Dios advierte que en el futuro vendrá una destrucción repentina; pero muchos ignoran el peligro y continúan como siempre. ¿Cómo podemos escapar de los terribles eventos profetizados?
Algunas voces advierten nuevamente acerca del peligro de una destrucción repentina en nuestro planeta. El secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres ha dicho: “La humanidad está a sólo un malentendido, un mal cálculo, de la aniquilación nuclear”.
Pero la mayoría prefiere ignorar las advertencias y buscar líderes que en cambio planteen esperanzas de paz y seguridad.
Peligro nuclear
El secretario general Guterres hizo esta advertencia en el contexto del creciente conflicto entre Rusia y Ucrania. Aumentan los rumores de que Rusia usará armas nucleares tácticas contra las potencias que interfieran en la guerra. Uno pensaría que el temor de una destrucción nuclear haría impensable el uso de armas atómicas. Pero no es así.
Rusia sigue aumentando su arsenal con la construcción de la mayor arma nuclear de la historia, acertadamente llamada misil “Satanás-2”. Rusia presume que este misil puede desplegar 15 cabezas nucleares, todas dirigidas a objetivos diferentes. En su prueba inicial, el misil (que posee capacidades hipersónicas) atravesó el país ruso en sólo 15 minutos.
Esta nueva arma utiliza una tecnología de planeo hipersónica, lo cual le permite cambiar de dirección durante toda su trayectoria y probablemente inutilice las defensas actuales. Con tal velocidad y capacidades, podría permitirle a Rusia destruir cualquier país europeo, incluyendo Gran Bretaña, con un solo misil. Y podría haber muy poco tiempo para reaccionar; tal vez dos minutos para Europa oriental y seis minutos para Gran Bretaña.
Hablar de la construcción de uno de estos misiles es una pésima noticia, pero Rusia planea construir 50.
Jesús también nos advierte acerca del peligro de ser consumidos por “los afanes de esta vida” al punto de que el tiempo del fin venga sobre nosotros “de repente”, como será para el resto del mundo (Lucas 21:34-35).
Mientras tanto, en Estados Unidos se está volviendo a discutir la necesidad de un sistema de defensa nuclear. El departamento de Gestión de Emergencias de la ciudad de Nueva York lanzó un comunicado de servicio público acerca de los pasos que se deben tomar en caso de un ataque nuclear; y Newsweek publicó un artículo titulado “Best Place to Survive Nuclear War in the U.S.” [El mejor lugar en Estados Unidos para sobrevivir a una guerra nuclear].
Sin embargo, a pesar de estos hechos, nuestra naturaleza humana puede engañarnos y la mayoría sigue viviendo como si no pasara nada.
El apóstol Pablo advirtió que cuando las personas digan “Paz y seguridad”, deberíamos estar atentos a una “destrucción repentina” (1 Tesalonicenses 5:3).
¿Paz y seguridad?
Analicemos una página de la historia. Antes de la Segunda Guerra Mundial, el primer ministro británico Neville Chamberlain agitó un trozo de papel declarando la paz. Más tarde ese mismo día, dijo: “Por segunda vez en nuestra historia, el primer ministro británico ha regresado de Alemania trayendo consigo paz y honor. Pienso que es paz para nuestro tiempo y lo agradecemos desde lo profundo de nuestro corazón. Ahora pueden irse a casa y dormir tranquilamente”.
Chamberlain y muchos otros líderes contemporáneos no pudieron o no quisieron ver la amenaza que era Adolfo Hitler y, en cambio, decidieron creer que la guerra se había evitado.
Pero un año después, Alemania rompió el acuerdo y Gran Bretaña entró en guerra. La Segunda Guerra Mundial produjo una destrucción inmensa en Europa, tanto que se necesitaron $13.000 millones de dólares de ayuda de los Estados Unidos, a través del Plan Marshall, para reconstruir de las cenizas a Europa.
Eventos del tiempo del fin
Nosotros también podríamos engañarnos a nosotros mismos y pensar que todo está bien y que el mundo continuará como siempre.
La advertencia de Pablo acerca de una destrucción repentina es para el contexto del tiempo del fin, específicamente el día del Señor (1 Tesalonicenses 5:2-3). Pero el apóstol también dijo que en el tiempo del fin habría “burladores” que se reirían de la idea del regreso de Cristo y creerían que todo sigue igual (2 Pedro 3:3-4). Por eso nos aconseja tener “memoria de las palabras que antes han sido dichas por los santos profetas” (v. 2).
Varios pasajes de la Biblia indican que los eventos del tiempo del fin vendrán repentinamente sobre el mundo. Algunos ejemplos son:
- Jesús dice que “velemos” para reconocer el tiempo de su regreso, porque vendrá cuando no lo esperemos y sin advertencia, como ladrón en la noche (Mateo 24:42-44; compare con Malaquías 3:1).
- Dios dice que enviará enemigos contra su pueblo pecador. Los enemigos llegarán “pronto y velozmente” y serán “como águila” (Isaías 5:24-26; Deuteronomio 28:47-50).
- Dios profetizó lo que pasará y hará que se cumpla. Cuando lo haga, será “pronto” (Isaías 48:3) y “en un momento” (Jeremías 4:19-20).
Las naciones colapsarán debido a que la humanidad ha rechazado las leyes de Dios. El profeta Isaías compara nuestras iniquidades con una grieta en una pared alta que puede derrumbarse en cualquier momento (Isaías 30:9-14).
