La familia de Jacob había crecido mucho, así que él decidió regresar a la Tierra Prometida. Pero en el camino Jacob tuvo que enfrentarse con Labán y con Esaú.
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Después de que Labán lo había engañado, Jacob se casó con Lea y Raquel. (Dios creó el matrimonio para que fuera entre un hombre y una mujer. Jacob no debió haber tenido más de una esposa.) Jacob amaba a Raquel más que a Lea, y esto entristecía a Lea.
Dios bendijo a Lea con un hijo primogénito llamado Rubén. Luego tuvo tres hijos más: Simeón, Leví y Judá.
Raquel estaba muy triste porque no podía tener hijos. Ella le dijo a Jacob: “Aquí está mi sierva Bilha, júntate y ten un hijo con ella para que sea como si fuera mío”. Así que Jacob tomó a Bilha como su esposa y tuvo dos hijos con ella, Dan y Neftalí.
Como Lea había dejado de tener hijos, ella dio a Jacob a su sierva Zilpa, como esposa. Zilpa tuvo dos hijos, Gad y Aser.
Dios entonces bendijo a Lea con dos hijos más: Isacar y Zabulón. También tuvo una hija llamada Dina.
Más tarde, Dios bendijo a Raquel con un hijo llamado José. Luego tuvo otro hijo llamado Benjamín.
Jacob se convierte en un hombre rico
Durante este tiempo, Jacob ya había cumplido todos los años de servicio a Labán. Jacob quería regresar a su país de origen y llevar a sus esposas e hijos con él.
Labán le rogó que se quedara. “Por favor, quédate, porque sé que el Eterno me ha bendecido por causa tuya”. “Entonces Labán dijo: Dime lo que quieres, y te lo daré”.
Entonces Jacob le dijo: “Tú sabes cómo he trabajado duro para ti todos estos años, y sólo tenías un poco, pero he aumentado tus rebaños. Ahora necesito trabajar para mantener a mi propia familia. Si haces una cosa por mí, volveré a cuidar de tus rebaños. Déjame poner aparte todas las ovejas y cabras pintadas y manchadas. Y déjame quitar todas las ovejas oscuras. Esto será mi salario”.
Labán estuvo de acuerdo. Jacob tenía un plan para aumentar sus rebaños. Trabajó duro y se hizo rico. Tenía grandes rebaños y muchos sirvientes.
Hora de partir
Entonces los hijos de Labán se quejaron, y decían entre ellos: “Jacob le ha quitado la riqueza a nuestro padre. Así es como se ha hecho rico”.
Jacob se dio cuenta que Labán estaba enojado con él.
Les dijo a Lea y Raquel que era hora de regresar a su país. Tomó a su familia y ganado y salió de Harán.
Labán no sabía que Jacob se había ido, pero se enteró tres días después. Entonces Labán se dio cuenta que algunos de sus ídolos habían desaparecido. Raquel los había robado de la casa de su padre antes de partir. (Ella no debió haber hecho esto.)
Labán persigue a Jacob
Entonces Labán y su familia persiguieron a Jacob. Al cabo de siete días, lo alcanzaron. Labán le preguntó a Jacob: “¿Por qué te fuiste en secreto? ¿Por qué me robaste a mis hijas? No me permitiste despedirme de ellas. ¿Y por qué has robado mis ídolos?”.
Jacob respondió: “Tenía miedo de que me quitaras a tus hijas por la fuerza. Yo no tomé tus ídolos. Si quieres busca a tus ídolos, y quien los haya robado, no lo dejes vivir”.
Jacob no sabía que Raquel los había robado.
Entonces, Labán buscó en todas las tiendas de Jacob, pero no los encontró. Raquel había puesto los ídolos en la silla de montar de un camello y estaba sentada sobre ellos. Su padre no buscó allí.
Jacob estaba enojado con Labán. Él dijo: “¿Por qué me has perseguido tan enojado? Me acusaste de robar tus ídolos, pero los buscaste y no encontraste nada. Te he servido por muchos años. Me hubieras enviado con las manos vacías si no hubiera sido por la bendición de Dios”.
Un pacto
Labán respondió: “Estas son mis hijas, y yo no les haría nada a mis hijas ni a sus hijos. Hagamos entones un pacto”.
Entonces Jacob tomó una piedra y la levantó como señal. Después juntaron más piedras y formaron un montón de piedras como señal. Entonces Labán le dijo a Jacob: “Éste es un testigo. Ni tú ni yo pasaremos más allá de este montón de piedras y no nos haremos daño el uno al otro”.
Labán se levantó temprano en la mañana, besó a sus hijas y las bendijo. Y después Labán regresó a su casa.
Dios le dijo a Jacob: “Regresa a la tierra de tu familia, y yo estaré contigo”.
