La Biblia habla de momentos maravillosos de consuelo y alegría en el futuro. ¿Cuándo serán estos tiempos de refrigerio, y cómo pueden los verdaderos creyentes disfrutarlos?
Mientras el apóstol Pedro predicaba el evangelio del Reino de Dios, le dijo a su audiencia: “Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio, y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado” (Hechos 3: 19-20, énfasis añadido).
Pedro se dirigía a una multitud que representaba una nación especialmente privilegiada que había tenido al Mesías conviviendo entre ellos. Al explicar cómo un hombre cojo había sido sanado por el poder de Jesucristo, Pedro dijo a la gente que ellos habían rechazado y asesinado al responsable de este milagro (vv. 15-16). Aun así, Pedro reconoció que lo hicieron por ignorancia (v. 17).
Pedro estaba mostrando a su audiencia que el Mesías había venido así como lo habían dicho los profetas (v. 18). Los instó a arrepentirse para que sus pecados pudieran ser “borrados”, y así Dios podría enviar “tiempos de refrigerio” (v. 19). Más adelante Pedro agregó que sólo había esperanza de salvación a través de aquél que habían crucificado (Hechos 4:12).
Pero, ¿qué quiso decir con “tiempos de refrigerio”? ¿Cómo se relacionan esos tiempos con el arrepentimiento, ser convertidos y que nuestros pecados sean borrados?
Con la esperanza de la restauración física
La palabra griega traducida “refrigerio” indica “cualquier tipo de refresco, como el descanso o la liberación de los males de todo tipo” (Albert Barnes Notes on the Bible, Acts 3:19 [Notas de la Biblia de Albert Barnes, Hechos 3:19]). Descanso se puede comparar a fresco, agua pura en un día caluroso. Cuando Pedro hizo esta declaración a las personas que lo escuchaban en Jerusalén, la gente pudo entender rápidamente sus palabras.
Uno de los conceptos favoritos entre los judíos en los tiempos del Antiguo Testamento era que cuando llegara el Mesías esperado, habría momentos de descanso físico y refrigerio. “Ellos anticipaban el tiempo del evangelio como un momento en el que iban a descansar de sus enemigos, una tregua de los males de la opresión y la guerra, una gran prosperidad nacional y paz” (ibídem).
Este futuro acontecimiento está bien respaldado por las Escrituras. Por ejemplo, el salmista muestra que el juicio justo en el Reino de Dios traerá alegría (Salmo 96: 10-13). Isaías describe una tierra renovada que será como el Jardín del Edén (Isaías 51: 3). Jeremías retrata el momento en que Israel “descansará y vivirá tranquilo, y no habrá quien le espante” (Jeremías 30:10). Joel visualiza una fuente de agua de vida que fluye de la casa de Dios (Joel 3:18).
Pero junto con esta maravillosa profecía por cumplirse, parece que existe la sensación de refrigerio ahora para los que se arrepientan.
Pedro enumeró los pasos que cada uno debe dar para ser bendecidos con el “refrigerio”. Él dijo: “Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados” (Hechos 3:19). Por supuesto, también hay que tomar en serio todas las palabras de Jesucristo (v. 22).
El mensaje de arrepentimiento y el cambio permanente es tan importante hoy como cuando Pedro habló de él.
Descanso a través del arrepentimiento
Aunque vivir el camino de vida de Dios a menudo trae dificultades, también hay descanso al sentir tranquilad en nuestra mente (Juan 16:33) cuando nos arrepentimos de nuestros pecados, somos bautizados y recibimos el Espíritu Santo. Esta tranquilidad es posible, incluso en condiciones difíciles, a través del “consuelo” de las Escrituras y el Espíritu Santo (Romanos 15: 4; Hechos 9:31).
Un ejemplo muy claro de arrepentimiento se encuentra en la humilde oración que el rey David hizo pidiendo perdón total por sus graves pecados. Cuando por fin se dio cuenta de lo terrible que había sido su pecado al cometer adulterio con Betsabé y haber asesinado a su esposo con el fin de protegerse, él oró: “Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; Conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones. Lávame más y más de mi maldad, Y límpiame de mi pecado” (Salmo 51: 1-2).
