Cuando Noemí se fue a vivir a Moab, todo le salió mal. Y cuando regresó a su casa en Juda, ella venía muy desanimada y triste. Pero Dios tenía un plan especial para ella y su nuera Rut.
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Había una vez una mujer llamada Noemí. Vivía con su esposo y sus dos hijos en Belén de Judá, en la época en que los jueces gobernaban. Pero llegó una hambruna a la tierra, y al esposo de Noemí le preocupaba que la vida fuera demasiado dura en Judá.
Así que la familia decidió mudarse a Moab. Las personas en Moab no seguían al Dios verdadero. Los hijos de Noemí se casaron con mujeres de Moab, a pesar de que Dios les había advertido que no lo hicieran. Dios sabía que eso haría más difícil hacer lo correcto. Una de las esposas se llamaba Rut, y ella respetaba en gran manera a su suegra Noemí. La esposa del otro hijo se llamaba Orfa.
Lamentablemente, el esposo de Noemí falleció. ¡Y después, sus dos hijos también murieron! Noemí, Rut y Orfa se habían quedado solas, y la vida era muy difícil para una viuda. Pero al menos en Judá, más personas seguían la ley de Dios y ayudaban a las viudas, como Dios les había mandado en sus leyes.
Un nuevo hogar
Noemí escuchó las buenas noticias que Dios había bendecido a Judá, y que había suficiente comida de nuevo. Entonces decidió regresar a casa, y Rut y Orfa querían ir con ella. Pero Noemí las trató de convencer de que no lo hicieran, que era mejor que volvieran al lugar dónde habían crecido. Orfa se despidió de Noemí con un beso y regresó a Moab. Pero Rut no quiso dejarla.
Ruth le dijo a Noemí: “Por favor, no me pidas que te deje. Dondequiera que vayas, yo iré. Donde tú vivas, yo viviré. Tu pueblo será mi pueblo. Tu Dios será mi Dios”.
Rut prometió quedarse con su suegra sin importar lo que pasara. Rut amaba y respetaba mucho a Noemí, y se fueron juntas a Judá.
Era primavera cuando Noemí y Rut llegaron a Belén, y toda la ciudad estaba entusiasmada con su regreso. Pero Noemí no estaba contenta, porque la vida había sido dura para ella. ¡Noemí no podía imaginarse lo que Dios había preparado para ella!
Era el tiempo de cosecha, y los agricultores estaban cosechando cebada. La cebada es buena para comer y se usa para hacer pan. Pero los agricultores en Judá que seguían la ley de Dios, eran muy cuidadosos en no recoger toda la cebada del campo. Ellos dejaban espigas de cebada para que las personas pobres como Noemí y Rut pudieran recogerlas (Levítico 23:22).
Rut se fue a un gran campo a recoger la cebada que los agricultores dejaban en el suelo. (Esto se llamaba cosechar o espigar).
Este campo pertenecía a un hombre llamado Booz, que era muy bueno y muy rico. Booz salió a ver cómo iba la cosecha. Y saludó a los segadores diciéndoles: “¡El Eterno esté con ustedes!”. Y ellos respondieron: “¡El Eterno te bendiga!”.
Entonces Booz vio a Rut, y les preguntó: “¿Quién es esa joven?”.
“Ella es la joven moabita que regresó con Noemí. Esta mañana, ella amablemente nos pidió permiso para recoger espigas. ¡Ella ha estado aquí trabajando arduamente desde la mañana y solo se ha tomado un pequeño descanso!”.
Booz se acercó a Rut, y le dijo que era bienvenida a sus campos todos los días para recoger cebada. También le prometió que los criados no la molestarían. Y si tenía sed, podía pedirle agua a uno de ellos.
Rut estaba asombrada por su amabilidad con ella. Al fin y al cabo, ella era una extranjera y nadie la conocía allí.
Pero Booz le dijo: “He escuchado acerca de todo lo que has hecho por Noemí después de la muerte de tu esposo. Has dejado a tu padre, a tu madre y todo lo que te era familiar. Y valientemente has llegado a un lugar donde no conocías a nadie”. Entonces Booz hizo una hermosa analogía con sus palabras, y le dijo: “Que el Dios de Israel te recompense. ¡Has venido a refugiarte bajo sus alas!”.
Bajo las alas de Dios
En aquel tiempo, los hombres acostumbraban a vestirse con túnicas largas. Cuando extendían los brazos, el borde de estas túnicas tenía el aspecto de alas. Así que cuando un padre abrazaba a su esposa y a sus hijos, él se parecía a un pájaro protegiendo a sus polluelos bajo sus alas. ¡Booz le estaba diciendo a Rut que Dios iba a cuidar de ella, así como una madre pájaro cuida de sus polluelos, ¡y como un padre cuida de sus hijos!
Booz también se aseguró de que tuviera algo de comida a la hora de comer. (Ella también guardó algo para llevar a Noemí). ¡Booz también les pidió a sus trabajadores que dejaran caer la cebada a propósito para que Rut pudiera recoger más y pudiera llevar más a casa!
Noemí se dio cuenta que alguien había sido bondadoso con Rut. Cuando Rut le contó todo lo que había pasado, ¡Noemí estaba muy agradecida! Se dio cuenta de que Dios todavía las estaba cuidando.
