Dios le había dicho a Israel que los traería a la Tierra Prometida. Ahora, Él haría milagros para ayudarlos a cruzar un río y derrotar a Jericó.
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Después de que los dos espías que Josué había enviado regresaron de Jericó, le contaron a Josué todo lo que habían visto y lo que les había sucedido. Le contaron cómo Rahab los había ayudado. También le dijeron a Josué acerca de la promesa que habían hecho de salvarla a ella y a su familia. (Si desea ahondar más en este tema, lo invitamos a leer la historia bíblica “Rahab y los dos espías”.)
Ellos dijeron: “El Eterno ha entregado toda la tierra en nuestras manos” (Josué 2:24). Dijeron que la gente de este país tenía miedo porque habían oído hablar de ellos y de lo que Dios había hecho por ellos.
Cruzan el río Jordán
Después de que los espías rindieron su informe, Josué guio a Israel el corto trecho que existía hasta el río Jordán. Allí acamparon durante tres días. Luego, los oficiales de Josué recorrieron el campamento instruyendo a la gente acerca de cómo debían cruzar el río. Y así dijeron al pueblo: “Cuando veáis el arca del pacto del Eterno vuestro Dios, y los levitas sacerdotes que la llevan, vosotros saldréis de vuestro lugar y marcharéis en pos de ella” (Josué 3:3).
Josué entonces les dijo a los sacerdotes que tomaran el arca y entraran en el río delante del pueblo. Y así lo hicieron. El río se desbordaba porque llevaba mucha agua debido a las lluvias de primavera, pero Josué les dijo que Dios secaría el río para que ellos pudieran cruzar.
Cuando los sacerdotes pusieron sus pies en la orilla del río, las aguas se detuvieron. ¡Fue un milagro de Dios! Los sacerdotes estaban parados firmemente en tierra seca en medio del lecho del río Jordán. ¡Todo el pueblo de Israel cruzó por tierra seca!
Después de que el pueblo llegara al otro lado, los sacerdotes que llevaban el arca también cruzaron. Cuando los pies de los sacerdotes tocaron la otra orilla del río, las aguas del Jordán volvieron a su lugar. Todas las orillas del río se desbordaban, y las aguas corrían como antes (Josué 4:1-18).
12 piedras conmemorativas
Josué le dijo a Israel que eligiera a un hombre de cada una de las 12 tribus. Cada uno de los hombres debía recoger una piedra del Jordán donde estaban los sacerdotes. Y así lo hicieron, estos hombres sacaron las piedras del río. Y Josué puso las piedras en Gilgal como un memorial porque Dios había dividido las aguas y los ayudó a cruzar el Jordán.
Luego Josué le dijo a Israel: “Cuando vuestros hijos preguntaren… ¿Qué significan estas piedras? les responderéis: Que las aguas del Jordán fueron divididas delante del arca del pacto del Eterno” (Josué 4:6-7).
Temer a Dios y guardar sus fiestas
Cuando los reyes de la tierra oyeron que el Dios de Israel había secado las aguas del Jordán para que Israel pudiera cruzar, sus corazones desfallecieron. Ellos tenían mucho miedo (Josué 5:1).
Israel acampó en Gilgal. El pueblo guardó la Pascua el día 14 del primer mes. También guardaron los días de Panes Sin Levadura como Dios había instruido por medio de Moisés (Éxodo 12:15-20).
Dios dejó de enviarles el maná que habían comido en el desierto todos esos años. A partir de ese momento, comerían los frutos de la tierra de Canaán.
Encuentro con Dios
Josué estaba cerca de Jericó cuando se le apareció un Hombre, que sostenía una espada en su mano. Josué se acercó a Él, y le preguntó si era un enemigo. El Hombre dijo que venía como Comandante del ejército de Dios. Josué se postró sobre su rostro y lo adoró. ¡Este Hombre era realmente Dios, aquel que más tarde vendría como Jesucristo!
Entonces le dijo a Josué: “Quita el calzado de tus pies, porque el lugar donde estás es santo”. Y así hizo Josué, tal como Moisés lo había hecho cuando Dios habló con él cerca de la zarza ardiente (Josué 5:1-15).
Dios le dijo a Josué: “Yo he entregado en tu mano a Jericó”. (La gente de Jericó tenía mucho miedo).
