La historia de Adán y Eva es una de las primeras en la Biblia y una de las más conocidas. Sin embargo, la mayoría no entiende su significado.
La historia de Adán y Eva y su decisión de comer del único árbol prohibido por Dios es una de las más conocidas de la Biblia. Este relato describe el trágico evento que afectó la vida de todo ser humano que ha existido desde entonces.
Analicemos esta historia de la vida real y su importancia para nosotros en la actualidad.
Personajes principales
Esta historia tiene cuatro personajes principales: uno bueno, uno malo y dos que debían tomar una decisión muy importante.
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Dios: el Creador de todo.
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Adán: el primer ser humano, creado por Dios.
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Eva: la mujer que Dios creó usando una costilla de Adán.
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La serpiente: la astuta y locuaz serpiente que era el diablo disfrazado. La Biblia describe a Satanás el diablo como “la serpiente antigua” (Apocalipsis 12:9).
La creación de Adán y Eva
La historia comienza con Dios, que había decidido crear seres semejantes a Él y con la capacidad de convertirse en sus hijos (1 Juan 3:1). Dios creó a Adán del polvo de la tierra y le dio al ser humano el potencial de pertenecer a su familia divina si toma las decisiones correctas y se esfuerza por pensar y comportarse como Él.
Del polvo de la tierra formó a Adán y luego sopló aliento de vida en él, y Adán vivió. Luego, Dios puso a su cuidado un hermoso jardín lleno de todos los árboles y frutas que podamos imaginar, pero también le dio una regla importante:
“Y mandó el Eterno Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás” (Génesis 2:16-17).
Una de las tareas que Adán tuvo que realizar fue nombrar a los animales que Dios había creado. Mientras lo hacía, probablemente vio a cada uno con su pareja y se dio cuenta de que él no tenía una. Al parecer, fue así como Dios le mostró a Adán la importancia de estar acompañado antes de darle una hermosa compañera.
Dios creó a Eva de una de las costillas de Adán luego de hacerlo dormir profundamente. Así, unió a los primeros humanos como esposo y esposa y creó el primer matrimonio —una relación especial que, al igual que todo lo creado por Dios, fue muy buena.
Pero, aunque quisiéramos terminar esta idílica historia con un “fueron felices para siempre”, todo cambió cuando el enemigo de Dios entró en la escena. Dios quería que Adán y Eva escogieran una vida de felicidad, pero Satanás no quería lo mismo.
La tentación
Satanás el diablo odia a Dios y a los seres humanos por tener el potencial de ser hijos del Creador. Inspirado por este odio, un día se acercó a Eva en el jardín para engañarla. Aunque ella probablemente nunca había visto a una serpiente hablar, al parecer no había aprendido a temer a los animales en tan pacífico lugar y le prestó oído.
La astuta serpiente le preguntó: “¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?” (Génesis 3:1) —quería hacerle pensar que Dios era injusto.
Pero Eva dijo: “Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis” (vv. 2-3).
Entonces, Satanás —disfrazado de serpiente— le respondió con una mentira: “No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal” (vv. 4-5).
En otras palabras, llamó a Dios mentiroso. Hizo creer a Eva que Dios no era de fiar y que los estaba privando de cosas buenas. Logró que el fruto llamara su atención, y cuando ella lo vio, le pareció bueno y delicioso. Poco a poco Eva comenzó a creer que la serpiente tenía razón —tal vez era cierto que si comía del fruto prohibido sería como Dios.
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Lo tocó y no pasó nada. Luego le dio una mordida y terminó de convencerse de que la serpiente tenía razón. Dio a probar del fruto a su esposo y él lo comió aun sin haber sido engañado por la serpiente.
Las consecuencias
Obviamente, Dios decía la verdad y la decisión de Adán y Eva los llevó a la muerte.
Escoger el camino del obtener, de tomar lo que querían egoístamente y decidir por sí mismos lo que está bien y lo que está mal no los hizo más parecidos al Creador en lo absoluto. Sólo Dios puede definir lo bueno y lo malo. Esto es lo que la humanidad —influenciada por el diablo— a menudo no entiende. La historia de Adán y Eva comprueba que ignorar las instrucciones de Dios y seguir el camino que nosotros creemos correcto tiene graves consecuencias (Proverbios 14:12).
Tras desobedecer, Adán y Eva sintieron vergüenza de sus cuerpos y se escondieron de Dios. Se sentían culpables y habían perdido su cercanía con Él.
Cuando Dios les preguntó por lo sucedido, Adán culpó a Eva (y básicamente culpó a Dios por habérsela dado) y Eva culpó a la serpiente.
Su pecado les trajo muchos otras consecuencias negativas además de la muerte. Tuvieron fuertes conflictos y tragedias familiares, perdieron su hogar en el hermoso jardín y se vieron en la necesidad de trabajar muy duro para sobrevivir.
Su decisión los llevó a una vida de miseria que, en su misericordia, Dios no quería prolongar “para siempre” (Génesis 3:22). Por lo tanto, decidió poner ángeles con espadas de fuego en la entrada al jardín para que guardasen “el camino del árbol de la vida” (v. 24). El pecado de Adán y Eva los alejó de Dios y del regalo de vida eterna que Él desea darnos.
En otras palabras, escogieron el camino que los condujo a la muerte tanto a ellos como a toda su descendencia.
Afortunadamente, Dios tenía un plan para cambiar el trágico final de esta historia. Jesucristo estuvo dispuesto a morir para pagar la pena de muerte que toda la humanidad merece y dar acceso al árbol de la vida a quienes rechacen el árbol de la ciencia del bien y del mal y reconozcan que Dios es quien define lo malo y lo bueno.
Los dos árboles y nosotros
Desde Adán y Eva, todo ser humano ha escogido el camino del obtener. Todos hemos querido decidir lo que está bien y lo que está mal, hemos escuchado las mentiras de Satanás y hemos pecado. Como consecuencia de esto, todos merecemos la pena de muerte.
Pero la Biblia revela que Cristo, el segundo Adán (1 Corintios 15:22, 45), vino a la tierra para pagar la pena de todo el que se arrepienta —que de un giro radical a su vida y rechace el camino del obtener de Satanás para comenzar a seguir el camino del dar de Dios, el camino del amor.
No en vano el apóstol Pedro nos dice “Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo” (Hechos 2:38).
Cuando Dios perdona nuestros pecados, también nos da la ayuda del Espíritu Santo para cambiar nuestra vida. Aceptar este regalo y producir el fruto de Espíritu es como comer del árbol de la vida —es escoger el camino del dar y de buscar el bien de los demás. Este es el árbol del que siempre deberíamos comer.
El árbol de la vida se menciona nuevamente al final de Biblia, cuando Cristo anima a quienes se esfuerzan por vencer el pecado y obedecer los mandamientos de Dios diciendo: “Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios” (Apocalipsis 2:7; consulte también 22:14).
Obedecer la ley de Dios lleva a la verdadera felicidad. Si buscamos a nuestro Salvador Jesucristo con verdadero arrepentimiento y escogemos el camino que trae felicidad a nuestra vida y a quienes nos rodean, Dios sin duda nos ofrecerá la vida eterna con gusto.
Para más detalles sobre el significado de los dos árboles, consulte los artículos “El árbol de la vida” y “El fruto del Espíritu”.