Cuando las personas ignoran sus pecados, pueden tener un falso sentido de seguridad. Para descubrir de qué pecados hablamos, vea nuestro artículo en línea “¿Por qué está Dios enojado con Estados Unidos?”.
Falso sentido de seguridad
Nuestro moderno mundo científico también puede darnos un falso sentido de seguridad.
El profeta Daniel dijo que en el tiempo del fin el conocimiento aumentaría (Daniel 12:4) y no hay duda de que en los últimos años ha habido una explosión de conocimiento. El internet es el mayor vehículo para diseminar información que ha existido en la historia.
Se estima que cada dos años, el internet y el uso de datos se duplican. Tenemos acceso a todo ese conocimiento con sólo presionar un botón. Si quiere aprender una habilidad, un lenguaje o un oficio nuevo, puede hacerlo desde la comodidad de su casa.
El gran conocimiento de las disciplinas científicas ha hecho que nuestra vida sea menos demandante físicamente hablando y nos ha librado de pasar la mayoría de nuestro tiempo en las rutinas tediosas que nos impone la supervivencia. En las sociedades prósperas, tenemos acceso a agua fresca desde el grifo en lugar de tener que ir a un pozo. Lavamos nuestra ropa presionando un botón de la lavadora en lugar de ir al río. No tenemos que encender un fuego para cocinar. Tenemos supermercados llenos de abundancia y variedad. Tenemos medios de transporte para viajar largas distancias o incluso para pedir comida a la puerta de la casa.
Pareciera que nada está fuera de nuestro alcance.
Pero hay un problema. La ciencia también nos ha hecho creer que no hay un Dios, que los humanos somos animales evolucionados y que la vida no tiene un propósito real. La innovación produce misiles y drones que pueden matar en los confines de la Tierra con sólo presionar un botón. Nuestro vasto conocimiento nos ha permitido manipular el átomo para liberar su poder y destruir ciudades completas, y también agentes biológicos para propagar enfermedades. Nos ha dado el potencial de producir tanta destrucción y muerte que, como advirtió Jesús, si Dios no interviniera, “nadie sería salvo” (Mateo 24:22).
¿Por qué nuestros avances han mejorado tanto nuestro estándar de vida como nuestra capacidad para autodestruirnos?
A Dios lo dejamos en el olvido
El aumento del conocimiento, que conduce a la prosperidad de un país, a menudo también conlleva el problema de dejar a Dios en el olvido. Creemos que lo que tenemos lo tenemos por nosotros mismos y olvidamos que es Dios quien nos da el “poder para hacer las riquezas”. En cambio, pensamos: “Mi poder y la fuerza de mi mano me han traído esta riqueza” (Deuteronomio 8:17-19).
Nos sucede lo mismo que le sucedió al antiguo Israel: mientras más crecemos, más pecamos contra Dios, y como resultado nos acarreamos maldiciones que finalmente nos llevarán a la destrucción (Oseas 4:7).
A medida que el conocimiento aumenta, la verdad se vuelve más y más elusiva. A través del profeta Oseas, Dios advierte: “Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento” y “porque olvidaste la ley de tu Dios, también yo me olvidaré de tus hijos” (v. 6).
La causa de la futura destrucción repentina profetizada es que la humanidad ha olvidado a Dios.
Advertencia contra la autocomplacencia
La Biblia también nos advierte acerca de la actitud autocomplaciente que hace a las personas pensar que todo seguirá igual.
Jesús comparó su regreso con los días de Noé y Lot, cuando la gente comía, bebía, se casaba, hacía negocios, plantaba y construía hasta el día antes de su destrucción (Lucas 17:26-30). Vivían como si nada fuera a cambiar, a pesar de los problemas en sus sociedades.
Aunque su mundo estaba a punto de colapsar, seguían en sus asuntos como si nada.
En los días de Noé, el mundo era violento y corrupto porque la mente de las personas estaba llena de malos pensamientos (Génesis 6:5, 12-13). Pero esta condición les parecía normal porque se habían vuelto autocomplacientes.
Jesús también nos advierte acerca del peligro de ser consumidos por “los afanes de esta vida” al punto de que el tiempo del fin venga sobre nosotros “de repente”, como será para el resto del mundo (Lucas 21:34-35).
Velar y orar
Lo opuesto de la autocomplacencia es velar y orar.
Al profeta Ezequiel Dios le mostró una visión del mundo espiritual justo antes de que Jerusalén fuera destruida repentinamente. Cuando la gloria de Dios estaba dejando el templo, Ezequiel vio seis seres angelicales con armas letales y uno de ellos con un tintero de escribano (Ezequiel 9:1-3).
Dios le dijo al ángel con el tintero que marcara a quienes “gimen y que claman a causa de todas las abominaciones” que se hacían a su alrededor. Y los que tenían las armas, debían matar a todos los que no fueran marcados, que vivían en autocomplacencia a pesar de sus pecados y los pecados de quienes los rodeaban (vv. 4-5, 9).
Debemos orar a Dios, gimiendo y clamando por las abominaciones que ocurren a nuestro alrededor. Debemos observar la condición del mundo y nuestras propias actitudes mientras nos esforzamos diligentemente por hacer firme nuestra “vocación y elección” (2 Pedro 1:10).
Con esto en mente, deberíamos estar orando para que seamos “tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre” (Lucas 21:36).
Dios tiene un maravilloso futuro para nosotros que va más allá de los problemas de este mundo. Descubra más acerca del regreso de Cristo y cómo prepararnos para él en nuestro artículo “Usted necesita buenas noticias”.