De la edición Septiembre/Octubre 2020 de la revista Discernir

¿Habrá otra guerra mundial?

75 años después de la Segunda Guerra Mundial, ¿hemos aprendido cómo evitar una nueva guerra? O ¿nos dirigimos hacia una peor? ¿Habrá una Tercera Guerra Mundial?

El 2 de septiembre de 1945, en el USS Missouri, Japón firmó su rendición incondicional poniendo fin oficialmente a la Segunda Guerra Mundial. Así concluyó el mayor cataclismo que el mundo haya visto hasta ahora, con un estimado de hasta 100 millones de muertos.

Pero, con lo terrible que fue la Segunda Guerra Mundial, ¿estamos olvidando ya los horrores y las lecciones de la historia? ¿Habrá una nueva guerra mundial en el horizonte?

La historia de la humanidad es una historia de guerra. Si bien cada conflicto tiene raíces y causas únicas, todos evidencian la incapacidad del hombre para autogobernarse. Y la historia no nos garantiza que estamos a salvo de una nueva (y tal vez más destructiva) guerra mundial.

Recordando la Segunda Guerra

En Europa, la Segunda Guerra Mundial comenzó el 1 de septiembre de 1939, cuando Alemania invadió Polonia. En Asia, comenzó dos años antes, el 7 de julio de 1937, cuando Japón invadió China.

Tanto en Europa como en Asia, los países agresores fueron movidos por el deseo de expandir sus territorios y controlar o eliminar pueblos que consideraban débiles o inferiores.

Raíces de la guerra en Europa

En Europa, el afán de Adolfo Hitler por más lebensraum, o territorio habitable, fue impulsado por su política de agravio y carisma. Hitler aplicó el concepto darwiniano de la sobrevivencia del más fuerte a las diferentes razas, y pensaba que la raza aria o germana era superior a todas. Por lo tanto, creía que les correspondía dominar y necesitaban más espacio. En particular, codiciaba Rusia debido a su vasto territorio y recursos naturales.

Hitler encontró un aliado en el italiano Benito Mussolini. Mussolini deseaba resucitar el antiguo Imperio Romano y conquistar los territorios antes controlados por Roma.

Tanto el nazismo de Hitler como el fascismo de Mussolini hicieron del estado el centro de la vida en sus territorios, glorificaron el autoritarismo, intentaron usar las industrias para beneficio del estado y limitaron la libertad individual.

Raíces de la guerra en Asia

En Japón, el nacionalismo racial fue más sutil. Japón había estado creciendo como una potencia mundial desde que Estados Unidos lo forzara a abrirse al comercio en 1853. Esto empujó al país a modernizar su milicia y economía, al punto de que en 1904-1905 fue capaz de derrotar a Rusia (una de las grandes potencias europeas) en una guerra que sorprendió al mundo.

Para la década de 1930, Japón estaba convencido de que era el único país asiático con el poder suficiente para expulsar a los países occidentales imperialistas, como Estados Unidos y Gran Bretaña. El resultado fue un continente asiático dominado por el militarismo japonés.

Éxito de las potencias del Eje

Alemana, Italia y Japón estaban bien preparados para una guerra limitada contra países más débiles. Como consecuencia, tuvieron grandes victorias en las primeras etapas del conflicto.

En Europa, Hitler se impuso sobre Francia en cuestión de semanas y luego intentó someter a Gran Bretaña con bombardeos constantes. Y una vez que había vencido o debilitado a las potencias occidentales, se fue contra Rusia. Al principio pareció que sus tácticas de guerra relámpago condenarían a Rusia a una derrota vergonzosa, pero el invierno ruso y la persistencia de Stalin al enviar ola tras ola de soldados contra el ejército alemán desaceleraron y eventualmente detuvieron su avance.

En Asia, Japón logró dominar el área costera de China e Indochina francesa (Vietnam, Laos y Camboya modernos) antes de que Estados Unidos decidiera que había sido suficiente.

El momento decisivo

Cuando el presidente norteamericano Franklin Roosevelt cortó el flujo de recursos estratégicos, Japón, bajo el primer ministro Hideki Tojo, decidió lanzar un ataque sorpresa sobre la flota estadounidense en Pearl Harbor. Tojo creyó que esto le daría a Japón libertad total en Asia por un tiempo, y que cuando Estados Unidos se recuperara, Japón estaría demasiado afianzado como para que lo hicieran retroceder.

