Jesús dijo: “De cierto os digo: Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista”. Al estudiar la historia de Juan el Bautista podemos entender un poco la razón de esta grandeza.
Juan el Bautista era un hombre fascinante, vivía en el desierto y comía langostas y miel. Él atraía grandes multitudes, pero constantemente les decía que él era insignificante en comparación con el Mesías por venir. Al final, su vida se truncó porque se atrevió a criticar a un rey por su pecado.
Sin duda, Juan el Bautista fue un personaje inusual. Pero increíblemente, Jesucristo lo llamó el más grande de los hombres (Mateo 11:11).
Los padres de Juan el Bautista
La historia del nacimiento de aquel que llegó a ser conocido como Juan el Bautista nos da indicios de la grandeza de este personaje.
Los padres de Juan eran una pareja de ancianos, Zacarias y Elisabet. Ambos descendían de la familia sacerdotal de Aarón (Lucas 1:5). La Biblia dice que Elisabet no había podido tener hijos porque era “estéril, y ambos eran ya de edad avanzada” (v. 7).
Gabriel se le aparece a Zacarías
Un día, mientras Zacarías estaba quemando incienso en el templo, vio un ángel y se sobresaltó en gran manera por esta aparición angelical (vv. 11-12). Quizás estaba aún más sorprendido por lo que el ángel le dijo. ¡Su esposa Elisabet tendría un hijo en su vejez! Lo llamarían Juan, y sería apartado para un propósito especial (vv. 13-15).
El ángel Gabriel le dijo: “Y hará que muchos de los hijos de Israel se conviertan al Señor Dios de ellos. E irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto” (vv. 16-17).
¡Zacarías quedó impactado! Él preguntó: “¿En qué conoceré esto? Porque yo soy viejo, y mi mujer es de edad avanzada” (v. 18).
Debido a su incredulidad al escuchar estas noticias, el ángel Gabriel le dio la siguiente señal: no volvería a hablar hasta que su hijo naciera.
El nacimiento de Juan el Bautista
Por supuesto, el anuncio del ángel Gabriel se hizo realidad, y después de nueve meses el sacerdote y su esposa tuvieron un hijo (v. 57).
Hay otros elementos que se agregan a esta historia, como por ejemplo el hecho de que Elisabet y María, la madre de Jesús, eran parientes, y que estando aún en el vientre de su madre, ¡Juan saltó de gozo al reconocer a Jesús (v. 41)! El nacimiento de Jesús ocurrió unos seis meses después del nacimiento de Juan.
¡Dios había realizado un milagro, y trajo a Juan al mundo para un propósito especial!
¿Dónde vivía Juan el Bautista?
Zacarías y Elisabet vivían en la región montañosa de Judá.
“En aquellos días, levantándose María, fue de prisa a la montaña, a una ciudad de Judá; y entró en casa de Zacarías, y saludó a Elisabet” (Lucas 1:39-40).
La región montañosa mencionada en este pasaje probablemente estaba ubicada en los alrededores de Jerusalén, ya que era “la residencia de Zacarías cuando no estaba trabajando en el templo” (Albert Barnes’ Notes on the Bible [Notas acerca de la Biblia]).
Aunque Juan el Bautista probablemente pasó su infancia en ese lugar, durante su vida adulta vivió en el desierto, donde comenzó a predicar en la región cercana al río Jordán (Lucas 3: 2-3).
Ministerio de Juan el Bautista
Dios había apartado a Juan para un propósito especial. Su misión era predicar acerca del arrepentimiento y bautizar a las personas en agua. También debía predicar acerca del Reino de Dios y preparar a un pueblo para la venida del Mesías.
Eso es exactamente lo que Juan hizo. En lugar de servir en el templo como sacerdote, vivía en el desierto, y se vestía con una prenda de pelo de camello y un cinturón de cuero. Comía langostas y miel silvestre (Mateo 3:4). Enseñaba a las multitudes que venían a verlo acerca de la necesidad de arrepentirse y que el Reino de Dios estaba cerca (vv. 1-2). Juan predicó el mismo mensaje que Jesucristo el Mesías predicó (Marcos 1:14-15), y le preparó el camino (Mateo 3:3).
Juan el Bautista sabía que había sido llamado por Dios para cumplir la profecía de Isaías: “Pues éste es aquel de quien habló el profeta Isaías, cuando dijo: Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, Enderezad sus sendas” (Mateo 3:3, citando Isaías 40:3).
Cuando los líderes religiosos de su tiempo venían a verlo, Juan les respondía de una forma valiente. Los reprendió por ignorar el mensaje de arrepentimiento de Dios. Pensaban que no necesitaban arrepentirse, ya que descendían directamente de Abraham. Pero Juan les dijo abiertamente: “y no penséis decir dentro de vosotros mismos: A Abraham tenemos por padre; porque yo os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham aun de estas piedras” (Mateo 3:9).