David buscó la única solución que le traería la paz interior y “refrigerio” de ser restaurado con el favor del amor de Dios. David dijo: “Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado” (Salmo 32: 1).
Dios siempre es capaz y está dispuesto a perdonar o hacer “desaparecer” la lista de nuestros pecados, si nos arrepentimos de ellos.
Borrando nuestros pecados
Dios, que no cambia, dice: “Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados” (Isaías 43:25). También dijo: “Porque como la altura de los cielos sobre la tierra, engrandeció su misericordia sobre los que le temen. Cuanto está lejos el oriente del occidente, Hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones” (Salmo 103:11-12).
Todos pecamos; pero Dios ha provisto la única solución para que podamos restablecer una relación pacífica con Él. “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1: 8-9).
Dios se llama a sí mismo como “la fuente de agua viva”. Él es la fuente de las “aguas” espirituales que pueden limpiarnos del pecado (Jeremías 2:13). Éste es el lavamiento de la regeneración (renovación) que viene del Espíritu Santo de Dios (Tito 3: 5-6).
Cuando nos arrepentimos y nuestros pecados han sido perdonados por Dios, podemos disfrutar de una verdadera y refrescante tranquilidad en el espíritu contraria al caos y a la confusión que sufrimos antes de ser convertidos. Ésta es una promesa de Dios que consolida nuestra relación con Él. Como Pablo explicó a los Filipenses: “Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (Filipenses 4:7).
El apóstol Juan recibió un mensaje de Jesucristo para animar a los cristianos a hacer todo lo posible para vencer los defectos de cada cual y enfrentar a Satanás y los ataques del mal de este mundo. Dios promete a los vencedores que no se acordará de sus pecados y hará que sus nombres y sus vidas perduren por siempre. “El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles” (Apocalipsis 3:5). Ver más acerca de esto en el artículo “El libro de la vida”.
Reconfortante futuro
Dios, quiere que toda la humanidad sea salva (1 Timoteo 2:4), y por eso va a darle la oportunidad a todos de convertirse en un miembro de su familia eterna. Las personas que sean llamadas en el futuro tendrán que seguir los mismos pasos del arrepentimiento, el bautismo y recibir el Espíritu Santo, que los cristianos deben dar ahora para poder ser renovados a través de Cristo y recibir la salvación.
Este tiempo de refrigerio en el futuro será un tiempo de la “restauración de todas las cosas” (Hechos 3:21). Restauración significa “'para restaurar algo a su estado anterior o situación”, como la restauración de una extremidad “tensa” o “dislocada” a su estado anterior’ (Barnes´ Notes [Notas de Barnes]).
Cuando Jesucristo establezca su Reino en la tierra, la paz, la seguridad, el bienestar y la alegría estarán disponibles para todo el mundo (Isaías 51:3, 11). (Lea más acerca de este maravilloso tiempo en nuestros artículos “¿Qué es el Reino de Dios?” y El Milenio de 1.000 años”).
En ésa época, comenzando desde Jerusalén y extendiéndose gradualmente por todas las naciones, una “fuente” se abrirá, representando la limpieza espiritual, la eliminación del pecado y la corrupción de la gente (Zacarías 13:1).
El pecado ha traído a la humanidad la mayoría de las penas, el sufrimiento y la decadencia que el mundo experimenta hoy. Esta restauración profetizada del pecado de todo el mundo traerá de vuelta la paz, el orden y la belleza que Dios quiso para la humanidad desde un principio (Romanos 8:20; 2 Pedro 3:13; Apocalipsis 21:1, 4).
¿Qué debemos hacer?
Lo importante que nosotros debemos recordar es que los “tiempos de refrigerio” vendrán para cada una de las personas cuyos pecados hayan sido borrados por la sangre derramada de Jesucristo (Romanos 4:7-8). Los que piden a Dios por un cambio de corazón y que viven según las enseñanzas de Cristo estarán en el camino hacia el don de Dios de la conversión.
Para estudiar más acerca de estos temas, vea los artículos “¿Qué es el arrepentimiento?” y “¿Qué es la conversión?”.