Pero la entrada de Estados Unidos a la guerra condenó tanto a Japón como a Alemania. El presidente Roosevelt desplegó el poder de la economía norteamericana sobrepasando los recursos de Alemania, Italia y Japón combinados. Para el fin de la Segunda Guerra, más de la mitad de la producción industrial del mundo estaba en los Estados Unidos.

Reconociendo cuán crítica fue la entrada de Estados Unidos en la guerra, el primer ministro británico Winston Churchill escribió:

“En ese mismo momento supe que Estados Unidos estaba en la guerra, hasta el cuello y hasta la muerte. ¡Habíamos ganado después de todo!... Cuánto duraría la guerra o de qué manera terminaría nadie lo sabía, ni me importaba en ese momento... No seríamos aniquilados. Nuestra historia no terminaría” (The Second World War [La Segunda Guerra Mundial], p. 492).

Alemania, Italia y Japón no fueron capaces de soportar la impresionante guerra de erosión que les impuso la habilidad de Estados Unidos para producir material de guerra, y la disposición de Rusia para sacrificar soldados y ciudadanos con el fin de detener a Alemania.

El fin de la Segunda Guerra Mundial

Comenzando por Europa, Estados Unidos y los Aliados lograron sacar a italianos y nazis del norte de África, Italia y Francia. Menos de un año después de que los Aliados invadieran Francia en las playas de Normandía, Hitler se suicidó y Alemania se rindió.

En el Pacífico, Estados Unidos acorraló metódicamente a Japón hacia su propio territorio. Pero dado que los japoneses mataron a tantos estadounidenses con sus ataques suicidas, Estados Unidos decidió lanzar la nueva bomba atómica, con su impresionante capacidad de destrucción sobre Hiroshima y Nagasaki para evitar las bajas que hubiera implicado una invasión.

Esta arma de destrucción masiva cambió para siempre la naturaleza de la guerra e introdujo el espectro de la aniquilación de la humanidad.Esta arma de destrucción masiva cambió para siempre la naturaleza de la guerra e introdujo el espectro de la aniquilación de la humanidad.

Finalmente, el 2 de septiembre de 1945, Japón firmó la rendición incondicional que puso fin a la Segunda Guerra Mundial.

Sin embargo, el mundo estaba diezmado. Decenas de millones habían muerto. La infraestructura en muchas partes del mundo estaba en ruinas. La economía de varios sectores de Asia y Europa apenas funcionaba, y más de seis millones de judíos, gitanos y otros habían sido sistemáticamente asesinados.

La Segunda Guerra Mundial fue la mayor catástrofe que la humanidad haya visto.

Las Naciones Unidas: un esfuerzo del hombre para evitar otra guerra mundial

El deseo de evitar que algo similar volviera a ocurrir condujo a la creación de las Naciones Unidas.

Pero ésta no era una idea nueva. Después de la Primera Guerra Mundial, se creó la Liga de las Naciones, principalmente porque era una obsesión del presidente norteamericano Woodrow Wilson. Aunque irónicamente, debido a estipulaciones controversiales de la Liga y a pesar de los mejores esfuerzos de Wilson, Estados Unidos no formó parte de ella.

La Liga fue incapaz de prevenir la Segunda Guerra Mundial. Los países sencillamente no estaban dispuestos a entregar mucha de su soberanía a un gobierno global y la Liga se convirtió en un ejemplo más de la incapacidad del hombre para gobernarse a sí mismo.

Aun así, se hizo un nuevo intento y en abril de 1945 se creó la Organización de las Naciones Unidas en San Francisco, California.

Fracasos de las Naciones Unidas

Si bien hubo un mayor esfuerzo por darle poder a la ONU, las mismas limitaciones básicas plagaron a la nueva organización. Hasta el día de hoy, las naciones-estado simplemente no están dispuestas a delegar su soberanía y, sin verdadero poder, la ONU es débil e ineficaz.

Uno de los corresponsales de prensa que estuvieron presentes en la sesión de organización de la ONU, Herbert W. Armstrong, señaló que esta organización era la última esperanza de la civilización “en lo que respecta a esfuerzos humanos para sobrevivir”.

Ésta es una afirmación espiritual que concuerda con la Biblia. Una de las principales enseñanzas bíblicas es que el ser humano no puede gobernarse a sí mismo. Las tribus y los países individuales tal vez lo logren por un tiempo, pero eventualmente todos se desmoronan bajo una montaña de división e inmoralidad.

Cuando los países grandes comienzan a tambalearse y decaer, generalmente inician las guerras (a menudo de grandes proporciones). Así es la historia de la humanidad: períodos de estabilidad seguidos por períodos de caos y guerra. A medida que la población mundial aumenta y la tecnología y la sofisticación organizacional mejoran, las guerras son cada vez más grandes y mortales.

