De la edición Mayo/Junio 2023 de la revista Discernir

Jesús el Maestro: ¿cómo enseñó Jesús?

Jesucristo fue el mejor profesor de la historia. Como maestro, usó y era experto en varios métodos de enseñanza. ¿Qué métodos de enseñanza usó Jesús?

Poco después de limpiar el templo, Jesús tuvo un encuentro fascinante con un fariseo llamado Nicodemo.

Nicodemo era uno de los pocos líderes religiosos receptivos a las enseñanzas de Jesús. Leemos que fue a Cristo de noche y le dijo: “Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro” (Juan 3:2, énfasis añadido).

Rabí era un título para los maestros judíos distinguidos y respetados. No solamente significaba maestro, sino literalmente “mi gran señor”. Describía a un maestro judío muy estimado y confiable. Jesús fue llamado Rabí doce veces en los cuatro Evangelios.

La segunda palabra que Nicodemo usó describe a un maestro de forma más general —didaskalos en el texto griego.

Jesús fue sin duda el mayor maestro que ha existido.

Uno de los elementos más impresionantes acerca de Jesús el Maestro es su increíble diversidad en métodos y estilos de enseñanza. Siempre usaba el método más efectivo para cada persona, grupo o situación en particular.

Analicemos cuatro de sus métodos de enseñanza.

Método de enseñanza 1: Jesús captaba la atención y el interés.

Para enseñar, es necesario captar la atención de los estudiantes. Si un profesor no capta la atención rápidamente, es muy difícil que se dé un buen aprendizaje efectivo. Los educadores a veces describen los mecanismos para captar la atención como “ganchos”.

Jesús era experto en esto.

Estos impactantes enunciados tenían el propósito de captar la atención de sus oyentes y hacerlos pensar.Veamos su conversación con Nicodemo. Después del saludo de Nicodemo, Jesús le dijo al fariseo algo sorprendente: “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (Juan 3:3). Nicodemo entendía algo acerca del Reino, pero nunca lo había conectado con este concepto.

Naturalmente, las palabras de Jesús inspiraron en Nicodemo una serie de preguntas legítimas. ¡Y ése era su propósito! Jesús escogió sus palabras específicamente para hacer pensar y cuestionarse a Nicodemo. Con sus respuestas, le enseñó al fariseo conceptos acerca del Reino que necesitaba aprender.

Como la mayoría de los fariseos, Nicodemo pensaba que el Reino era estrictamente físico: un reino judío en torno a la Tierra Santa. Pero Jesús usó esta oportunidad para enseñarles y expandir su entendimiento, mostrándole que el Reino es mucho más que una nación física, y de hecho incluye una transformación de carne a espíritu y un nacimiento en una nueva familia. (Para ahondar en esta conversación, lea “¿Qué significa nacer de nuevo?”).

Otro ejemplo de esta técnica en las enseñanzas de Jesús se encuentra en dos impresionantes instrucciones que leemos en Lucas 14. Primero, Jesús dijo que para ser verdaderos discípulos, tenemos que “[aborrecer] a su padre, y madre, y mujer, e hijos… y aun también su propia vida” (Lucas 14:26). Y continuó: “el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo” (v. 27).

Quienes lo escuchaban deben haber pensado: “¿está diciendo que tengo que odiar a mi propia familia? ¿Y además ofrecerme como voluntario para ser crucificado?”.

Obviamente, Jesús estaba usando estos ganchos para enfatizar el compromiso absoluto que se requiere para seguirlo. Estaba hablando de prioridades y sacrificio, no de odiar a nuestra familia literalmente o ser crucificados.

Estos impactantes enunciados tenían el propósito de captar la atención de sus oyentes y hacerlos pensar.

Método de enseñanza 2: Jesús enseñó con preguntas perfectamente diseñadas.

Enseñar a través de preguntas es uno de los métodos de enseñanza más antiguos. Se conoce como el método socrático, aunque existía desde antes del filósofo griego Sócrates.

Las preguntas pueden ser una estrategia poderosa para estimular el razonamiento. También pueden dar paso a nuevas preguntas que le dan al profesor la oportunidad de ir más allá. Las preguntas hacen trabajar la mente de los estudiantes y los obligan a ser aprendices activos.

Los cuatro Evangelios son evidencia de que Jesús hizo muchas preguntas. No porque le faltaran respuestas, por supuesto. Usaba las preguntas como un método de enseñanza. Cristo diseñó sus preguntas estratégicamente para hacer pensar a las personas con más profundidad, para que encontraran las respuestas por sí mismos y para dar contexto a la respuesta más directa que daría después.