Juan el Bautista sabía que había sido llamado por Dios para cumplir la profecía de Isaías: “Pues éste es aquel de quien habló el profeta Isaías, cuando dijo: Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, Enderezad sus sendas” (Mateo 3:3, citando Isaías 40:3).
Juan el Bautista y Jesús
Juan frecuentemente guiaba al pueblo hacia Jesucristo (Juan 1:6-8, 19-27, 29-37). Cuando llegó el momento de que Jesús comenzara su ministerio, Juan llevó a sus discípulos hacia Jesús y los alentó a seguirlo (vv. 35-37).Juan incluso bautizó a su Señor y Salvador. Cuando Jesús estaba listo para comenzar su ministerio público, vino a Juan para ser bautizado, con el fin de sentar un precedente para toda la humanidad.
Después de bautizar a Jesús, Juan tuvo el privilegio de ver cómo el Espíritu Santo descendió sobre Él. Esto fue una confirmación para Juan de que Jesús era realmente el Hijo de Dios (vv. 32-34).
La muerte de Juan el Bautista
Juan el Bautista no andaba con rodeos, sino que decía las cosas tal como eran. Él llamó pecado al pecado, e incluso fue encarcelado por criticar al rey Herodes por casarse con la esposa de su hermano (Mateo 14:3; Marcos 6:17). Después de pasar algún tiempo en su celda de prisión, Juan envió a algunos de sus discípulos a Jesús con el deseo de recibir noticias acerca de su obra y ministerio (Mateo 11:2-6).
Juan creía que Jesús era el Cordero de Dios y el Hijo de Dios (Juan 1:29, 34). También creía que Él era el Cristo, el esperado Mesías que vendría a vencer y gobernar. Quizás Juan pensaba que Cristo se enfrentaria con sus enemigos en ese momento, en lugar de dejarlo en la cárcel. Sin embargo, eso no ocurrió.
Mientras Juan estaba en prisión, Herodes organizó una fiesta. La hija de su esposa bailó y lo complació de tal manera que el rey le prometió lo que su corazón deseara.
“Ella, instruida primero por su madre, dijo: Dame aquí en un plato la cabeza de Juan el Bautista” (Mateo 14:8). Herodes se entristeció, pero debido a su juramento se sintió atrapado y tuvo que ordenar la muerte de Juan.
Propósitos detrás de la historia de Juan
Hay muchas razones por las que la historia de Juan el Bautista fue registrada en la Biblia. Después de 2.000 años, todavía nos enseña y tiene un gran impacto en nuestra vida cristiana. La historia de su vida y su mensaje nos guían a Jesucristo, nos muestran el poder milagroso de Dios, y nos enseñan la importancia del arrepentimiento del pecado y el bautismo.
La historia de Juan el Bautista también nos da un ejemplo asombroso de humildad. El propósito de su vida y ministerio fue siempre guiar a las personas a Jesucristo. Al hablar de Cristo, dijo: “pero el que viene tras mí, cuyo calzado yo no soy digno de llevar, es más poderoso que yo” (Mateo 3:11). El trabajo de llevar sandalias era la labor del esclavo más humilde. Aun así, Juan no se consideraba digno de hacer el trabajo más humilde en servir a Cristo.
Juan siempre entendió la comisión que se le había encomendado, y toda su vida se dedicó a preparar el camino para el Mesías. Juan consideraba que sus propias necesidades y reputación en esta vida, eran insignificantes. Él no sentía celos porque las multitudes fueran a ver a Jesús, sino que humildemente señaló: “Es necesario que él crezca, pero que yo mengüe” (Juan 3:30).
¿Qué dijo Jesús acerca de Juan el Bautista?
Aunque Juan el Bautista fue una persona humilde, Jesucristo afirmó que no había nadie mayor que él.
“De cierto os digo: Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista; pero el más pequeño en el reino de los cielos, mayor es que él” (Mateo 11:11).
¡Éste es un gran elogio viniendo del Hijo de Dios!
El plan de Dios para Juan el Bautista y para nosotros
La obra de Juan el Bautista también nos recuerda que Dios tiene un plan detallado que Él está llevando a cabo en el presente. Aunque nosotros, como Juan el Bautista, no entendamos todo acerca de ese plan o nuestra parte asignada en él, podemos tener la certeza que Dios tiene un plan para nosotros.
Aunque Herodes mató a Juan el Bautista, en el Reino de Dios, Él reinará en la Tierra como un rey y sacerdote (Apocalipsis 5:10). Nosotros también podemos ser parte de ese plan si respondemos al llamamiento de Dios, nos arrepentimos y obedecemos humildemente a Dios,
Para más información acerca de este proceso de conversión, consulte los artículos en la sección “Conversión cristiana”.