La Biblia describe esta espiral en Mateo 24:6, donde Jesús habla acerca de “guerras y rumores de guerras”. Pero, como también dijo Cristo, “aún no es el fin”.

Profecías acerca de otra guerra mundial

La profecía bíblica indica que, antes del fin de esta era de desgobierno humano, habrá un último intento por crear un gobierno mundial.

Pero este gobierno no saldrá de una conferencia en San Francisco o París, sino de un poder militar de magnitudes nunca antes vistas. Su centro será Europa y será análogo al Imperio Romano en su forma de gobernar. Sin embargo, mientras que el antiguo Imperio Romano dominó sólo las zonas mediterráneas y Europa, la última “resurrección” de este imperio gobernará gran parte del mundo occidental e impondrá su voluntad a través del control económico y militar. Apocalipsis 13 y 17 describen a este gobierno y a su líder como “la bestia” (consulte nuestro artículo en línea “¿Quién es la bestia?”).

La Biblia revela que esta resurrección final del Imperio Romano intentará conquistar a todo el que se le atraviese. Dominará y llevará cautivos a los descendientes modernos de las tribus de Israel que recibieron las bendiciones de la primogenitura, en un período que la Biblia llama “tiempo de angustia para Jacob” (Jeremías 30:7; vea nuestro artículo en línea “¿Qué es el ‘tiempo de angustia para Jacob’?”).

También entrará en conflicto con una coalición de naciones en Medio Oriente y África (llamada “rey del sur” en Daniel 11), y la vencerá fácilmente. Luego, todo esto al parecer conducirá a la creación de un ejército asiático de 200 millones de hombres que intentará destruir al Imperio Romano del tiempo del fin.

Finalmente, ejércitos de varias partes del mundo se reunirán en Medio Oriente preparados para lo que se conoce como la batalla de Armagedón. Y si esta guerra continuara, provocaría en la destrucción de toda la humanidad. En palabras de Cristo, “nadie sobreviviría” (Mateo 24:22, Nueva Versión Internacional).

¿Quién ganará la Tercera Guerra Mundial?

¡La profecía bíblica nos da excelentes noticias! Cuando esta batalla esté por comenzar, Jesucristo intervendrá para evitar que nos autodestruyamos. En ese momento crítico, Cristo volverá para establecer un Reino “que no será jamás destruido” (Daniel 2:44). Este Reino no será liderado por humanos imperfectos, sino por Jesús mismo y los santos resucitados.

Los seres humanos, habiendo comprobado tras miles de años de desgobierno que no pueden gobernarse a sí mismos, se someterán al control soberano de Dios en la Tierra.Los seres humanos, habiendo comprobado tras miles de años de desgobierno que no pueden gobernarse a sí mismos, se someterán al control soberano de Dios en la Tierra. La era de la destrucción y la guerra terminarán, para dar paso a un período de verdadera paz.

75 años después del fin de la Segunda Guerra Mundial y la creación de las Naciones Unidas, vemos un mundo cada vez más sumergido en el caos. Estados Unidos, que ha sido una potencia estabilizadora clave desde el fin de la Segunda Guerra, se está debilitando, mientras los acuerdos y las relaciones internacionales están cada vez más tensos.

Además, en este momento crucial, la pandemia del COVID-19 tiene el potencial de cambiar la forma en que el mundo funciona.

Cómo prepararnos para la Tercera Guerra Mundial

Mientras el mundo se acerca a la próxima crisis, ¿qué es lo más importante que debe hacer usted para estar preparado? ¿Almacenar comida e insumos básicos? ¿Transformar todas sus inversiones en oro y plata? ¿Construir un búnker en un bosque remoto?

La Biblia, donde encontramos las profecías de los eventos futuros, muestra un camino diferente. Nos dice que acercarnos a Dios, seguir sus caminos y fortalecer nuestra relación personal con Él puede ayudarnos a escapar de lo peor de los problemas.

Esto no garantiza que usted literalmente escapará de la futura tribulación (aunque algunos sí lo harán), pero sí garantiza que, si sigue los pasos de Jesucristo, obedece sus leyes, crece en gracia y conocimiento, y aprende a amar a Dios y su camino, estará preparado para cualquier cosa que le toque enfrentar.

Descubra más acerca de lo que sucederá en el futuro en nuestro folleto gratuito El libro de Apocalipsis: La tormenta antes de la calma.

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