Cada año las tarjetas de navidad proclaman: “En la tierra paz, buena voluntad para con los hombres”. Esto es atribuido a la Biblia, pero ¿refleja realmente un mensaje bíblico?
“El mundo dio un giro peligroso en el 2022”, ésta es la apertura de un informe compilado por el Consejo de Relaciones Internacionales.
El consejo identificó treinta conflictos alrededor del mundo que podrían escalar fácilmente, trayendo de esta manera, potencialmente más miseria y destrucción de la que el mundo ha visto en décadas (cfr.org “Conflicts to watchin 2023” [Conflictos para observar en el 2023”].
Esto es un quejido realmente lastimero, contrario al buen sentimiento de “en la tierra paz” que muchas tarjetas de Navidad proclaman.
En la Tierra paz, buena voluntad para con los hombres
Estas palabras familiares para casi cada persona en el mundo occidental están basadas en un pasaje singular. Sólo en el Evangelio de Lucas aparece registrado el momento en que Jesús nació, y un ángel se le apareció a los pastores en los campos fuera de Belén para anunciar su nacimiento (Lucas 2:8-12).
Cuando el ángel concluyó sus palabras: “repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios, y decían: ¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!” (v 13).
Si los ángeles proclamaron paz a la Tierra cerca de dos mil años atrás, ¿por qué entonces la humanidad ha sufrido tantas guerras devastadoras desde ese anuncio? ¿Estaban equivocados?
Lo que los ángeles proclamaban no era una paz universal en ese momento, sino una profecía de la paz que reinaría después de la segunda venida del Mesías. Pero la Biblia también proclama la paz como una bendición para las personas con quienes Dios está complacido ahora (Juan 14:27).
¿Qué significa paz en la Tierra?
A través de toda la Biblia, los profetas proclamaron la paz que va a traer el Mesías (Isaías 2:2-4, 9:6-7; Ezequiel 34:25; Hageo 2:9).
Los cristianos ahora deben orar para que ese tiempo futuro de paz venga (Mateo 6:10) y apoyar el esfuerzo por compartir esas buenas noticias (Mateo 24:14, 28:19-20).
Debemos vivir ese camino de paz ahora y crecer en paz, un fruto del Espíritu Santo (Gálatas 5:22).
¿Pero cómo puede alguien disfrutar de paz en un mundo que está totalmente despedazado por continuos conflictos? Parte de la respuesta radica en la palabra griega eirene. Como la palabra española paz, tiene un amplio rango de significados. En esencia, se puede referir a la relación armoniosa entre las naciones, entre los hombres y mujeres y entre los seres humanos y Dios.
El nacimiento de Cristo fue un momento clave en el plan de Dios para reconciliar una humanidad pecaminosa consigo misma. Nuestro Redentor había nacido y todos los seres humanos eventualmente tendrían la oportunidad de ser reconciliados con Dios por medio de su sangre derramada.
Durante su ministerio, Jesús dijo claramente que habría oposición a su obra de reconciliación. Algunas personas llamadas por Dios (Juan 6:44) responderían, pero buena parte del mundo se opondría.
No paz, sino espada
Entonces, ¿por qué cuando Él estaba enviando a los doce apóstoles a que fueran al mundo, Él les advirtió que se encontrarían con hostilidad y aun persecución? (Mateo 10:16-18). Jesús dejó en claro que, en el momento de su ministerio, Él no había “venido a traer paz sino espada” (v. 34).
Los próximos versículos muestran que Jesús esperaba que sus discípulos lo pusieran a Él primero que a sus relaciones familiares. Él no les prometió paz en ese momento. Los verdaderos discípulos, tanto en ese entonces como ahora, están dispuestos a darlo todo —en esencia, hasta perder sus vidas (v. 39)— para seguir las pisadas de Cristo. Pero paradójicamente, estas mismas personas van a encontrar sus vidas en este proceso, y en este proceso encontrarán la paz verdadera.
¿Cómo hacer paz en la Tierra?
En el Sermón del Monte, Jesús pronunció una serie de bendiciones basadas en unas características de carácter que son muy especiales para Dios. Entre estas bienaventuranzas (de la palabra en latín “benditos”) hay una que se refiere a los pacificadores. “Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios” (Mateo 5:9; lo invitamos a ver nuestro artículo en línea “Bienaventurados los pacificadores”).
Las bienaventuranzas ponen algo de la responsabilidad de la paz personal en los hombros de los discípulos de Cristo. Todo aquel que quiera disfrutar la paz debe estar primero dispuesto a hacer la paz. Es esta voluntad lo que nos pone en el camino de convertirnos en hijos e hijas del Dios de paz (Filipenses 4:9).
Ésta es una razón por la que Pablo más tarde urgió a la Iglesia en Roma diciendo: “Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos lo hombres” (Romanos 12:18); y también por eso fue que él exhortó a la Iglesia en Corinto, que estaba enfrentando problemas que podrían haberlos dividido, diciendo: “[estén] perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer” (1 Corintios 1:10).
Los humanos somos, por supuesto, limitados en nuestra habilidad de construir la paz.
El verdadero don de la paz en la Tierra
La noche antes de la crucifixión de Cristo —el acto mismo que hizo posible la reconciliación y la paz entre Dios y los hombres— Jesús habló de cómo los discípulos se iban a dispersar después de su arresto, dejándolo aparentemente solo para enfrentar su prueba y su crucifixión. Pero Él explicó que no estaría solo porque Dios el Padre siempre estaba con Él (Juan 16:32).
Fue en este momento que Cristo confortó a sus discípulos asegurándoles que con Él y por Él, ellos tendrían el don de la paz: “Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo” (v. 33).
Esta paz es la paz que proviene de una sólida relación con Dios el Padre y con Cristo nuestro Salvador. El camino a esta paz involucra creer, arrepentirse de los pecados, bautizarse y recibir el Espíritu Santo (Hechos 2:38). Si así lo desea, puede profundizar en nuestro folleto ¡Cambie su vida!
Por medio de esta paz, Jesús enfrentó la crucifixión, y a través de esta paz podemos enfrentar cualquier tribulación que venga a nuestro camino.
Cuando las huestes celestiales hablaron de la paz en la Tierra, ellas hablaron de la paz que viene por una relación cercana con el “príncipe de paz” (Isaías 9:6). Es esta relación la que nos ofrece: “Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (Filipenses 4:7).
Y finalmente, es esta paz entre Dios y sus hijos humanos lo que va a establecer el cimiento para la paz que va a existir entre las naciones durante el reinado milenial de Jesucristo.
Lo invitamos a consultar nuestro artículo en línea: “¿Cómo vendrá la paz mundial?”.