Mientras Jacob continuaba su viaje a su país, los ángeles de Dios se le aparecieron. Cuando Jacob los vio, dijo: “Éste es el campamento de Dios”. Ahora sabía que Dios estaba cuidando de él y de su familia.
El encuentro con Esaú
Muchos años antes, Jacob había dejado su país porque su hermano Esaú quería matarlo.
Jacob decidió enviar mensajeros a Esaú. Los mensajeros tenían que decirle lo siguiente a Esaú: “Venimos de parte de tu siervo Jacob. Él dice: he vivido con Labán todos estos años, y ahora he regresado. Espero poder encontrar favor ante tus ojos”.
Los mensajeros regresaron a Jacob, y le dijeron: “Esaú viene a tu encuentro con 400 hombres”.
Jacob tenía mucho miedo. Pensó que Esaú todavía estaba enojado con él y querría atacarlo a él y a su familia. Así que dividió a su gente, los rebaños y manadas en dos grupos. Con este plan, esperaba al menos que un grupo estuviera a salvo.
Entonces Jacob le pidió a Dios que los protegiera de Esaú.
Jacob decidió enviarle a Esaú algunos regalos. Envió por adelantado muchas cabras, carneros, ovejas, camellos y burros con sus sirvientes. Los dividió en tres partes, cada uno debía llegar después del otro. Con estos regalos, Jacob esperaba que Esaú los aceptara y pudiera perdonarlo. Tenía la esperanza de que ya no estuviera enojado.
Esa noche Jacob envió a su familia al otro lado de un río, y se quedó solo.
Lucha con Dios
Un hombre se le apareció a Jacob, y luchó con él toda la noche. Éste era Dios probando a Jacob. Jacob no quería rendirse, y Dios tuvo que descoyuntar el muslo de Jacob, y cojeaba de su cadera.
Dios dijo: “Déjame ir, porque va a salir el sol”.
Jacob dijo: “¡No te dejaré ir a menos que me bendigas!”.
Entonces Dios le preguntó: “¿Cuál es tu nombre?”.
Él contestó: “Jacob”.
Entonces Dios dijo: “Tu nombre ya no será Jacob, sino Israel. Porque has luchado con Dios y con los hombres, y has prevalecido”.
Entonces Jacob le dijo: “Dime tu nombre”.
Dios no le dijo a Jacob su nombre, pero lo bendijo allí. Jacob llamó a este lugar Peniel. Él dijo: “¡He visto a Dios cara a cara, y he vivido!”.
Encuentro con Esaú
Después de esto, Jacob vio venir a Esaú con sus 400 hombres. Entonces Jacob se puso delante de su familia. Se inclinó al suelo siete veces hasta llegar y acercarse a su hermano.
¡Esaú corrió a su encuentro! Lo abrazó y lo besó, y ambos lloraron. Entonces Esaú vio a las mujeres y a los niños, y dijo: “¿Quiénes son estos?”.
Jacob dijo: “Estos son mis hijos con los que Dios me ha bendecido”. Entonces toda la familia de Jacob vino a Esaú y se inclinó.
Luego Esaú regresó a su casa.
Jacob finalmente había regresado a Canaán, la tierra de su padre Isaac. Había hecho las paces con su hermano Esaú. Dios lo bendijo y estuvo con él todos los días de su vida. Las familias de sus 12 hijos se multiplicaron, y llegaron a ser conocidos como las 12 tribus de Israel.
José, uno de los hijos menores de Jacob, fue llevado a Egipto como esclavo cuando era joven. Dios tenía un plan especial para José. Él ayudó a salvar a la familia de Jacob cuando una gran hambruna llegó a su tierra. (Puede leer más acerca de esta historia en “José: el esclavo se convierte en el que salva”.)
Preguntas
Aquí hay algunas preguntas para reflexionar o hablar en familia:
- ¿Cuántos hijos tuvo Jacob? ¿Puede memorizar sus nombres?
- Jacob tuvo una hija. ¿Cómo se llamaba?
- ¿Cuál era el propósito de Dios para el matrimonio? El desobedecer a Dios en esto y tener más de una esposa causó muchos problemas: ¿Cuáles fueron estos problemas?
- ¿Qué pasó cuando Jacob quiso llevar a su familia de regreso a su país?
- ¿Con quién luchó Jacob?
- ¿Qué nombre recibió Jacob después que su nombre fuera cambiado?
- ¿Qué sucedió cuando Jacob vio a su hermano Esaú?
Puede leer esta historia en su Biblia en Génesis capítulos 29 al 33. Puede leer más acerca de Jacob en las historias bíblicas “Esaú, Jacob y la primogenitura” y “Labán engaña a Jacob”.