Éstas son algunas de sus preguntas más conocidas:

  • “¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo?” (Mateo 7:3).
  • “¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?... ¿quién decís que soy yo?” (Mateo 16:13, 15).
  • “Buena es la sal; mas si la sal se hace insípida, ¿con qué la sazonaréis?” (Marcos 9:50).
  • “¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?” (Lucas 6:46).
  • “¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees?” (Lucas 10:26).
  • “¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones?” (v. 36).
  • “Si recibe el hombre la circuncisión en el día de reposo, para que la ley de Moisés no sea quebrantada, ¿os enojáis conmigo porque en el día de reposo sané completamente a un hombre?” (Juan 7:23).

¡Las preguntas son buenas! Quienes estudian la Biblia deberían hacerse preguntas constantemente y estudiar la Palabra de Dios con diligencia para encontrar las respuestas.

Método de enseñanza 3: Jesús usó ilustraciones para hacerse entender.

Los buenos profesores conocen el poder de la ilustración, especialmente para los estudiantes visuales. A veces, la manera más efectiva de enseñar un concepto no es sólo verbalizarlo, sino demostrarlo visualmente. Esto puede lograrse con una fotografía, una demostración física, una buena analogía u otro apoyo visual.

Jesús usaba ilustraciones efectivas a menudo.

Un excelente ejemplo se encuentra en Mateo 18. Los discípulos le habían preguntado: “¿Quién es el mayor en el reino de los cielos?” (v. 1). Pero en lugar de sólo darles una respuesta, “llamando Jesús a un niño, lo puso en medio de ellos” (v. 2). Es posible que haya hecho una pausa para que los discípulos observaran el comportamiento del niño unos momentos.

Luego usó ese ejemplo para dar contexto a su respuesta: “De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Así que, cualquiera que se humille como este niño, ese es el mayor en el reino de los cielos. Y cualquiera que reciba en mi nombre a un niño como éste, a mí me recibe” (vv. 3-5).

Cristo podría simplemente haber respondido: “conviértanse y sean humildes”. Pero en lugar de eso, usó a un niño para ilustrar su punto magistralmente.

En otra ocasión, Jesús usó rocas de diferentes tamaños para ilustrar una enseñanza (Mateo 16:17-18). Cuando llamó petros (un fragmento, piedra pequeña) a Simón, ¿habrá recogido una roca pequeña del suelo para mostrar la pequeñez relativa de Pedro? Luego tal vez dirigió su atención a una montaña cercana cuando se describió a sí mismo como una petra (una masa de roca).

Pedro era sólo una piedrecita en comparación con Jesús, el enorme e inamovible fundamento sobre el cual se construiría su Iglesia.

Método de enseñanza 4: Cristo instruyó de forma persuasiva y dinámica.

Los ejemplos anteriores muestran estrategias que Jesús usó para enseñar a individuos o grupos pequeños. Pero también usó el método de enseñanza más tradicional: el de la instrucción directa cuando los grupos eran grandes o el contexto más formal.

Algunos ejemplos de instrucción directa son el Sermón del Monte (Mateo 5-7), su instrucción para los apóstoles antes de enviarlos a predicar (Mateo 10), sus parábolas a las multitudes (Mateo 13), la profecía del Monte de los Olivos (Mateo 24-25), y las palabras finales para sus discípulos antes de ser arrestado (Juan 14-16).

Pero Cristo no enseñaba de forma seca y académica. Tampoco basaba sus enseñanzas en las opiniones de eruditos o rabíes antiguos. Enseñaba con autoridad, confianza y claridad. Sus enseñanzas eran tanto profundas como prácticas.

Jesús basaba sus enseñanzas en la autoridad de las Escrituras hebreas. Según algunos cálculos, citó el Antiguo Testamento 78 veces en los cuatro Evangelios. Además, sus propias palabras también tenían autoridad absoluta, dado que era el Verbo de Dios en la carne (Juan 1:1, 14) y su mensaje provenía del Padre (Juan 14:10).

Sigamos aprendiendo del Maestro

Cualquier educador se beneficiaría de estudiar la gran variedad de métodos de enseñanza que Jesús usó. Pero no tenemos que ser profesores para beneficiarnos de sus instrucciones. La razón principal por la que deberíamos estudiar las enseñanzas de Cristo es aprender lo que enseñó.

Esto pone de manifiesto la importancia de la educación en el verdadero cristianismo. A diferencia de muchas religiones modernas, a menudo enfocadas en las emociones o los rituales, el camino de Dios se enfoca en aprender y entender. Los verdaderos cristianos deben aprender y crecer en el entendimiento de la Biblia y poner ese conocimiento en práctica en sus vidas diarias.

Jesús dijo que quien construye su vida sobre sus enseñanzas es como “un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca” (Mateo 7:24).

Entonces, construya su vida sobre la roca del Maestro para...

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