Las instrucciones de Dios
Dios entonces le dio instrucciones a Josué acerca de lo que Israel debía hacer a continuación: cada día los hombres de guerra rodearían la ciudad una vez, durante seis días. Siete sacerdotes llevarían cada uno una trompeta hecha de cuernos de carnero delante del arca. En el séptimo día marcharían alrededor de la ciudad siete veces, y los sacerdotes tocarían las trompetas. En ese día, tocarían prolongadamente las trompetas hechas de cuerno de carnero. Al oír el sonido de la trompeta, todo el pueblo gritaría a gran voz. Entonces el muro de la ciudad caería, y toda la gente podría entrar a la ciudad.
Entonces Josué llamó a los sacerdotes y les dijo: “Llevad el arca del pacto, y siete sacerdotes lleven bocinas de cuerno de carnero delante del arca del Eterno”. Y le dijo a la gente: “Pasad, y rodead la ciudad; y los que están armados pasarán delante del arca del Eterno” (Josué 6:6-7).
Marchan alrededor de Jericó
Los siete sacerdotes que llevaban las trompetas marcharon alrededor de las murallas, tocando las trompetas, y el arca los seguía. Los hombres armados iban delante de los sacerdotes, y los soldados de la retaguardia iban detrás del arca.
Josué dijo: “Vosotros no gritaréis, ni se oirá vuestra voz, ni saldrá palabra de vuestra boca, hasta el día que yo os diga”.
De esta manera, en este primer día, el arca de Dios rodeó la ciudad, dando vueltas una vez. Luego regresaron al campamento y se quedaron allí el resto de ese día.
A la mañana siguiente, los sacerdotes volvieron a tomar el arca de Dios. Marcharon alrededor de la ciudad tal como lo habían hecho el día anterior, tocando sus trompetas continuamente. Luego regresaron al campamento. Éste fue el segundo día.
Hicieron esto durante seis días. Al séptimo día marcharon alrededor de la ciudad de la misma manera que lo habían hecho anteriormente, pero en este día, marcharon alrededor de la ciudad siete veces.
Después de la séptima vez, cuando los sacerdotes tocaron las trompetas, Josué dijo al pueblo: “¡Gritad, porque el Eterno os ha entregado la ciudad!… Solamente Rahab la ramera vivirá, con todos los que estén en casa con ella, por cuanto escondió a los mensajeros que enviamos” (Josué 6:16-17). (Josué envió hombres a la casa de Rahab para llevarla a ella y a su familia en Jericó a salvo).
Josué le dijo a Israel que no tomara ninguna cosa anatema de Jericó. Estos objetos anatemas pueden haber sido ídolos, decoraciones u otras cosas utilizadas para la adoración pagana. Pero Josué le dijo a la gente que tomara toda la plata y el oro, y vasijas de bronce y hierro. Estas cosas se usarían en el tesoro de la casa de Dios.
¡Las murallas caen!
Así que la gente dio un gran grito. ¡Las murallas alrededor de Jericó se derrumbaron! La gente entró en la ciudad y la tomó. Luego quemaron la ciudad.
De esta manera Dios estuvo con Josué, y su fama se extendió por toda la tierra. Israel finalmente había hecho el largo y difícil viaje a la tierra que Dios había prometido a Abraham y a sus descendientes muchas generaciones atrás.
Preguntas
A continuación, hay algunas preguntas para reflexionar o hablar en familia:
- ¿Por qué el pueblo de Jericó le tenía miedo a Israel?
- ¿Qué les dijo Dios a los sacerdotes que llevaran al río Jordán?
- ¿Qué sucedió cuando los pies de los sacerdotes tocaron el borde del río?
- ¿Cuándo dejó Dios de darle maná a Israel? (¿Qué es el maná?)
- ¿Quién se le apareció a Josué con una espada en la mano?
- ¿Cuántos días marcharon alrededor de Jericó?
- ¿Qué hacían cada día?
- ¿Qué hicieron diferente en el séptimo día?
- ¿Cuáles fueron las instrucciones que Josué le día al pueblo para que hicieran el séptimo día cuando oyeran el largo sonido de la trompeta?
- ¿Qué pasó cuando la gente gritó?
Esta historia se encuentra en la Biblia en Josué 3-6. Si desea profundizar acerca de este tema, lo invitamos a leer en la historia bíblica “Rahab y los dos espías”.