto, los opositores de Jesús inicialmente lo acusaron de blasfemia. Pero ellos no querían ejecutarlo. Entonces, los líderes religiosos tenían que presentar cargos de traición en contra de Jesús para poder presentar el caso ante Pilato. De esta manera, pensaron ellos, no serían responsables de su muerte. Por este motivo cambiaron los cargos de blasfemia por los de traición.

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