Rut trabajó arduamente hasta la noche. Ella había recogido un efa de cebada, eso era mucha cebada. Es como llenar 10 botellas de dos litros con granos de arroz. ¡Toda esa cebada era lo que Rut le había traído a Noemí!
Noemí se dio cuenta que alguien había sido bondadoso con Rut. Cuando Rut le contó todo lo que había pasado, ¡Noemí estaba muy agradecida! Se dio cuenta de que Dios todavía las estaba cuidando. “Booz es un pariente cercano de mi esposo”, le dijo Noemí. “¡Debes ir a su campo todos los días de la cosecha, como él te ha dicho!”. Y así lo hizo Ruth.
Un pariente cercano
Pero Noemí no solo estaba agradecida por la cebada. Ella conocía la ley de Dios, que decía que, si un hombre moría sin tener un hijo, entonces se suponía que su hermano (u otro pariente cercano) debía casarse con la viuda (Deuteronomio 25: 5-10). El hijo primogénito sería el heredero del hombre que había muerto. De esta forma la tierra permanecería en la familia, y la viuda estaría bien cuidada.
Un hombre podía elegir no casarse con la viuda de su pariente cercano, aun cuando los ancianos pudieran explicarle por qué esta era una buena ley. Pero nadie podía obligarlo a cumplir con este deber. Eventualmente, si el pariente cercano se negaba, se tenía que quitar la sandalia y dársela a otro. Después, todos lo llamarían “el hombre que perdió su sandalia”. Todo eso era muy vergonzoso.
Pero Booz era un buen hombre. Noemí esperaba que se casara con Rut, como decía la ley. Si lo hacía, podría volver a comprar la tierra que el esposo de Noemí había vendido. ¡Noemí y Rut ya no tendrían que preocuparse nunca más!
Noemí le dio a Rut instrucciones cuidadosas. Booz estaría en la trilla, separando el grano de las cascarillas y los tallos para poder comérselo. Seguramente pasaría toda la noche allí para proteger el grano de los ladrones. Rut debía llevar sus mejores ropas a la trilla y esconderse hasta que Booz se durmiera. Luego, Rut tenía que doblar el borde de su larga túnica para que sus pies estuvieran descubiertos. Después, ella debería acostarse a sus pies (sin tocarlo).
Rut hizo exactamente eso.
Pies fríos
De repente, Booz se despertó. Tal vez sus pies estaban fríos y quería volver a meterlos bajo las “alas” de su túnica. De repente, vio a alguien acostado a sus pies como lo haría un sirviente. ¡Pero no había ningún sirviente allí cuando se fue a dormir!
“¿Quién eres?” preguntó Booz.
Ella respondió: “Yo soy Rut tu sierva. Toma a tu sierva bajo tu protección, porque eres un pariente cercano”. En otras palabras: ¡Rut le estaba pidiendo a Booz que se casara con ella!
Booz estaba sorprendido. Él era mayor que Rut, y probablemente pensaba que ella preferiría casarse con alguien más cercano a su edad. ¡Con este gesto ella estaba demostrando aún más su bondad, tanto a Noemí como a él!
Pero había un problema. Le dijo a Rut que en realidad había un pariente más cercano que él. Booz prometió preguntarle a ese hombre a la mañana siguiente. Si este pariente cercano no quería casarse con Rut, ¡Booz le prometió que se casaría con ella! Todos conocían su buen carácter.
Rut permaneció allí a sus pies hasta la madrugada, antes que saliera el sol. Luego regresó con Noemí. Pero Booz no la dejaría ir sin mandar un regalo a Noemí. ¡Le dio seis efas de cebada!
Rut estaba muy emocionada cuando le contó a Noemí todo lo que había sucedido. Pero ella le dijo: “Hay que esperar hija mía, hasta que sepas cómo se va a arreglar este asunto. ¡Tú sabes que Booz no descansará hasta que haya resuelto todo esto!”.
Booz se reunió con este pariente más cercano. El pariente sí estaba interesado en la tierra, pero no quería casarse con Rut. El pariente se quitó la sandalia, y de esta manera el trato estaba cerrado.
Un matrimonio feliz
¡Ahora Booz tenía el derecho de casarse con Rut! Y Así lo hizo. Dios los bendijo con un bebé llamado Obed.
Noemí ayudaba a cuidar a su nieto, y lo amaba mucho. Las mujeres le decían: “Que este bebé te haga sentir joven y feliz en tu vejez. Después de todo, tu nuera que te ama, te ha sido de más valor que siete hijos, ya que ¡te ha dado un nieto!”.
Dios estaba trabajando con la familia de una manera especial. Obed se convirtió en el abuelo del rey David. ¡Muchas generaciones después, Jesucristo nacería como parte de este linaje familiar!
Preguntas
A continuación, tenemos algunas preguntas en las que puede reflexionar o hablar en familia:
- ¿Por qué Dios dio estas leyes acerca de la cosecha y el casarse con la viuda de un pariente cercano?
- ¿Por qué cree que Rut amaba tanto a Noemí?
- ¿De qué manera es Rut un buen ejemplo? ¿Cuáles son algunas características de su carácter de las que podemos aprender valiosas lecciones?
- ¿De qué manera es Booz un buen ejemplo? ¿Cuáles son algunas de las características de su carácter de las que podemos aprender?
Si desea hacer un estudio más detallado acerca de Rut, puede ver nuestros artículos “Rut” y “Libro de Rut”.